( En la imagen, al centro, un joven Joselillo de Colombia al iniciar el paseíllo )
Parte de lo que somos como sociedad taurina se lo debemos al maestro Joselillo de Colombia. porque más allá de que fue torero, ejerció de empresario y constructor de sueños como la hermosa plaza de Cartagena de Indias.
Polémico como todo ser humano grande por sus ejecutorias , José Zúñiga Villaquirán nació en Santander de Quilichao en 1929 y falleció en la que fue su ciudad amada y refugio, Cali , en 1997.
Su hijo , Edgar ,mantiene y prolonga una dinastía en la que sobresale el maestro y su hermano Manolo que vive en Madrid, y Karen, periodista taurina de altos vuelos que reside en España.
Era, ante todo, un hacedor de sueños. Un romántico del siglo XVIII en el XX.
Le vi, ya mayor, en una de sus últimas corridas en Cañaveralejo. Vestía un terno azul noche y oro y conservaba esos andares de los grandes toreros pues perteneció a esa generación espléndida de Luis Miguel, Antonio Bienvenida, su padrino de alternativa, y naturalmente El Viti, Camino y César Girón, entre otros rutilantes nombres..
«El día 1 de junio de 1952 hizo el paseíllo en la pequeña plaza madrileña de Vista Alegre, en donde, acompañado por los novilleros Pedro Palomo y «Mirabeleño», despachó un encierro marcado con el hierro de Quintana.
La aventura no comenzó como esperaba, ya que ese año toreó una novillada más y su nombre pasó desapercibido al no conseguir triunfos sonados. En 1953, empeñado en conseguir su sueño, toreó seis novilladas más en donde captó la atención de los empresarios, uno de ellos el de la plaza de toros de Lorca, que le ofreció la alternativa.
Con ese corto bagaje, “Joselillo de Colombia” tiró la moneda al aire y le salió cara. El domingo 20 de septiembre de 1953, hizo el paseíllo en Sutullena para convertirse en matador de toros. Su padrino, nada más y nada menos que Don Antonio Bienvenida y ejerciendo de testigo, Jaime Malaver, ídolo de la afición lorquina por sus reiterados triunfos en el coso de las alamedas» , reseña El muletazo.
Su última faena en la clínica del Valle del Lili en Cali. Fue vencido por complicaciones en su hígado y falleció a los 65 años.
Joselillo toreó en el cartel inaugural de Cañaveralejo que él impulsó. Este evento el 28 de diciembre de 1958 contó en el paseillo con el catalán Joaquin Bernadó y el castellano Gregorio Sánchez,.
En ese entonces este caucano-caleño ya había ganado el reconocimiento y el respeto en las plazas de México, Colombia y España. Y eso que todo empezó con una película en blanco y negro , señala uno de sus amigos.
Zúñiga se enamoró del toreo sentado en una sala de cine. A los 12 años vio una película que mostraba a esos hombres temerarios enfrentándose a los descomunales animales y desde entonces asumió con convicción el destino de su vida.
De inmediato, le confesó su sueño a su mamá, Jesusita de Zúñiga, y contagió a su hermano Manolo, que a la postre también se convirtió en torero.
El torero español Iván Fandiño murió tras recibir una cornada durante una corrida en el suroeste de Francia.
Fandiño, de 36 años, se tropezó con su capote y cayó al suelo, donde fue cornado por el toro.
Se informó que sufrió una lesión pulmonar y murió de un paro cardíaco cuando era trasladado al hospital.
Se dijo que Fandiño, que estaba participando en un festival taurino en Aire-sur-l’Adour, cerca de Pau, es el primer torero que muere en Francia en un siglo.
Un azulejo inmortaliza a Iván Fandiño en la plaza de Las Ventas
Al diestro vizcaíno se le recuerda como “ejemplo de valor, estoicismo y heroicidad”
ANDRES VAZQUEZ
Andrés Mazariegos Vázquez,. Supo torear muy bien y tuvo temporadas de mucha circulación, pero las nuevas olas le fueron minando el terreno. Nació en Villalpando (Zamora)el 25 de julio de 1936, y se presentó con feliz éxito en Madrid el 3 de septiembre de 1961, para matar novillos de Cervates con Antonio León y Manuel Amador. Tan excelente cartel logró en poco tiempo, que el 19 de mayo de 1962 tomó la alternativa en la misma plaza de las Ventas, otorgada por Gregorio Sánchez, con Mondeño de testigo y toros de Benítez Cubero, y el triunfo alcanzado en tal ocasión le permitió torear 54 corridas en dicha temporada. En 1963, toreó 45; en 1964, 31; en 1965, 21; en 1966, 27; en 1967, 27 también; en 1968, 22… En esto del toro, hay que estar apretando siempre, para no ser arrollado. En 1969 apretó al verse en el montón (toreó sólo ocho veces) y puede mejorar sus posiciones.
Falleció justo hace aun año a la edad de 89 años en el hospital de Benavente, donde estaba ingresado desde hacía varios días a causa de un fallo multiorgánico. Fue una leyenda de la tauromaquia de las décadas de los años sesenta y setenta, salió diez veces por la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas, hizo una famosa pareja con los toros de Victorino Martín, recibió el Premio de Tauromaquia de Castilla y León.
Cuesta trabajo pensar en Rafael Ortega en tiempo pasado. Tan súbitamente llenos de pasado ante su irremediable ausencia. Porque con Rafael Ortega Blancas (Apizaco, 10.03.70-Utha, EU, 08.05.23) se ha un magnífico torero y una persona buena. Y porque por azares de la vida nos tocó de cerca asistir a sus prometedores comienzos, su lucha por hacerse de un lugar entre la torería de su tiempo y su triunfo definitivo con la Plaza México como testigo. Siempre con Puebla como eje de su trayectoria, desde la placita D´Coca al despuntar los años ochenta y la alternativa que le confirió Manolo Arruza con el toro “Brillantito” de Reyes Huerta (23.12.90, en El Relicario y con David Silveti de testigo), sus tres manos a mano con El Zotoluco y su posicionamiento como figura importante. Se puede decir que de aquí salió para convertirse en el último torero que ha cortado apéndices en la Plaza México en diez actuaciones consecutivas –se dice fácil–, entre el 7 de enero de 1996 y el 21 de diciembre del 97. Hazaña que merece pormenorizarse.
Plaza México: 50 orejas y dos rabos. Dominador capaz de los tres tercios, de corte clásico y técnica impecable, nunca contó Rafael con el favor de las empresas, según lo prueba que su confirmación capitalina se anunciara en un cartel para meritorios y en noche de jueves (23.09.93, con El Geno de padrino y José Luis Herros como testigo), lo que no fue obstáculo para que desorejara a “Azuceno”, el de la ceremonia. De momento esa oreja no le redituó gran cosa, y fue hasta dos años más tarde cuando consiguió que lo pusieran delante de una respetable corrida de Huichapan –ganadería no apta para figurines–: con el trofeo auricular que le arrancó al complicado “Monarca”, tercero de esa tarde, comenzaba la seguidilla de triunfos que lo colocó en figura. Figura para aficionados de verdad más que para público volubles y superficiales. En provincia, donde esta circunstancia se acentúa, aprendió a hacer concesiones a las galerías conforme le iban creciendo los colmillos y se volvía más filoso su estoque. Pero en la capital, ya entrados sus tendidos en franca decadencia, su tauromaquia siguió siendo la más cabal. Iba a redituarle esas diez tardes sin dejar de tocar pelo que ya están en la historia.
10 tardes, 17 orejas. Citados uno a uno, los diez triunfos consecutivos de Rafael Ortega en la Plaza México se desglosan así: 07.01.96, “Monarca” de Huichapan: una oreja; 21.01.96, “Concho”, de Fernando de la Mora: dos orejas; 24.03.96, “Martincho” de Martínez Ancira: dos orejas y la Oreja de Oro, disputada por seis matadores; 17.01.96, “Lazador” de La Soledad: oreja; 19.01.97, una oreja de Toledano” y dos de “Azafrán”, dos tíos cinqueños de Javier Garfias; 23.02.97, Herrerito” de De la Mora: dos orejas; 16.03.97, dos orejas de “Rumboso” y vuelta al ruedo con “Azafrán” de Huichapan, tarde en la que perdió la vida el rejoneador Eduardo Funtanet; 23.03.97, “Chiquirrín” de Armilla Hermanos: una oreja y su segunda Oreja de Oro; 02.11.97, a oreja por toro, llamados “Sospechoso” y “Cariñoso” de Martínez Ancira; 21.12.97, oreja de “Paño Fino”, de La Venta del Refugio.
En conjunto, Rafael hizo cuarenta y tres paseíllos en el coso de Insurgentes y cobró 50 orejas y dos rabos. El primero, en su mano a mano con El Zotoluco (28.11.04, del toro “Fandango” de Fernando de la Mora), que marcaría un prolongado alejamiento de la México decretado por aquel empresario de amarga memoria que se atrevió a insultar a Rafael llamándolo “indio acomplejado” porque se atrevió a reclamar un trato menos injusto por parte del mencionado. Ese año, por excepción, lo había encartelado el 5 de febrero con Pablo Hermoso de Mendoza, El Zotoluco y Enrique Ponce, que paseó tres orejas pero, en lo estricto, tuvo que ceder ante el torerismo del tlaxcalteca, que le cortó una oreja a ”Regalito” de Julio Delgado y las dos a “Cachorrito” de Teófilo Gómez. Digna de buen recuerdo es también la presentación en la México del encastado hierro de Barralva (03.03.02), con otras tres orejas para el torero de Apizaco (“Clavelillo” y “Cara Sucia”).
Rafael Ortega se despidió en la México el 15 de diciembre de 2014 con otra gran faena, que el juez premió, con exceso, con el rabo de “Ferruco” de Los Cues. Rafel tuvo el rasgo de rechazar el rabo, antes de salir de la plaza en hombros.
Torero de Puebla. Lo fue desde novillero, triunfador absoluto de dos temporadas novilleriles organizadas por Raúl Coca y Popo Tamburrino en la simpática portátil que instalaron en las afueras de la ciudad, por rumbos de Chilotzingo. En su alborada apuntaba maneras muy clásicas y llamaba la atención su claridad mental y suficiencia técnica. Luego de la alternativa se encontró con que el Ortega apoyado a fondo por la empresa López Lima era su hermano Alberto. Hasta que, apelando a una mezcla de torerismo innato y ocasional populismo, Rafael consiguió situarse en el ánimo de los poblanos. Y nos regaló con varias faenas de perdurable recuerdo, entre las que destaco las dos –templadas, redondas, dominadoras, torerísimas—del día de la alternativa de Jerónimo, muy por encima de los toros de Lebrija que le correspondieron –“Revistero” y “Jacarandoso”—a los cortó una y dos legítimas orejas, por una de Enrique Ponce, cuya presencia parecía motivarlo, en Puebla y en México, donde sólo lo tuvo dos veces de alternante. Aunque para mí, su faena cumbre en El Relicario –donde paseó varios rabos e indultó dos ejemplares—se la cuajó, por naturales de gran clase en series largas y templadas, al toro “Arete” de Mariano Ramírez (13.10.01), encartelado con Hermoso de Mendoza y Jerónimo.
En Puebla y Tlaxcala pudo montarse una rivalidad de lo más interesante entre Rafael y El Zapata, pero empresas y apoderados no lo vieron así. Como asimismo rehuyeron cualquier asomo de competencia, perfectamente factible, entre Rafael Ortega y cualquiera de las figuras hispanas de su tiempo, ellos sabrán por qué.
Pero no toquemos lo irremediable. Desgraciadamente, Rafael Ortega Blancas no pertenece más a la dimensión por la que mientras tanto transitamos. Deja un hueco grande y un hermoso recuerdo.
San Isidro en marcha. Son unos cuantos días de feria y ya pasó de todo en Madrid. Desde la pesadez del arranque, porque el encierro de La Quinta no le gustó al “7” y la tomó con Roca Rey hasta conseguir desconcentrarlo y desconcertarlo, en tanto El Juli solventaba con holgura la papeleta y se doctoraba sin estruendo un valeroso Álvaro Alarcón, hasta las emociones fuertes que los saltillos de José Escolar siempre deparan, ayer, a plaza casi llena y en la despedida madrileña de Domingo López Chávez, cuya veteranía y suficiencia torera fue puesta a prueba por el lote más correoso de una corrida que trajo un ejemplar de vuelta al ruedo, “Cartelero”, el tercero, que lo tuvo todo: clase y casta, humillación y emotividad, y fue aprovechado sólo a medias por Gómez del Pilar, premiado con generosa oreja mientras Fernando Robleño hacía lo mejor de la tarde con dos toros de alto calado a los que hubiera podido desorejar si su estoque no se atasca en el camino. Lo de las faenas no redondeadas le importó poco al cónclave en la corrida del jueves 11, segunda de feria, con buen ganado de Hernández-Garcigrande (excepto el infame lote de Morante, que no se dignó dar un pase ni un muletazo). Tanto Emilio de Justo como Tomás Rufo anduvieron por debajo de las prestaciones del magnífico y coloradito “Cuarenta y Tres” (3º: Rufo, una oreja) y el espléndido “Valentón” (5º: De Justo, dos orejas y puerta grande); los dos torean bien, incluso muy bien a ratos –más rígido Emilio, más flexible Tomás el toledano–, pero sus faenas dejaron la sensación de cosa inacabada. Para el estupendo “Valentón” hubo vuelta al ruedo, pues el triunfalismo estaba desatado ese día, siendo de destacar que tanto éste de Justo Hernández como el de Escolar premiado ayer no hicieron temblar la báscula ni mucho menos: 523 kilos “Valentón” y 509 “Cartelero”. Para mi gusto lo mejor ha sido la calmosa faena de Ginés Marín al cierraplaza del sábado, de Montalvo, animal soso y distraído hasta que la muleta del rubio torero de Jerez lo persuadió y no le quedó otra que embestir. Oreja bien ganada, como lo fue también la de Diego Ventura por su magistral actuación con su segundo de María Giomar Cortés de Moura, “Giraldito” de nombre y alegre, buen toro sin duda.
Mexicanos. Andan diciendo por ahí que la empresa encabezada por Simón Casas nos está haciendo el gran favor de poner a cuatro mexicanos en la cartelera isidril de este año. No les haga usted el menor caso. Ser trata de la misma probada de atole con el dedo que tradicionalmente se les depara allí de vez en cuando a unos cuantos desclasados e ignotos aztecas, el primero de los cuales, Isaac Fonseca, confirma hoy la alternativa de manos de un Miguel Ángel Perera en descenso y de testigo Ángel Téllez, que nada dijo el viernes ante un magnífico toro de Juan Pedro Domecq. Seguramente bajará la entrada y no hay para el moreliano una segunda oportunidad, de manera que saldrá a colgarse de los pitones, él, que había sido el novillero más interesante y constante en el éxito de 2022. Y así lo retribuyen.
Qué podían esperar los otros tres paisanos baratamente contratados por Casas: Leo Valadez , triunfador de Madrid y otras plazas de España y Francia el año pasado, está anunciado para el domingo 21 con los segundones Fandi y Juan Leal y toros de Fuente Ymbro; el miércoles 24 le toca pechar a Octavio García “El Payo” con una gambuyada de Luis Algarra en compañía de Román y Francisco José Espada, y el miércoles 31 es Arturo Saldívar el elegido de los dioses para algún día platicarles a sus nietos que partió plaza en Las Ventas con otro par de desconocidos –Fernando Adrián y Álvaro Lorenzo—para despachar torazos pasados de peso y moda de Santiago Domecq. Claro que, por modestos que sean, los mencionados alternantes de la representación azteca en la isidrada están anunciados casi todos en dos corridas, por rabonas que sean. Los nuestros, una sola y de vuelta a casa. Aunque alguno se quede por allá a pueblear.
( Tendido7 estará muy agradecido si alguien sabe quién es el autor de la viñeta para darle el merecido crédito )
El 25 de marzo en Puente Piedra se celebra una efemérides muy grata y significativa para los taurinos : 100 años de la creación de Mondoñedo que refleja una tradición, una cultura, una raíces que pueden admirarse en «la Holanda » en Mosquera a donde llegaron los primeros sementales de origen Ibarra.
Y se conmemora con un mano a mano Luis Bolívar- Juan de Castilla dos de nuestros toreros de arraigo entre la afición y los toros de Mondoñedo cuyo trapio está por fuera de toda duda. Puente Piedra es el escenario este sábado 25 de marzo.
El Tiempo publicó hace varios años una semblanza de don Ignacio Sanz de Santamaria quien se empeñó el traer el toro bravo a esta parte de América y construir una plaza para poder lidiar los toros de su ganadería y que la capital colombiana tuviera un coso estable. Esa es La Santamaría de Bogotá una de plazas más bellas desde el punto de vista de la arquitectura y esa fachada neo mudéjar que se la debemos a dos grandes : el arquitecto Santiago de la Mora y al alcalde Carlos Sanz de Santamaria.
Y se anota de don Ignacio :
Don Ignacio siguió fielmente todas las indicaciones de Julio de la Olla y así, en pocos años tuvo la excelente ganadería que dio a la fiesta un nuevo giro en Colombia. Al mismo tiempo en Cartagena, don Fernando Vélez también iniciaba la primera ganadería de casta en la Costa.
Pero don Ignacio no se conformó con levantar una ganadería brava, sino que puso todo su empeño para que Bogotá tuviera una plaza digna de la Capital. Y lleva su nombre la que ahora celebra los 60 años. Por ella han desfilado los más famosos toreros y nadie podrá olvidar, por ejemplo, la temporada de Monolete y Arruza.
También el Distrito le ha puesto un cuidado especial a la plaza, y en esta temporada puede apreciarse cuán bella es.
El día de la inauguración de La Santamaria asistieron el presidente de la república don Enrique Olaya Herrera y el expresidente Carlos E Restrepo
Son muchos los directores, actores y actrices cercanos a la fiesta. Solo mencionar a Orson Wells ese gigantes del cine norteamericano o James Dean que quiso ser toreo.
Margarita Suárez, esposa del maestro Jorge Herrera me envía esta foto maravillosa de la famosa actriz Gina Lollobrigida en un festival en la finca de los hermanos Lozano en Villaseca de la Sagra y en la que aparecen Palomo Linares y el maestro colombiano Jorge Herrera que fueron apoderados por esa familia de taurinos castellanos que en una época fueron empresarios de Bogotá y Medellín y con el paso del tiempo apoderaron al maestro Rincón.
Recuerdos en esta hora de pesar por la muerte de esa gran actriz italiana.
(Subiaco, 1927 – Roma, 2023) Actriz de cine italiana. Junto con Sophia Loren, fue una de las actrices italianas de mayor proyección internacional en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. De orígenes muy humildes, sus inclinaciones por el mundo del arte la acompañaron desde muy joven. Su padre, carpintero, consiguió que ingresase en la Academia de Bellas Artes de Roma, donde estudió pintura y escultura. Durante una temporada pensó incluso en la posibilidad de formarse como cantante de ópera, pero la situación económica de su familia la obligó a trabajar en el mundo de las fotonovelas, que causarían un auténtico furor en la Italia de la posguerra.
Gina Lollobrigida
La joven Gina poseía una belleza rotunda y potente, muy del gusto de amplios sectores sociales en una época en la que existía en el país una gran afición a lo que se denominaron las magioratas, mujeres de pecho generoso, amplias caderas y ojos deslumbrantes. Gina estaba dentro de ese grupo, pero no por ello carecía de distinción. Debutó en el cine con Águila negra (1946), de Ricardo Freda. Un año después se presentó al concurso de miss Italia, quedando en tercer lugar (la ganadora fue Lucía Bosé), y poco a poco iría escalando posiciones, de figurante a starlette, y de ahí a papeles de muchacha seductora y coqueta.
Su primer reconocimiento le llegó cuando el eficiente director francés Christian Jacques la invitó a participar en Fanfan, el invencible (1951), una película de aventuras en el más puro sentido de la palabra que obtuvo una excelente acogida. Junto a ella, en el principal papel masculino, se encontraba Gérard Philipe, uno de los galanes por excelencia del cine europeo de aquellos años. Philipe tenía 29 años cuando se estrenó la película, y ella contaba 23; entre ambos compusieron una pareja ideal en la imaginación de un público que deseaba olvidar los desastres de una guerra que aún no había restañado sus heridas.
Ese mismo año había sido llamada a Hollywood por el excéntrico pero inteligente Howard Hughes, que le ofreció un contrato por diez años. Sin embargo, tras varios meses de espera, Gina decidió romper el acuerdo y regresar a Europa. Después de la acogida de Fanfan, el invencible, la actriz rodó bajo la batuta de Luigi Comencini el filme que significó su consagración: Pan, amor y fantasía (1952), una comedia que dejaría una secuela. Lollobrigida encarnó en esta cinta a Pizzicarella, la cabeza loca del pueblo, la cual traía de cabeza al jefe de los carabineros de la localidad, papel asumido por un magnífico Vittorio de Sica. Su fortuna de mito erótico se vinculó a esa figura de muchacha campesina, descalza, exuberante, a la que ella aportaba unas dotes de actriz que contribuían a hacer más divertido el personaje, que gozó de gran popularidad.
Los posteriores fueron sus mejores años. Rodó algunos de sus títulos más importantes, entre los que cabe destacar La mujer más guapa del mundo (1955), de Robert Z. Leonard, y Nuestra Señora de París (1956), con Jean Delannoy y Anthony Quinn en el papel de Quasimodo. Cuando el contrato que la ligaba a Howard Hughes venció, la actriz italiana pudo pensar en volver a intentar la aventura americana. Ante ello había que ser realista: era una actriz aceptable, que en cierto tipo de papeles podía ser muy convincente, y disfrutaba de simpatía entre el público, pero su mejor arma estribaba en el físico opulento y la sensualidad de su belleza. Por esa razón los estadounidenses pensaban en ella, pero para papeles muy determinados.
De este modo fue la reina en Salomón y la reina de Saba (1958), de King Vidor, una película que tuvo su particular historia. El papel de Salomón fue en un principio para Tyrone Power, galán de reconocido atractivo; pero Power falleció durante el rodaje, y hubo que volver a comenzar casi todo, esta vez con Yul Brynner como Salomón, en un rodaje que tuvo lugar en España. También en Desnuda frente al mundo (1960), dirigida por Ranald MacDougall, tuvo un papel que se adecuaba bastante bien a sus posibilidades. Tenía ya 32 años y su belleza iba ganando en sabiduría cuanto podía perder en agresividad. Sin embargo, y como también fue el caso de muchos actores europeos (en especial los no británicos), sus posibilidades en el mundo de Hollywood nunca llegaron a cuajar, a pesar de las expectativas. Buona sera, señora Campbell (1968), de Melvin Frank, sería su último éxito internacional.
Los años setenta situaron su carrera en un punto muerto. Trabajaba, pero sus títulos no rebasaban lo trivial. Fue entonces cuando comenzó a dedicarse a una actividad que, en cierto modo, enlazaba con sus tiempos de juventud: había estudiado pintura, y a lo largo de estos años se fue convirtiendo en una fotógrafa de gran talento y sensibilidad. Aunque su nombre y relaciones contribuían a abrirle puertas, no se puede negar, a la vista de sus exposiciones de fotografía, que Gina poseía una finura y una inteligencia que le permitían ser algo más que un recuerdo de los tiempos en que su belleza deslumbraba a americanos y europeos.
En 1992, durante la Expo de Sevilla, Gina Lollobrigida fue una de las artistas escogidas por Italia para mostrar su obra fotográfica en el interior de su pabellón, y la crítica reconoció que, aunque debía su popularidad al cine, aquella mujer que sobrepasaba los sesenta años dominaba a la perfección otra de las artes de la imagen. Gina hizo también apariciones en televisión como invitada especial en series de máxima audiencia, como fue el caso de Falcon Crest. En Broadway tuvo una meritoria actuación en La rosa tatuada, de Tennessee Williams. Su última intervención cinematográfica fue en Las cien y una noches (1995), de la directora francesa Agnès Varda. Lollobrigida, que en sus últimos años ejerció como embajadora cultural de la república italiana, contrajo matrimonio en dos ocasiones: con Milko Skofic (1949-1968), y con George Kaufman en 1969.
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Gina Lollobrigida». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004.
( FOTO: Cano. De izq. a der. el lic. JUAN MANUEL GONZÁLEZ CAMARENA (de la Porra Universitaria), el exempresario de la plaza «México» ALFONSO GAONA, el festejado PACO CANO, el dueño del legendario restaurante «El Tío Luis» (sitio de la reunión) don PEDRO YLLANA, el productor de tv RODOLFO ORTEGA y el autor de este texto PACO TERÁN )
Una tarde el controvertido ex empresario de la plaza «México» ALFONSO GAONA me pidió que lo acompañara a recoger a un amigo al aeropuerto. Se trataba del célebre fotógrafo taurino español FRANCISCO CANO que hacía su primer viaje a nuestro país. La madrugada del 27 de Julio de 2016 el corazón de CANITO se apagó para siempre tras 103 años de palpitar apasionadamente.
Aquella tarde decembrina de 1992 sólo estábamos GAONA y yo para recibirlo. Entonces, gran parte de las fotografías taurinas de España que yo conocía estaban firmadas por CANO y, las más antiguas, eran de cincuenta años atrás; así que no podía imaginar que aquél artista de la cámara viviera aún. Fue el único fotógrafo presente en Linares cuando un toro mató a «MANOLETE» en 1947. CANO captó las escenas de la tragedia y las del cadáver aún tibio en el hospital rodeado de amigos. Pensó que no era momento de publicar todas las fotografías pues, calculó, con el paso del tiempo se cotizarían más y más. Así que esperó, pero demasiado. Meses y años hasta que ya nadie le ofrecía una cantidad interesante por esas gráficas. Casi cuarenta años después se las vendió al periodista FILIBERTO MIRA para su magnífico libro “Manolete. Vida y Tragedia” que apareció hasta 1984 en Valencia. Un ejemplar, por cierto, me lo dedicó CANO muy afectuosamente agregándole una caricatura de sí mismo que elaboró con facilidad y ligereza. “Mientras agonizaba MANOLO, los que estábamos en el silencioso cuarto escuchamos un pequeño ruido repetitivo, monótono. Descubrimos que venía de abajo de la cama. La sangre que manaba de la herida mal atendida había traspasado el colchón y goteaba al piso”, me contó. Como me relató muchísimas cosas y me regaló su sabiduría en invaluables consejos de vida. Es que después de acomodarlo en el hotel Palace de la Ciudad de México puse a su disposición mi coche y me ofrecí a ser su cicerone los días de su visita. Estaba yo en presencia de un pozo de conocimientos y anécdotas de las mejores épocas del toreo peninsular.
Pero PACO CANO también fue torero. Un día le preguntó «MANOLETE»: – ¿Y tú qué tipo de torero eras Paco?.
– Uno muy torpe, porque siempre me cogían los toros.
– No. Te cogían porque te quedabas quieto.
Desde los cuarentas vio, conoció y fotografió a todos los que han toreado en España, propios y extranjeros. Y también a las personalidades que han presenciado las corridas, llámense CHARLTON HESTON, AVA GARDNER, GARY COOPER, la LOREN, ORSON WELLES o HEMINGWAY, con los que además cultivó amistad.
En México le celebramos su cumpleaños 80 en «El Tío Luis» (Foto en la que aparecemos el reconocido aficionado Lic. GONZÁLEZ CAMARENA, quien fuera empresario taurino ALFONSO GAONA, PACO CANO, D. PEDRO YLLANA dueño del restaurante, el productor de tv RODOLFO ORTEGA y yo) y en 1998 volví a convivir con él cuando vino a un congreso en Aguascalientes acompañado de su entrañable amigo y biógrafo el querido JOSÉ MARÍA AMORÓS que ha sido casi su hijo y que conserva quién sabe cuántas libretas repletas de vivencias dictadas por CURRO CANO.
Le pregunté a CANITO, por supuesto, el secreto de su tan saludable longevidad y me confesó que, además de no beber ni fumar, hacía ejercicio todas las mañanas. Un hábito heredado de la juventud cuando fue boxeador, nadador y novillero. Pero creo yo que también cuenta que trabajaba todo el tiempo. Aplica aquí lo que me recomendaba el eminente maestro dramaturgo RAFAEL SOLANA «La vida es como andar en bicicleta: si dejas de pedalear, te caes».
Por razones de su actividad profesional PACO CANO se enteraba de todo pero era un modelo de discreción. «Se está mejor callado», le aconsejó «MANOLETE» que casi no hablaba; era cordobés. Pero cuando había que hacer recuerdos CANITO no cesaba de charlar con un sabor, lucidez y precisión que era un deleite.
Nunca tomaba partido por nada ni nadie, así que conocía a todo el mundo y toda España lo quería. Fue dueño de la humildad y sencillez propias de los grandes. Para todos siempre tenía una atención, un elogio sincero y la sonrisa era su compañera inseparable.
Con más de cien años cumplidos todavía se le veía infaltable disparando su cámara por los callejones de las plazas con su gorrilla blanca que le distinguía.
Pero pocos meses antes de morir CANO murió MARUJA su segunda esposa y CANITO se vino abajo. «Es que los hombres no saben estar solos», le escuché alguna vez sentenciar a mi madre.
Ha sido para mí un privilegio, de los mayores, haber sido fotografiado por CANO y con CANO, este ser único, insólito e irrepetible que conocía como pocos el verdadero Arte de Vivir.
Antes siquiera de que llegase el féretro ya había onubenses esperando, dice Huelva Información. Huelva despide a un hijo ilustre, una de las figuras imprescindibles del siglo XX onubense, y lo hace con el profundo cariño y respeto que toda la sociedad onubense siente por su figura. Rostros conocidos, ciudadanos anónimos, representantes institucionales, políticos, los miembros de su peña y todo el mundo del toro acompañan a la familia en el último adiós de Miguel Báez Espuny ‘Litri’.
Su hijo Miguel Báez Spinola acompañado por otros familiares y el diestro Rafael de Paula recibieron al corte fúnebre a las 11:30 en la puerta del Ayuntamiento. La llegada, en silencio y con respeto, fue seguida por abrazos y muestras de afecto de quienes ya esperaban. Sus nietos y esposa llegaron junto al coche que trasladaba sus restos mortales. A hombros de los suyos entró en el Consistorio. Ya esperaban para trasladar su pésame a la familia el presidente de la FOE y amigo personal de la familia, José Luis García-Palacios Álvarez. El torero Juan Antonio Ruiz Espartaco lo hizo instantes después. Vinculado a Huelva desde sus comienzos y con una relación especial para los Litri, estuvo en todo momento junto a ellos. Álvaro Domecq llegó poco después. “Se nos ha ido alguien muy especial. Es un día muy triste para la tauromaquia como grandísima figura de talla mundial, pero también como persona. No me cansaré de repetir que ha sido una de las mejores personas que he podido conocer en mi vida. El maestro Litri fue irrepetible”, destacó Espartaco.
La capilla ardiente instalada en el salón de plenos del Ayuntamiento ha abierto a las 12:00 horas. Desde ese momento el tránsito ha sido constante. Entre los que hicieron cola para despedir al Litri había personalidades del mundo taurino como Celestino Cuadri. También esperó su turno el exalcalde Pedro Rodríguez. Por la capilla ardiente desfilaron los miembros del equipo de Gobierno encabezados por Gabriel Cruz, también de la oposición y de todas las administraciones como la subdelegada del Gobierno, Manuela Parralo. La delegación del PP estuvo integrada por la presidenta del grupo municipal, Pilar Marín, junto al resto de concejales y los candidatos al parlamento andaluz Loles López, Bella Verano, Berta Centeno o Felipe Arias. También acudió a primera hora la presidenta del Puerto, Pilar Miranda. También acudió el candidato del PSOE a la presidencia de la Junta, Juan Espadas. Lo hizo en compañía de la presidenta de la Diputación Provincial, María Eugenia Limón.
La capilla ardiente fue un trasiego constante de personas. El obispo de la ciudad, Santiago Gómez Sierra, ofició un responso por su descanso y consoló a los familiares. También acudió el presidente del consejo de hermandades de Huelva, Antonio González. Litri recibió en su despedida todo el cariño que sembró en vida.
El féretro del diestro está acompañado por los simpecados de las tres hermandades de las que era fiel devoto: La Cinta, el Rocío de Huelva y la Borriquita. Un cuadro de la Virgen Chiquita preside la capilla ardiente, donde no faltan un capote de paseo bordado con la patrona de la ciudad, un retrato de su época de matador, su medalla de Hijo Predilecto o la bandera nacional que lo cubre.
La capilla ardiente permanecerá abierta de forma ininterrumpida hasta las 22:00 horas; será este sábado al mediodía cuando se celebre una eucaristía en la iglesia de la Concepción, y posteriormente se trasladarán sus restos mortales al cementerio de La Soledad, donde se dará sepultura en el panteón familiar.
ENTRAÑABLE IMAGEN DE JUAN DE CASTILLA ENTRE LOS MAESTROS LITRI, CURRO ROMERO Y ESPARTACO EN UN TENTADERO HACE 10 AÑOS EN LA Ganadería Rocío de la Cámara.
El Juli ha acariciado la Puerta Grande en la cuarta de San Isidro lidiada este miércoles en la Plaza de Toros de Las Ventas con toros de La Quinta, en tarde de ‘No hay billetes’. Cortó una oreja del primero de su lote y firmó una obra cumbre con el quinto de la tarde, al que pinchó.
Tras arrancar la oreja de su primero, El Juli se las vio con un toro de La Quinta complicado, que acabó haciendo suyo. Aplicó todo su magisterio. A partir del ecuador de su faena llegaron los mejores muletazos, cargados de profundidad y lentitud. Extraordinarios fueron los naturales enroscándose el toro a la cintura y levantando al público del tendido. Marró con los aceros, perdió la posibilidad de Puerta Grande y terminó dando una vuelta al ruedo.
Morante de la Puebla dejó destellos de su buen toreo en el primero de la tarde y no encontró opciones con el segundo de su lote. Silenciado en ambos fue Pablo Aguado.
¿Quién era Juan Belmonte en la primavera de 1914? Un torerito sevillano idolatrado por pandillas de mozos trianeros que de la Maestranza sólo conocían la fachada; un extraño y desgarbado novillero inflado por la crítica de Madrid, que más tardó en denominarlo fenómeno que en tener que tragarse el fiasco de su tarde de alternativa, en la que se vieron desfilar por el ruedo capitalino nada menos que once astados, la mayoría impresentables, entre protestas y broncas sin cuento (16.10.13). Lo siguiente que del tal Belmonte se supo fue que se había embarcado a México para alternar con Rodolfo Gaona. Y que allí, según las vagas reseñas de la época, su innovador estilo causó sensación.
España lo recibió de vuelta con marcado escepticismo. Es verdad que lo promovían con furor los seguidores de Ricardo Torres “Bombita”, al que, según vox populi, había retirado de los ruedos el bárbaro empuje de José Gómez “Gallito”, quien lo odiaba cordialmente como vengador que se sentía de su hermano Rafael, postergado, de acuerdo a consejas que corrían, por las politiquerías del “Bomba”. Se les había metido en la cabeza que Belmonte era el más indicado para hacerle sombra a Joselito –como la gente llamaba a “Gallito”–, idea que movía a risa a los partidarios del todopoderoso José y su precoz y prodigiosa maestría. Él sí, pregonaban sus huestes, un auténtico fenómeno, no el pelele de Triana, que más tardaba en abrir el capote que en salir achuchado y por los aires. Si Don Modesto (José de la Loma, popular crítico de El Liberal y capitán general del bombismo) había bendecido a Juan, nada más presentarse como novillero en Madrid (26.03.13), con su famosa crónica titulada “¡Cinco verónicas sin enmendarse!”, cuando a Rafael Guerra “Guerrita” le preguntaron por Belmonte, el retirado Califa cordobés enlazó dos escuetas y contundentes sentencias: “Así no se pue toreá” y “El que quiera verlo, que se apresure”. O sea: “lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”, otra de las frases célebres del viejo patriarca.
Y sin embargo, se mueve… Pero el emparejamiento, desde el punto de vista empresarial, era muy apetecible, y Joselito y Belmonte abrieron la temporada del 14 compartiendo cartel en Barcelona, Castellón y Valencia. Nadie ignoraba, sin embargo, que la prueba de fuego para la viabilidad de la pareja radicaba en Madrid y Sevilla. El 12 de abril, domingo de Resurrección, Belmonte compareció en la Maestranza al lado de Gaona y Vázquez II, ganado de Surga, sin que pasara nada. Y otro tanto ocurrió al día siguiente en Madrid con mansos de Benjumea para el fenómeno, Vicente Pastor y “Cocherito de Bilbao”.
El siguiente paseíllo de Juan fue el día 15 en Murcia al lado del “Cochero”, Paco Madrid y su compañero de andanzas novilleriles Curro Posada. Al entrar a matar a su primer Veragua el toro lo cogió de mala manera y le produjo una dolorosa distensión en un pie que lo imposibilitaba para cumplir con dos citas clave en la feria sevillana, anunciado para alternar en ambas con los Gallos –Rafael y José—el 18 y el 20 de abril. A nadie sorprendió que los gallistas más apasionados juraran que lo de Murcia era un camelo aprovechado por Belmonte para eludir la confrontación. Enterado Juan del rumor mandó avisar que llegaría por tren desde Madrid la mañana del martes 21 a fin de torear la corrida de Miura con Gaona y Gallito, tal como estaba anunciado. Pero no todos lo creyeron y menos aún los seguidores de José. Como quiera, esa mañana la estación hervía de curiosos, ansiosos por comprobar si era cierto que el de Triana realmente arribaría. Y causó conmoción su lento descenso por la escalerilla del expreso: a sus partidarios les preocupó verlo cojear lastimosamente, apoyado en su banderillero Calderón, mientras los gallistas hacían correr la voz de que el taimado trianero planeaba un golpe de efecto: partir plaza y enseguida retirarse poniendo como pretexto su incapacidad física. En todo caso, nadie lo notó con la fuerza requerida para entenderse con esos miuras cuyo respetable trapío e imponentes pitones habían causado admiración en la cercana Venta de Antequera donde se exponían al público los encierros de la feria.
La tarde del Pasmo. Con Rodolfo Gaona a su izquierda (azul y oro) y Joselito a su derecha (rosa y negro) partió plaza Juan Belmonte (plomo y oro), pálido el semblante y tan cojitranco como de costumbre. La Maestranza había agotado el papel y la hermosa tarde abrileña zumbaba de comentarios, con los gallistas apostando a que la presencia del trianero era una farsa, agravada por la indelicadeza de, seguramente, dejarles el encierro completo a sus alternantes mientras él se iba pa´dentro con tal de no dar la cara ante los miuras.
Pero Belmonte no se fue. Economizó su presencia todo lo posible durante la lidia de los dos primeros astados, cuya aspereza poco o nada permitió hacer al mexicano ni al de Gelves. Juan contendió por delante con “Lentejo”, berrendo en negro capirote, y luego con “Rabicano”, el negro bragado que cerró la corrida. Y mantuvo a la multitud en permanente tensión con su manera de invadir constantemente la línea de fuego con valor espartano y pleno dominio de los terríficos astados. La cojera ni mermó su decisión ni afectó la estética de sus recias y personalísimas faenas, y cuando, una vez superada la aspereza del berrendo, le retiró la muleta de la cara, interpuso tranquilamente el cuerpo y acarició los acaramelados pitones del miureño, la plaza se quería caer, subrayando su admiración y alborozo con una lluvia de puros y sombreros.
El escritor y cronista andaluz Enrique Vila resumió así la histórica tarde: “Aquello fue la consagración definitiva del belmontismo como teoría y práctica de un nuevo modo de torear. La reválida absoluta de que el toreo es, de verdad, “una fuerza del espíritu”. Fue aquella tarde cuando Belmonte inició la vuelta al ruedo al revés (¡Como que acababa de estar en México!, añadido del autor). Muy pocos se dieron cuenta de esa anomalía hasta que el torero, acabado el triunfal paseo, entró en el burladero con la cara lívida y una contracción de dolor. Todavía reservaba Juan otra sorpresa. La de torear a su segundo toro de la misma impresionante manera. Pero el mismo me dijo, años más tarde: –El segundo toro era francamente bueno. El primero, no… –” (Vila, Enrique. Miuras. Más de cien años de gloria y de tragedia. Edit. Escelicer, S. A. Madrid, 1968. pp 110-111).
Crónica de “Don Criterio”. La apoteosis belmontista fue vista de esta manera por “Don Criterio”, serio, conciso y bien reputado crítico del diario sevillano El Liberal: “En donde más se destacó ayer el torero de Triana fue en las faenas de muleta que practicó con los bichos tercero y sexto, mansurrones los dos. En ambos derrochó Belmonte verdadera valentía hasta convertir a aquellos dos miureños, dos toros con pitones y kilos, no monas, en verdaderas babosas, y jugar materialmente con ellos. Si enorme fue la valentía de su primera faena, no menos estupenda resultó la segunda, pues si en aquella se cogía a cada momento a los afilados pitones del enemigo, apoderándose de ellos y consintiéndole de manera brutal, con el sexto fue el descacharren. Más valentía, más guapeza, mayor exposición no caben; pues aparte de permanecer entre los mismos pitones con una tranquilidad pasmosa, sobresalieron en una y otra faena buen número de pases magníficos, entre ellos algunos molinetes y de pecho que causaron verdadero entusiasmo en el público, que no dejaba de aclamar al de Triana.” (El Liberal, 22 de abril de 1914).
Gaona, también triunfador. La leyenda se centra en la gesta de Belmonte y su rivalidad con Joselito pero pasa por alto lo realizado por el mexicano, a quien algún historiógrafo reciente consideró mero “convidado de piedra” en la histórica tarde; pero la verdad es que el emparedado por sus alternantes resultó ser Joselito, enfrentado a un par de bichos de cuidado. La crónica anónima del ABC reporta pitos y palmas para José tras liquidar a su primer toro y palmas a la muerte del quinto, con el que se mantuvo “cerca y valiente”.
La misma reseña se refiere a la actuación de Gaona en el cuarto toro en los términos siguientes: “Cuarto, “Jabato”, negro y grande –continúa la ovación a Belmonte–. “Jabato”, de salida, destroza un caballo. Gaona veroniquea, perdiendo terreno en algunos lances. El toro toma cuatro varas y mata dos jacos. Los matadores se lucen en quites. En los tendidos se registran varias broncas entre los apasionados de uno y otro bando.
Segurita y Palomino parean pronto y bien. Gaona muletea cerca y valiente, dando un pase de molinete muy ceñido y uno por bajo con la rodilla en tierra (muchas palmas). El toro tarda en cuadrar, pero el espada se mantiene cerca y adornado. Entrando bien deja Rodolfo media estocada desprendida; descabella, rompiéndole el estoque la postrer tarascada de “Jabato”. Gran ovación y vuelta al anillo.” (ABC, 22 de abril de 1914).
No sobra aclarar que en 1914 aún no se rompía la costumbre, tenida a gala por los sevillanos, de que no se cortaran apéndices en la Real Maestranza. La primera oreja allí concedida sería para Joselito durante la feria de San Miguel del año siguiente (30.09.15, de “Cantinero” de Santa Coloma); de modo que los triunfos de Belmonte y Gaona con los miuras del 21 de abril de 1914 sólo se tradujeron en aclamaciones, vueltas al ruedo y, para Juan, en una tumultuosa salida en hombros por la puerta del Príncipe que se prolongaría hasta que lo depositaron a la entrada de su domicilio, al otro lado del puente de Triana.
La cólera de don Eduardo. Por razones de salud Eduardo Miura, el patriarca de la temible divisa verde y grana, no pudo asistir a la Maestranza aquel año. Se cuenta que cuando Antonio, el conocedor de la vacada, llegó agitado al cortijo después de la corrida para dar cuenta a su patrón de lo ocurrido, al oírle hablar de las tocaduras de pitón de Juan con el berrendo, don Eduardo lo atajó bruscamente: –¡Estás aquí para informarme cómo se portaron mis toros, no para venir con mentiras!¡Lo que dices es falso! ¡Rotundamente falso! ¡Que Belmonte le tocó los pitones al berrendo… imposible… imposible!…—
Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia en nuestro sitio web. Al seguir navegando, aceptas el uso de cookies. Más información en nuestra política de privacidad.
Más información