El busto invisible de Joselillo
Mi admirado «Pollo» Pallares me envía desde la incomparable Cartagena de Indias una nota en su columna habitual en tendido7 y hace referencia a uno de los hombres mas romántico y mas querido de la fiesta, el gran Joselillo de Colombia.
Siempre he recalcado, cuando tocamos los temas taurinos – mi afición y por la cual sobrevivo las veinticuatro horas del día-, que según teorizo Aristipo, quién era un discípulo de Platón, que existen dos cosas que influyen en el hombre, y que son el sufrimiento y el placer.
Ello, creo, también es parte sustancial en la tauromaquia, porque en el toreo «la muerte está viva», y por supuesto, se asoma a ésta práctica, ya que el toro con cualquier descuido propina una cornada mortal al diestro. Allí se patentiza el sufrimiento que se inicia en los patios de cuadrillas con el denominado «ese miedo a tener miedo», hasta cuando ya en el redondel, ello se troca en responsabilidad.
Por ello, nos asalta una pregunta : Por qué «Joselillo de Colombia», se empecinó en cultivar la tauromaquia en prácticamente todas las plazas de toros del país, sirviendo como torero y empresario ? No sería que «Joselillo de Colombia», en todos los sentidos, argumento esa posición ambivalente, puesto que de todas maneras, se evidenciaba aquello del sufrimiento al placer. Es decir, al expresarse estéticamente con su toreo, también realiza la anexión hedonista del placer con el triunfo sonoro y corte de orejas.
«Joselillo de Colombia» siempre vivió para la tauromaquia. Y en Colombia fue un gran sacrificado.
Sin embargo, por esa ceguera involuntaria de los aficionados no tiene siquiera un busto en honor a sus prácticas toreras.
Y especialmente en Cartagena, mi ciudad, donde hizo palmario la gran plaza de toros como gestor, dando por válidos sus argumentos.
Le recordamos con un busto invisible !