El del Yiyo, otro aniversario luctuoso
El del Yiyo, otro aniversario luctuoso. Fue en Colmenar, tierra de toros. Un toro de Marcos Nuñez de nombre «Burlero», le pegó un cornalón en el corazón. Mortal de necesidad, dijeron los médicos aquel 30 de agosto.
ABC recuerda la premonición del torero madrileño del barrio de Canillejas:
«La muerte la llevamos en la cara todos los toreros. Pienso que un cuerno me va a arrancar el corazón. ¿Qué más da? Mejor morir de una cornada que en la M-30». La sombra de aquella premonición de José Cubero «Yiyo» en 1983 se alargó en 1985 y se extiende aún hoy a través de los tiempos como todos los mortales que se hicieron leyenda. En su irrupción, Yiyo contó en declaraciones a Radio Nacional que pensaba en la muerte cada vez que apagaba la lamparita de la mesilla de noche y la eterna soledad de los toreros.
Yiyo estaba llamado a ocupar un lugar entre los grandes, príncipe del toreo le bautizaron, hasta que en su camino se cruzó «Burlero», un toro de Marcos Núñez que le asestó una mortal cornada en el corazón en una corrida en la que el madrileño había entrado también por una sustitución.
Por cierto, toreó con el maestro Rincón…
“Cuando llego a Madrid me quedó cinco minutos delante de la estatua de José y me quedo mirándolo. Le pido a mi familia que nos deje solos. Es como un diálogo que tenemos él y yo recordando la época que compartimos. Yiyo era un genio como persona y como torero”.Es lo que recoge Patrimonio Taurino de charla con quienes fueron sus compañeros
Con estas palabras de El Sevillano se puede resumir el sentimiento de una generación de grandes toreros que compartieron sueños en la inolvidable Escuela de Madrid creada por Martín Arranz. Hoy, con la gran ayuda de los Príncipes del toreo (Julián Maestro y Lucio Sandín) recapitulamos un testimonio único sobre aquel vivero de torería y valores de la Escuela de Madrid recordando al gran José Cubero “Yiyo” de la mano del testimonio de sus compañeros. Imposible separar el nombre de estos grandes toreros del de la Escuela.
Carlos Ávila
A la Escuela la recuerdo con una ilusión tremenda, con ganas de descubrir el toreo, admirando a las figuras de aquel tiempo. De la mano de Enrique vi como iba cambiando la mentalidad de lo que antes era querer ser torero y lo que fue después. En el fondo es igual (son las ganas, afición y ser un poco loco que decía Pepe Dominguin). Son sentimientos, es muy difícil ponerle palabras.
A José lo recuerdo con especial alegría por un lado y mucha tristeza por otro. La primera vez que fui a la Escuela salí del metro de Lago y me dirigí a un chavalín al que pregunté por ella, era Yiyo. Ésa fue la primera vez que le vi. Yo tenía 16 años. Muchos recuerdos en común.
Carlos Hombrados
La Escuela la recuerdo con una nostalgia muy grande y como lo más bonito de mi vida profesional respecto al toro. La Escuela pasó por varias etapas. Entré en 1977 y en 1978 cuando Yiyo, Maestro y Sandín ya eran becerristas. Se les llamó los Príncipes. Piensas que vas a ser torero sí o sí, no ves la cruda realidad. Es un sueño, un juego, algo muy bonito. Enrique fue el alma-máter de la Escuela de Madrid y después de todas. Tenía una forma de enseñar peculiar, dura y exigente.
Había que ganárselo todo. Te lo tenías que ganar día a día con las vacas y de vez en cuando un novillo. Enrique no admitía gente que no quería ser torero, si te veía mal te humillaba y te tocaba los costados para que te vinieras arriba. Una etapa bonita y feliz que nos ha marcado a todos
Yiyo fue un referente. Me acuerdo de él todos los días como torero y persona. Yiyo vivía en Canillejas y yo detrás de Las Ventas. Los viajes de vuelta de la Escuela los hacíamos juntos. Conducía Juan Cubero, todas las tardes noches volvíamos en coche o metro. Nos conocimos de niños. Tengo 54 y él tendría 53. Le recuerdo como persona muy entrañable, travieso, bromista. Con 20 años era muy cachondo, buena gente, muy humano. Como torero, !Fígurate!.
Sus toreros preferidos eran Manzanares (nos ponían todos los viernes películas GAN con el que tuve amistad y su colaborador Domingo). Al ver las películas salíamos inspirados. La plaza estaba arriba y el edificio acristalado abajo y subíamos encantados, inspirados.
Empezó siendo un torero con muchísima raza desde niño. Nos traían “vacorras” en fechas como la que llamaban Feria del Vino y él se reponía de volteretas enormes con 12 años. Mucha raza, artísticamente empezó siendo torero vulgar acabando con clase expepcional. Valor tenía para hacer varios toreros y la clase se fue haciendo. Desde su debut hasta Colmenar se hizo un torero con una clase magistral, de los referentes que si ves en vídeo te llenará y te gustará. No sé lo que hubiera dado de sí, ha cuajado toros con clasicismo, belleza y pureza como el mejor.
Su muerte fue un auténtico mazazo para el toreo y para los que convivimos con él, nos ha marcado para toda la vida. Cuando voy a la plaza y veo su estatua siempre me quedo mirándolo maravillado. Se lo merece, ha sido un Dios. El torero más importante de la Escuela, era excepcional.
Le recuerdo como si se me hubiera ido a mí un ser querido. Era muy vacilón con muy buena armonía, una cosa de amigo, no tenía maldad ni nada de nada.Un recuerdo imborrable.
El Sevillano
Yiyo era un niño y yo era el más mayor, era el que hacía un poco padre de todos. Al ser el más mayor era el ídolo de los que empezaban a pegar muletazos a las vacas. Cuando llegaba él siendo figura y estaban comiendo 60 en una mesa los dejaba plantados para tomar un café conmigo. Era un niño muy travieso, muy buena persona. De su época de niño íbamos a los tentaderos y al ser el más mayor y de Andalucía estaban de broma conmigo con el cachondeo de la z. A mí me gustaban los niños y los sabía llevar. Dormía en una pensión y desde la planta de arriba me quitaban con un gancho los calcetines y decían que era el vendaval que había volado los calcetines (risas).
Cuando él empezó a funcionar me dijo que tenía que estrenar su coche y el primero que quería que montase era yo. Otra vez llegó con una pístola y la tiramos. Tengo muchísimos recuerdos con él y su familia. Eran todos buenos pero José era genial.
Fue una etapa de querer ser torero. Entrenábamos juntos. A los Príncipes del toreo les hacía el toro y luego ellos a mí una burra (estaban de cachondeo siempre). En el Gran Hotel de Salamanca tiraban la bolita de la persiana y me daban en la cara al mirar. Eran encantadores.
Me acuerdo que me preguntaba Martín Arranz, ¿quién va a ser figura del toreo?. Los tres andan bien pero veo a Yiyo con capacidad increíble.
Hacía travesuras como meter en la boca de un boxer de una casita de la zona un palo viendo como se iba cabreando más. Otra vez le robaron y le acompañé yo mientras él gritaba “a ver quién me roba ahora yendo con El Sevillano”. Cuando toreaba era un genio. Conocí a toda la familia, recuerdo muchas cosas bonitas. Cuando falleció la familia, debido a lo que me quería, me decían que me pusiera cerca. Querían que alguien que tanto quiso y al que tanto quiso su hijo estuviera cerca suya.
Yo seguía luchando de novillero y él figura, cualquier cosa que me pedía se lo daba. Tenía 10 años más que ellos. Íbamos a los tentaderos y Martín Arranz era duro y genial. Un día recuerdo como Yiyo contaba chistes, yo hice el anuncio de Marie Claire, Maestro me imitaba diciendo que me metía el pollo entero y solo sacaba los huesos… Fueron muchos años juntos y recuerdos precisos.
Fernando Galindo.
Los recuerdos de la Escuela son entrañables. Empezaba de la mano de nuestros comienzos y surgió como una innovación a partir de una cooperativa de profesionales. Fue una época en la que todo los vivíamos como novedad: la firmeza de Arranz, el contacto con el toro y con la profesión. Compartimos risas y miedos, el ir acostumbrándonos a esta profesión con competitividad sana. Cada uno nos medíamos por la valía delante del toro, se creaba un escalafón sobre eso.
Nos marcó la disciplina y forma de hablar de Arranz, nos exigía mucho poniéndonos en situaciones muy duras. Eso nos ha marcado, nos enseñó la dureza del novillo y la profesión. Recuerdo a Molinero que sin ser profesional, sin discurso profesional, tenía afición y cariño grande al rito. Salcedo profesor de gimnasia.. Luis El Boni, Bonifacio Perea… Colaboraban desinteresadamente. Todo estaba marcado por la improvisación.
En Beneficencia de 1976 me llama Enrique para que fuera vestido de corto a la sede de la Escuela en la Calle Mayor 11. Fui allí, me vestí de corto como todos los compañeros incluyendo a Bote que era el más chico. Sin decir nada nos metió en el metro con un paquete bajo el brazo que llevaba. Llegamos a Ventas y nos dijo
- “Va a pasar el Rey. Le esperamos y cuando pase, tú, Bote, te saltas la cadena policial y le entregas el capote (era el paquete). Cuando pasó el Rey, Bote saltó con el capote, lo abrió y el Rey nos invitó a la recepción de después de Beneficencia. Ese fue el primer conocimiento de la Escuela.
El Yiyo, fundamentalmente tenía dos cojones. Era un torero con valor. Salió a una becerra que era más alta que él, se puso hundido en el suelo, con los riñones metidos. Cuando te pones por primera vez sacas el culo, él lo tenía muy claro. Su bondad y hombría no las puedo olvidar.
Juan Cubero
En los inicios estaba todo en el aire, era la primera Escuela que se abría en España. Había muchísimos alumnos de toda España y chicos que no podían ir a un hotel para los que se acondicionó la plaza de Batán para vivir. Había un profesor de teórica, Manuel Molinero, abogado y aficionado pero en práctico apenas había profesores. Los más adelantados ejercíamos de profesores. Fue muy bonito, porque gracias a las primeras promociones como Los Principes fue un boom y la Escuela ganó en credibilidad. Ayuntamiento y Comunidad subvencionaron, fue un pasaje bonito y necesario para abrir más escuelas
Mi hermano era el más pequeño de los tres, aprendió con nosotros y en la Escuela alcanzando cuotas increíbles. Desde pequeño llenaba con Los Príncipes siendo reclamados por los Ayuntamientos. Fue meteórico. Excepcional, único, gran personalidad, había nacido para ser torero y no tuvo dificultad. Desde su primer becerro ganó dinero. No hubo que pedir ni favores para torear, le llamaba todo el mundo. Con 17 años tomó la alternativa.
Como persona excepcional, más grande que lo que fue como torero. Un encanto de niño, todo el que le conocía se enamoraba de él, cariñoso, inteligente. Quería ser torero y a veces desatendía los estudios, solo pensaba en el toro. Mi padre le obligaba a estudiar y le castigaba que sin aprobar dejaríaa de torear. Aprobaba con matrículas, era muy inteligente.
Julián Maestro.
La Escuela Nacional de Tauromaquia -era la única que había en España- era una escuela de toreros, de valores y de vida. No solo se inculcaban los valores profesionales taurinos, se nos daba una disciplina, como ya he dicho en otras ocasiones, de militancia. Eran muy severos. Era una época en la que se ayudaba al que quería ser de verdad torero y al que no, se le desengañaba.
1 Comment on "El del Yiyo, otro aniversario luctuoso"
Burlero mató al Yiyo, se podría decir que fue su karma por haber asesinado a Avispado en pozoblanco, allí donde inició la maldición para todos los toreros y subalternos, los que luego terminarían con muertes trágicas, sobrevive EL Soro, aunque en vida es una piltrafa humana con una cuarentena de cirugías que lo tienen penando y varias veces a Pinto de morir por las secuelas. .