El «Pollo» Pallares nos lleva por la historia de la Serrezuela y la Monumental de Cartagena de Indias
Es evidente que Cartagena tiene una baza taurina de importancia. Desde que a Don Fernando Velez Danies, por vocación experimental se le ocurrió construir una plaza de toros, para dar por sentado el interés del pueblo por las corridas de toros y de esta manera acabar con el devaneo de diversos empresarios. Ya que éstos, de manera itinerante ofrecían los festejos taurinos en diferentes sitios del centro histórico.
Así logra reunir a toda la afición en un punto especialmente ambicioso para poder fagocitar el interés de muchos que no encontraban la distracción dominical, sino en las funciones dedicadas a la tauromaquia. Así en 1930, con bombos y platillos, se inauguró la plaza de toros «La Serrezuela», que hoy en medio del apabullante progreso, y justo en el mismo lugar, evidencia prepotente el centro comercial más hermoso de América, cuyo eje es la plaza de toros declarada monumento histórico. Después un torero, «Joselillo de Colombia», quién en épocas de celebración de corridas de toros, se convirtió en el gran gestor de la tauromaquia en Colombia.
Y fue el quién entre aciertos y errores ofrecía corridas con los más destacados diestros de la actualidad con pírricos ingresos económicos por el apretado aforo de la placita y, empezó a demandar la construcción de un nuevo escenario taurino, para lo cual buscó una referencia inexcusable, como el parlamentario Joaquín Franco Burgos, quién a la sazón presidía la Comisión de Presupuesto y buscó el apoyo para el proyecto con treinta millones de pesos lográndose la construcción de la plaza de toros «Cartagena de Indias», señalada por propios y extraños, como la plaza de toros más bella del mundo. Y ese experimento cobró fuerzas, cuando el arquitecto Gastón Lemaitre la diseñó en una servilleta de papel rugoso, en el desaparecido «Dragón Verde» en el barrio Bocagrande, después de una farra en la vecina isla de Tierrabomba.
Así nació la plaza de toros «Cartagena de Indias», inaugurada en 1974, que vino a robustecer la ajada placita sandiegana y para enaltecer todos los confines de la tauromaquia, donde hubo tres referentes: Fernando Vélez Danies, Joselillo de Colombia y «El Mono» Franco, quién mucho se preocupó por el progreso cartagenero. La verdad sin más tintes.