El toreo es una profesión en la que lo más importante es sentirte feliz toreando y trasmitirla al tendido”, explicó Marco Pérez en un encuentro con El Juli
El matador de toros Julián López ‘El Juli’ y el jovencísimo novillero salmantino Marco Pérez han protagonizado una nueva edición de los Mano a Mano de la Fundación Cajasol, en concreto la número 64 de estos encuentros culturales que se celebran en Sevilla desde 2007.
En esta ocasión se rompía el hilo argumental habitual de los ‘Mano a Mano’. El matador no tenía delante una figura de relevancia social, cultural o artística, sino un joven aspirante, un torero precoz, que de una forma u otra refrescaba la propia historia taurina de El Juli, niño prodigio de la escuela de tauromaquia de Madrid que está viendo repetir sus propios pasos en el novillero charro. Marco Pérez, como el propio Juli, venía de triunfar con fuerza en un festival de Granada en el que ha vuelto a hacer honor a lo mucho y bueno que se viene contando de él. Huele a torero grande…
El vis a vis, una vez más, había despertado un gran interés que se tradujo en el llenazo del auditorio de la Fundación Cajasol. Sorprendió las hechuras menudas, la niñez evidente del futuro torero que se expresa y habla con la clarividencia de una persona experimentada y reflexiva. José Enrique Moreno, moderador habitual, evocó la propia presentación de El Juli en la Hacienda El Vizir, sacado a hombros por el mítico Chaves Flores. Las comparaciones eran evidentes…
“Estamos ante un caso especial, nos tiene locos a todos; ayer hablaba con Morante y me decía que era un torero. No hay menor manera de definir lo que hace y como lo hace” explicó El Juli sin poder disimular su admiración por el menudo torerillo. El chico se iba a ganar al público desde la primera frase. “Tiene formación, educación y todo eso sólo sirve para mejorar lo que hace en la plaza” relató el diestro madrileño. “Esas palabras me llenan de orgullo y me llenan de felicidad”, respondió Marco que también puede presumir de haber sido sacado a hombros por César Rincón en Manizales. “Eso debe ser un aliciente, una satisfacción pero también un plus de presión…”, argumentó El Juli.
“Al final esa presión está ahí pero esta es una profesión en la que lo más importante es sentirte feliz toreando y trasmitirla al tendido”, explicó Marco Pérez sin llegar a saber explicar con palabras sus más íntimos sentimientos taurinos. “La gente se queda alucinada cuando le ven torear con ese tamaño; cualquier novillo es grande delante de él y hace faenas estructuradas como cualquier figura del toreo. Todo tiene un orden, un porqué, un sentido, corrige situaciones… no es un niño gracioso que se pone delante de un novillo; hay trazo, estética, profundidad…”, refirió el maestro madrileño.
José Enrique Moreno recordó una anécdota de gran valor simbólico de esa misma tarde granadina. Morante no dudó en recoger el sombrero del novillero y entregárselo descubierto, como un banderillero a su maestro. Pero había que profundizar algo más en la personalidad taurina de Marco Pérez, que –como Él Juli- ha entregado su niñez a esta dura profesión. “El mundo del toro es muy asfixiante, una vida distinta, pero a la vez te otorga grandes sensaciones que te ayudan a paliar otras carencias que notas con el paso del tiempo” evocó El Juli que se definió como un torero “vocacional” lejos de cualquier obligación laboral o profesional.
“En la vida de Marco y la mía hay ciertos paralelismos”, prosiguió El Juli, comparando la figura de sus respectivos padres, dos toreros sin suerte, claves en la forja taurina de sus respectivos hijos. Marco Pérez confesó que era un seguidor del maestro a través de las redes sociales. “Los niños o toreros jóvenes que estamos empezando queremos parecernos a él” señaló el chaval entre ovaciones antes de convertirse en entrevistador al preguntarle al maestro por sus mejores tardes. “Sevilla es una de mis plazas especiales”, confesó El Juli aludiendo a un Domingo de Resurrección con Morante y Manzanares y al célebre indulto del toro ‘Orgullito’ de Domingo Hernández. “Sevilla ha sido mi plaza”, sentenció el torero madrileño.
Había que hablar de los orígenes de ambos. El Juli quedó envenenado para los restos a raíz de la fiesta campera de su comunión. Marco quedó impactado tras presenciar un festival en su localidad familiar, Ciudad Rodrigo. “Es una plaza complicada para torear por su forma rectangular pero tiene una esencia antigua que la hacen especial y auténtica”, recordó Marco Pérez que no tardó en pasar por la escuela taurina de Salamanca, trampolín definitivo de una fama que le ha obligado a marcharse a América para poder torear en público sorteando el reglamento español. “Fueron vivencias únicas que recordaré toda mi vida; conoces a gente muy especial y verme acartelado con figuras te motiva para entrenar, seguir luchando e intentar parecerse a ellos”. Fue el caso de El Juli que se marchó con pocos años a México. Allí le esperan a Marco Pérez tres festivales. Pero es que el chaval, además, saca buenas notas compaginando los viajes con los estudios. “Me gusta mucho estudiar”, señaló Marco Pérez. El Juli no tuvo las mismas opciones. “Dejé el colegio y me separé de mi familia pero pude triunfar y volver a España como novillero con caballos, toreando en todos sitios”.
El Juli bromeó con las hechuras del chaval. “Yo tenía más envergadura y éste tiene que comer más”. Pero el madrileño se puso más serio al hablar de la “flexibilidad de la legalidad” en estos casos especiales, no sólo en el toreo, “para permitir actuar a este tipo de niños que son casos excepcionales porque al final estás coartando algo histórico; yo tampoco tuve esas facilidades y me tuve que marchar a México”, remachó.
“Una de las plazas en las que me gustaría tomar la alternativa es la Maestranza”, añadió Marco Pérez. “Aún le falta tiempo, tiene que seguir toreando, evolucionando y todo llegará” precisó El Juli advirtiendo que sus muchas y buenas condiciones “tampoco aseguraban nada” aludiendo a la incertidumbre y la dureza de la profesión. “La historia se hace con tus propios errores; de ellos se aprende mucho y te llevan luego a hacer cosas mejores” reflexionó el matador.
La charla entró en otro en otra fase al hacer un repaso gráfico de la tauromaquia del joven aspirante en el festival de Granada, comenzando con una preciosa imagen de Sara de la Fuente que simbolizaba como ninguna otra el sentido del encuentro: un torero que se asomaba a su futuro, simbolizado en la plaza de Granada, y otro que venía de vuelta dando la espalda al ruedo…
Las imágenes dieron pie a reflexionar sobre el sentido de toreo. “Toreó perfecto y el que lo haya visto lo podrá corroborar”, terció El Juli que mostró una absoluta humildad al recordarse a sí mismo “más limitado” que Marco Pérez a la misma edad. “Llenar el escenario es muy importante” apuntó el chico entre el asombro de los presentes. Aún se habló de temple, estructura, transmisión… Gallito debió ser algo parecido…