Entre sustos y emociones en El Puerto de Santamaría. Ponce, baja en El Espinar

Entre sustos y emociones en El Puerto de Santamaría. Ponce, baja en El Espinar

Bueno, entre sustos y emociones en El Puerto de Santamaría, Ponce que pasó un susto grande al entrar a matar a su primero, la gente munida con sus tapabocas, la plaza con un ambientazo… Las notas del Himno español se oyeron en toda la ciudad. Las lágrimas nublaban los ojos.

Se conoció que Enrique Ponce es baja en el cartel de El Espinar este sábado por lo que la corrida queda en un mano a mano Ureña-Toñete.

El llanto asomó en el minuto de silencio por las víctimas del Covid-19, con un toque de oración en homenaje a los caídos. Son muchos los que se fueron antes de que saliera el sexto toro de su vida, tan cruel a veces.

Aquella música callada se rompió con un mayúsculo «¡viva el Rey!» de una garganta del tendido alto. A coro respondió la parroquia con un «¡viva!», seguido de una voz que advertía: «Pónganse la mascarilla a la altura de la nariz, fumen solo lo imprescindible».

El Puerto está cumpliendo 140 años y se recuerda aquella frase emotiva de Joselito que, por cierto, recordamos el centenario de su nacimiento.

La frase la pronunció Gallito sin saber que marcaría, de alguna manera, la idiosincrasia del imponente coso taurino del Puerto de Santamaría, el mejor de la provincia de Cádiz y uno de los más emblemáticos de la geografía taurina a un lado y otro del vecino océano.

La versión más extendida señala que Joselito se encontraba de tertulia con un grupo de aficionados y partidarios después de torear en la Semana Grande de San Sebastián de 1916.

El tema de conversación era la importancia y trascendencia de las distintas plazas de España, desde el viejo coso madrileño de la carretera de Aragón, pasando por el propio Chofre donostiarra o la incomparable Maestranza sevillana…

Pero José sorprendió a propios y extraños proclamando que “quién no ha visto toros en El Puerto no sabe lo que es un día de toros…”

Ponce prefirió en una de sus faenas que sonara un fragmento del «Concierto de Aranjuez» de don Joaquin Rodrigo lo que a los recalcitrantes no les gusta pues prefieren los mismos pasodobles que se tocan «hasta el cansancio». Manes de los gustos. Por eso hay colores.

Ponce, Morante y Aguado cortaron cada una de a oreja por coleta pero queda ese toreo de bellas hechuras de Ponce, un magistral Morante, siempre mágico y sorprendente y Aguado que se entonó pero no finalizó.

El do de pecho no se produjo. Digamos que hubo mas formas (por la estética de cada torero, los muletazos de arte, el trazo) que ese gran estallido de toreo que apenas se atisbó en Morante.

La corrida, de Juan Pedro Domecq, Toros nobles y justitos de casta. Sobresalió el primero de Aguado corrido en tercer lugar.

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