!Impresionante Ferrera en solitario!. Se salvó milagrosamente de dos derrotes al pecho tras banderillear al sexto de Zalduendo en Badajoz en emotiva y variada corrida
La tarde-noche de Ferrera comenzó emotiva con los himnos de España y Extremadura, un minuto de silencio, la cuadrilla al centro del ruedo para ser homenajeada y la entrega de un recuerdo de los niños de la Escuela taurina al torero de Badajoz.
Se tomaron todas las medidas sanitarias.
Se escapó milagrosamente en el sexto de un cornalón pues tras el par al violín, le pegó dos derrotes al pecho que nos paralizaron.
Corrida seria y exigente, con edad y romana.
Jornada de inmenso esfuerzo, de variedad torera, de detalles, de golpes de improvisación, de emociones, de cariños, de entrega sin límites.
Y con esa lujosa banda sevillana de «Tejera» que dirige el maestro Tristán. Si dos toros es las medida, seis son un esfuerzo quijotesco.
El primero, con clase, el segundo, deslucido, el tercero con peligro, el cuarto, a màs al final. Aplaudido en el arrastre. El quinto, serio pero sin armonìa, y a menos y el sexto hizo pasar el susto de la jornada al pegarle dos derrotes al pecho del torero que por fortuna salió indemne. Toro que decreciò en su accionar y deslucido.
Un toro fijo, a màs, que batallò en los medios, codicioso, abriò el festejo en Badajoz en el que en solitario Antonio Ferrera lidiò una corrida de Zalduendo. Comenzò con un variado juego de brazos por verònicas y una media de estampa. Una lidia templada, regulando las alturas de la muleta y pases por ambos pitones.
Como ya le vimos en Bogotà, citò de largo para la suerte suprema, se fue caminando al toro, lentamente, y metiò la espada , caída y contraria. Le tiene cogido el sitio a este modo de entrar a cumplir con el ùltimo tercio. Acertò a la segunda. Una oreja.
Caía la noche en Extremadura cuando salió el segundo,»Tulipa», con cuello, serio, abre la cara con las puntas de los pitones hacía adelante.
El toro requiere las cercanías y dura poco. Trasteo fácil y equilibrado pero sin que pase a la historia por las condiciones del toro. Una oreja.
Y curiosamente la suerte de varas se hizo de manera singular y discutible. El toro en los adentros y el picador en los medios desde donde citó y acometió el toro.
Yo, jamás lo había visto de esa manera. Extraña decisión del torero. Creo que el ritual se debe respetar.
Una cosa es crear y otra deformar las reglas. Si cambiamos por cambiar, no vale pero alguna respuesta tendrá Ferrera. Uno supondría que por la condición del toro…
Con trapío el tercero: «Un tío» suelen decir por allá pero no descuelga. Pasa pero no embiste con claridad, y mide mucho y en un momento en el que no se vio sometido «le echa mano».
Voltereta sin consecuencia. Se incorporó, no se inmutó y le dio una tanda de vergüenza torera. Pundonor que llaman.
El toro con casi seis años expresa con esa edad la dificultad que comportan. Otro derrote en las corvas de la que se escapó por oficio. El serio «Primoroso», un regalito, un desaborío que diría un sevillano.
Atravesada en el primer intento. Ovación.
«Utópico» el cuarto. Un castaño de 565 kilos, serio, altito, pero estrecho de sienes.
Y esos saltitos que pegaba al principio las repite en la muleta. Muy intermitente pero con un Ferrera entonado, firme, serio mientras la banda del maestro Tejera de Sevilla nos regaló «Nerva» el pasodoble que le tocaban en tardes de gloria al maestro Paquirri en La Maestranza.
Y repitió aquellos muletazos de La Santamaría pasando con la mano derecha el engaño detrás de la cabeza para dar el pase. Aquí vino la mejor tanda pues consiguió el ritmo que no tuvo el toro por su irregularidad.
Y sin ayuda, con la mano derecha, al natural, por abajo, desmayado y con temple. Además el toro, por fin, «descolgó» y facilitó el toreo con base en la paciencia.
Saltó la voz de una dama que por soleares animó desde el tendido la faena de Ferrera. Antonio finalizó con un alegre «kikiriki» a la manera de El Gallo, salvando distancias.
Y hablando distancias, lo toma de largo para la suerte suprema, desiste, se coloca más lejos para » igualar».
La muleta descansa en el hombro izquierdo, vuelve a la forma natural, le musita mas que hablarle, se acerca y entra la espada. Impresionante. En el hoyo de las agujas. Sin puntilla.
Dos orejas.
«Ofuscado», el quinto. Cuesta arriba. A pie juntos y abriendo el compás, unas preciosas verónicas que abrochó con un recorte.
Cuando «quita» del caballo, el toro sale distraído
Sin historia este toro.
«Nobel» , descarado de pitones, com casi seis años, con ese comportamiento de adulto, fue exigido pues se realizó la suerte que Goya inmortalizó en Tauromaquia «El Salto de la Garrocha».
Y que se fue marginando del toreo, actuaron los sobresalientes Alvaro de la Calle y Enrique Chapurra, en quites, el torero que es un gran banderillero, en el de cierre puso los palos y nos estremecimos pues tras el par al violín, el toro se lo llevó hasta las tablas por el pitón izquierdo.
Quedamos impactados. Suerte ha tenido. Dos derrotes. El segundo, terrorífico. Ferrera se despojó de la chaquetilla para tomar otro aire, se sentó en el estribo para comenzar la faena.
El toro sorprende, busca pretextos para embestir. Rajado, deslucido, se va a tablas.
Espadazo.
Al final, paseado en hombros. Al bajarse, ha pedido ingresar a la capilla para agradecer a los dioses que le echaron un capote milagroso.
Estoy agradecido de pertenecer a este mundo del toreo de tantos valores, doy las gracias a todo el mundo, a mi cuadrilla que se ha entregado, al público que ha estado en la plaza y al público que nos ha visto en todo el mundo.
Que Dios bendiga al toreo, siempre, le dijo Ferrera a mi colega David Casas a la puerta de la capilla.
Y como llegó, se fue, manejando su propio vehículo, un viejo Renault 6.