Jaime Rico recuerda a don Hernán Restrepo Duque

Jaime Rico recuerda a don Hernán Restrepo Duque

Hace 29 años falleció Hernán Restrepo Duque. Mi querido y apreciado maestro en estas lides nació en Medellín el 6 de junio de 1927 en el hogar que formaron Antonio Restrepo Vásquez y Teresa Duque Santamaría. En los colegios San José y San Ignacio realizó sus estudios secundarios que no terminó.

Recibió alguna preparación como dibujante, labor que desempeñó durante 10 años. Periodista por naturaleza y aficionado a la fiesta de los toros se vinculó a El Colombiano como director de la columna Taurinadas. Sección que también dirigió en El Diario.

Conocedor a fondo de las intimidades de la fiesta brava, de sus protagonistas y comentarista por excelencia, realizó la trasmisión de cientos de corridas de toros en Medellín. Organizó además una biblioteca especializada en tauromaquia que muy pocas personas pudieron darse el lujo de poseer.  

En 1952 Hernán Restrepo Duque, ingresó a la radio Caracol con su programa Radiolente que fue el primer espacio radial que tuvo el disco como noticia y alcanzó a publicar varias revistas con temas de la farándula.

Espacio que también durante varios años publicó en El Espectador y posteriormente en El Colombiano. En 1953 comenzó a trabajar en Sonolux, primero como Jefe de Propaganda, luego como Director Artístico y también como Director Artístico de la RCA Victor.

Escribía unas notas históricas en las contra carátulas de los discos que fueron para mí y para muchas personas más las primeras lecciones de la historia de la canción popular. Cómo sentimos su retiro de Sonolux en 1974. Ya las contra carátulas de los discos estuvieron vacías. 

Hernán Restrepo Duque, fundó entonces su empresa disquera: el sello PRELUDIO en 1975 e inicialmente le colaboraron Jaime Llano González, Garzón y Collazos, el dueto Pampa y Cielo y Lucho y Nilhem.

Posteriormente se dedicó a recuperar repertorio musical de antaño, en acetatos con un sonido bastante deficiente, por cuanto en esos años no existían los medios de restauración de sonido que hoy se conocen.

Y con grandes esfuerzos por las dificultades económicas que tenía pudo mantener su empresa hasta que la vida se le terminó en un lamentable accidente de tránsito el 11 de noviembre de 1991. Chocó contra un poste de la energía eléctrica y quedó en muy mal estado.  

 Obras muy importantes dejó escritas. Primero “Lo que cuentan las canciones”, que le editó en 1971 la editorial Tercer Mundo y que se agotó sin que nunca fuera reeditada.

Él quería que yo reeditara la obra y llegamos a un acuerdo pero tenía primero que actualizar los datos, muchos de ellos obsoletos. Pero no alcanzó a hacerlo. También escribió “La gran crónica de Julio Flórez”, publicado en 1972 por el Instituto Colombiano de Cultura. En 1985 escribió “Tartarín Moreira, cancionero, verso y prosa”.

La Dirección de Extensión Cultural de Antioquia le editó en 1986 la obra “A mí cánteme un bambuco”. En 1991 escribió para RCN “Las cien mejores canciones colombianas y sus autores”. Después de su muerte, yo le edité ese material y lo publiqué con el nombre de “Lo que cuentan los boleros” en 1992 y en 1998 la Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia le editó “La Música Popular en Colombia” – Crónica de nueve canciones. 

 Su discoteca llena de tesoros discográficos (unos 17.000 L.P. cientos de discos de 78 r.p.m., de 45 r.p.m. y de casetes) y su biblioteca fueron adquiridos por la Gobernación de Antioquia, supuestamente para que sirviera como un fondo de investigación musical.

Han pasado 29 años desde su muerte y su discoteca, lo que queda de ella, no está al alcance del público. Y de su biblioteca ya no quedan sino unos cuantos libros. Los demás desaparecieron.

 Y le llegó “El día de la fuga” y no se la pudimos cantar como él se merecía. Muchas veces manifestó que cuando muriera le cantaran “El día de la fuga”. Pero su esposa Marina Monsalve (†) prohibió la presencia de músicos en el funeral. Y no hubo más alternativa que respetar tan absurda decisión.

Para Hernán la música fue la razón de vivir y se merecía una gran despedida musical. Celebrando la misa María América Samudio subió al altar de la iglesia y le cantó “a capella” el “Ave María”.  En el cementerio cuando bajaban el féretro a la fosa, estábamos el Dr. Fernando Calle, (†) Héctor Castrillón, Jorge Luis Guardia, mi esposa María América Samudio (†) y yo, nos miramos y sin  instrumentos le cantamos “El día de la fuga”. Cumplimos con el deseo que tantas veces le expresó a sus amigos.

Ese día todos los bambucos, los valses, los pasillos, los tangos y los boleros tuvieron que llorar su ausencia en silencio. 

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