«La batalla en defensa de la Libertad se ganará, con base en principios que son eternos: el valor y la verdad»: Felipe Negret en homenaje en Madrid a César Rincón por los 30 años de su primera salida en hombros de Las Ventas

«La batalla en defensa de la Libertad se ganará, con base en principios que son eternos: el valor y la verdad»: Felipe Negret en homenaje en Madrid a César Rincón por los 30 años de su primera salida en hombros de Las Ventas

Hablar de grandes personajes – y sin lugar a dudas el Maestro César Rincón lo es – impone un gran respeto y exige un ejercicio de precisión sobre los hechos que rodean la historia de esos personajes.


Muchas veces, y si tienes la posibilidad, lo más recomendable es acercarse al personaje mismo y pedirle directamente: “Cuéntame ¿cómo te ha ido? ¿Has conocido la felicidad?.


Y eso se aplica a cualquier personaje, sin importar su actividad profesional. Por ejemplo, si uno se encuentra con Doña Esperanza Aguirre de inmediato surge la pregunta: “Cuéntenos ¿cómo le ha ido? Háblenos de lo que ha encontrado en su largo y fructífero caminar”.


La vida de César Rincón es apasionante. Todo un ejemplo de superación, de
esfuerzo, de sacrificio, un cúmulo de momentos duros, de tristezas, de alegrías, de éxitos y de triunfos memorables. Su biografía parece un ejemplo típico de realismo mágico que suscribiría el mismísimo Gabriel García Márquez.


De niño su sueño era uno solo: ser torero. En aquella época utilizaba a su perro “Príncipe” como becerro para dar sus primeros capotazos. Algunos sostienen que, desde ese entonces, ya tenía poder, mando y temple en sus muñecas; tanto que “Príncipe” se lo creyó y pronto aprendió a embestir como los bravos: echando el morro abajo, con ritmo y mucha transmisión. “Príncipe” fue el primer ejemplar que tuvo la suerte de caer en manos del Maestro bogotano. Sí, porque los toros también necesitan tener suerte a la hora del sorteo.


Pronto es considerado niño prodigio del toreo por su forma de hacer las cosas frente a las becerras con las que se inició. En ese momento, la UNICEF de Francia, con el interés de resaltar los valores de los niños, hace un
cortometraje de la corta vida de Julio César que estudiaba en un colegio
público, trabajaba y entrenaba con la ilusión de querer ser torero.
Muy jovencito vino a España y con un esfuerzo, que es más fácil contarlo que vivirlo, comenzó su camino en Europa. Y logró su primer objetivo, hacerse matador de toros. Fue en Bogotá, el 8 de diciembre de 1982 en su amada Plaza de Toros de Santamaría, de manos de dos Maestros del toreo, Don Antonio Chenel “Antoñete” y Don José María Manzanares con toros de la ganadería de Vistahermosa.


Y llegó el 21 de mayo de 1991. Los jóvenes del nuevo siglo no lo entenderían.


Mediodía de ese 21 de mayo, transmitía la cadena radial RCN. El país estaba

paralizado. César Rincón, 1,66 de estatura, bogotano, hijo de un fotógrafo y
gran taurino y de una abnegada madre que lo bendecía desde el cielo, se
enfrentaba a “Santanerito”, una bestia de quinientos kilos en la legendaria plaza de las Ventas de Madrid. Animalistas y veganos, en un país azotado por el terrorismo, eran minoría. Así que cuando, de una estocada mató al toro y el exigente público madrileño sacó sus pañuelos y gritó torero, el país se estremeció. La fiesta fue total cuando le dieron las dos orejas.


Y 24 horas después, ante la incredulidad de propios y extraños, repitió la gesta.


Entonces, reventó los carteles de todas las ferias. Y como si se tratara de un
antiguo “César” romano recorrió la península ibérica diciendo: “Veni, Vidi, Vici”.


Francia se rindió a sus pies y fue nombrado “Emperador de las Galias”.

Aquel año serían 4 las veces que abriría la puerta grande de las Ventas de Madrid.


Cuatro que se dice pronto.


Los titulares sobre Colombia, de la gran prensa europea, cambiaron.

Dejaron de lado las bombas y las andanzas de los capos y hablaron de un muchachito colombiano que consiguió arañar el cielo con la mano. De un torero que habló con Dios, y que él le contestó.


En 1995 suma su quinta puerta grande en la Villa del Oso y el Madroño.
En 1999 César Rincón, a los 34 años, se quitó el traje de luces y decidió
someterse a un delicado tratamiento médico. Después de tres años, vuelve a
los ruedos porque como él mismo señala: “Quería torear para sentirme vivo”.


Reaparece y triunfa de nuevo en todas las Plazas de Toros más importantes de España, Francia y América. En el 2005 abre su sexta puerta grande de Las Ventas de Madrid, a la que él llamó “un homenaje a la vida”.
Vale la pena recordar algunas personas que creyeron en César Rincón a lo
largo del camino. Su consejero permanente Orlando García-Herreros, Los
Hermanos Lozano, José Luis, Pablo y Eduardo, fundamentales en sus primeros años. Don Luis Álvarez, con quien vino a España en 1990, año crucial para cimentar lo que vendría después. Luis Manuel Lozano, quien lo acompañó en su exitosa etapa final. No quiero olvidar a Don Aldo Buenaventura, quien estuvo ahí muchas tardes, desde el Palco Presidencial de La Plaza de Toros de Santamaría, como fiel testigo de sus triunfos en Bogotá.

En la foto, el embajador de España en Colombia, la esposa del Dr. Negret, doña Esperanza Aguirre, el maestro César Rincón, y a la derecha de la imagen , la esposa del maestro, Doña Natalia Lorente


La gesta del Maestro Rincón trasciende en el tiempo, y, vista en perspectiva
desde este 2021, su importancia crece exponencialmente. El nombre de César Rincón está ligado a dos ciudades, Bogotá y Madrid, dos capitales en donde el valor de la libertad tiene un sitio y un protagonismo preponderante.

César Rincón, aquel 21 de mayo de 1991, reivindicó los principios eternos de la tauromaquia de siempre. Treinta años después, en este mayo de 2021, una valerosa mujer como Isabel Díaz Ayuso ha reivindicado la Fiesta de los Toros en el mismo escenario, la Plaza de Toros de Las Ventas. El Maestro Rincón nos recordó la importancia de la verdad al enfrentar la vida. Doña Isabel Díaz Ayuso nos ha recordado que para enfrentar la vida es necesario hacerlo en libertad.


Si, la vida de Julio César Rincón Ramírez se ha sustentado en dos pilares
fundamentales: la verdad y la libertad. La verdad para enfrentar de frente y sin trampas al toro. La libertad para escoger su profesión, la libertad para decidir su propio destino, la libertad para hacerse ganadero de reses bravas, la libertad para ejercer como periodista y transmitir la pasión y el amor que atesora en su corazón por la Fiesta Brava.


Esa libertad está siendo atacada de manera feroz, tanto en América como en Europa. En Bogotá se logró la reapertura de La Santamaría y el Maestro
Rincón se hizo presente en esa batalla que finalmente se les ganó a los
prohibicionistas. Acá en España también se ha colocado en la primera línea de la batalla en contra de la prohibición y a favor de las tradiciones, las
costumbres de nuestros mayores, los valores culturales de nuestra sociedad
hispana y, ante todo, a favor de la Libertad.


Soy testigo y beneficiario de su generosidad, cuando comencé mi quijotesca
vida como empresario taurino de La Santamaría en Bogotá, en compañía de
mis amigos Enrique y Juan Bernardo. Apareció el Maestro con sus prudentes orientaciones y atinados consejos, que tenían como único propósito el que triunfáramos. Él sabe que en la Fiesta las orejas deben llegar a todos. También dijo presente cuando sufrimos el atropello de una izquierda empoderada, atropelladora y conculcadora de derechos; me salió en pleonasmo, pero así son. Esa izquierda cerró la plaza, entonces su voz se unió al coro, pero como solista principal, para gritar ¡Libertad! Coro que también contó con las voces firmes y decididas de Juan Carlos Gómez de Cormanizales y Santiago Tobón de Cormacarena. Y a la primera plaza de toros de América volvió el paseíllo y la lidia, que es de ayer, que es de hoy y que lo será por siempre.


Los intentos de prohibición de los mal llamados defensores de los animales no pararán. Pero mientras en América como en Europa se forjen personas como el Maestro César Rincón, la batalla en defensa de la Libertad se ganará, con base en principios que son eternos: el valor y la verdad.
¡Viva César Rincón!, ¡Viva Madrid!, ¡Viva Colombia! ¡Viva La Libertad!

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