La columna de Luis Guillermo Echeverri

La columna de Luis Guillermo Echeverri

Se ha consolidado la toma del poder todas las formas del mal y combinando todas las formas de lucha. El 50% del territorio lo tienen dominado y desde dentro han dado un autogolpe de Estado técnico. Y el país, como que aún no termina el desayuno.


Esperemos no más que ese autogolpe noqueé a Petro del todo. Pero para las instituciones, golpe es golpe, así sea autogolpe, y no tiene que ser por medio de las armas, es la imposición de hecho de la voluntad de un tirano sobre los poderes del Estado de Derecho, su institucionalidad y debido funcionamiento.


Magnífico rechazo de los partidos políticos al golpe inminente que les propinaron a sus colectividades. El país debe unirse de abajo para arriba y no esperar que sea la red achilada de las relaciones entre caciques y expresidentes la que nos libre del cementerio.


Se juntaron todos los ingredientes propios de la corruptela. Siguieron la receta del socialismo del siglo XXI al pie de la letra. Subieron al poder por la vía democrática acompañada de trampa y falsedad porque sin ello no pueden vivir. Prendieron el fogón, ampliaron la compra de pauta mediática creando caos, zozobra y desentendimiento social sin que les quepa un escándalo más, y fumando bazuco esperaron que pitara la olla. Listo el sancocho, hubo francachela, se tragaron la democracia.


Señores y señoras. Petro y Benedetti dieron un golpe de Estado técnico. Ahora lo que hay que ver es si el país, quienes representan el resto de su institucionalidad, los medios, los jóvenes y todos los que tenemos cédula de ciudadanía, nos lo aguantamos o no.


Y golpe o autogolpe, es golpe de todas maneras, pues ya todos los elementos que lo definen son hechos cumplidos: Petro controla un gabinete desechable, las fuerzas armadas con su tradición democrática fundamentada en que si no hay un liderazgo político que los respalde con total determinación no actúan, y se subroga el poder de las masas cuando en su narrativa evoca ser “el enviado” del pueblo.

Así desconoce el Congreso, el Consejo de Estado y apela a una Corte politizada donde controla una mayoría.


Después de que Santos dañara la tradición y la operatividad democrática y le abriera el boquete de entrada al terrorismo narco-comunista dando un golpe de Estado disfrazado en 2016, ayudado por Samper y el adalid del nadaísmo veleta y por sus serviles secuaces campeones olímpicos del fatídico mamertismo que envenenaron las mayorías parlamentarias y le otorgaron impunidad y participación política a las FARC-EP, para nadie es desconocido que Petro y Bolívar ayudados por el régimen de Venezuela, el ELN, las FARC-EP y otras fuerzas narcoterroristas y anárquicas que luego hicieron parte del “Pacto de la Picota”, venían buscando un golpe de Estado desde 2018, y casi lo logran en 2021 cuando apareciendo como la primera línea y un nuevo M-19 quisieron tumbar a Duque como un ataque directo a todo lo que ha representado Uribe para la democracia.


Petro inspirado en Venezuela y con un discurso populista de resentimiento, odio de clases y falso ambientalismo, ha satisfecho la imposición de agendas minoritarias a la mayoría, ha cambiado la voluntad de servicio público por la instalación de una fuerza ideológica que opera bajo el comando de una gran cleptocracia administrativa corrupta que come y destruye más que una invasión de hormigas cachonas. Ha enriquecido a sus aliados y utiliza las arcas del Estado para causar un profundo debilitamiento institucional y en lo público y en lo privado, en la toda la justicia y en los órganos de control, y en parte de las fuerzas armadas que tienen equiparadas jurídicamente al terrorismo y la insurrección armada.
Por otra parte Petro utiliza intencionalmente la generación de caos para herir de muerte la economía formal y la hacienda pública. Los contribuyentes, las empresas, los empleados y los particulares estamos bajo una mortífera asfixia impositiva, que incentiva la economía negra y a los mercados ilegales, prospera la formación de capitales ilícitos que proviene del narcotráfico, el lavado, el contrabando, las remesas y de una buena cosecha cafetera.


Petro con su errático actuar se ha volado ya varias veces la regla fiscal, llevó el déficit a niveles propios de una cesación de pagos, terminó con la credibilidad inversionista, llevó a la ruina reputacional al grupo empresarial Ecopetrol hoy metido en una trampa colmada de pestilencia corrupta de la cual no lo saca ni el mago Houdini, dejando por el suelo el riesgo país, las regalías y la inversión en las regiones, y haciendo insostenible el costo energético y de la movilidad de toda la economía.


Hoy reaparece el perverso monaguillo leguleyo Montealegre a bendecir el hecho de que Petro, su “condottieri” Benedetti, su cohechador mediático y su narco-libretista, le propinen otro golpe de Estado a la democracia, la libertad y al orden constitucional.

Ahora está el balón en manos de la ciudadanía, de todos nosotros los colombianos del común y corriente y especialmente de todos nuestros líderes.

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