La tarde en que «Navegante» estuvo a punto de cegar la vida de José Tomás en Aguascalientes
Una tarde de abril ( 24 ) de 2010 el albero de la plaza de Aguascalientes se tiñó de rojo sangre, la del diestro español José Tomás, un toro llamado ‘Navegante’ con la divisa de Garfias casi le arranca la vida.
Estuvo cerca de convertirse en verdugo de José Tomás, el último mesías de los ruedos .Sucedió hace cuatro años en la plaza mexicana de Aguascalientes El toro ‘Navegante’ corneó gravemente al matador José Tomás lleva grabada a fuego aquella descomunal herida.
Un héroe anónimo, el banderillero Alejandro Prado, protagonizó en la plaza de toros de Aguascalientes (México) la mejor faena de su vida. Pese a que los entendidos dicen que merecía orejas y vuelta al ruedo, Alejandro Prado no mató ningún toro. Salvó la vida al maestro José Tomás.
La intervención del banderillero fue decisiva, pero pocos la han destacado. Muchos medios incluso le cambiaron el nombre. Alejandro Prado, el Harris, proviene de una familia de picadores y banderilleros, gente humilde del mundo de los toros que es indispensable para celebrar las corridas. José Tomás viajó a México con sólo dos subalternos de confianza. Una vez aquí, contrató al mexicano Alejandro Prado como banderillero.
EL LIBRO DE JOSE´TOMÁS QUE GUARDA LA HISTORIA DE NAVEGANTE
El torero español José Tomás presentó en Aguascalientes el libro “Diálogos con Navegante”, cuando se cumplieron 4 años de la cornada que el 24 de abril de 2010 lo tuvo al borde de la muerte en esa ciudad mexicana.
En el libro, en el que Mario Vargas Llosa colaboró con un ensayo, el escritor peruano se “metió” en la piel del toro para hablar con José Tomás, quien durante el percance y una larga convalecencia de la herida en el tercio medio del muslo izquierdo, tuvo algunas reflexiones sobre los toros, la vida y la muerte.
En la presentación del libro, en el Museo de Aguascalientes, Tomás recordó que en febrero de 1994, un día después de su debut como novillero en la Plaza de San Marcos, tuvo una conversación con un viejo aficionado, Andrés García, que marcó su carrera.
García le platicó cosas de los toros a un entonces novel José Tomás y le advirtió “no debía olvidar” una especie de reglas de valor y disciplina que determinan a los grandes toreros.
Una es que en los toros “el riesgo es condición inseparable del encuentro con el arte” y le recordó que “todos los hombres que pisan la arena han tenido que pagar tributo”.
Tomás relató con detalle toda la platica y dijo que el día de la grave cornada y camino a la enfermería, sintió que García iba a su lado y le decía: “tranquilo, esto es de toreros, tú sabes desde hace mucho tiempo que esto puede pasar y así lo tienes asumido, estás en buena manos y espero que la Virgen de Guadalupe te proteja”.
Contó que después vino el despertar y las conversaciones con Navegante, el toro que le inflingió la cornada, que sirven como punto de partida al libro que hoy presentó y que habla de lo que “sucede entre el toro y el hombre y el hombre y la vida”.
Tomás, quien tiene una fuerte conexión con el ambiente taurino mexicano y con Aguascalientes, volvió a los ruedos en mayo Juriquilla, Estado de Querétaro, en un mano a mano con su íntimo amigo y compadre Fernando Ochoa, que se cortó la coleta.
Ambos matadores lidiaron tres toros de Fernando de la Mora y tres de Los Encinos.
Ese día marcó el regreso de José Tomás a una plaza con público veinte meses después de su actuación del 16 de septiembre de 2012 en la plaza francesa de Nimes, donde cortó once orejas y un rabo tras lidiar seis toros en una encerrona.
El libro, que ya había visto la luz con éxito de ventas en España, integra textos de varios autores y se editó también en Francia.