Muere Rafael Chicuelo, decano de los toreros sevillanos, hijo del gran Manuel Jiménez

Muere Rafael Chicuelo, decano de los toreros sevillanos, hijo del gran Manuel Jiménez

El torero de la Alameda de Hércules ha muerto a los 86 años de edad tras un breve periodo de enfermedad

Pertenecía a la tercer generación de una dinastía que continuaron sus hijos Manolo y Curro , informa ABC de Sevilla

Curro Romero y Rafael Jiménez 'Chicuelo', en un acto celebrado el año pasado en la Maestranza

Curro Romero y Rafael Jiménez ‘Chicuelo’, en un acto celebrado el año pasado en la Maestranza VANESSA GÓMEZ

Ha pasado toda su vida siendo conocido como ‘Rafaelito’,el hijo de Manuel Jiménez ‘Chicuelo’. Marcado por la trascendencia del progenitor, precursor del toreo moderno, nexo entre las tauromaquias de Gallito y Belmonte y la de Manolete, puntal del toreo sevillano. Una escuela en la que su hijo ha sido emblema y, posiblemente, su último eslabón. Rafael Jiménez Castro, matador de toros y decano actual de los toreros de Sevilla, ha muerto este sábado a las 6.30 horas a los 86 años tras un breve periodo de enfermedad.

Deja mujer, hijos, nietos y una casa. La última casa de aquella otra Alameda que hace tiempo que se extinguió. La de toreros y artistas. La Alameda de los Gallo, de Caracol y, como no, de los Chicuelo. En la que Manuel Jiménez Moreno estableció esa dinastía que iniciara Manuel Jiménez Vera, el primer ‘Chicuelo’, en las postrimerías del siglo XIX y continuara ‘Rafaelito’ en la segunda mitad del siglo XX. Que seguirían sus hijos Manuel y Curro Jiménez Amador, ambos novilleros. Por lo tanto, la dinastía taurina más antigua con representación activa.

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Rafael Jiménez Castro en su Alameda natal
Rafael Jiménez Castro en su Alameda natal JUAN FLORES

Mamó el toreo de su padre y el arte de su madre, la cupletista ‘Dora la Cordobesita’Rafael ‘el Gallo’ se lo llevaba de la mano a la Maestranza y Juan Belmonte lo invitaba a Gómez Cardeña para tentar. Quienes lo vieron dicen que fue «el mejor de su época haciendo el tentadero». Siempre llevó a gala aquello de salir andando tras colocar una becerra al caballo, evitando cualquier amago de carrera. Lo doctoró Antonio Ordóñez un Domingo de Resurrección en la Maestranza y lo confirmó Antonio Bienvenida en Madrid. Como novillero sin picadores alcanzó a torear un festival con su padre en Higuera de la Sierra en el año 1951.

Era el amigo que tantas veces menciona Curro Romero en su biografía durante aquella juventud sevillana, antes de que el Faraón se mudara a Madrid. Y precisamente fue Curro quien le propuso volver en la temporada de 1981, cuando se anunció dos tardes en la Feria de Abril tras más de una década retirado. Terminó su carrera como banderillero y pasó una etapa como profesor de la escuela taurina de Sevilla.

Conoció las tertulias de los maestros en el Café París, frecuentó las de Los Tres Reyes y acabó siendo el reclamo de quienes por últimas acudían al bar Las Columnas a embeberse sus vivencias. Gallista confeso, como toda su familia, recordaba habitualmente cuando en Gómez Cardeña se formó una tertulia tras un tentadero y el notario Luis Bollaín le preguntó en voz alta a su padre que de quién era, de Juan o de José. «Mi padre respondió que de Gallito. Y Belmonte, que sabía la guasa que llevaba aquella pregunta, saltó que él también».

La última vez que fue a los toros a la Maestranza fue en la Feria de San Miguel de 2021, invitado por Juan Ortega, torero al que le guardaba predilección y que le brindó un toro en su presentación como matador. Un año antes de aquello, ambos protagonizaron un reportaje en este periódico en el que también participaron Emilio Muñoz, Rafael Torres y Pepe Luis Vargas. Amigos todos de la familia Chicuelo. Aquello fue unos días después del fulgurante despegue de Juan Ortega en Linares. Contaba ‘Rafaelito’ que «cuando se torea así (por Ortega), tienes que funcionar a la fuerza. Además que no te olvidan ya. Jamás. A todo el que haya cuajado un toro de verdad en una plaza importante, o con la televisión de por medio, lo etiquetan como «torero» para toda su vida. Y a todo el que vaya naciendo se lo recuerdan».

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