Juan Manuel Domínguez ya suma los 50 abriles pero esa jovialidad que se le nota en el rostro lo hace aparecer más joven y con ese humor vallecaucano asegura que se la pasa de enclaustramiento en enclaustramiento. Voy de encierro en encierro. El primero, por se infame secuestro que duró casi 100 días hasta su liberación, sano y salvo y éste, por la pandemia del virus corona.

Me cuenta que el dia que se lidió un toro de Fuentelapeña , el 31 de diciembre, en la corrida de cierre en Cali disfrutó de la transmisión el equipo de radio de Caracol y que oir a su hijo Abraham hablar de toros con tanta seguridad le hizo humedecer sus ojos de emoción. Le rogué al hombre que me vigilaba que me prestara un radio y tras » la negociación » le permitieron escuchar lo que pasaba en Cañaveralejo esa tarde, plaza donde su padre cuando se lidiaba una corrida de la casa pronunciaba las mágicas palabras con ese vozarrón del viejo criador : «Hoy tiembla Cali «.

Ya muy seriamente me dice que el ser humano se habitúa a todo y que durante el cautiverio logró controlar la mente para no enloquecerse y superar momentos difíciles como el no saber de su familia y de qué exigían sus captores para liberarlo. No era fácil lidiar ese toro áspero pues su padre, don Abraham también padeció el rigor de ese flagelo del secuestro. » Ver pasar los segundos, los minutos, las horas, los día, las semanas se me hacía largo pero confié siempre en que » de este salgo» y salí aunque a medida del tiempo es distinta que cuando estamos en libertad, así hoy se hayan restringido nuestros movimientos por razones de salubridad pública», reflexiona el criador de reses bravas.

No me enloquecí adentro donde estuve 100 días fuera del mundo menos ahora, libre, y suelta una carcajada.

Por cierto, no sabe si con este obligado parón de la fiesta los ganaderos podrán aguantar y hasta qué punto.

No ve claro que se puedan dar las próximas ferias y eso terminará pasando factura de varios ceros a la derecha.

Cree que las corridas televisadas sin público en Colombia son una opción pero le faltará el condimento del !!olé «, de los aplausos,incluso de las rechiflas a un torero. Ese condimento del tendido es el trípode sobre el que se monta un espectáculo como los toros y si bien el ganadero y el torero y las cuadrillas aliviarán su situación ,pero la razón de ser de este ceremonial se verá menguado por el aliento de quien sostiene un ritual, el aficionado de toda la vida. Si se dan sin púbico lo entenderé pro lo virtual jamás sustituirá la emoción de estar en directo con la vivencia que comporta la lidia de un toro bravo.

LA SITUACION GANADERA

De momento los ganaderos en Colombia estamos aguantando el tirón pero no sabemos hasta cuándo y cómo. Me lo dice Juan Manuel Domínguez quien sostiene que a las vacas de lidia no se les ha dado forraje sino pasto como vacas de vientre de engorde. Si no fuera así , estaríamos en dificultades y tendríamos que llevar cabezas al matadero, quizás. Eso no está ocurriendo y espero que no suceda, anota.

» No veo a corto y mediano plazo las ferias en Colombia » y eso terminará por afectarnos en algún momento, indica el hijo de Abraham Dominguez.

Ya el secuestro es historia en su vida y ha pasado página. Con el rencor no se vive y hoy disfruto lo que puedo sin molestar a nadie. La felicidad de la libertad no tiene precio, admite Juan Manuel.

No cree que esta pandemia sea el final de la fiesta en las ocho naciones donde se dan las corridas pero sí está preocupado porque este parón se prolongue y las nuevas generaciones cuando se abran las plazas y suene el clarín mas sonoro otra vez, estos jóvenes de hoy hayan olvidado lo que es ir a una corrida. Eso no ocurrirá: la fiesta tiene un sostén espiritual que la vivifica cada vez que la quieren matar.