Que el toreo es barbarie?. Barbarie el holocausto ,la inquisición o Nerón : Rafael de Paula
La nota es del colega Jesús Bayort en ABC y recoge el pensamiento de uno de los toreros enseña de la espiritualidad, Rafael de Paula.
Rafael de Paula, genio y figura, ha clausurado la segunda sesión del debate ‘Toros sí, toros no: ¿cultura, tradición o barbarie?‘, que se está celebrando estos días en la sede de la Fundación Cajasol. El maestro del barrio de Santiago de Jerez de la Frontera conversó con el periodista, escritor y poeta Antonio Lucas.
Rafael de Paula no defraudó en su primer envite: «El que ha puesto el título de este debate es un ignorante. Parece mentira que tengan que preguntar si el toro es cultura o barbarie. Es muy fuerte. Yo soy el primer partidario de que el toro bravo sea el gran protagonista de la corrida. Por delante del torero».
Molesto por la vinculación que algunos establecen entre lo bárbaro y el toreo, continuó: «Barbarie fue cuando Nerón incendió Roma para culpar a los cristianos.
Eso sí que fue una barbarie. O la Santa Inquisición, que no fue abolida hasta que Napoleón la prohibió. O el Holocausto». Y defendió el toreo como arte, «arte del toreo». «Y el arte –remató– es un divino misterio».
«He toreado mejor que Belmonte»
También ahondó sobre la situación actual del toreo, y más concretamente sobre su escalafón superior, reconociendo que «no voy a los toros, aunque alguna vez vaya a ver a Morante, porque él tiene condiciones y cualidades. Hoy hay mucha cantidad y muy poca calidad. Cuando Morante cuaja un toro la gente sale toreando por las calles y se acuerda». También quiso mencionar a Juan Belmonte, al que consideró su «dios profesional». «Pero yo he toreado mejor que Belmonte».
La tarde había arrancado con un debate, moderado por Pérez-Reverte, entre Antonio Lucas y Eduardo Galán, que aseguró que «etiquetar de asesinos a los que asisten a los toros es contraproducente y miserable». Lucas expresó que «ir a los toros es un ejercicio muy íntimo, como ir a misa, es una liturgia; lo único que me saca de ese contexto de estupidez y de los biempensantes, que son tan peligrosos, es sentarme en un buen sitio y ver la faena de un torero, que es donde está la pulsión atávica del hombre».