Recuerdos de Gardel en el aniversario de su nacimiento.Interpretó pasodobles y no solo tangos y milongas
ANIVERSARIO 24 DE JUNIO 2021:
Es el día especial en que recordamos a Carlos Gardel. Una vez mas, la fecha encuentra nuestro mundo en una situación complicada. Hay esperanza, es cierto, pero todavía falta.
Por cierto, el cantor interpretó pasodobles y están las grabaciones en esos viejos vinilos. Y existe una versión maravillosa de Valencia del maestro Padilla y En un Pueblito Español
Un fragmento de VALENCIA
Valencia
Es la tierra de las flores de la luz y del amor
Valencia
Tus mujeres todas tienen de las rosas el color
Valencia
Al sentir como perfuma en tus huertas el azahar
Quisiera
En la huerta valenciana mis amores encontrar
La blanca barraca, la flor del naranjo
Las huertas floridas, almendros en flor
El Turia de plata, el cielo turquesa
El sol valenciano que van diciendo amor
Charles Romuald Gardès; Toulouse, Francia, 1890 – Medellín, 1935) Cantante, compositor y actor argentino de origen francés o tal vez uruguayo; según esta segunda hipótesis, habría nacido en 1887 en Tacuarembó. A finales de la década de 1920, la identificación de Gardel con el tango era ya un fenómeno de ámbito universal. Desde entonces nunca ha dejado de reconocerse su papel esencial en el desarrollo y difusión del tango y su condición de mejor intérprete de la historia del género.
Carlos Gardel
Como suele suceder con las figuras de tan enorme dimensión popular, la biografía del «zorzal criollo» está teñida de leyendas, y su fama póstuma apenas ha menguado con el paso de las décadas. Durante muchos años fue habitual ver cómo mucha gente peregrinaba hasta la tumba de Carlos Gardel para pedirle salud y trabajo; en Argentina, la expresión «es Gardel» equivale a «es incomparable».
Carlos Gardel tuvo esa infancia castigada por la adversidad que parece caracterizar a todo héroe arrabalero y triunfador. Su madre, Bèrthe Gardès, nunca llegó a saber con exactitud quién era el padre de aquel hijo nacido el 11 de diciembre de 1890 en el hospital de La Grave (Toulouse) y bautizado con el nombre de Charles Romualdo, si bien una parte importante de los estudiosos sostiene que los datos anteriores son una fabulación encaminada a ocultar su condición de hijo ilegítimo de Carlos Escayola y María Lelia Oliva, y que en realidad nació el 11 de diciembre de 1887 en Tacuarembó (Uruguay).
Más tarde, en los suburbios de la ciudad de Buenos Aires, adonde Bèrthe Gardès huyó en busca de unas migajas de fortuna cuando Gardel aún no había cumplido los tres años, se resignó a ver cómo su vástago o su hijo adoptivo correteaba entre las casuchas de Retiro, Montserrat o Los Corrales, y se buscaba la vida pateando calles destartaladas y sucias, creciendo con resentimiento, congoja e inseguridad.
Charles se convertirá pronto en Carlitos, un muchacho despierto, simpaticón e irascible cuya única ansia consiste en alcanzar el lujo de los ricos y ganar montañas de dinero. Con dieciocho años desempeña toda clase de pequeños trabajos y ya deja oír su aterciopelada voz en esquinas, reuniones familiares y garitos. Detesta el trabajo duro, rinde culto al coraje, santifica la lealtad a los amigos y se esfuerza por imitar a los adinerados acicalándose con un esmero narcisista y casi femenino.
Por aquel entonces, ese «pensamiento triste que se baila» de incierto origen, llamado tango, comenzaba a hacer furor en París. Sus intérpretes más destacados viajaban al continente y regresaban con los bolsillos a rebosar. Carlos, a quien le gusta el canto casi tanto como la «guita», cambia la s final de su apellido por una l y prueba fortuna en algunos cafés de los barrios periféricos bonaerenses, en los que se presenta con el sobrenombre de «El Morocho»; ante la sorpresa de propios y extraños, manifiesta una aguda sensibilidad y un temperamento artístico completamente original.
Su interés y sus aptitudes lo inclinan hacia el tango canción o tango con letra, escasamente cultivado hasta ese momento. En efecto, el tango estaba por entonces culminando su proceso evolutivo que lo había llevado de ser una música alegre (en compás de dos por cuatro y de origen posiblemente cubano) que se bailaba de forma un tanto procaz en las fiestas de las clases populares de Buenos Aires, a convertirse en un lamento cantado, una música nostálgica y desgarrada que los porteños acomodados habían aprendido a admirar y a bailar y que Gardel estaba destinado a dar a conocer en todo el mundo.