Día: 21 de junio de 2020

Joselito y Belmonte en la pluma de Alcalino en su Tauromaquia

En la pluma de Alcalino empezamos a ver como en la tarde en que Joselito El Gallo murió, Juan Belmonte permaneció en su casa de Madrid.

Lluvioso y gris se presentó aquel 16 de mayo de 1920, y Juan mataba el tiempo jugando a las cartas con algunos amigos cuando, ya anochecido, el teléfono empezó a sonar con insistencia.

Tal como puede leerse en “Juan Belmonte (Matador de toros)”, una de las biografías de mayor hondura literaria y humana que se han escrito en castellano, obra de su paisano Manuel Chaves Nogales y producto de meses de conversaciones entre ambos.


Rememora […] Belmonte: “Se puso al aparato no sé quién y nos dijo: “–Me han dado la noticia de que a Joselito lo ha matado un toro en Talavera—“. “—Anda, anda, cuelga el teléfono—“, le dije […] sin soltar las cartas ni levantar la cabeza. Seguimos jugando.

Al rato llegó jadeante Antoñito, mi mozo de estoques, y repitió: “—En Teléfonos corre el rumor de que a Joselito le ha matado un toro en la corrida de Talavera.“

“–¡No traes más que infundios!”—le repliqué malhumorado.

Era frecuente entonces que los domingos por la tarde circularan noticiones que luego no se confirmaban. Estaba reciente la implantación del descanso dominical para los periódicos, y la falta de noticias ciertas sobre las corridas poblaba el mundillo taurino de falsos rumores.

Al rato volvió a sonar el teléfono. Esta vez era ya una persona de crédito, un conocido ganadero, quien daba la terrible noticia.

“–¡Es verdad! ¡Es verdad!—“, decía con acento estremecido….Aquella espantosa certeza nos hizo mirarnos unos a otros con espanto. Dejamos caer los naipes sobre el tapete… nadie dijo nada… Mis amigos fueron levantándose uno a uno y, sin pronunciar una sílaba, se marcharon… En soledad, estuve repitiéndome mil veces aquellas palabras que me golpeaban el cráneo como martillazos:

“¡A Joselito le ha matado un toro!¡A Joselito le ha matado un toro!” Poco a poco fue invadiéndome una espantosa congoja.

Miré a mi alrededor y tuve miedo. ¿De qué? No lo sé… hasta que no pude contenerme por más tiempo y estallé en sollozos. Lloré como no he llorado nunca en mi vida… la extraña onmoción del llanto me libraba de aquel martilleo seco que repetía en mi cerebro:

“¡A Joselito le ha matado un toro!”.

(Chaves Nogales, M. Juan Belmonte (Matador de toros). Alianza Editorial-6 Toros 6, tomo 2. pp 265-266.

Interregno para el estupor. Pocas veces, la sociedad española habrá experimentado un pasmo emocional como el que provocó la muerte del gran José Gómez Ortega. La vida mantuvo su pulso, seguían celebrándose corridas, pero el país tardaba en reaccionar.

Naturalmente, para el medio taurino el golpe fue devastador, todo se pobló de augurios sombríos y manifestaciones espasmódicas.

Don Pío (Alejandro Pérez Lugín)

El paladín más radical del gallismo entre quienes escribían de toros, creyó ver en esa tragedia inaudita una conspiración en toda forma y, más por desesperación que por otra cosa, embistió ciegamente contra todo lo que oliera a Belmonte.

La tauromaquia de Juan no valía nada, comparada con la de su ídolo. Y su violentísima campaña golpeó cuanta cosa representara el trianero. Por supuesto, el gallismo más recalcitrante lo secundó sin miramientos.


Historia de un cartel

La corrida del 15 de mayo en Madrid –última en la que alternaron
Joselito y Belmonte, y que constituyó un fracaso total—empezó a torcerse cuando los veterinarios rechazaron el anunciado encierro de Albaserrada –ganadería famosa por la casta y poderío de sus astados–, y el terciado sexteto de reemplazo, de doña Carmen de Federico, irritó por su invalidez.

De modo que cuando la empresa anunció la reaparición del trianero precisamente con albaserradas, el solo anuncio alborotó al cotarro. Aquel
domingo 20 de junio de 1920 Juan iba a alternar con Curro Martín Vázquez y Fortuna, dos segundones; sería que, rota la pareja más célebre del toreo, no había más de quién echar mano.

Como Belmonte era Belmonte, el papel se agotó rápidamente. Con tal de ver si era capaz de sobreponerse al vacío que se abría ante él y la Fiesta toda. Y de comprobar si les podría a los temibles albaserradas. O si se confirmaban las punzantes diatribas de Don Pío.

Apoteosis.

De tabaco y oro, contrito y adusto, partió plaza el trianero. El primero de Albaserrada mandó a la enfermería a Curro Martín Vázquez –gran estoqueador a la antigua, ya muy desgastado a esas alturas—y Juan, como segundo espada, tendría que despachar cuatro bureles.

Al heridor lo pasaportó de un espadazo fácil. Con los otros tres iba a protagonizar la tarde más redonda de su vida. La vieja plaza de la carretera de Aragón vivió una de sus jornadas más gloriosas, y la leyenda de Belmonte creció hasta al infinito.

Como es natural, la crítica se volcó en loas al trianero. En medio de la apoteosis, la plaza en pleno se había alzado contra Don Pío, reprochándole su injusta y ruin campaña.

Versión de Barbadillo:

“Cuando soltó Belmonte el trapo milagroso que fue ayer en sus manos una bandera de gloria y de triunfo… era la gente quien cogía imaginariamente un capote fantástico, una ilusoria muleta de grana y se ponía a torear… por la calle de Alcalá, un mozo del tropel alegre y bullicioso marcaba una lenta verónica, el cuello doblado, el gesto gentil y despacioso del torero genial… un poco más allá se veía al señor don Paco… tendiendo al aire el brazo izquierdo en el pausado semicírculo de un pase natural… y en todas partes gestos, voces, corrillos, algarabía, contagios del entusiasmo popular… Siempre que se quiera poner una corrida de toros como ejemplo será necesario mentar ésta de Albaserrada».

¡Qué reses, que finura, qué tipos, qué temple, que codicia, que poder, qué estilo en los tres tercios, sin discrepancias, con leves variantes en la bravura y la nobleza!.

Cuanto hizo (Belmonte) fue cosa de pasmo y maravilla. Cada lance un milagro, cada quite un prodigio, cada pase de la muleta mágica un deslumbramiento de asombro, cada momento una ovación frenética… Verónicas, faroles, medias verónicas.

¡Ah, las medias verónicas de Juan Belmonte!

(Don Pío había escrito el día antes: “Estamos de medias verónicas hasta más arriba del cimborrio de San Francisco”).

Faenas ligadas, magnas, inverosímiles… tenía el toro que pararse ante el hombre triunfante, como si le dijera –Hombre, apártese un poco, que no tengo sitio para moverme. Y entonces, el hombre se acercaba más y más. Y no a un toro sino a tres, porque a los tres los toreó así: soberbios naturales, molinetes de farol… gracia, arte enorme, y un dominio y un temple de tal índole que, así que se iba agotando el empuje de las reses, iba el torero tirando de ellas, obligándolas y toreándolas más.

Y todo con la izquierda (Don Pío había escrito el día antes):

“Señor Belmonte, ¿quiere usted hacerme el favor de no dejarse olvidada en casa la mano izquierda? Porque es ya excesivo su abuso de la derecha”)…

De una estocada en los rubios el segundo albaserrada murió sin puntilla. Un pinchazo y una entera caída, atacando con idéntico brío, al cuarto de la tarde, que murió sin puntilla; y media en las agujas al quinto, que quedó muerto sin puntilla también. Por cada hazaña dio la vuelta al ruedo. Cortó la oreja del segundo bicho. Cortó las dos y el rabo, que se cortaba por primera vez en Madrid, de su último cornúpeto.

Cayeron a sus pies sombreros, ropa, flores; fue y vino tantas veces del estribo al centro del ruedo que, al final, ya no podía ni andar; y entonces fue cuando entró en el burladero y, como un hombre valiente, modesto y generoso, rompió a llorar de emoción y gratitud.”

(El Imparcial, 22 de junio de 1920) Versión de Corrochano:

“Precisamente cuando se hablaba de la decadencia de Belmonte, ha dado Belmonte su tarde más completa… y cuánto no se ensañaría el público aplaudiendo, que le hicieron llorar de emoción. Váyase por las veces en que su toreo hizo llorar al público.

No desaprovechó Belmonte ni un toro, ni un momento, ni una ocasión para torear maravillosamente.

Sus lances de capa, sus quites, su media verónica, fueron impecables; esa media verónica que es hija legítima de Belmonte y uno de los momentos más sublimes del toreo, y que acaba de ser censurada por una pluma chabacana con gustos de feriante….

Belmonte estuvo superior como torero y superior como matador… es un torero tan completo que toro que torea bien lo mata bien. Y estuvo tan sobrado que mató cuatro toros sin fatiga, y hubiera matado seis».

Versión de Clarito:

“Rodó el quinto toro de Albaserrada. Continuaba de pie el público y los pañuelos salieron a flote. El puntillero, por mandato del presidente, cortó a la res una oreja, luego otra, después el rabo… Terminó Juan su vuelta ritual, y cuando iba a retirarse al estribo, de súbito, la multitud rompió a aplaudir más y más fuerte.

Ovación larga, rotunda como no recuerdo otra, y que tenía un significado tan especial que, comprendiéndolo, este diestro, todo arte y todo corazón, la agradeció con firmeza desde los medios y en seguida fue a refugiarse en el burladero… para llorar, escondido en los hospitalarios tableros…

De nuevo estaba en pie la muchedumbre, pero ahora en actitud airada; por sobre las cabezas no albeaban los pañuelos, sino que enarbolábanse los bastones.

Y sonaba el nombre de un revistero que, según unos por ignorancia, y según otros por mala intención, y a mi juicio por las dos cosas, ha sostenido contra Belmonte una de las campañas más vocingleras e inicuas que se recuerden.”

“Don Pío” se retracta. Aludido en las tres crónicas de referencia, Pérez Lugín no tuvo más remedio que reconocer la grandeza de Belmonte y el carácter histórico de su gesta:

“¡Ha resucitado Juan Belmonte! ¡Aleluya!… Ahora que ya no vive el pobre y admirado Gallito, el torero de las grandes series de grandes naturales, –¡Con la izquierda!, había que gritarle a Juan. Y anteayer, toreando con la izquierda, tuvo Juan la tarde más grande de su vida torera… ¡Viva Belmonte… la izquierda… La Libertad!«.

La pugna sin cuartel entre cronistas es reflejo fiel de lo que se vivía en la calle, por algo España identificaría ese tiempo como la época de oro del toreo. Puede afirmarse que esta histórica corrida del 20 de junio de 1920 clausura una era de esplendor sin precedentes.

Muerto José y repatriado Gaona, que ofrecerá en México los mejores frutos de su madurez torera, Belmonte se quedó dramáticamente solo.

Aún resistió, sin llegar a emular ya su memorable triunfo con los albaserradas, las campañas completas del año 20 y del 21, antes de dar por clausurada la etapa más apasionante de su carrera, fundamental para la construcción del mito belmontino.

Porque en sus idas y vueltas posteriores circularía por las plazas en calidad de pieza única y aparte, objeto más de veneración que de escrutinio, y sin la pretensión de dirimir con nadie la supremacía que su puro nombre le otorgaba.

El brindis, compendio del bien hacer taurino

En tauromaquia el brindis es el “dicho” de un torero en el que le dedica la muerte del toro a alguien. Normalmente acompañado de buenos deseos. Se brinda el toro al que se espera hacer buena faena. ¡Un buen hacer taurino!.

Ignacio Sánchez Mejías

En cierta ocasión, toreando en Zaragoza, Ignacio Sánchez Mejías le brindó un toro a su buen amigo José Pérez de Guzmán, un onubense muy entusiasta del toreo entero y emocionante de Sánchez Mejías.

– Te brindo –le dijo– la muerte de este toro… y espero que la Virgen, la nuestra, la del Rocío –recalcó–, no ésta, la del Pilar, me ayude.

En la plaza se armó la de San Quintín. «Ha menospreciado a la Pilarica», gritaban los maños, justamente enojados.

Antonio Conde, que acostumbraba a contar a don Gregorio Corrochano las incidencias de las corridas, le puso al ilustre cronista este telegrama:

«Ya sabrá usted lo ocurrido en Zaragoza. Es que ya exponemos hasta en los brindis.»

Un novillero que debutó en Murcia brindo por Murcia y los Murciélagos….

Alejandro Alvarado (Alvaradito).

Ceramista trianero en su adolescencia, obedeció pronto los deseos de su vocación taurina, y a los dieciséis años comenzó a ser banderillero en la cuadrilla de Quinito. Más tarde, con Cara-ancha, se marchó a Italia, donde actuó en varias corridas.

Con su personal idiosincrasia, contaba, ya, mayor, los recuerdos de aquella campaña, durante la cual tuvo que torear búfalos a falta de toros de lidia. Hizo su presentación en Sevilla el 14 de octubre de 1894, y en septiembre de la siguiente temporada debutó en Madrid.

En 1901, en Méjico, a Alvaradito le dio la alternativa, que ratificó en Fregenal, Antonio Montes. Años más tarde volvió a la categoría de novillero, y por último se dedicó a banderillear, suerte en que lucía su gran conocimiento. De los toros y una habilidad extremada.

Se cuenta que “Alvaradito”, tenía una cabeza bastante voluminosa, por lo que usaba una montera apropiada para cubrírsela. Una tarde que toreaba en la Maestranza, le salió a «Alvaradito» un novillo que había sido bueno en los dos primeros tercios, por lo que le preguntó a su peón de confianza Arandita: 

“¿Tú crees que el novillo está para brindárselo al público? Y Arandita le contestó guasón: “Sí, debes brindarlo al público, pero no dejes la montera en el albero, que no vas a dejar sitio “pa” torear”.

Cúchares

Histórico e inmortal es el discurso de Cúchares cuando toreó en París una corrida organizada por la emperatriz Eugenia.

Como el espada vio que en tierra francesa a todo el mundo se le llamaba «vous» -que él oía «Bu»-, hizo este brindis al emperador, la emperatriz y el heredero: «A Bu, a la señora de Bu y al Busito chico».

Rodolfo Rodríguez «El Pana»

Si hay un brindis famoso es el de Rodolfo Rodríguez «El Pana», que dedicó su última faena en la Monumental de México a las prostitutas.

Así se expresó El Brujo: «Quiero brindar este toro, el último toro de mi vida de torero en esta plaza, a todas las daifas, meselinas, meretrices, prostitutas, suripantas, buñis, putas, a todas aquellas que saciaron mi hambre y mitigaron mi sed cuando El Pana no era nadie, que me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, base de mis soledades. Que Dios las bendiga por haber amado tanto. ¡Va por ustedes!»

Rafaé

Que alternaba con su hermano «Joselito»— había toreado a su toro con una gracia, una elegancia y un arte, que había dejado roncos de dar gritos de alegría a los espectadores.

Cuando llegó la hora de matar, que hacía los brindis extremadamente largos, R. El «Gallo», muy ceremonioso, se quitó la montera, hizo una flexión frente al palco presidencial, y brindó.

Luego, brindó a un amigo; después brindó «por las mujeres de bandera»…. Con paso firme y sereno, «Rafaé» se fue al centro de la Plaza, giró con la montera en la mano y blindó por «el sol», por «la sombra» y por los «buenos aficionaos de Seviya».

En la Plaza no se oía una mosca. El público contenía la respiración con expectación. Todos los ojos estaban clavados en el gitano. Se esperaba la faena cumbre. En un rincón de la Plaza protestaba el toro, entretenido por la cuadrilla del «Gallo». Todavía le faltaba un brindis. Un torero amigo suyo estaba en el tendido. El «Gallo» le tiró la montera, diciéndole:

—Brindo por el torero «honrao», porque se coma lo que ha ganao…

Y el «Gallo», acabados los brindis, en vez de irse al toro, se acercó a su hermano «Joselito» diciéndole:

—Ya he «brindao», José; ahora, mátalo tú.

En otra ocasión brindó al Capitán General…. que después se negó a matar.

Mi Brindis:

Por Real Maestranza de Caballería de Sevilla que con tanto mimo y cariño, mantienen la colección privada permanente del Museo Taurino, que el año pasado recibió nada más y nada menos que 373.000 visitas. Prácticamente como la ciudad de Bilbao completa.

Y ahora que digan que el tema cultural taurino, y su turismo, no es atrayente, y no hay que cuidarlo para nuestra economía…

Mi segundo Brindis

de agradecimiento y por el que pido salud y protección para todos es la Virgen del Rosario que preside la Capilla de los Toreros (Rafael lo llamaba la sala de espera), que goza de gran devoción entre los diestros y a la que han donado numerosos exvotos. Virgen del Rosario, Patrona de los Maestrantes y titular de la Hermandad de Monte-Sión.

La Plaza de Toros está rodeada por tres benditas imágenes de la Virgen del Rosario.

A mi padre, que me aficionó a los toros y que con su palabra me hizo carne la fiesta, y a todos los aficionados taurinos de una tierra en que nunca se pone el sol.

Nutrida representación colombiana en el paseo taurino de Madrid

Un grupo de toreros colombianos se hizo presente en el paseo taurino de Madrid. Estuvieron el maestro César Rincón , los matadores antioqueños Juan De Castilla y Sebastián Ritter y los caleños Guerrita Chico y el novillero Leandro Gutiérrez.

La expresión mas cabal del toreo para defender su razón de ser, su pervivencia en la sociedad y la demostración de que la fiesta tiene un ámbito internacional en el que se mueve en medio de mas o menos dificultades según cada país.

«Quise venir no solo como testimonio personal sino porque siento esta profesión en lo mas profundo de mi ser y estar entre todos los compañeros y amigos de la tauromaquia», dijo Guerrita.

«La manifestación pacífica de Madrid demuestra esa universalidad de la fiesta», dijo el maestro Rincón.

Juan de Castilla se trasladó desde Guadalajara donde ejerce de profesor de la Escuela de alto rendimiento y el novillero Leandro Gutiérrez salió de su aislamiento en un pequeño apartamento donde reside para decir «presente».

Madrid cierra los paseos taurinos espléndidamente

Madrid ha cerrado espléndidamente dos semanas de paseos taurinos que muestran una fiesta viva, aficionados que la aman , y propósitos de enfrentar el hirsuto y a veces desmedido y violento ( esas amenazas contra la vida de una cantante , Inma Wilchez solo por el hecho de que ella como miles ama la fiesta).

Dicho lo cual, el torero Miguel Abellán, vocero de la comunidad de Madrid, leyó un manifiesto : «Estamos atravesando una situación dramática, esta es una demostración de que queremos vivir en un país libre. Somos libres y tenemos que seguir siéndolo, ningún poder político puede deciros a lo que podéis ir o no. Os pido que defendáis el mundo del toro. El toreo es cultura por muchos motivos pero especialmente por vosotros, el pueblo, que lo apoya y lo defiende». El torero madrileño Gonzalo Caballero también se sumó a la reivindicación con unas palabras directas: «La cultura nos hace libres. ¡Viva el toro y viva España!».

Los manifestantes que fueron convocados libremente a través de las redes sociales en la explanada de la plaza de toros de Las Ventas, congregó a gentes de distintos niveles que tienen como rasero común su pasión por esta fiesta milenaria.

Y como relata ABC, dos niños que quisieron manifestar su amor a este rito en momentos en que desde el animalismo pretenden que los menores no concurran a la plaza por supuestamente ser un espectáculo bárbaro y violento que los puede atrofiar .

Dos niños expresaron con este texto su amor a la Fiesta:

«Mis padres me llevaron a los toros desde que yo era pequeñito.

Creo que mis primeros olés los escuché cuando estaba en la tripita de mi mamá.

Los niños de hoy somos el futuro. Somos la cultura de nuestros abuelos y la de nuestros padres. Y queremos ser la cultura del mañana.

¡Viva la tauromaquia! ¡Viva España!».

Y este:

«Los niños de hoy tomaremos el relevo de nuestros padres y abuelos y seremos los encargados de llenar plazas como esta que está a mi espalda.

Los menores de hoy somos el futuro.

Seremos en un futuro cercano los toreros, los ganaderos, los aficionados, los médicos, los periodistas del mañana.

Existimos, vivimos en paz, somos trabajadores, profesionales, ingenieros, abogados, dependientes , propietarios, amas de casa, jubilados , arquitectos, carpinteros, mecánicos, vendedores de lotería, zapateros, «bulteadores » en las plazas de mercado, hombres y mujeres de la cultura que nos honran (Antonio Caballero, Salud Hernandez) …….

En Colombia tambien hay gente del y por el toro, aficionados comunes, ganaderos, mozos de espada, banderilleros, picadores, toreros, novilleros que se merecen respeto por su libertad, por la defensa de la diversidad y contra la uniformidad.

Himmler que es uno de esos personajes oscuros de la historia por su papel en el nazismo en Alemania, estuvo en una corrida en MADRID Y SE DESMAYÓ AL VER LA SANGRE EL TORO EN LA ARENA…..Pero nunca se desmayó por lo que pasaba en los campos de concentración que buscó eliminar a un pueblo, el judío. Vaya!!!.

Feliz día del padre y muy especialmente a los taurinos

En Colombia se celebra hoy el día del padre, ese espacio para recordar a nuestros progenitores , a quienes nos guiaron esos primeros pasos, a quienes queríamos imitar, a quienes fueron apoyo, fortaleza, consejo, guía , faro. Y como no puede ser menos en un portal taurino va las miles de felicitaciones para arropar a los padres que nos dieron las primera luces para amar la tauromaquia en esas idas a La Santamaría, por ejemplo, para admirar al Bombero Torero, al Empastre,al Chino torero, a Superlandia , a los enanitos toreros, al «terrible » Pinilla, a kalimán y más tarde a ver y admirar a novilleros y toreros que consolidaron nuestra relación con la tauromaquia.

Esa es la razón de esta foto. Pablo Hermoso y Guillermo, padre e hijo, ambos rejoneadores. Me imagino a Diego Ramos viendo a su padre como tejía esas moneras o elaboraba esos bellos capotes, o al Toti recibiendo las lecciones de su padre Pablo, o a David aprendiendo a torear con su amado Humberto Martínez, o al maestro Rincón sin palabras guiando a sus dos hijos por el camino del toro como su noble padre, Gonzalo lo hizo con él, al padre de Julián Páez, a Luis Reyter con Sebastián, a Curro Martin guiado por su padre, uno de nuestros grandes banderilleros, a Luis Galindo, a Álvaro Gómez, al Capea, padre, a Joselillo estimulando a su crío o al maestro Cáceres llevando en sus brazos a su hijo, hoy un cineasta de pro, a Edgardo Baena, a René Borda, al maestro Esplá que hizo matador a su hijo, a Alfredo Bonilla tan culto y docto en materias taurinas, a David Silveti que vio crecer a Diego, al querido Gitanillo que tiene hijo torero y de los buenos y que se dio el lujo el chico de festejar su cumpleaños al lado de ese genio del toreo, a Manolito Castañeda por tener un padre tan taurino que le inculcó esa vena romántica y bohemia ,a Gonzalo Sanz que llev de la mano a esa quinta generación de una casa ganadera asolerada , a Rafael Moscoso tan gentil y taurino, a Juan Bernardo que tiene dos hijos mas taurinos que el padre,a Carlos Barbero con hijo y nietos que » abrevan » tauromaquia pura, a Miguel Gutiérrez con el heredero que sabe y dicta cátedra taurina, a su primo Jorge tan comprometido con la fiesta y que tiene hija ganadera, a Farley Betancourt que tiene dos pequeñines que le preguntan por esas magníficas fotos taurinas.

Y no olvido a esos padres que se nos fueron, a quienes conocimos o no pero que le legaron a sus hijos el amor por la fiesta. Deposito una flor en sus tumbas……..

Quisiera registrarlos a todos ( los tengo en mis pensamiento ) pero no cabrían en estas páginas. Va por todos, sin excepción, a esos padres taurinos, un millón de gracias. Y feliz día.


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