Día: 1 de febrero de 2021

Paco Agudo abre el domingo ciclo de conferencias, el tema de Joselito El Gallo en la Federación de entidades taurinas de Cataluña

Paco Agudo abre el domingo ciclo de conferencias. El tema de Joselito El Gallo a los cien años de su partida abre el ciclo de conferencias programadas por al Federación de entidades taurinas catalanas.

El domingo Paco Aguado autor del libro «Joselito el Gallo, el rey de los toreros» será el encargado de la conferencia en la que le acompañará el vicepresidente de la Asociación, don Nicolás Sampedro.

A las 6 de la mañana, hora colombiana se podrá seguir en directo este recorrido histórico del prestigioso periodista, a través de

facebooklive@fedtaucat o por su canal de youtube

Como abre bocas, la conversación e Aguado con Libertad Digital sobre su libro:

Esta nueva edición de este libro de culto ha sido revisada y ampliada 150 páginas y está prologada por Luis Francisco Esplá.

Aguado charla con Libertad Digital sobre la reedición, la vida y muerte de Gallito, su familia, la Edad de Oro del toreo y su aportación a la modernización de la tauromaquia.

PREGUNTA: Su libro ha sido reeditado después de 20 años cuando se ha convertido en una obra de culto. ¿Qué novedades ha incluido?

RESPUESTA: Como han estado paradas las imprentas todo eso ha parado el lanzamiento del libro. En librerías va a estar el día 1 de junio y ya se puede comprar en la web de la editorial que ya empiezan a mandarlo. Ya está disponible.

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Portada de ‘Joselito El Gallo, rey de toreros’ de Paco Aguado.

La verdad es que todo el mundo preguntaba por el libro porque salió en el año 1999. Espasa Calpe sólo tiraba 3.000 ejemplares de la colección La Tauromaquia.

Entonces se agotaron y no volvieron a reeditar más porque la editorial la compró le Grupo Planeta y decidió que no iba a sacar más libros de esa colección. Eso ha hecho que se hiciera un objeto muy raro de tener.

Había mucha gente comprándolo y vendiéndolo muy caro de segunda mano.

Yo siempre tuve la idea de volver a reeditarlo porque he ido recogiendo más información, mucha documentación, mucho más concreta.

Estaba esperando precisamente el centenario para que sea una fecha concreta.

En 20 años nunca he dejado de investigar y me he encontrado con aspectos que no había tocado en el otro libro e incluso con más información que me ayuda a redondear algunos temas que se habían quedado a medias.

Había algunas lagunas e, incluso, he corregido errores que tenía el libro y eso ha hecho que se alargue 150 páginas.

La verdad, creo que ahora sí que está mucho más redondo, mucho más rematado, que la anterior edición.

Se ha reposado y sobre todo he encontrado muchas más claves en las que recabar esa reconstrucción de lo que pudo ser la vida de Joselito El Gallo y la trascendencia que ha tenido en la tauromaquia a lo largo del siglo XX.

P: ¿Existe un revisionismo gallista? Belmonte tuvo mejores cantores y la historia oficial lo convierte en gran revolucionario dejando a Joselito como el culminador del toreo del siglo XIX.

R: Yo no sé lo que han querido hacer los otros. Mi intención no era hacer ninguna revisión, más bien reivindicar la verdadera importancia de Joselito El Gallo. Yo a Juan Belmonte no le quiero quitar nada.

Dios me libre. En absoluto le niego ni un mínimo de su aportación y de su importancia. Creo que Belmonte trae a la tauromaquia algo fundamental como es la expresión estética, algo clave para entender el toreo moderno.

Este concepto no era algo a lo que se le diera mucha importancia o tuviera mucha trascendencia en el siglo XIX.

Pero es verdad ese reconocimiento casi sentimental de muchos aficionados y que hay muchos belmontistas que se han hecho partidarios de su torero, sobre todo, por la gran novela de Chaves Nogales (Juan Belmonte, matador de toros).

Esto hace que Joselito se hubiera quedado muy atrás en el reconocimiento. Es más, se había dejado de escribir mucho desde mediados de los 50.

Hasta que yo saqué el libro no se había escrito nada y lo que se había escrito no incidía demasiado en la repercusión y en el legado de Joselito a la hora de diseñar taurinamente lo que ha sido el siglo XX.

No sólo es el que recoge todo el toreo del XIX que sí, sino que le da la vuelta, sobre todo, técnicamente para buscar otros nuevos caminos.

Una nueva manera de torear que es, por ejemplo, el toreo ligado en redondo en el que da un paso fundamental hacia lo que luego hicieron Chicuelo y Manolete.

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Joselito y Belmonte en la plaza de Murcia en abril de 1920.

Pero al ser el dominador absoluto de la tauromaquia por encima de todos los demás dentro y fuera de la plaza también busca las claves e incide en los argumentos fundamentales para que avance, por ejemplo, la ganadería de bravo. Busca un paso más a la bravura para llegar al toro que ha dominado el siglo XX.

También la manera de administrar la carrera de una figura del toreo que es, básicamente, lo que se fijan los apoderados que siguieron a su época para aplicar con otros toreros.

Y luego también diseñar y alentar las plazas monumentales para hacer del toreo un espectáculo de masas, que es lo que acabó siendo durante el siglo XX.

P: ¿Es un antes y un después en la tauromaquia la aparición de Joselito El Gallo?

R: Absolutamente. Podemos decir que la primera década del siglo XX es una década más del XIX.

El siglo XX taurinamente hablando empieza con la alternativa de Joselito el Gallo de una manera clara y absoluta.

Luego ya la competencia con Belmonte le ayuda a dar un empujón todavía más fuerte y cuando muere en Talavera ya está todo encauzado para que el toreo entre definitivamente en la modernidad.

P: Me gustó mucho cómo cuenta que Belmonte empieza a frecuentar intelectuales mientras Gallito no sale del campo pero que con el tiempo ambos toreros empiezan a tomar cualidades el uno del otro.

R: Ten en cuenta que la Edad de Oro son muy pocos años pero en esos siete años hay muchos acontecimientos y una evolución clara.

Nos parece poco tiempo pero a medida que van pasando las temporadas cuando lees las crónicas y cuando lees a la gente que fue testigo directo de esa competencia se va viendo como hay una fusión de los dos.

Torearon casi 300 corridas de toros juntos. Con eso, quieras que no, Juan Belmonte va cogiendo cada vez más técnica y recursos para defenderse de los toros y Joselito va pasando de ser ese torero dominador absoluto castigador de los toros, a ser cada vez uno más artista y de más expresión.

Creo que hay expresiones artísticas de cada torero pero el toreo actual se nutre de la fusión de estas dos tauromaquias.

Gallito aporta tanto como Belmonte en la técnica y en la estructura de las faenas pero, sobre todo, lo que aporta fundamentalmente es fuera de la plaza en las estructura de la fiesta de los toros.

P: Gallito fue el auténtico creador del toro actual. Él llega a donde Guerrita no pudo llegar.

R: No es el que lo decide pero sí aconseja a los ganaderos.

No llega a disfrutar del todo de esa mentalidad que imbuye en los ganaderos de su tiempo pero sí que les encauza a todos ellos.

Entonces el 80% de las ganaderías importantes pastaban a 50 km alrededor de Sevilla. Por tanto los tiene muy a mano y está todo el día metido en el campo. También tiene amistad con los de Salamanca.

Es verdad que Guerrita ya estaba viendo venir por donde iban los tiros por la rama de Saltillo, y da un primer paso.

Es Joselito el que le da el auge a este toro moderno buscando, sobre todo, un toro muy distinto al del siglo XIX. Ese toro es más manso, más fiero, pero de poca duración.

La corrida del XIX se basaba sobre todo en el tercio de varas y al final ese toro estaba prácticamente parado, le daban tres o cuatro pases para sujetarlo y entraban a matar.

Como Joselito y Belmonte ya van buscando otro tipo de faena, ya torean bastante más con la muleta y necesitan ese tipo de toro que tenga más duración, profundidad y entrega.

No siempre les sale en esa época pero Joselito busca las ganaderías de la rama Vistahermosa y ese toro que le sirva a él tanto com a Belmonte.

A él para la ligazón en redondo, porque se necesita un toro que siga la muleta más tiempo y con más entrega, y a Belmonte porque necesita un toro que le facilite esa expresividad artística del torero de Triana.

Eso lo da la casta Vistahermosa y especialmente la rama de Tamarón, que era su preferida, hasta el punto que decían que antes de morir tenía la idea de comprar la ganadería de la viuda de Tamarón que es la rama de la que salen el 80% de las ganaderías actuales.

P: Gallito impulsa de La Monumental de Sevilla y esto le creó muchos problemas.

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Natural de Joselito.

R: Lo que hizo Joselito fue ir en contra de muchos intereses creados. Ese fue su gran reto y a la vez su gran castigo. 

El final de Joselito es un tanto triste y no sólo porque lo mate el toro en Talavera sino porque tiene enfrente y como enemigos a muchísimos poderes de la época.

Había una gran oligarquía y una sociedad mucho más clasista que la actual.

Él fue con la Monumental en contra, por ejemplo, de los intereses de la Maestranza de Sevilla que estaba llevada por la aristocracia y la alta burguesía de la ciudad.

Es verdad que, precisamente, esa enemistad que se crea de tanta gente quiere decir y habla perfectamente de la grandeza del reto que emprendió, que era cambiar el toreo desde su raíz y al final lo acabó consiguiendo y lo pagó con su vida.

Es un paso más en esa especie de decadencia y de rechazo que tiene la alta sociedad del momento con Joselito pero es el ejemplo perfecto de que su reto era muy grande y él acabó consiguiéndolo porque, al fin y al cabo, se impuso claramente todo lo que él ideó y planeó y un siglo después todavía estamos viviendo de ello.

P: Sus números son estratosféricos. Gallito fue el primero en torear 100 corridas por temporada, algo impensable décadas antes.

R: Los toros hay que ponerlos siempre dentro de su contexto social y político y si los sacamos de ahí y los miramos de una manera aislada no nos vamos a enterar de casi nada.

Esa segunda década del siglo XX es una década de crecimiento en todo el mundo. Se ve que hay un avance tremendo en los medios de transporte con el tren.

Si no hubiera una red ferroviaria, que ya se estaba consolidando en aquélla época por toda España, Joselito no podría haber hecho eso de torear 100 corridas por temporada.

P: Sin embargo en 2019 el que acabó líder fue El Juli con 43 corridas.

R: Son cosas que afectan al sentido económico. Por eso digo que la economía también ha afectado a la fiesta en ese sentido. Hay que ponerla en su sentido económico y social.

Aquélla época fue la época de vanguardias artísticas y el belmontismo es una de ellas.

Es la del crecimiento del poder de las masas, empiezan a coger fuerza los partidos políticos, los obreros empiezan a tomar preponderancia… Si lo metes en ese contexto encuentras muy lógico todo lo que sucedió con Joselito y el porqué de esos avances en lo taurino.

Joselito se echa la familia a la espalda cuando se puso a torear con 13 años

P: En el libro se refleja muy bien con un árbol genealógico de Gallito y el entronque de su parte torera y su parte gitana y flamenca por el origen de sus padres.

R: Son dos artes muy hermanados, el flamenco y el toreo, teniendo en cuenta que son dos artes populares. No eran dos actividades que fueran reconocidas por la oligarquía y la alta sociedad de entonces. El flamenco vivía refugiado en los cuartos y los cafés no en los grandes escenarios como ahora. Eso se consigue también un poco después con su primo Manolo Caracol que es el que lleva el flamenco a los escenarios.

Joselito hace un poco eso. Aunque era el único espectáculo masivo de entonces, la plaza vieja de Madrid tenía 12.000 espectadores no es lo de las 25.000 de ahora. Eran artes minusvaloradas por la alta sociedad. Lo que consiguen en ese momento en que están las masas y las clases populares tomando cada vez más importancia en la vida social. En esa rampa van incluidas sus expresiones como son el flamenco y el toreo.

Se junta en la figura de los hermanos Gómez Ortega una rama del toreo más o menos importante, la de su padre en Sevilla, y, sobre todo, la sangre azul del cante flamenco de Cádiz.

P: En su obra remarca mucho el papel de su hermano Fernando.

R: Fernando era el más gitano de todos los hermanos. Es el gran teórico de la familia y Rafael es el genio absolutamente inabarcable e indomable. Fernando es del que más aprende Joselito. Siempre lo lleva en su cuadrilla aunque tiene una personalidad muy distinta, muy apocada, muy extraña. Era muy solitario y dado a la bebida. Eso le impide ser el torero que pudo llegar a ser y es la base sobre la que Joselito se apoya para aprender tan pronto. Prácticamente a los 13 años ya lo sabía casi todo del toreo.

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Fotografía autografiada de Joselito El Gallo.

Lo tenía en la cabeza. Tenía una afición desbordante. Él no llegó a conocer a su padre, murió cuando tenía dos años y de quién aprendió fue de sus hermanos y de todo lo que aprendieron en la huerta de Gelves. Allí acudían a entrenar muchísimos toreros de la época y se hacían unas tertulias enormes que era donde aprendieron sus hermanos. De esas fuentes él bebe, además de preguntar a muchísimos toreros de la época. Siempre quería saber mucho más. Era pura afición. Fue un hombre que nació para ser torero, lo tenía todo para ser torero por el físico, la inteligencia y la pasión. Es un hombre dedicado desde niño en cuerpo y alma a una pasión como es la del toreo por la que acaba entregando su vida. Es un ejemplo claro de un hombre entregado y dedicado por completo a lo que le dio fama.

P: Gallito llegó con la escoba de barrer y con ambición y buscando acabar con los toreros que habían humillado a su hermano Rafael.

R: Tenía esa especie de venganza porque lo pasaron muy mal. El mito de Belmonte dice que pasó mucha hambre y que salió desde la nada pero es que la familia de Joselito tampoco lo pasó mejor. El padre si estaba en la huerta de Gelves no es porque fuera suya sino porque lo pusieron allí de guarda. Él había sido muy derrochador y prácticamente se retiró sin un duro. Lo pusieron allí para que pudiera vivir. Cuando se murió el padre cambiaron varias veces de casa porque los echaban.

P: El propio Fernando padre pidió ayuda a Guerrita antes de morirse.

R: Claro. A Guerrita lo tuvo como banderillero y aprendió mucho con él y más o menos cuidó de la familia pero no siempre pudo. Y como Rafael El Gallo era tan desigual, aún estando en activo no siempre había dinero en casa. Pasaron sus apuros. Y ahí viene Joselito, el más responsable de todos. Rafael era un genio inclasificable e impredecible y la falta de carácter de Fernando hace que Joselito se eche la familia a la espalda cuando se puso a torear con 13 años.

P: La relación con Rafael se enfrió.

R: No le hablaba. Se habían dejado de hablar porque los dos últimos años de Rafael no habían sido buenos. Lo ponía por delante en muchos carteles con él y con Belmonte pero ya había llegado a un punto en el que estaba en franca decadencia, daba muchísimos petardos y Joselito tenía que hacer un sobre esfuerzo para remontar aquéllas espantadas. Hasta que le dijo que no podía seguir así y aceptó de mala gana pero al año siguiente decidió reaparecer. Joselito no le puso en los carteles, se enfadaron y dejaron de hablarse.

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Ignacio Sánchez Mejías velando a Joselito.

P: Cuando muere Joselito El Gallo en Talavera ¿se habían reconciliado con su hermano Rafael?

R: Creo que no. Hay una corriente que dice que los últimos años de Joselito fueron muy felices. Pero no sé de dónde lo habrán sacado. Todo lo que declaró a sus amigos era lo contrario, que vivía en una gran amargura y un momento muy delicado porque todo se le estaba poniendo en contra.

P: ¿Había llegado a pensar en la retirada?

R: Se dice que fue la condición que le puso el padre de Guadalupe de Pablo Romero para que se casara con su hija, que se retirara y se fuera a vivir un tiempo fuera de España. Quizá estaba viéndola cerca pero no creo que hubiera pensado en la retirada. Seguía ganando dinero, había hecho una nueva casa y, en un momento dado, se podría haber hecho hasta ganadero. Aunque ganó mucho dinero no creo que fuera el suficiente para hacer eso todavía.

Ahora pueden ser famosos o torear mucho pero eso no quiere decir que sean figuras como Joselito

P: En la prensa había una corriente bastante crítica y tuvo un enfrentamiento con el cronista de ABC Gregorio Corrochano.

R: Eso responde a la campaña que le organizó mucha gente, sobre todo la oligarquía sevillana, por ir en contra de tantos intereses. Al final, en muchas ocasiones, los medios son utilizados por los grandes poderes para atacar a la gente que consideraba molesta y Joselito el Gallo estaba sufriendo una campaña muy dura de acoso y, en especial, por parte de Corrochano que era quien más se había significado.

P: ¿Cuál fue el papel de Corrochano en la corrida de Talavera y su culpabilidad que le llevó a escribir ¿Qué es torear??

R: Es cierto que no estaba involucrado directamente pero también que quien organizaba la corrida es su familia. Corrochano era de Talavera, la viuda de Ortega es su prima y el ganadero es su sobrino segundo.

A partir de ahí lo que hace Joselito es intentar acercarse, limar las asperezas, apaciguar un tanto los ataques de Corrochano yendo a Talavera a torear. Un tanto para congraciarse no porque tuviera un interés directo en la corrida. Busca la parte sentimental y efectiva para intentar limar esos ataques. Siempre con su cuñado Ignacio Sánchez Mejías por medio que también era un hombre que se movía en ciertos círculos y que le aconsejó en este aspecto.

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El mausoleo de Joselito El Gallo en el cementerio de San Fernando de Sevilla obra de Mariano Benllure.

P: Fue una conmoción nacional la muerte de Joselito El Gallo.

R: Claro. Era una figura principal. Es como si ahora dijeras que se hubiera muerto una estrella del fútbol. Los espectáculos deportivos no tenían ninguna importancia, había teatro y música pero no conciertos como ahora entendemos.

Los toros eran el espectáculo de masas. Los actores de teatro eran conocidos pero no tanto como los toreros. Eran una parte fundamental de las clases populares, las clases altas se acercaban a ellos pero de una manera frívola y anecdótica nunca se implicaban con ellos. Todavía estaba mal visto ser torero en algunos círculos sociales.

P: El coronavirus ha impactado en el centenario de Gallito y los actos que se iban a celebrar.

R: Había actos en Sevilla, en Talavera, había preparada una gran exposición en Madrid para San Isidro. Yo creo que no pasaría nada celebrar el 100+1. Ya que se ha quedado ahí y las ideas están frescas creo que se puede aprovechar para el año que viene si nos deja la pandemia y aparece la vacuna o la mediación.

P: Justo antes del estado de alarma Victoriano del Río me dijo que «la tauromaquia sólo se salva desde dentro y con las figuras». ¿Cree que tiene salvación? Este año va a ser catastrófico, sobre todo para la cabaña brava.

R: Sólo se salva desde dentro y con figuras, siempre que sean figuras. Ahora pueden ser famosos o torear mucho pero eso no quiere decir que sean figuras. Es otra cosa. Figura era Joselito el Gallo.

P: ¿Ahora no hay ninguno como Joselito?

R: No. Ni de lejos. No digo la manera de torear, sino la manera de plantearse su profesión y defender el espectáculo. Ni a la suela de las zapatillas. Ha habido muy poquitos. Hay uno que podría serlo pero le han acabado aburriendo. Déjalo ahí que a buen entendedor pocas palabras bastan.

Paco Aguado. Joselito El Gallo, rey de los toreros. Edición corregida y ampliada. Prólogo de Luis Francisco Esplá. El Paseo. 2020. 552 páginas, 25,95 euros

El toro al matadero, la otra tragedia de la fiesta

El toro al matadero, la otra tragedia de la fiesta. La mala nueva la revela a Manolo Molés don Salvador Cebada con esa rigurosidad de una noticia luctuosa:

He mandado al matadero 80 toros que tenía listos para la temporada el 2020.

Noticia desoladora de lo que significa para el campo bravo a uno y otro lado del Atlántico la parálisis de una fiesta que se truncó por la pandemia que nos azota inmisericorde.

La mitad de la camada e Domingo Hernández, igual y uno podría seguir contando historias dolorosas para el campo bravo.

Formó esta ganadería de Cebada Gago en 1935 don Leopoldo Sainz de la Maza y Gutiérrez Solana, Conde de la Maza, con reses de don Juan Belmonte.

En 1938 se la cedió a su hija doña Cristina de la Maza y Falcó. En 1940 se aumentó con un lote de vacas de Gallardo y dos sementales de Juan Belmonte, siendo vendida en 1960 a don José Cebada Gago, y por fallecimiento de éste, en 1964, pasa a anunciarse a nombre de sus herederos.

Se eliminó todo lo procedente de doña Cristina de la Maza y se formó la ganadería con reses de don Carlos Núñez y “Jandilla”.

LA CRISIS ES PROFUNDA: VICTORINO MARTIN

Le pregunta Antonio Lorca al connotado ganadero :

—¿Está diciendo que desaparecerían ganaderías?

—“Por supuesto. De hecho, ya hay ganaderos que están mandando toros y vacas al matadero”.

Victorino Martín cuenta que su camada para este año es de 100 toros, y si no lidia “habrá una parte de esos animales que se perderá, tendría que reducir los gastos de explotación [la plantilla de la empresa la forman 18 personas] y pedir financiación externa; los toros que tienen cinco años no se podrían lidiar el año próximo y habría que buscarles otra salida”.

—¿Se refiere al matadero?

—“Es una de ellas, y, en función del peso, el precio medio de un toro bravo para el matadero es de 700 euros”.

La crianza de un animal para la lidia —el dato lo aporta el ganadero— supera los 5.000 euros a lo largo de su vida; y un toro adulto consume siete kilos de pienso diarios, lo que supone casi tres euros.

“Solo en alimentación”, aclara Victorino Martín, “sin incluir mano de obra ni cuidados sanitarios”.

EL MATADERO, DESTINO FINAL DEL TORO BRAVO EN TIEMPOS DE PANDEMIA

«Llevamos casi un año sin ingresos de ningún tipo, y esta situación, en ciertos casos, se hará insoportable». expresa condolido Victorino Martin.

«Nosotros llevamos el último trimestre del 2019 y todos estos meses de 2020 sin ingresos, y tenemos que seguir dando de comer a los toros todos los días, además de pagar a los trabajadores a final de mes», reconoce.

«¿Qué industria o actividad es capaz de soportar sin ingresos y con gastos?».

Se pregunta el ganadero, que tenía preparadas para este año unas 16 corridas, o, lo que es lo mismo, un stock de 102 toros, la gran mayoría cinqueños, que todavía siguen en el campo a la espera de acontecimientos.

«Sé que muchos compañeros están tomando ya medidas drásticas y sacrificando animales; pero yo voy a esperar, no quiero volverme loco, pues, insisto, tengo esperanza de que la situación pueda aliviarse durante el verano», remarca.

EL TORO, EL GRAN OLVIDADO

El toro de lidia, a su vez, es una singularísima especie con una amplísima variedad genética, mucho mayor que la del águila imperial (Aquila adalberti) o el lince ibérico (Lynx pardinus)(Mieria Casas-Marce et all. “Patiotemporal dynamis of genetic variation in the Iberian lynx alongs its path to extinction reconstructed with Ancient DNA”, Molecular Biology and Evolution, 2017).

Particularmente, el toro de lidia, es decir, la subespecie Bos primigenius taurus, dentro de la especie Bos primigenius, presenta una variedad genética del 20%, frente al 7% de las razas bovinas europeas o al 5% de las otras razas autóctonas de la península ibérica, como el ganado retinto, la vaca avileña o la morucha (Javier Cañón et all. “Distribución de la variabilidad genética en la raza de lidia”, Archivos de Zootecnia, 2007).

Esa variedad genética es obra de la intervención humana, como resultado de la búsqueda deliberada -a través de la selección de vacas de vientre y sementales- de unos rasgos morfológicos y de unas pautas de comportamiento orientadas a la celebración de espectáculos taurinos.

Paralelamente, el toro de lidia se cría a partir de unos patrones armónicos con el mantenimiento de las dehesas, más que otras razas bovinas destinadas a la producción de carne o de leche.

En efecto, y en primer lugar, las ganaderías de bravo requieren una gran amplitud media por animal para que el toro campee, es decir, para favorecer su movilidad y musculación.

Esto hace que las densidades poblacionales por superficie sean mucho menores, lo que facilita la regeneración de la dehesa.

Fácil para la convivencia

En segundo lugar, las pautas alimenticias del toro de lidia, favorecidas por esa menor densidad poblacional por hectárea, son menos agresivas con las encinas o el matorral y menos proclives a la práctica del ramoneo.

Una vaca retinta, por ejemplo, orientada a la producción de carne, puede alcanzar un tamaño que le permita el ramoneo en grandes encinas, centenarias, a las que puede dañar más fácilmente que los toros de lidia, que normalmente no alcanzan grandes dimensiones.

Y en tercer lugar, el toro de lidia convive mucho más fácilmente con otras especies, tanto animales como vegetales.

Además del cerdo ibérico, que comparte espacios en régimen de ganadería extensiva, son habituales en las dehesas de bravo especies como jabalíes, ciervos o gamos. 

También abunda la avifauna: buitres, águila imperial, águila perdicera, águila culebrera… así como un suelo enriquecido con insectos, hongos y microorganismos. El toro al matadero.

Celebración de los 75 años de La México será virtual

Celebración de los 75 años de La México será virtual. El aniversario 75 del coso más grande del mundo, la Plaza México, tendrá toros pero de manera virtual.

Tauroplaza México anunció este domingo tres transmisiones, a través de la página oficial de Facebook del cumpleañero escenario, para celebrar sus tres cuartos de siglo desde la inauguración el 5 de febrero de 1946.

El viernes 5 de febrero, celebramos 75 años de que la Monumental Plaza de Toros México fue inaugurada.

En aquel lejano México de las buenas costumbres, la educación y el respeto, la sociedad, desde mi punto de vista, funcionaba mejor.

Por el simple hecho de que permeaba el respeto.

Tenía problemas nuestro país, sin duda.

Pero nada a comparación de la actualidad, en la que parece estar el mundo al revés.. dice Rafael Cué en sus recuerdos.

Sinceramente me hubiese gustado vivir en aquellos tiempos.

No me quejo, lo que hay es lo que toca, pero creo que el romanticismo, cierta ingenuidad, y sobre todo la capacidad de asombro que se tenía.

Hacían de la cotidianidad algo más sencillo y menos presuntuoso.

Luis Castro “El Soldado”, Manuel Rodríguez “Manolete” y Luis Procuna, ante seis toros de San Mateo, provocaron la euforia social ante el magno acontecimiento inaugural en 1946.

Tras casi dos años de construcción en lo que eran las afueras de la entonces mancha urbana de la capital mexicana.

Neguib Simón, soñador y visionario, mexicano comprometido con el desarrollo y modernidad, se dio a la tarea a levantar la Ciudad de los Deportes.

Llegó el día y la expectación era mayúscula, las vías de acceso limitadas, y la ilusión de un México soñador el principal aliciente para llevar a cabo proyectos de esta envergadura.

El festejo inaugural comenzó unos minutos tarde, incluso los toreros llegaron justos de tiempo, dado el caos que se formó en los alrededores.

Así empezó la historia y la gran Plaza México ha sido partícipe del pasar de los años en la hoy Ciudad de México.

La sociedad se manifestó culturalmente disfrutando los toros, la sobriedad de los años 40, el auge taurino en los 50, el destape sesentero, el surgimiento del maestro Manolo Martínez, y su plenitud en los 70.

De la mano de Eloy Cavazos, Curro Rivera, Antonio Lomelín, Mariano Ramos y tantos otros que dieron solidez a nuestra baraja y con la que tantos aficionados de hoy forjamos nuestra pasión.

Mi vida personal y afición a los toros no se pueden explicar sin la Plaza México, ahí he soñado desde niño, cuando de la mano de mi padre esperaba en la calle a que llegaran los toreros.

Mi primer recuerdo es ver al matador Alfredo Leal llegar en un imponente Galaxy verde, vestido de verde y oro, saludándome moviendo la mano sin ni siquiera bajar la ventanilla.

Ese día fue mi primer “contacto” con un torero.

No recuerdo si le fue bien o mal, simplemente tengo claro en mi mente que todo lo que hizo durante la corrida me impresionó, sentía una intensa conexión con él.

En mi vida lo traté, pero son de esas cosas que te marcan cuando niño, como también me marcó un mediodía de domingo tras insistir toda la semana a mi padre que me llevara al enchiqueramiento de los toros a lidiarse por la tarde.

El que me presentara ante la figura de don Lorenzo Garza, “mira, te presento al maestro Garza”.

Fui volteando hacia arriba, era yo un niñito, y le vi, perfectamente engominado el peinado hacia atrás, con tremendo puro en la boca, me quedé perplejo y pensé: “cuando sea grande me peinaré así y fumaré puro”.

Con el tiempo mantuve ese look y comencé a fumar puro en mis tempranos 20, gusto que hoy disfruto a plenitud durante una corrida de toros.

En La México he gozado, me he emocionado hasta lo inexplicable y he sufrido al ver a amigos torear ahí.

El tiempo, el destino y mi esfuerzo de 25 años de trayectoria como profesional en el medio taurino.

Me brindan hoy la oportunidad de haber editado 10 anuarios Matador, y de formar parte del equipo de comentaristas durante las transmisiones por televisión de la Temporada Grande.

Una inmensa responsabilidad que disfruto con el honor de ser una milésima parte de la vida del gran coso.

Los dos rabos a Dos Santos en La México en la pluma de Alcalino

Los dos rabos a Dos Santos en La México en la pluma de Alcalino. En la historia de la plaza México, ha sido la única tarde en que un matador de toros cortó todos los apéndices a los dos toros de su lote: las cuatro orejas y los dos rabos de  “Goloso” y “Chato”, de Pastejé.

El histórico portador de este privilegio es Manolo dos Santos, un joven nacido en la provincia portuguesa de Golegá 24 años atrás.

Sus alternantes: Luis Castro “El Soldado” y Silverio Pérez, dos glorias del toreo mexicano.

Y el marco, la quinta corrida de la tardía temporada grande de 1950, con una Rosa Guadalupana en juego y la plaza colmada hasta el reloj.

En ese entonces, las relaciones taurinas entre México y España estaban rotas, producto del segundo boicot de la historia, a principios de 1947, enderezado principalmente contra Carlos Arruza, invasor indeseable, pero también, extrañamente, contra su pareja y rival español Manuel Rodríguez “Manolete”.

Dos Santos cumplía su cuarta actuación consecutiva en la México. Había irrumpido por sorpresa, pero desde la triunfal confirmación doctoral (08.01.50) no se cayó ya del cartel, llevaba cortadas cuatro orejas y, sobre todo, se hizo completamente del público mexicano gracias a un fabuloso quite por gaoneras a “Muchacho”, de Torrecilla (22.01.50), que le valió inmediata y clamorosa vuelta al ruedo.

En nuestro país, la fiesta estaba saliendo de la conmoción del encimismo –que sucediera al adiós de los grandes veteranos de la Época de Oro–, y el toreo suave y rítmico de Dos Santos, citando y aguantando a los toros desde largo y pródigo en templado toreo izquierdista, provocó, desde el primer momento, una explosión de júbilo.

Fueron dos faenones

Este 29 de enero de 1950, con dos excelentes toros de Pastejé –bravos y nobles a la vez— el artista lusitano mantuvo, mejorada, esa tesitura, incluso con más ahondado temple y ligando más que nunca.

Con ambos, Dos Santos lució y emocionó hasta el delirio, se consagró como un genuino artífice del pase natural y provocó tal conmoción que cuando se perfiló para estoquear a sus dos toros estaba el ruedo cuajado de sombreros.

Y como las cosas, cuando ruedan bien, suelen salir redondas, ambas estocadas, volcándose Manolo sobre el morrillo y apuntando a la cruz, hicieron pupa a los de Pastejé.

De modo que el juez Lázaro Martínez no dudaría en agitar el pañuelo verde, y todo mundo, sin la menor discordancia, aclamó el otorgamiento de los máximos apéndices en interminables vueltas al anillo, preludio de la tumultuosa salida en hombros reservada para estos casos.

Versión de Carlos León

El agudo cronista de Novedades, lo vio así:

Torero completísimo, lo mismo abrió su capote en la sobria solera de pausadas verónicas, en las lentas gaoneras o en el ritmo pinturero del quite de Chicuelo, que tomó los garapullos en sus dos enemigos para brindarnos su alegría como rehiletero, buscando en todo momento la arrancada recia y desde largo para impregnar de emotividad el arte de adornar las péndolas…

Pero donde culminaría su afirmación como el mejor torero de los últimos tiempos, sería en el perfecto manejo de la muleta…

La faena al tercero, brindada a Carlos Arruza… se inició con cinco altos hieráticos, los primeros de absoluto quietismo; los tres siguientes, recreándose en la suerte con el sello de Belmonte.

Y se quedó en los medios, con la franela pendiendo de la mano torera, para dibujar la trayectoria de cinco naturales de asombro, que habría de culminar con el forzado de pecho, lento, torerísimo, incopiable…

y siguió Manolo recreándose en dibujar naturales, con tanta lentitud y tal ajuste, que llegó un instante en que el pitón de “Goloso” tropezó con el muslo del lidiador y le desgarró la taleguilla…

sin inmutarse, continuó toreando en redondo y por abajo, ahora con la diestra, hasta girar, como postrer adorno, en los muletazos lasernistas.

Conseguida la escandalera… se fue recto tras la espada y la sepultó hasta la empuñadura, haciendo que el de Pastejé rodara sin puntilla. Las dos orejas y el rabo y tres jubilosas vueltas al ruedo…

Con el sexto…llevó el toro a los medios con suaves muletazos por delante…

y en el centro del ruedo, dibujaría un trincherazo magno, para plantarse con la sarga en la izquierda y volver a asombrarnos con cuatro naturales soberbios que eran como “toreo de salón”, como si el toro no existiera, con una tranquilidad y una hondura de excepcional artífice….

Derechazos inmejorables, con un juego de muñeca que acompañaba y despedía lentamente la embestida del burel… nuevos naturales que fueron un portento de buen gusto.

Conseguida la igualada, Manolo volvió a entregarse con fe a la hora de hundir la tizona, haciendo polvo al pastejeño con certero estoconazo. Y aquello fue el delirio.

La confirmación irrefutable y unánime de que nos encontrábamos ante el milagro taurino de la época.

Otra vez las orejas y el rabo, amén del otorgamiento de la Rosa Guadalupana, trofeo en disputa de una “disputa” que nunca llegó a existir.” (Novedades, 30 de enero de 1950)

Efectivamente, ni Luis Castro, que cumplió decorosamente, ni Silverio Pérez, en franca decadencia, fueron oponentes serios para el lusitano.

No les tocó lo mejor del encastado encierro de Pastejé y ambos estaban ya lejos de parecerse a las figuras señeras, ellos mismos.

Que habían marcado a fuego la década que se cerraba.

El mejor torero luso

Para Dos Santos, no hay que decirlo, fue su tarde cumbre en México y acaso la más completa de su vida.

Ese año quedó líder del escalafón español con 80 corridas toreadas.

Fue un favorito del público de Sevilla –donde tomó su segunda y definitiva alternativa de manos de Chicuelo, 15.08.48.

Mas una serie de percances frenaron su marcha y determinarían su prematuro alejamiento de los redondeles.

Cuando quiso recuperar el tiempo perdido, a principios de los 60, ya era tarde.

Radicado en su país, dirigía los destinos del coso lisboeta de Campo Pequeno cuando, joven aún, un brutal accidente vial se lo llevó para siempre (18.02.73).

Un final inesperado y doloroso, semejante al de su gran amigo y rival Carlos Arruza, y al de César Girón, Curro Caro, Rafael Gitanillo, Jaime Bravo, Finito, Chema Luévano y tantas víctimas del volante más.

Al ocurrir su eclosión triunfal en la México pocos pudieron relacionarlo con el desconocido y aniñado joven al que Armillita le había cedido muleta y estoque en El Toreo hacía apenas dos años (14.12.47), sólo para que “Vanidoso” –otro pastejeño—le seccionara la femoral al dar un pase de pecho zurdo.

Desgracia que lo llevó a renunciar a dicho doctorado, antes de rehacerse y reescribir su historia torera.

Lo que hizo con una fortaleza de carácter no denunciada por su rostro aniñado, pero que ya había estado presente aquella tarde de Cuatro Caminos, cuando con el muslo bañado en sangre recuperó su muleta y quiso volver a la cara de “Vanidoso”.

Evidentemente, algo más que finura y clase debía albergar en su interior el único espada que ha logrado cortar cuatro orejas y dos rabos en los más de 70 años de vida del coso de Insurgentes.

Con GARZA, ha sido DOS SANTOS el único matador premiado con los rabos de sus dos toros en la México Sólo testimonial la presencia de LUIS CASTRO y SILVERIO PÉREZ en la corrida Guadalupana de 1950                                      


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