Hace 65 años que nos dejó una mujer extraordinaria. Como tantas y tantas mentiras sobre su vida, al día de hoy en el 99% de las informaciones certifican, que Lupe está enterrada en el Cementerio de Hortaleza (FALSO) Antoñita Bronchalo duerme en el descanso eterno, en el Cementerio de Canillas en la capital de España.
Vox Populi recuerda :
Desahuciado en la enfermería de la plaza, Manolete confió en el buen hacer del doctor Garrido, el cual obró el milagro de mantenerlo con vida hasta la llegada de Luis Jiménez Guínea, afamado cirujano que erró en el tratamiento y terminó por rematar la vida del torero. Mientras España rezaba por la salud de Manolete, desde Lanjarón (Granada) se trasladaba a toda prisa una mujer sin igual que anhelaba despedirse a tiempo.
La dama que dividió a las dos Españas (la triunfadora y la perseguida) y conquistó el corazón del más grande y carismático torero que se recuerda en la tierra que nunca duerme. Se llamaba Antonia Bronchalo Lopesino. Lupe Sino.
Una mirada desde el ruedo y un güisqui en Chicote
Andaba Manolete en Las Ventas haciendo una faena singular, de esas que convencen hasta a la prensa, cuando sus ojos se fijaron en el rostro de una joven de belleza inusitada. Profesional hasta el extremo y matador de método, para Manolete el oficio era su vida. No conocía nada más allá del ruedo. Por ello, trató de olvidar la preciosa imagen que habían capturado sus retinas. Las mujeres no formaban parte de su día a día.
De hecho, decir que gozaba de habilidades sociales para el flirteo sería mentir. Nunca se le conocieron historias de amor o noviazgos a plazo fijo, su personalidad excesivamente estoica y tímida con el sexo contrario cercenó toda esperanza de envejecer junto a una mujer que lo llenase. La única persona, antes de la ilustre Lupe Sino, que llegó al segundo nivel de su corazón se apellidaba Eraso. De ascendencia vasca, los padres de la joven invitaron al diestro a comer con ellos en Córdoba, pero este no fue capaz ni tan siquiera de subir las escaleras. Solo se encontraba cómodo entre reses.
Es bien sabido que el concepto feria taurina nunca prendió en México, acostumbrada la afición a los festejos dominicales de sus temporada grande (corridas) y chica (novilladas). Y cuando, muy eventualmente, se organizó una feria a la española –es decir, varias corridas en días consecutivos– los resultados fueron adversos. El segundo intento, luego de la Feria Guadalupana de 1956 en El Toreo, se produjo cuando estaba por romper el otoño de 1976 y la Plaza México permanecía cerrada y sin empresario luego del petardo de DEMSA en el invierno anterior. Jaime de Haro fue el valiente al que se le ocurrió la idea, pese a que su anterior experiencia en el medio había resultado fallida. Sucedió dos años antes, cuando sobrado de audacia y recursos quiso incursionar por España a través de un mano a mano entre Paco Camino y Manolo Martínez. Primero se ufanó de que arrendaría la mismísima Maestranza sevillana para el acontecimiento, pero a la hora buena tuvo que conformarse con el turístico coso de Marbella. Y como la temporada tocaba a su fin (20.10.74), sólo pudo disponer de un terciado encierro de Carlos Núñez. No sólo falló el ganado, los supuestos rivales tampoco anduvieron inspirados y la prensa los tundió en serio, con una saña sólo comparable al cúmulo de obstáculos que el medio taurino mexicano opuso en aquel 1976 al obstinado promotor hasta obligarlo a habilitar el Palacio de los Deportes de la capital como escenario de su feria, que constaría de ocho corridas sin otra figura a la vista que Curro Rivera –Manolo, Eloy y Mariano, ausentes—y un Manolo Arruza en pugna por serlo. Los cuatro diestros hispanos que Jaime de Haro consiguió contratar, luego de asegurar que estaba tratando con los ases, eran tres ilustres desconocidos oriundos de Sevilla o sus inmediaciones, y el cuarto un sobrino del vallisoletano Fernando Domínguez, uno de los capotes más finos en los tempranos años 30. Tras vencer mil dificultades, el promotor anunció una serie de ocho corridas para mediados de septiembre. Las funciones empezarían a las siete de la tarde y serían televisadas, una novedad luego de la drástica suspensión de las transmisiones en enero de 1969 (Manolo Martínez-Leodegario Hernández mediante). Pese a lo ralo de la cartelería, la
organización, empezando por el acondicionamiento del local, costó una millonada, pues todo mundo –apoderados, ganaderos, subalternos, autoridades—se puso las botas a la hora de cobrar. Hasta sus “colegas” empresarios le hicieron la guerra. Pero el señor De Haro no se arredró y echó pa´lante. La coyuntura de Curro. Afanoso por aprovechar el vacío que dejó Manolo Martínez al ausentarse de los carteles capitalinos durante tres años tras la grave cornada de “Borrachón” (03.03.74), no dudó Curro Rivera en postularse a la vacante, y durante dos inviernos consecutivos, aunque con resultados desiguales, estuvo más presente en los carteles de la México que ninguno de los otros candidatos (Cavazos, Mariano Ramos y de modo más incipiente Manolo Arruza). Y como ninguno de ellos se arregló con Jaime de Haro, calculó Curro que estaba ante la oportunidad de dar el paso decisivo. Por lo tanto, no dudó en escriturar cuatro fechas que lo convertían en base y eje de la feria del Palacio aunque, a cambio del privilegio de elegir tres encierros –Mimiahuápam, Santo Domingo y Tequisquiapan–, hubo de transigir con otro de la familia De Haro, que no funcionó. Mal ganado y otros inconvenientes. Salvo la excelente corrida de Tequisquiapan que da forma a nuestra Historia de un cartel de hoy, el ganado defraudó por completo, a tono con unas entradas desoladoras. En las seis citas iniciales, solamente se habían cortado cinco orejas, cuatro para el hijo de Fermín Rivera y una para el hispano Gabriel Puerta, tan protestada como alguna de las de Curro. Manili, herido en los inicios de su primera faena, quedó inédito en México, y otro tanto un Rafael Torres que nunca paró los pies, mientras Roberto Domínguez era zarandeado por los astados en dos apariciones en las que apuntó el cante con el percal pero fue constantemente desbordado muleta en mano. El primo de Diego Puerta –o eso se decía—toreaba a toda velocidad y no gustó. Tampoco, entre los mexicanos, el veterano Capetillo, en lo peor de una desafortunada reaparición, ni el moreliano Marcos Ortega, ni Miguel Villanueva, tan incierto como los de De Haro que le correspondieron en su única salida. O Ricardo Balderas, a quien Curro le dio la alternativa la noche del día patrio (16.09). Fue aberrante que se obligara a confirmar las suyas a los españoles Rafael Torres (12.09, de manos de Jesús Solórzano), Gabriel Puerta (13.09, con Capetillo como padrino), Roberto Domínguez (14.09, de Curro Rivera) y Manuel Ruiz “Manili” (15.09, por Manolo Arruza). También lo hizo Cruz Flores (14.09, Curro Rivera fue el otorgante). Cruz y Roberto tendrían que volver a hacerlo cuando se presentaron en la Plaza México, única sede tradicionalmente válida para tales ceremonias en la capital del país.
Y de súbito, un corridón. Así estaban las cosas cuando, el sábado 18 de septiembre, partieron plaza en el insólito escenario Curro Rivera, Manolo Arruza y Cruz Flores, ante la mejor entrada del ciclo y delante del celebrado tenista argentino Guillermo Vilas, recién salido de la ducha tras jugar por la tarde. Era la cuarta comparecencia de Curro, que había cuajado con “Consentido”, de Mimiahuápam la faena cimera del tedioso serial.
Tequisquiapan lo borda. Asentada en el estado de Querétaro, la de Tequisquiapan era una ganadería corta pero buena, que en manos de don Fernando de la Mora Madaleno, un enamorado de la casta brava, siempre envió a la capital astados fuertes, enrazados y de respetables cornamentas. El encierro que vimos en el palacio era algo terciado pero íntegro en todo sentido. Curro Rivera lidió dos toros excelentes, y más alegre y dócil aún fue el tercero de la noche, para el joven Cruz Flores. Y muy enrazado, con mucho que torear, el obsequiado por Manolo Arruza, bautizado como “Cara Sucia” seguramente por la mancha blanca que le cruzaba la faz. El lote de Arruza fue el menos propicio y el segundo de Cruz difícil, pero el balance estuvo a la altura de los prestigios del hierro queretano.
Rivera, avante. Consciente de su papel central, Curro hizo en esta séptima de feria una convincente exhibición del sitio y el poder ostentaba. Parco con el capote, su muleta prodigó trazos de largo metraje, traicionado a veces por la rapidez pero con numerosos pasajes de temple lento y sabroso cuando se relajaba. Le cortó una oreja legítima al abreplaza “Campasolo” por faena basada en la mano zurda, y hasta el rabo –que tuvo que guardarse ante las protestas— al no menos noble y encastado “Herrerito II” luego de un muleteo a más, de series largas por ambos pitones y sin que faltara el circurret, ese mazo de derechazos en circulo rematado cada uno por alto y sin mover las zapatillas de su posición inicial para ligarlos. Pinchó una vez antes de la estocada que hizo doblar a un burel cuya clase, bravura y fijeza obligaría a los señores De la Mora, padre e hijo, a acompañar a Curro en una de sus vueltas triunfales, que lo confirmaban triunfador absoluto de un ciclo en el que alzó como trofeos un total de siete orejas y un rabo. Sin embargo, para que el indudable éxito de Curro Rivera alcanzara la trascendencia deseada habrían hecho falta otro escenario y otro ambiente, además de la presencia de figuras consagradas disputándole las palmas.
Arruza y Cruz también orejeados. Manolo Arruza no se resignó a mantenerse en tono de buen torero con el lote malo de la corrida y decidió regalar el sobrero. Y la exigente bravura de “Cara Sucia” iba a encontrar justa correspondencia en el capitalino desde el recibo con tres ligados faroles de rodillas hasta la estocada en lo alto, luego de cubrir el segundo tercio entre ovaciones, y de una seria, poderosa y emotiva faena. La inició sentado en el estribo y terminó enseñándole al encastado morlaco quién mandaba ahí cuando ligó una perfecta tanda de tersos pases naturales. No olvidó el sello de la casa –molinete, arrucina y doblones torerísimos, rematados rodilla en tierra–, como antesala de un volapié de su marca, todo lo cual le valió las dos orejas y la salida en hombros. Otro par de apéndices había cobrado ya el recién doctorado Cruz Flores, que tendía al toreo fino y no carecía de valor sereno y encomiable decisión. Le correspondió el más alegre y suave de los de Tequisquiapan, lo recibió con faroles de rodillas y sus verónicas acusaron clase. “Ventanero” era el toro ideal para consagrarse y Cruz no lo desperdició, atinó a dar plaza a sus embestidas citando desde largo y le ligó una magnífica faena, acaso
sin la vibración y empaque de los maestros consumados –era apenas su corrida número once como matador–, pero contando siempre con el respaldo de un público ávido de novedades y entusiasmado por el buen aroma de su toreo. Y como cultivaba el volapié clásico, una estocada fulminante puso en sus manos las dos orejas del estupendo burel queretano.
¿Qué fue de Cruz Flores posteriormente? Pues que a pesar del sonado indulto de aquel “Simpatías” de Reyes Huerta, en la México y al lado nada menos que de Martínez y Cavazos (05.02.79), su carrera no prosperó y poco a poco se fue diluyendo. Lo perjudicó un inoportuno encontronazo de su apoderado Teófilo Gómez con Manolo Martínez por un toro de regalo en Querétaro, incidente que terminó por cerrarle muchas puertas. Una feria más. No sería aquella la única ocasión en que la fiesta de toros se refugió en el Palacio de los Deportes debido al cierre de la Plaza México. En 1987, el hijo del regente del entonces Distrito Federal, que era Ramón Aguirre, estaba encaprichado por manejar la Monumental, mal conducida a la sazón por un Alfonso Gaona cargado de años, con la brújula perdida y los tiempos de sus temporadas dados al garete. Para presionarlo, Rodrigo Aguirre, incipiente ganadero también, montó en el Palacio, en diciembre de aquel año, una feria breve pero ésta sí con nombres sonoros en la cartelería –Manuel Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera y Miguel Espinosa, y como contingente hispano El Niño de la Capea y los recién alternativados Mike “Litri” y Rafi Camino. Los festejos se celebraron en dos fines de semana y las autoridades reincidieron en la necedad de las apócrifas confirmaciones.
Y aunque se vieron cosas interesantes, lo impropio del escenario y la discreta respuesta de público clausuraron, parece que definitivamente, cualquier posibilidad futura al respecto.
Juan de Castilla, oreja en. su primero y otra al sexto el Tiemblo, Ávila, nos cuenta José Fernando Arango.
Esto es muy importante para el torero de Medellín pues su compromiso más relevante será el 22 en Madrid
Juan de Castilla, Isaac Fonseca y José Fernando Molina son los tres nombres propios de la corrida de toros de este domingo 22 en la Plaza de Toros de Las Ventas (18:00h.). Para la ocasión se anuncian toros de la divisa de Antonio Bañuelos. Una cita que llega tras los dos desafíos ganaderos y la corrida concurso, y que servirá de antesala a la próxima y ya cercana Feria de Otoño.
A partir de este domingo, el horario de los festejos de lo que resta de temporada será a las 18:00h. No obstante, la Gran final del “Camino Hacia Las Ventas” del próximo 12 de octubre se celebrará en horario matinal (12:00h.).
VENTA DE ENTRADAS Las entradas para la corrida de este domingo 22 de septiembre están disponibles en la web www.las-ventas.com y en las taquillas físicas con horario de 10 a 14h. y de 17 a 20h. Además, se vuelve a poner en marcha la promoción que permitirá comprar a cada titular de abono, hasta las 14:00h. del día de festejo, hasta 4 entradas con descuento, en las taquillas de la plaza y en la plataforma del abonado en la web oficial.
Los abonados de temporada, en todas sus modalidades, tienen incluido estos festejos en su tarjeta de abono sin necesidad de retirar entrada alguna y también podrán adquirir hasta 4 entradas adicionales con descuento en las taquillas de la plaza. Los jóvenes hasta 25 años podrán comprar su entrada en taquillas y web con la tarifa reducida de abonado.
Estuvo a punto. Todo arreglado, la corrida de Las Ventas previo el envío de 20 fotografías de toros del maestro Rincón, los honorarios ( conozco la cifra pero no la voy a desvelar ) ,la fecha… El sí del torero de Galapagar aparentemente asegurado. Estuvo tentando para » probarse» y tras el último llamó para decir que » no me encuentro» y cancelo mi viaje a Colombia. Lo siento». Ducha de agua helada para un Luís Bolívar que con un grupo de amigos de Colombia y México se ha echado a los hombros la feria en Cañaveralejo 2024.
Que por actitud que no quede por los esfuerzos del maestro caleño que desea unos carteles fuertes, que entusiasmen a los aficionados.
Traer a José Tomás era el bombazo. No se escatimó nada…Pero al final no quiso o no pudo o como él mismo señaló, en esos misterios que rodean a un torero, tras el tentadero, cayeron los demonios sobre la suculenta oferta del colombiano al de Galapagar y al final, NO.
El duende no vino como lo quiso Lorca.
Tampoco se contará con Roca Reu que optó por cerrar la temporada de este año con su presentación en Lima el 17 de noviembre y volverse a enfundar el traje de luces en febrero por México.
El que no se rinde es Bolívar y sigue buscando lo mejor y lo que Cali precisa y que conoce muy bien el vallecaucano. No les quepa duda, » El toro vive en Cali «.
Puedo avanzar que está lista una corrida del maestro Rincón de Las Ventas del Espíritu Santo, un entipada y preciosa corrida de José Arcila y su señora, Gina, la hija del Dandy que pasta muy cerca de Cali. La ganadería se llama «Campo Real «.
Tacabamba, Perú – Toros de San Alejandro (1º,2º y 3º) y Apusawa (4º,5º y 6º), el 4º fue indultado. Jesús Enrique Colombo, dos orejas y dos orejas y rabo simbólicos; Anderson Rodríguez, ovación tras aviso y palmas; y José Cabrera, oreja y silencio.
Reseña de la colega Magalky Zapata :
Y con la apoteósica salida a hombros del vendaval Colombo terminó la segunda de feria en Tacabamba. Vaya pedazo de estoqueador que hace honor a su título de matador de toros cuando toca y cuando no, pues les potencia sus bondades y los indulta. Así lleva, si no me equivoco, tres indultado entre junio y septiembre en nuestro país:
25 junio en Huambos Cajamarca, 2 y rabo (indulto)
28 de junio Cutervo Cajamarca, 3 orejas y rabo (indulto)
15 de setiembre Tacabamba Cajamarca, 4 orejas y rabo (indulto)
Inapelable. Incontestable. Irrevocable. Inevitable. Irremediable. Triunfa porque tiene que triunfar, con fundamentos de torero en sazón y capacidad que atraviesa un gran momento… y esto apenas empieza. Ya viene para Acho el 27 de octubre. No me lo pierdo.
AL FINAL, LOS DOS EN HOMBROS Y UN TORO DE JUAN PEDRO LIDIADO MAGISTRALMENTE POR PONCE, CON LOS HONORES DE LA VUELTA AL RUEDO A SUSS PROFUNDAS Y ENCLASADAS EMBESTIDAS.
Tarde surcada por los detalles, por la torería, por la competencia leal con un inmenso Ponce que rubricó su maestría con el quinto de la tarde, un gran Juan Pedro para el que se pidió el indulto que se trocó en la vuelta al ruedo y dos orejas para este maduro y joven valenciano que ha toreado con sumo sentimiento, con serenidad, temple, armonía, sin premuras, con ese temple exquisito, esas formas y el fondo de una faena cumbre que fue su despedida de Murcia. Cortó al final 3 orejas.
Qué maravilla esos trazos largos, esas poncinas del quinto, los finos arabescos del toreo por bajo, las trincherillas y los pases de pecho.
Se va del toreo en activo porque quiere pero posee los dones y el metraje para seguir.
Qué gran toro ese » Gritón «, cuatreño, bien armado de Juan Pedro; el toro soñado para triunfar.
Por cierto se lidiaron toros de 4 ganaderías.
Su rival ocasional en el mano a mano, el maduro Pepín Liria se fue a portagayola en su primero y en el sexto para no dejar dudas de su exigente preparación , desempolvó viejas glorias y estuvo con raza y toreria en los tres que lidió. El otrora ídolo murciano salió » a por todas » entregándose a su público que lo arropó , sin dejar de lado nada para expresar lo que ha sido su personalidad. Fue un digno oponente del maestro Ponce.
En el sorteo de los toros de Juan Pedro Domecq, Garcigrande, Hnos. García Jiménez y El Freixo, que esta tarde se lidiarán en la plaza de toros de Murcia.
El cartel lo componen Enrique Ponce (despedida de Murcia) y Pepín Liria -mano a mano-. El festejo comenzó a las 11 y30 de la mañana hora colombiana.
ORDEN DE LIDIA
1º Nº 56. EXPLÉNDIDO. Negro burraco. 528 kg. 05/20 (Hnos. Gª Jiménez) 2º Nº 09. ENEMIGO. Colorado. 527 kg. 10/19 (El Freixo) 3º Nº 09. HALAGADO. Negro. 503 kg. 04/20 (Garcigrande) 4º Nº 108. CONFITERO. Negro bragado. 517 kg. 11/19 (Garcigrande) 5º Nº 48. GRITÓN. Negro. 542 kg. 01/20 (Juan Pedro Domecq) 6º Nº 10. CLANDESTINO. Negro. 525 kg. 02/20 (Hnos. Gª Jiménez)
Banderilleros Raúl Caricol (lidia 2º) Jesús Talaván (lidia 4º) Juan Carlos Rey (lidia 6º) Alfredo Cervantes
Picadores Alonso Sánchez M. Jesús Ruiz ‘Espartaco’ Puchano
Mozo de espadas Fco. Javier Hernández
Ayuda Ignacio de la Olla
EQUIPO PRESIDENCIAL
Presidente: José Miguel Muñoz Conesa Asesor artístico: Andrés Sánchez Hernández Asesor veterinario: Francisco Martínez Gomariz Delegado: Ángel Hernández García
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