Hoy tenía que haberme reunido con el maestro Roberto Domínguez. Lo había citado en Mérida, para una entrevista; pero como le informé a Rubén Darío Villafraz los imponderables que nos acompañan impidieron me trasladara a la Ciudad de los Caballeros.
Aunque la reunión sigue pendiente, reunirme con el torero de Valladolid es una meta inmediata, porque en la experiencia de Roberto Domínguez como torero de alto rango, de profesional de la Arquitectura y de su formación humanista, lo que le distingue como creador dentro de la tauromaquia atesora nuevas respuestas para viejos problemas.
El motivo de reunirnos en Mérida fue el aprovechar la presencia del poderdante del joven Andrés Roca Rey en la Feria del Sol de Mérida. Es el peruano el líder indiscutible de la torería universal. Como lo ha sido, es y debe ser Julián López “El Juli”. Otro adelantado, que por más de 20 temporadas se ha mantenido en la cima de la fiesta. Es lo que hoy ocurre con Roca Rey; ambos con brillantes e históricas carreras en las que el maestro de Valladolid, Roberto Domínguez, tiene mucho que ver.
Recordarán nuestros lectores que hace poco, pocos días apenas nos referimos a la resurrección del beisbol en Venezuela, gracias al esfuerzo de la inauguración de dos impresionantes escenarios deportivos: el Estadio de Macuto y el Monumental de La Rinconada, teatros de la Serie del Caribe torneo y competencia que se convirtió en avivador de un aletargado espectáculo. Históricamente, había ocurrido; cuando el Estadio de San Agustín, primero, los estadios de la Universidad más tarde, sentaron las bases para el desarrollo de nuestras mejores épocas.
En los toros está la evolución que se vivió en Caracas, primero con el Metropolitano, más tarde el Nuevo Circo en su época de mayor brillantez o en su expansión territorial con la Maestranza de Maracay, plazas monumentales de Pueblo Nuevo, Mérida, La Chinita y Valencia, escenarios que a la vez se convirtieron en rectorías, imponiendo sus escuelas, hasta que hace poco la detención del progreso por intervención del islamismo de conductores revolucionarios enemigo acérrimo y contradictorios de la Fiesta de los Toros en Venezuela.
Fernando Domínguez. Un adelantado, un autodidacta, un genio que le arrancó a Pepe Alameda la expresión “Fernando Domínguez descubre a Belmonte, antes de ver a Juan Belmonte”; y, más adelante provocaría explicaciones, para diferenciarse de Manolo Escudero con aquello de: “ …con la verónica Escudero se entierra, mientras que Domínguez levita”.
El 26 de septiembre de 1937, en un mano a mano entre Victoriano de la Serna y Fernando Domínguez, el de Valladolid cortó cuatro orejas y dos rabos. En los años 1938, 1939, 1940 y 1941 siguió toreando, aunque en estas dos últimas temporadas toreaba poco.
Tuvimos la suerte disfrutar la amistad de Manolo Escudero, admirador del maestro Fernando a quien conocimos gracias a Manolo Lozano y al torero de Embajadores, con ellos Pepe Teruel, hermano del maestro Ángel Teruel, gracias a quienes pudimos comprender la vitalidad de la escuela taurina promotora a su vez de épocas en el toreo.
El maestro vino a Caracas y en plena temporada venezolana tuvo que regresar a España de manera inesperada. Fue por la muerte de uno de sus hijos, en Valladolid; cuando esperaba en el puerto de La Guaira para embarcar hacia España una pareja de franciscanos se acercaron para serenar sus penas y rezar juntos.
Antes de partir le entregaron un medallón de plata de la Cofradía del Descendimiento y Santísimo Cristo de la Buena Muerte”. El citado medallón pudimos comprobar que su sobrino Roberto lo llevaba en su cuello cuando lo visitamos para conversar con él en el hotel Tibisay de Mérida, era la época que llevaba a “El Juli“. Y es que su tío Fernando fue inmortalizado en un cuadro por el pintor español Sánchez Felipe que residía en CaracasUn cuadro que los invasores al Nuevo Circo destrozaron, como acabaron con las placas de bronce y las estatuas, como la de Girón que fue robada por facinerosos revolucionarios, fundida, sin autoridad alguna, irrespetado la voluntad del pueblo taurino de Caracas…
Hay que recordar que mencionada Cofradía es una de las que componen la Semana Santa de Valladolid, y que recibe culto en la Iglesia de la Santa Vera Cruz. En lo que se refiere al medallón, fue en 1937 cuando Fernando Domínguez toreó su última corrida en el Nuevo Circo. Aquel torero gitano y el negro poeta, sobre Fernando Domínguez y Angel Escobar “Bola de Nieve” mozo de espadas de los diestros venezolanos hermanos Girón. Y es que César, el mayor de los Girón, se interesaba por los toreros españoles cuando estaban de tertulias e interpelaba a “Bola de Nieve” que era un conocedor del mundo taurino de España.
Y sobre Fernando Domínguez le decía Bola de Nieve a César Girón: “Este de Valladolid era un figurón del toreo. ¡El mejor que han visto estos ojos torear con el capote! Y remataba “Bola de Nieve”, que hablaba en verso sobre Fernando: “cuando los otros toreros se ahogan, a este el agua le llega a los tobillos.
Lamento no acompañar al maestro de Valladolid en Mérida, lo lamento tanto como no poder admirar al gran Andrés Roca Rey, primera figura en España y adalid del toreo en América que conduce con profundidad profesional mi admirado amigo Roberto Domínguez…’