El 7 de agosto celebramos el triunfo de la batalla del Puente de Boyacá que abrió las puertas a la República , a la libertad y a un concepto que no nos cobijaba a todos, el de ciudadanos y ciudadanas de una nación mestiza de negros, zambos, mulatos, blancos, nativos, herederos de antiguas culturas precolombinas que a partir de 1819 le dio un vuelco institucional a lo que es hoy Colombia como nación de hombre libres.
Justo este domingo se posesionó como presidente Gustavo Petro y el toreo ( que quiere ser eliminado por los nuevos fundamentalistas ) hizo presencia simbólica en la plaza creada por el ingenio de don Ignacio Sanz de Santamaría y que en sus luminosos 90 años de existencia nos ha permitido convivir en paz para ver desde El Niño de la Palma, el padre de don Antonio Ordóñez, pasando por Domingo Ortega, Luis Miguel, El Viti, Camino, El Cordobés, los Girón, Pepe Cáceres, y César Rincón entre otros creadores de belleza en el ruedo munidos de una capichuela y un espadín.
Los toreros fijaron carteles precisamente con fotos de estos hacedores de faenas breves pero eternas que ha convivido en ese esplendido escenario de belleza arquitectónica con conjuntos de jazz, teatreros, patinadores, tenistas, baloncestistas, gimnastas, boxeadores, espectáculos de circo, conciertos de música sacra, Opera, ballet, porque la plaza de toros De Santamaría es de la ciudad, del país de la comunidad y no de un gobierno efímero de turno. Otra cosa es que las autoridades de este aquí y ahora le quieran cambiar el nombre a la plaza para ir borrando una historia. No lo lograrán pues el toreo está enraizado en el pueblo. Un par de día después del 20 de julio de 1810 conocido como » El grito de la independencia» se celebró una corrida de toros en plaza central de Santafe tras los incidentes del episodio conocido como «El florero, de Llorente «.
Los ritos de los pueblos no se pueden sepultar. Viven en la memoria de los pueblos y eso es lo que genera una cultura, una cosmovisión que como el toreo no podrá gustarle a todos ( a nadie se obliga a concurrir a la corrida ) pero que noms ha enriquecido como sociedad de hombres y mujeres libres.
El gesto de los toreros reivindica una fiesta, la fiesta de los toros. Loor a ellos
La única oreja de la tarde en Palca, Perú, la cortó Sebastián Vargas a un toro de Campo Nuevo.
Fue el triunfador de la tarde.
Palca en el Distrito de Tacna es una de las regiones mas taurinas y como se observa en la foto, plaza llena.
LA GANADERIA DE CAMPO NUEVO
Precisamente tiempo, pero también muchísima afición y paciencia, es lo que ha destinado para forjar su ganadería el maestro Rafael Puga Castro, matador de toros y figura nacional de los ultimos años de la década de los setentas y de gran parte de los ochentas en el Perú, que se vistió de luces obligado por las circunstancias políticas al ver arrebatada la ganadería familiar fundada por su padre, don Rafael Puga Estrada, dueño de La Pauca y hacendado prominente, reseña Toros en el Mundo.
Luego de una importante trayectoria como matador de toros en el Perú y por España, a donde lo llevaron los hermanos Dominguín logrando acumular una veintena de actuaciones en poco más de dos años, decide retornar a su tierra para conquistar el codiciado Escapulario de Oro del Señor de los Milagros en la feria nazarena del año 1973. Hazaña nunca antes alcanzada por diestro peruano.
Siguiendo la estirpe familiar, una vez alejado de los ruedos de manera oficial, el año de 1981 funda la Ganadería Camponuevo sobre la base de vacas del hierro paterno de La Pauca y dos sementales españoles de El Campillo, para pocos años después eliminar todo lo primero y reemplazarlos con vacada de la también renombrada Yéncala.
Como recibí un par de mensajes que no ocultaban el escepticismo de sus autores con respecto a la columna del 18 de julio último, donde expongo que la afición capitalina que conocí en los años 60 y 70 del siglo pasado era un auténtica cátedra, reconocida y respetada por el taurinismo nacional e internacional, me parece oportuno reproducir las impresiones del escritor y periodista francés Claude Popelin acerca de la realidad taurina con la que se encontró al visitar nuestro país en 1964. Experiencia que debe haberle resultado muy provechosa, pues la repitió al año siguiente y luego siguió viniendo. Claude Popelin no era un francés cualquiera. Era el crítico taurino galo de más prestigio en su país y en España, y llevaba medio siglo viendo toros cuando llegó a México, atraído por lo que se decía de la tauromaquia en su versión mexicana. Su centro de operaciones fue la capital de la república pero estuvo también en varias ganaderías y asistió, en plazas de los estados, a corridas que le servirían para confirmar una muy favorable opinión sobre la forma de ver y vivir la fiesta que teníamos entonces los mexicanos. Sin más preámbulo, reproduzco lo medular de un extenso artículo suyo publicado por la revista madrileña El Ruedo en su número del 4 de enero de 1966. Concretamente, la parte que se refiere a la Plaza México, su público y su entorno.
«Una tarde de toros en Méjico» (por Claude Popelin). «Para llegar al otro coso –la México—se sigue la larga avenida de Insurgentes Sur, que va camino de la Universidad y de la carretera a Cuernavaca. Una vuelta a la derecha y de repente se salta de una arteria del siglo XX al ambiente típico de una feria andaluza, incluso si sólo se trata de una simple novillada. Inmensos merenderos, capaces de centenares de personas, se llenan de familias que después de tomar su «caballito» de tequila comen «carnitas» a ritmo del sonido de los «mariachis», hablan alegremente y hacen con el vecino pronósticos sobre el resultado del próximo espectáculo.
Casetas surtidas de recuerdos taurinos colman la felicidad de los niños y atraen a los yanquis en viaje turístico. Algunos chavales venden por un peso o dos –según el tamaño—retales de plástico para abrigarse del breve pero violento chaparrón que amenazan traer algunas nubes a la deriva sobre el azul del cielo… de forma que los tendidos, cuando llueve, se convierten en un mosaico de vivos colores: rojo, azul, verde, amarillo…
Lo primero que se vislumbra de la plaza es un larguísimo paredón circular sobre el cual se perfilan, alzándose en el aire, monumentales motivos de bronce, que inmortalizan a las glorias del toreo en sus suertes más históricas… ¡Casi parece la entrada a una catedral! La plaza ha sido construida de manera que su mitad inferior está por debajo del nivel del suelo para que sus cincuenta mil espectadores puedan repartirse con mayor facilidad en sus localidades y entrar o salir sin padecer atascos. No se adivina su carácter monumental hasta que se entra en ella.
Aunque el Toreo (de Cuatro Caminos) se aparenta a las clásicas plazas hispánicas, mi preferencia –lo confieso—va a la México. Por una razón muy sencilla: perteneciendo al Distrito Federal está sometida al control de su regente, el muy respetado señor Ernesto P. Uruchurtu. Desde que hace diez años ejerce sus altas funciones, impone con una escrupulosidad admirable el estricto respeto del reglamento, rechaza el ganado demasiado joven y proscribe a rajatabla el afeitado.
Gracias a su vigilancia se pueden presenciar corridas auténticas y a un costo muy razonable, pues teniendo en cuenta el aforo considerable de la plaza se ha opuesto terminantemente a toda elevación al precio de las entradas. En una novillada de postín, como la segunda presentación de Calesero hijo, entonces muy de moda, he pagado el equivalente a 125 pesetas (unos 30 pesos) por una barrera de tercera fila, y he presenciado el espectáculo confortablemente arrellanado en uno de esos sillones que K-Hito deplora que no hayan llegado aún a las plazas españolas. Con precios tan modestos, la asistencia conserva su inspiración popular y no se aburguesa. Los «snobs» acuden más a la plaza El Toreo, donde los gerentes les sacan los cuartos a su gusto, anunciando sin control localidades caras.
¿Quién se atrevería a decir que a los mejicanos les falta entusiasmo? No dejan nunca de jalear los primeros compases del pasodoble que abre ritualmente el paseo y ha adquirido la popularidad de un himno a la Fiesta Brava. Los toros que se lidian en La México –especialmente los oriundos de la ganadería de San Mateo, de sangre saltillera—salen con mucho gas y acometen con bravura a los picadores. Se les tacha comúnmente de acabar bastante quedados… pero comparado con el aflojamiento del poder de los toros que sufrimos hoy día en España, no hay diferencia notable. Y aun así, los bichos mejicanos conservan su nervio, se defienden, cabecean y resultan peligrosos, como lo atestiguan frecuentes cornadas.
La suerte de varas se practica con decoro y no termina en esas cariocas rutinarias en nuestros ruedos… Sin duda el predominio de los aficionados de solera en las plazas responde de esta buena orientación de la lidia. El hecho se aprecia también en el tercio de banderillas. Los subalternos –me consta—son conocidos en los tendidos y no salen a clavar de cualquier manera sino como Dios manda, recogiendo muestras de agrado que alientan su talento.
Gusta sobremanera el torero artista y valiente, pero no existe la absurda preocupación por el «encimismo», y si se le pierde el respeto al toro o se vulgariza el toreo el público se desentiende de la faena. No estalla la música para acreditar la idea de que se está presenciando una supuesta epopeya, sus únicas intervenciones son las «dianas», alegres y cortos ritornelos que subrayan la actuación excepcional de un torero, y sólo bajo autorización del «juez», como llaman allá al presidente. Tampoco ha llegado aún a Méjico capital la propensión a cortar orejas abusivas, y basta muchas veces que el matador no se haya tirado bien a matar para que lo paren cuando inicia una vuelta al ruedo, la cual –detalle curioso– se emprende por la derecha y no por la izquierda, como en España.
Un punto flojo es la momentánea crisis de figuras, que los aficionados mejicanos son los primeros en lamentar. Retirados Lorenzo Garza, Silverio Pérez, Luis Procuna, Jesús Córdoba y Arruza, los que quedan han pasado ya de los treinta años, como Alfredo Leal o Capetillo, o son diestros que a pesar de su oficio muy bueno y su ejemplar valentía no llegan a ocupar primerísimos puestos… El actual éxito de Raúl Contreras «Finito» demuestra cuánto les ayuda (a los novilleros mexicanos) encontrarse con el ganado español.
El torero goza en «Méjico» de un respeto y un afecto muy especiales. Da igual que sea nacional o forastero. A los «artistas» el público es capaz de perdonarles muchas tardes grises con tal de volver a presenciar alguna de sus apoteosis… ejemplo de ello es Cagancho, que ha elegido seguir viviendo aquí. El mejicano tiene, sin duda, un justificado orgullo de su patria; pero como todo buen aficionado sabe, en materia de toros, rendirse con el más noble entusiasmo ante el valor y el arte… Me sumaría sin vacilar al decir de «Pedrés«: «¡Sevilla y Méjico son, hoy día, la mejores aficiones del mundo!».
Corolario Lo de Pedrés era cualquier cosa menos una afirmación interesada, pues la hizo a medios españoles sin contacto con México, veterano ya y prácticamente inédito en nuestro país, donde su última actuación se saldó con una cornada penetrante de vientre (Toreo, 05–02–64). Por cierto, hablando de cornadas, Pedro Martínez iba a coincidir en el sanatorio con otros dos matadores iberos heridos de gravedad por esos días, ambos en la México: Miguel Mateo «Miguelín» (02–02–64) y Diego Puerta (16–02–64). Dolorosa confirmación de lo observado por Claude Popelin acerca de la peligrosidad del ganado mexicano de la época. En cuanto a mi público de la Plaza México, añadiría que no recuerdo ningún caso en que se premiara a un torero por mera simpatía o con ánimo de justificar una «puerta grande» más, como suele ocurrir incluso en Madrid o en Sevilla. Una característica esencial de aquella sensible y sabia afición, que tanta admiración causara a Pedrés y a Popelin, era la forma en que se concentraba en atender lo que ocurría en la faena y el momento presentes, sin dejarse llevar por el historial de un torero y mucho menos por su condición de ídolo o consentido, conceptos que se dejaban de lado a la hora de censurar una actuación floja o rechazar una oreja mal otorgada.
Y aunque el artículo de Claude Popelin no lo menciona, figuras de la talla de Pepe Luis Vázquez Garcés o Santiago Martín «El Viti» más de una vez se manifestaron sorprendidos por la instantánea reacción del público mexicano en cuanto asomaba el toreo grande en algún lance o muletazo, y su silencio en cuanto dejaba de producirse, sin sucumbir a inercias, simpatías o antipatías.
También habría que mencionar los fracasos estrepitosos al presentarse en la Monumental de Insurgentes de supuestos fenómenos, incapaces de justificar la publicidad que los respaldaba –casos de Miguel Báez «Litri» (12.12.51) o Manuel Benítez «El Cordobés» (07–02–65)–; y cómo, cuando ambos entendieron que aquí había que torear de verdad, sin saltos de rana ni destemplados litrazos y arrodillamientos, el público de México se los reconoció noblemente, sin prejuicios ni rencores. Por no hablar de Paco Camino o El Niño de la Capea cuando manifiestan a quien quiera escucharlos que fue aquí donde descubrieron ese temple que elevaría sus expresiones toreras a la categoría de arte mayor. Una forma de reconocimiento al toro pero también al público de México.
Es decir, a la afición entusiasta y conocedora, estricta pero imparcial, que durante más de seis décadas copó la Plaza México o El Toreo, y que por desgracia pertenece a un pasado cada vez más borroso
Salento no es solo ese bello municipio quindiano donde tandas tardes he estado en su plaza disfrutando de su aromático café y arrobado por el paisaje que he admirado caminando muchas veces entre sus fuentes de agua y caminos antiguos , es también el nombre de una ganadería que tiene sus raíces en un prohombre, don Ernesto Gonzalez Piedrahita y que sus hijos, nietas, nietos y biznietos, biznietas prolongan allí , en el Valle y en el Cauca.
Y esa ganadería no solo levanta una especie maravillosa ( Murube- Santa Coloma) en un ejercicio de alquimia de los Gonzalez Rincón como lo hacen todos nuestros criadores en una silenciosa, paciente , sacrificada tarea que empieza al despunta el sol y hasta que el astro rey se pierde por el occidente. Es decir , es el aporte que en más de cien años nuestros ganaderos de bravo le ha aportado a la genética.
Y fundadas preocupaciones me aslsten por ese hermoso Valle de Cocorá que desaparecido el toro bravo se convertirá esa reserva natural en un muladar y ojalá nunca ocurra se destruirá nuestro árbol nacional, la palma de cera.
Es esa tarea prolija en el campo que convierte al toro en un guardián del eco sistema y, mucho me temo que si los impúdicos prohibicionistas logran su nefando proyecto, el toro se extinguirá y con él un valioso legado de los abuelos…
Espero que los herederos de Ernesto Gutierrez; Juan Bernardo, sus hijos,, Carlos Barbero, la familia Rocha, César Rincón , Kike Alvarez, Ernesto González , Jorge Gutierrez, y tantos y tantos ganaderos de provincia que han hecho su valioso aporte a la sociedad.
Si revisan los proyectos prohibicionistas lo que menos les importa a los antis es el toro que dicen proteger. Porque muere el toro, vive esa especie
DICE CONTEXTO GANADERO
En la arena, el matador se prepara para recibir la última embestida del toro de lidia, aquel gladiador de por lo menos media tonelada de peso. Es el momento final de la faena, pero el punto de partida de otro proceso: la comercialización de la carne del semoviente. Porque sí, a pesar de las creencias populares, la carne del toro sacrificado en el ruedo es 100 % apta para consumo humano. Es más, comparado con el cárnico proveniente de los toros de ceba, el del animal que sale de la plaza tiene una calidad muy superior debido al cuidado y dedicación que tuvo en la crianza.
José Tomás uno de esos iconos que de cuando en cuando aparecen en el panorama taurino poco ayuda a una fiesta amenazada ( solo en Colombia estamos entre la espada y la pared con dos proyectos que prohíben las corridas, en México un Juez cerró para el toreo la plaza mas grande del mundo , en varias regiones de España alcaldes » verdes » cierran los cosos so pretexto de » inminente peligro «).
Pues pidió un cordón policial antes del paseillo para evitar a la prensa y a los aficionados y la difusión de su encierro con 4 toros en Alicante como aparece en la imagen que abre esta nota.
Con razón se dice que los antis están dentro por mas encopetada figura que sea el de Galapagar.
José Luis de Vega ha sido el triunfador de la novillada » Certamen internacional de las Américas» tras la corrida celebrada en Cayambe, Ecuador.
Son dos orejas simbólicas por la labor de conjunto pero tuvo un percance sin consecuencias aunque se temió lo peor por la forma como el novillo lo embistió
Los novilleros lidiaron ejemplares de la ganadería de San Luis en la plaza «Avelina Cerezo»..
La administración de la alcaldesa de Bogotá optó por utilizar la plaza de toros de Santamaría para deportes en el llamado » Festival de Verano » con ocasión de la efemérides de la fundación de la ciudad.
Está bien que así se haga pero no que pretendan borrar por inquina el nombre de PLAZA DE TOROS DE SANTAMARIA para ir despojando paulatinamente el uso que sus fundadores quisieron darle al Coso de la calle 26 desde 1931 cuando inauguró el inmueble el presidente Olaya Herrera para dar corridas de toros.
Ahora lo llaman CENTRO CULTURAL SANTAMARIA escamoteando la razón de ser de una de las bellezas arquitectónicas de Colombia, nuestra plaza de toros fundada por el espíritu infatigable de don Ignacio Sanz de Santamaría.-
Como se hizo bajo regímenes en autocracias de Europa y América se busca borrar del imaginario popular lenguas, usos, gastronomías, maneras de entender la vida y el mundo. Pretenden arrasar lo que no les gusta por mezquinos intereses.
Mal que les pese a las transitorias autoridades de la ciudad capital, la Santamaría es y seguirá siendo plaza de toros.
Los taurinos esperamos como mínimo que no vayan a destruir ese bien, que se preserve tal como se concibió con esa fachada neo mudéjar que debemos al ingenio del arquitecto Santiago de la Mora.
La plaza ha sido escenario de combates de boxeo, de juegos internacionales de tennis, de baloncecsto, de conciertos, del carnaval en el hielo, de voleyball ; allí se montaron obras de teatro como «Carmen» dirigida por el maestro Távora con la actuación a caballo el maestro Ángel Peralta y toreo en vivo como se narra en la obra de Prospero Merimée y la música de Georges Bizet. Por este motivo, la caracterización musical y dramática de Carmen (1874-1875), que se convertiría en una de las obras de más éxito en la historia de la ópera, no fue simplemente fruto del azar sino más bien la culminación del desarrollo artístico del compositor.
Así que no se trata de que no se utilice el escenario para deportes, !!!faltaría más !!! por ejemplo, sino que no pretendan modificar la estructura del Coso bogotano que, repito, es bien cultural de la ciudad. Y que va camino al centenario.
Los taurinos sabemos que honra a Bogotá que los chicos y chicas puedan utilizar la plaza para sus deportes favoritos pero sepan todos que es PLAZA DE TOROS DE SANTAMARÍA. Y a nosotros nos queda clarísimo que el toreo es cultura. Y lo es por infinidad de huellas a lo largo de la historia. ( Las Cuevas de Lascaux en Francia, la narrativa de Hemingway , las esculturas de Benlliure, los poemas de Gerardo Diego, las faenas efímeras y eternas de Joselito, Curro Romero, Morante y César Rincón
Después de 115 días sin ponerse frente al bravo tras una lesión que le pudo costar la vida en Las Ventas, el torero cacereño tuvo muy buenas sensaciones. Su propósito, aun con las lógicas molestias y dudas, es seguir probándose para reaparecer el 21 de agosto en Almería: los entrenamientos de los próximos días tendrán la última palabra , dice Rosario Pérez en ABC Sevilla.
La tienta la realizó en la finca del maestro Ponce.
Ese titanico esfuerzo del extremeño debe tener recompensa y ojalá su reaparición en Almeria el 21 de agosto en el mano a mano con Roca Rey sea todo un éxito.
Y » pensando pensamientos» como diría el maestro Antonio Caballero, le podamos ver en América. Su primer compromiso en Lima el 5 de noviembre y de seguro repite en Cali en diciembre y eventualmente en Manizales en enero.
Según el primer parte médico tras el accidente en LAS VENTAS a Emilio de Justo se le realizó ‘un RX en la que no se objetivan desplazamientos ni luxaciones, TAC de columna cervical con fractura estallido de masa lateral izquierda de atlas (C1) y fractura estallido de masa lateral derecha de Axis (C2), sin desplazamientos apreciables’.
‘Se realiza también una Resonancia Magnética Urgente sin que se aprecie afectación medular ni lesiones ocupantes de canal, con lesión ligamentosa atlantoodontoidea. El paciente queda ingresado a la espera de inmovilización definitiva. Pronóstico: Muy Grave’, firmado por el Dr. Eduardo Hevia.
Y desde entonces un largo proceso de recuperación que ya da frutos tras el retiro del corsé y el collarín. La fe, la disciplina, el rigor, la constancia, creer que lo imposible no está en el vocabulario de un torero ha hecho el milagro. Emilio está a las puertas de volvernos a emocionar una vez más en el ruedo.
Santiago Grisolía quería celebrar su centenario, pero no ha podido ser, por unos meses. El presidente del Consell Valencià de Cultura nacido el Día de Reyes de 1923 e impulsor de los premios Jaume I, Santiago Grisolía, ha fallecido esta madrugada a los 99 años en el Hospital Clínico de València, donde se encontraba ingresado tras un empeoramiento de su estado de salud en los últimos días tras contraer el covid, según informa El Mercantil Valenciano
El científico ha fallecido a las 6:30 horas, según ha informado fuentes de su entorno y de la Generalitat Valenciana.
Hasta hace unos días acudía a su despacho del céntrico Palacio de Forcalló, sede del Consell de Cultura. Hacía tiempo que temía por su salud, pero algunos miembros del organismo ya estaban preparando la celebración de su 100 años. No podrá ser.
Nada más conocerse la noticia de su fallecimiento se han sucedido las muestras de condolencias. Instituciones, personalidades, intelectuales y el mundo de la cultura y la ciencia está de luto por uno de los científicos valencianos más importantes del siglo XX.
ENTRAÑABLE RECUERDO DEL MAESTRO PONCE
“Acabo de recibir, con mucha consternación, el fallecimiento de don Santiago Grisolía.
Tengo entrañables recuerdos de su amable trato y su firmeza de carácter, recuerdo una conferencia que dimos juntos en Valencia, en el vigésimo aniversario de mi alternativa. Su convicción taurina venía de los tiempos en que viajando en barco hacia América hizo amistad con Manolete a base de conversaciones sobre la realidad de la Fiesta. Fue don Santiago alumno de otro insigne aficionado, don Severo Ochoa, Premio Nobel de Medicina.
EL LAUREADO BIOQUIMICO Y SU AFICIÓN A LOS TOROS
Santiago Grisolía García vivió la fiesta de los toros sobre la que se decían versos a golpe de esquilón y se pedía dinero a golpe de hucha de barro. Esa época donde la gente se quedaba largas horas conversando en cafés de viejos novios y periódicos humeantes de literatura sobre las faenas vistas durante la tarde en la plaza de toros.
El laureado bioquímicose enamoró de los toros en los «Bous a la mar» de Dénia, donde incluso se puso delante de un animal de más de 300 kilos para arrojarse al Mediterráneo. Una experiencia difícil de olvidar.
Sus ojos presidieron, casi sin sin quererlo, medio siglo de bohemia torera y literaria a pesar de la desamortización artística que había hecho concienzudamente la guerra. Tanto es así que el presidente del Consell Valencià de Cultura conoció a una de las grandes figuras que ha parido la historia del toreo: Manuel Rodríguez, «Manolete». Según contó él en más de una ocasión, fue en noviembre de 1945, fecha en la que viajó en barco para ir a Estados Unidos por primera vez. Precisamente, ese año, Manolete cortó la primera oreja de la temporada valenciana en el primer festejo de la Feria de Fallasa un Albaserrada.
En aquella travesía que duró un mes, compartida con su amigo Mariano Yecla, coincidió con el Monstruo cordobés y comprobó cómo desplegaba ese magnetismo eléctrico en la corta distancia que se desbocaba en cada faena delante del toro y permitía la fabulación y el adorno: «Me pareció un hombre elegante, con el pelo engominado siempre peinado hacia atrás y un olor intenso a tabaco», escribió en un artículo publicado en la Revista Quites de la Diputación de València.
El 21 los novilleros Juan Camilo Alzate y Luis Miguel Ramirez
El 22 el novillero manizaleño Andrés Bedoya , los traviesos del ruedo, los enanitos toreros y los marinillos, reyes de la Trova.
La plaza «Granada » será el escenario de los dos festejos.
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