Animado, divertido y cumpliendo a rajatabla las normas de bioseguridad, se rindió cariñoso tributo de amistad al torero y ganadero Sebastián Vargas con ocasión de su onomástico, en la plaza de Puente Piedra en un Festival en el que torearon el propio homenajeado y sus amigos.
Manolo Castañeda sacó a los medios al cucuteño para que los aficionados le rindieran esa muestra de cariño entonando el Happy Birthday.
Nelson Segura demostró que está en plenas facultades y como suele decirse «para reaparecer» con ese toreo clásico, de formas antiguas y con mucho contenido. Nelson fue el padrino de alternativa de Sebastián hace 27 años en Bogotá con César CAMACHO DE TESTIGO.
Novillo-toro de La Gran Vía. Nelson Segura cortó 1 oreja.
A un ejemplar de El Manzanal de don Alberto Cediel, Sebastian Vargas le cortó dos orejas.
A uno de Alta Gracia, el novillero Manolo Castañeda, siempre dispuesto y banderilleando y mostrando distintas facetas del toreo, cortó dos orejas.
Otro ejemplar de Alta Gracia para su propietario don Ricardo Arandia (él que conoce su dehesa echó uno más pequeñajo, para estar a gusto, que de eso se trataba). Vuelta al ruedo.
Otro de El Manzanal para el aficionado práctico, Douglas Gracia, quien dio una vuelta al ruedo.
Y al finalizar la lidia se «echó» un becerro para los invitados bajo la dirección y vigilancia del novillero Castañeda…
Gratos momentos se vivieron para rendirle ese homenaje a un esforzado torero que tomó la alternativa en 1994 en Bogotá en el debut en La Santamaría de la ganadería de Santa Barbara de don Carlos Barbero.
Y hasta milagros se vieron pues el picador que acompañó muchos años a Gitanillo de América, Carlos Alzate, quien vive en Bucaramanga, y quiso estar en el homenaje se salvó francamente de milagro.
En el toro de Vargas en la suerte de varas , el toro levantó «las extremidades», derribó al caballo y al arremeter cayó sobre el piquero que quedó literalmente atrapado entre el caballo y las tablas en un momento de angustia; el hombre logró reincorporarse, se montó en el jamelgo y continuó su labor, «cojitranco» pues el golpe fue tremendo.
Nadie sabe cómo logró salir del peligroso trance… La virgen de las Angustias le echó un capote, y nunca mejor expresado. Fueron instantes de mucho miedo y tensión.
Un agradecimiento especial a don Luis Miguel Londoño, uno de los propietarios de la plaza de Puente Piedra, quien facilitó el escenario para este homenaje.