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Magna exposición de Joselito en Talavera donde encontró la muerte «Gallito»

Magna exposición de Joselito en Talavera donde encontró la muerte «Gallito». El Punto de Encuentro Cultural El Salvador, de Talavera de la Reina, acoge desde este miércoles una magna exposición sobre Joselito El Gallo, con motivo de cumplirse este año el Centenario de su muerte en el coso de La Caprichosa, de la Ciudad de la Cerámica, el 16 de mayo de 1920.

Organizada y sufragada por el Club Taurino Talaverano, que preside Félix Mayoral.

La muestra ha sido comisariada por Javier López García y Víctor Jesús Madrid y que se podrá visitar hasta el próximo 10 de octubre mediante cita previa y con límites de aforo por las medidas anti-COVID.

Bajo el título genérico de ‘Joselito El Gallo y Talavera: 100 años de leyenda.

La exposición “es un viaje en la vida de Joselito El Gallo, recorriendo todas sus etapas como torero a través de fotografías, cartelería y pintura”,

señalan los comisarios.

Se trata de una exposición única, en la que se muestran piezas nunca antes exhibidas en público, desde la cartelería original del viaje del torero a Lima, hasta un cartel original del fatídico 16 de mayo de hace cien años.

Pasando por la camilla en la que se atendió al torero en el coso talaverano y diversos efectos personales del diestro.

ACTO INAUGURAL

La inauguración de la muestra ha tenido lugar hoy, con un acto en el que se ha contado con la presencia de María Martín, en representación del Club Taurino Talaverano y como coordinadora de los actos del Centenario; la alcaldesa de Talavera, Tita García Élez, y el concejal de Cultura, Carlos Gil, además de los comisarios de la exposición.

María Martín ha manifestado que la exposición muestra la cara más humana del diestro convertido en «mito».

«Talavera y Joselito pasaron de la mano a la historia, por lo que esta muestra es nuestro más sentido homenaje a José y para el Club Taurino Talaverano supone el cumplimiento de un sueño”.

Tita García, por su parte, ha significado que

«los amantes del toro y también de la cultura que se pasen por la exposición se van a empapar de historia”.

Añadiendo que:

«Podrán contemplar la evolución del mundo del toro y de la propia sociedad, porque aquí se muestra la Talavera que Joselito se encontró a su llegada hace cien años».

PROTOCOLO DE SEGURIDAD

Aunque la pandemia de COVID-19 ha limitado mucho las actuaciones culturales en todo el país, «en Talavera -ha dicho la regidora- no podíamos dejar pasar el Centenario sin hacer esta exposición única que recoge la esencia de Joselito El Gallo”.

Para terminar haciendo un llamamiento a toda persona “amante del toro, para que venga a Talavera a contemplar esta muestra única”.

Como hemos especificado en anteriores informaciones, para visitar la exposición se ha configurado un protocolo específico de seguridad.

Programándose grupos reducidos de 10 personas, pudiéndose reservar la visita en el teléfono 680 220 960.

En total, se desarrollarán siete sesiones o pases al día, cuatro por la mañana a partir de las 10:00 horas; y tres por la tarde, desde las 17:30.

LIBROS, DOCUMENTAL Y CONCIERTO

Además de esta exposición organizada por el Club Taurino Talaverano, el OAL de Cultura ha programado otros tres actos conmemorativos del Centenario de la muerte de Joselito.

Así, el 18 de septiembre tendrá lugar la presentación del libro ‘Joselito y Talavera: 100 años (1920-2020)’ editado por el Colectivo Arrabal, que tendrá lugar en el Paseo de los Toreros de los Jardines del Prado, a partir de las 20:30 horas.

El 1 de octubre se presentará el libro ‘La herida cóncava’, de los autores Álvaro Ignacio Muñoz Cardona y Antonio San Miguel, en el Museo Etnográfico a las 20:00 horas.

A la finalización, se proyectará el documental de RTVE ‘Tendido cero- Cien años de Joselito El Gallo’.

Ambos libros han sido sufragados por el Organismo Autónomo Local de Cultura.

Para poner el broche a los actos conmemorativos del Centenario, el 10 de octubre se celebrará un concierto de música taurina a cargo de la Banda de Música de Talavera, bajo el título ‘Joselito El Gallo. 100 años de leyenda’, en el Paseo de los Toreros de los Jardines del Prado a las 19:30 horas.

Un recuerdo. Ruano LLopis o la excepcional pintura taurina

Hace 70 años partió Ruano Llopis uno de esos excepcionales pintores y dibujantes taurinos que ademas sabía torear. Nació en Orba, Alicante en 1878 y murió en 1950.

Dice el historiador Carlos Coello Ugalde:

Cada vez que hojeamos un libro, o se mira un cartel taurino, la presencia de Carlos Ruano Llopis (Orba, España, 10 de abril de 1878 – Ciudad de México, 2 de septiembre de 1950), se hace evidente.

El trazo del célebre pintor se decantó por la tauromaquia, expresión que pintó tan naturalmente que es difícil precisar la corriente estética o la escuela a que pertenecen esos trazos elaborados de magnífica manera. 

Considero que fue un artista con suerte pues a pesar de cierta etapa de su vida donde tuvo que sacar adelante a su familia, (dado que había muerto el padre), también se dieron condiciones para que estudiara en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, en Valencia, España, y se especializó en Italia, gracias a una beca.

Conocido como un pintor eminentemente taurino, al que se le dio la gracia de pintar también algunos temas colaterales a dicha expresión (me refiero a rodeos, jaripeos o el baile gitano, por ejemplo), tales asuntos no permitieron la correcta trascendencia para tornarse un artista universal en consecuencia, algo muy semejante que ocurrió en la persona –o personalidad- de José Alameda. 

Aunque el ímpetu y los notorios alcances de este último, lo pusieron en condiciones más privilegiadas.

El artista valenciano ya había dado serias muestras de su quehacer y su firmeza creativa en óleos que, de 1912, y de ahí en adelante, fueron convertidos en carteles por la célebre Litografía Ortega.

Es curioso que, ante la enorme influencia del impresionismo o cubismo y otras tendencias, Carlos Ruano Llopis mantuviera; y aún más, afirmara aquella escuela clásica que, junto a Zuloaga o Romero de Torres, fueron como el Joaquín Turina, el Enrique Granados o el Isaac Albeniz en el territorio musical.

Hoy, por fortuna, existe un buen número de publicaciones que rememoran al artista, le dan su lugar y reconocen a plenitud todo el ejercicio que legó para la posteridad.

Cuando Carlos Ruano arribó a México, la fama ya le había concedido lugar de privilegio. Aunque bien, aún es un misterio del cómo vino a México, cómo se quedó en este cálido país… Hasta su muerte.

EL PASE DE LAS FLORES

«El pase de las flores», del pintor taurino Carlos Ruano Llopis, ha pasado desde hoy a formar parte de las joyas artísticas que se exhiben en el Museo Taurino de Madrid, en la plaza de toros de Las Ventas, después de la cesión de la familia De la Serna, propietaria de tan singular obra, dice ABC.

En dicho cuadro, un óleo sobre lienzo de 180 por 130 centímetros, se puede contemplar al torero Victoriano de la Serna, una de las más importantes figuras del toreo de la preguerra, instrumentando el pase que inspiró a Ruano Llopis, denominado después como «el de las flores» por las rosas y los claveles que el autor pintó en la parte superior derecha del lienzo.

«Este cuadro es parte de nuestra vida, de la historia de nuestra familia, que lo tuvo expuesto en su casa durante 85 años. Una obra impresionante, con una luz mediterránea bellísima. Nos ha costado mucho desprendernos de él, pero qué mejor sitio que este Museo Taurino para que la gente pueda disfrutarlo como llevo haciéndolo yo desde niño»,

ha reconocido José Ignacio de la Serna, hijo de Victoriano.

El del Yiyo, otro aniversario luctuoso

El del Yiyo, otro aniversario luctuoso. Fue en Colmenar, tierra de toros. Un toro de Marcos Nuñez de nombre «Burlero», le pegó un cornalón en el corazón. Mortal de necesidad, dijeron los médicos aquel 30 de agosto.

ABC recuerda la premonición del torero madrileño del barrio de Canillejas:

«La muerte la llevamos en la cara todos los toreros. Pienso que un cuerno me va a arrancar el corazón. ¿Qué más da? Mejor morir de una cornada que en la M-30». La sombra de aquella premonición de José Cubero «Yiyo» en 1983 se alargó en 1985 y se extiende aún hoy a través de los tiempos como todos los mortales que se hicieron leyenda. En su irrupción, Yiyo contó en declaraciones a Radio Nacional que pensaba en la muerte cada vez que apagaba la lamparita de la mesilla de noche y la eterna soledad de los toreros.

Yiyo estaba llamado a ocupar un lugar entre los grandes, príncipe del toreo le bautizaron, hasta que en su camino se cruzó «Burlero», un toro de Marcos Núñez que le asestó una mortal cornada en el corazón en una corrida en la que el madrileño había entrado también por una sustitución.

Por cierto, toreó con el maestro Rincón…

“Cuando llego a Madrid me quedó cinco minutos delante de la estatua de José y me quedo mirándolo. Le pido a mi familia que nos deje solos. Es como un diálogo que tenemos él y yo recordando la época que compartimos. Yiyo era un genio como persona y como torero”.Es lo que recoge Patrimonio Taurino de charla con quienes fueron sus compañeros

Con estas palabras de El Sevillano se puede resumir el sentimiento de una generación de grandes toreros que compartieron sueños en la inolvidable Escuela de Madrid creada por Martín Arranz. Hoy, con la gran ayuda de los Príncipes del toreo (Julián Maestro y Lucio Sandín) recapitulamos un testimonio único sobre aquel vivero de torería y valores de la Escuela de Madrid recordando al gran José Cubero “Yiyo” de la mano del testimonio de sus compañeros. Imposible separar el nombre de estos grandes toreros del de la Escuela.

Carlos Ávila

A la Escuela la recuerdo con una ilusión tremenda, con ganas de descubrir el toreo, admirando a las figuras de aquel tiempo. De la mano de Enrique vi como iba cambiando la mentalidad de lo que antes era querer ser torero y lo que fue después. En el fondo es igual (son las ganas, afición y ser un poco loco que decía Pepe Dominguin). Son sentimientos, es muy difícil ponerle palabras.

A José lo recuerdo con especial alegría por un lado y mucha tristeza por otro. La primera vez que fui a la Escuela salí del metro de Lago y me dirigí a un chavalín al que pregunté por ella, era Yiyo. Ésa fue la primera vez que le vi. Yo tenía 16 años. Muchos recuerdos en común.

Carlos Hombrados

La Escuela la recuerdo con una nostalgia muy grande y como lo más bonito de mi vida profesional respecto al toro. La Escuela pasó por varias etapas. Entré en 1977 y en 1978 cuando Yiyo, Maestro y Sandín ya eran becerristas. Se les llamó los Príncipes. Piensas que vas a ser torero sí o sí, no ves la cruda realidad. Es un sueño, un juego, algo muy bonito. Enrique fue el alma-máter de la Escuela de Madrid y después de todas. Tenía una forma de enseñar peculiar, dura y exigente.

Había que ganárselo todo. Te lo tenías que ganar día a día con las vacas y de vez en cuando un novillo. Enrique no admitía gente que no quería ser torero, si te veía mal te humillaba y te tocaba los costados para que te vinieras arriba. Una etapa bonita y feliz que nos ha marcado a todos

Yiyo fue un referente. Me acuerdo de él todos los días como torero y persona. Yiyo vivía en Canillejas y yo detrás de Las Ventas. Los viajes de vuelta de la Escuela los hacíamos juntos. Conducía Juan Cubero, todas las tardes noches volvíamos en coche o metro. Nos conocimos de niños. Tengo 54 y él tendría 53. Le recuerdo como persona muy entrañable, travieso, bromista. Con 20 años era muy cachondo, buena gente, muy humano. Como torero, !Fígurate!.

Sus toreros preferidos eran Manzanares (nos ponían todos los viernes películas GAN con el que tuve amistad y su colaborador Domingo). Al ver las películas salíamos inspirados. La plaza estaba arriba y el edificio acristalado abajo y subíamos encantados, inspirados.

Empezó siendo un torero con muchísima raza desde niño. Nos traían “vacorras” en fechas como la que llamaban Feria del Vino y él se reponía de volteretas enormes con 12 años. Mucha raza, artísticamente empezó siendo torero vulgar acabando con clase expepcional. Valor tenía para hacer varios toreros y la clase se fue haciendo. Desde su debut hasta Colmenar se hizo un torero con una clase magistral, de los referentes que si ves en vídeo te llenará y te gustará. No sé lo que hubiera dado de sí, ha cuajado toros con clasicismo, belleza y pureza como el mejor.

Su muerte fue un auténtico mazazo para el toreo y para los que convivimos con él, nos ha marcado para toda la vida. Cuando voy a la plaza y veo su estatua siempre me quedo mirándolo maravillado. Se lo merece, ha sido un Dios. El torero más importante de la Escuela, era excepcional.

Le recuerdo como si se me hubiera ido a mí un ser querido. Era muy vacilón con muy buena armonía, una cosa de amigo, no tenía maldad ni nada de nada.Un recuerdo imborrable.

El Sevillano

Yiyo era un niño y yo era el más mayor, era el que hacía un poco padre de todos. Al ser el más mayor era el ídolo de los que empezaban a pegar muletazos a las vacas. Cuando llegaba él siendo figura y estaban comiendo 60 en una mesa los dejaba plantados para tomar un café conmigo. Era un niño muy travieso, muy buena persona. De su época de niño íbamos a los tentaderos y al ser el más mayor y de Andalucía estaban de broma conmigo con el cachondeo de la z. A mí me gustaban los niños y los sabía llevar. Dormía en una pensión y desde la planta de arriba me quitaban con un gancho los calcetines y decían que era el vendaval que había volado los calcetines (risas).

Cuando él empezó a funcionar me dijo que tenía que estrenar su coche y el primero que quería que montase era yo. Otra vez llegó con una pístola y la tiramos. Tengo muchísimos recuerdos con él y su familia. Eran todos buenos pero José era genial.

Fue una etapa de querer ser torero. Entrenábamos juntos. A los Príncipes del toreo les hacía el toro y luego ellos a mí una burra (estaban de cachondeo siempre). En el Gran Hotel de Salamanca tiraban la bolita de la persiana y me daban en la cara al mirar. Eran encantadores.

Me acuerdo que me preguntaba Martín Arranz, ¿quién va a ser figura del toreo?. Los tres andan bien pero veo a Yiyo con capacidad increíble.

Hacía travesuras como meter en la boca de un boxer de una casita de la zona un palo viendo como se iba cabreando más. Otra vez le robaron y le acompañé yo mientras él gritaba “a ver quién me roba ahora yendo con El Sevillano”. Cuando toreaba era un genio. Conocí a toda la familia, recuerdo muchas cosas bonitas. Cuando falleció la familia, debido a lo que me quería, me decían que me pusiera cerca. Querían que alguien que tanto quiso y al que tanto quiso su hijo estuviera cerca suya.

Yo seguía luchando de novillero y él figura, cualquier cosa que me pedía se lo daba. Tenía 10 años más que ellos. Íbamos a los tentaderos y Martín Arranz era duro y genial. Un día recuerdo como Yiyo contaba chistes, yo hice el anuncio de Marie Claire, Maestro me imitaba diciendo que me metía el pollo entero y solo sacaba los huesos… Fueron muchos años juntos y recuerdos precisos.

Fernando Galindo.

Los recuerdos de la Escuela son entrañables. Empezaba de la mano de nuestros comienzos y surgió como una innovación a partir de una cooperativa de profesionales. Fue una época en la que todo los vivíamos como novedad: la firmeza de Arranz, el contacto con el toro y con la profesión. Compartimos risas y miedos, el ir acostumbrándonos a esta profesión con competitividad sana. Cada uno nos medíamos por la valía delante del toro, se creaba un escalafón sobre eso.

Nos marcó la disciplina y forma de hablar de Arranz, nos exigía mucho poniéndonos en situaciones muy duras. Eso nos ha marcado, nos enseñó la dureza del novillo y la profesión. Recuerdo a Molinero que sin ser profesional, sin discurso profesional, tenía afición y cariño grande al rito. Salcedo profesor de gimnasia.. Luis El Boni, Bonifacio Perea… Colaboraban desinteresadamente. Todo estaba marcado por la improvisación.

En Beneficencia de 1976 me llama Enrique para que fuera vestido de corto a la sede de la Escuela en la Calle Mayor 11. Fui allí, me vestí de corto como todos los compañeros incluyendo a Bote que era el más chico. Sin decir nada nos metió en el metro con un paquete bajo el brazo que llevaba. Llegamos a Ventas y nos dijo

  • “Va a pasar el Rey. Le esperamos y cuando pase, tú, Bote, te saltas la cadena policial y le entregas el capote (era el paquete). Cuando pasó el Rey, Bote saltó con el capote, lo abrió y el Rey nos invitó a la recepción de después de Beneficencia. Ese fue el primer conocimiento de la Escuela.

El Yiyo, fundamentalmente tenía dos cojones. Era un torero con valor. Salió a una becerra que era más alta que él, se puso hundido en el suelo, con los riñones metidos. Cuando te pones por primera vez sacas el culo, él lo tenía muy claro. Su bondad y hombría no las puedo olvidar.

Juan Cubero

En los inicios estaba todo en el aire, era la primera Escuela que se abría en España. Había muchísimos alumnos de toda España y chicos que no podían ir a un hotel para los que se acondicionó la plaza de Batán para vivir. Había un profesor de teórica, Manuel Molinero,  abogado y aficionado pero en práctico apenas había profesores. Los más adelantados ejercíamos de profesores. Fue muy bonito, porque gracias a las primeras promociones como Los Principes fue un boom y la Escuela ganó en credibilidad. Ayuntamiento y Comunidad subvencionaron, fue un pasaje bonito y necesario para abrir más escuelas

Mi hermano era el más pequeño de los tres, aprendió con nosotros y en la Escuela alcanzando cuotas increíbles. Desde pequeño llenaba con Los Príncipes siendo reclamados por los Ayuntamientos. Fue meteórico. Excepcional, único, gran personalidad, había nacido para ser torero y no tuvo dificultad. Desde su primer becerro ganó dinero. No hubo que pedir ni favores para torear, le llamaba todo el mundo. Con 17 años tomó la alternativa.

Como persona excepcional, más grande que lo que fue como torero. Un encanto de niño, todo el que le conocía se enamoraba de él, cariñoso, inteligente. Quería ser torero y a veces desatendía los estudios, solo pensaba en el toro. Mi padre le obligaba a estudiar y le castigaba que sin aprobar dejaríaa de torear. Aprobaba con matrículas, era muy inteligente.

Julián Maestro.

La Escuela Nacional de Tauromaquia -era la única que había en España- era una escuela de toreros, de valores y de vida. No solo se inculcaban los valores profesionales taurinos, se nos daba una disciplina, como ya he dicho en otras ocasiones, de militancia. Eran muy severos. Era una época en la que se ayudaba al que quería ser de verdad torero y al que no, se le desengañaba.

Manolete y Matias Prats

73 años de la tragedia de Linares. Manolete en Bogotá y Medellín de «la mano» de Aranguito

Manuel Rodríguez «Manolete», Califa del toreo, es uno de los activos de la tauromaquia aún hoy a 73 años de los sucesos de Linares ocurridos un 28 de agosto de 1947.

Está claro que si hubiera existido un correcto procedimiento en el manejo del plasma, el torero cordobés hubiera sobrevivido pero comprendo que esto cae en el camino de los sueños y los deseos.

No lo vi pero quienes gozaron con su personalísimo toreo hablan maravillas de este singular espada que no inventó la «manoletina» pero dada su particular manera de interpretarla mas allá de sus imitadores terminó asociándose a su ilustre nombre.

EN 1946 TOREÓ EN COLOMBIA

Foto de Manuel H en La Santamaría (Banco de la República)

Debutó en La Santamaría el 7 de abril con Jesús Solorzano y Alejandro Montani. Toros de Mondoñedo. El 14 de abril comparte cartel con Gitanillo de Triana y Carlos Arruza. Toros de Clara Sierra .

MANOLETE TOREA EN MEDELLIN

Manolete entra por el callejón de La Macarena en Medellin

El 21 de abril torea en La recién inaugurada Macarena a la vera del río Medellín. Me cuenta Juan Gabriel Arango, hijo del conserje de la plaza quien le contó detalles, que ese día, domingo de ramos, torea con Gitanillo de Triana y Carlos Arruza, 3 toros de Mondoñedo y 3 de Clara Sierra.

«Lamento no haber conocido a Manolete, pues apenas tenía 3 años y decir que lo vi sería insensatez pero mi padre, repito y don Rafael Uribe Piedrahita me contaron detalles de la presencia de Manolete en mi ciudad, Medellin, años después.»

DETALLES CURIOSOS

Como lo certifica la foto que me facilita Juan Gabriel, Manolete entra por una puerta de sombra al callejón pues le fue imposible ingresar por la puerta de cuadrillas ante el gentío. Está acompañado por su hombre de confianza Alfredo David y su apoderado don José Flores «Camará».

Hubo sobre cupo (entraron 11 mil personas). Se recaudaron 129.360 pesos y Manolete y Arruza, cobraron cada uno 15 mil dólares de la época

Ese día se jugó un partido de fútbol en la capital antioqueña en la mañana por el temor de que la corrida con «el monstruo» redujera la entrada al estadio y era tal la convocatoria del torero español que ese 21 de abril Laureano Gómez hizo una manifestación en la plaza Nutibara y Jorge Eliécer Gaitán en la plaza Nutibara ( hoy conocida como la plaza Botero ).

Según relató don Francisco García, que creó Vista Hermosa, Manolete le confió que los mejores naturales en América los dio en Medellín.

ULTIMA CORRIDA EN COLOMBIA

Fue el domingo de gloria, 28 de abril. Mano a mano con Carlos Arruza en Bogotá. Toros de Mondoñedo

ESE 1947 EN LINARES

Ni entró a matar con el morlaco pegado a toriles, ni la res se le vino encima de modo que él no pudiera evitarlo. Nada de eso. Nada de eso. El toro tuvo tiempo de prenderlo por el muslo derecho. Lo elevó un palmo del suelo y Manolete, girando sobre el pitón, cayó de cabeza. Cogida sin aparato. Quedó el espada entre las patas delanteras del miura, que optó por seguir un capote. Manolete, aún en el suelo, se llevó la mano a la herida. Toreros y asistencias acudieron con toda rapidez y lo tomaron en brazos. Equivocaron el camino de la enfermería y tuvieron que rectificar. Manolete iba pálido, intensamente pálido: «en la arena habían quedado dos regueros de sangre».

Y corren aun consejas, murmuraciones y afirmaciones sobre lo que ocurrió antes de la muerte del Califa cordobés en Linares.  La actriz Lupe Sino, cuyo verdadero nombre era Antonia Bronchalo Lopesino, intentó acercarse al moribundo pero dicen que no la dejaron despedirse por temor a un posible matrimonio «in articulo mortis». El mundo del toreo la rechazaba; llegó a decirse incluso que era mexicana, cuando ella había nacido en Sayatón, en la provincia de Guadalajara. Los presentó, cuatro años antes, nada menos que Pastora Imperio en el madrileño bar de Perico Chicote.

Manolete es historia, es recuerdo, es torería, es la inmensa capacidad de embrujar pero un descuido… Y un toro de Miura le infirió la cornada mortal un 28 de agosto de 1946, en Linares. Murió el 29 a las 5 de la mañana: «Que disgusto voy a darle a mi madre», y expiró.

Manolete, gloria del toreo.


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