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Dámaso González, hombre llano, figura del toreo, en el recuerdo a 3 años de su viaje

Dámaso González, hombre llano, figura del toreo, en el recuerdo a 3 años de su viaje. Ha pasado a la historia del toreo como «el rey del temple»; Joaquín Vidal lo definió como «el fundador del toreo contemporáneo», y todos los que lo conocieron lo recuerdan como un ser humano extraordinario.

Dámaso González partió hace tres años y su recuerdo en Colombia es imborrable.

Manizales vive aún en las tertulias taurinas con el indulto (bueno, el toro no se indultó propiamente), pero en la madrugada del día siguiente a la corrida, se lo llevaron para la ganadería de don Felix Rodríguez.

Fue un semental extraordinario. Se llamó JOYERO.

Y es que Dámaso González hizo uno de esos faenones de época.

La gente pidió el indulto, pero el presidente no lo consideró oportuno.

No se podía tocar el primer aviso, pues nunca entró a cumplir con la suerte suprema el albaceteño, pues la gente no lo permitió.

El último intento para atender el llamado del palco, Dámaso González, se perfiló.

Y cuando iba en el viaje, un espectador lanzó una bota e impidió que se tocara al gran ejemplar.

Total, el maestro se sienta en el estribo, el presidente ordena que apuntillen al toro y que lo saquen del ruedo.

El toro entra al toril, queda en los corrales y Gustavo Rodríguez, hermano del maestro de Zamora, don Félix, (propietario del hierro), lo embarca en la madrugada rumbo a Zipacón.

El toro lo compra don Santiago Uribe, propietario de «La Carolina», que adquirió a Joyero.

De procedencia Murube-Santa Coloma, «indultado», o al que se le terminó perdonando la muerte en la Plaza de Toros de Manizales, y lidiado por Dámaso González.

En 1986 es indultado el toro Rebolerillo. Nacido y criado en la ganadería, en la Plaza de Toros La Macarena de Medellín.

De procedencia pura Santa Coloma y lidiado por Pepe Cáceres, manteniéndose posteriormente como semental en la ganadería.

Posteriormente, en 1994, en el marco de la Feria de Manizales, el torero Enrique Ponce indulta al toro Bolero, hijo del legendario Joyero.

Bueno, es un recuerdo del maestro Dámaso Gonzalez.

Como lo recordaba Libertad Digital, fue un hombre enamorado de su mujer, su único amor probablemente, pues no le conocimos otros: Felisa Tarruella Pulido.

Una hermana de ésta se casó con otro extraordinario matador, el alicantino Luis Francisco Esplá. De aquel matrimonio nacerían cuatro hijos, tres niñas y un varón.

Este último, llamado como el padre, también quiso ser torero, pero al final se ha dedicado a gestionar los bienes familiares.

Junto a sus dos hermanas, Marta y Elena, encargadas de la finca «Los Prados», donde ha habitado siempre la familia del gran torero desaparecido.

Marta y la primogénita Sonia, estudiaron periodismo.

A la vez que a su nombre, se lidian las reses de la ganadería que pudo adquirir un día su progenitor, gracias a su larga carrera en los ruedos.

Dámaso González siempre fue un hombre familiar.

Se le caía la baba en los últimos tiempos, contemplando cómo crecía su nieto Tristán.

Fruto de la fallida unión entre su hija Marta y uno de los hijos de Sebastián Palomo Linares y Marina Danko: Miguel.

La pareja se separó en 2013 después de que se conocieran algunos de los problemas que tenían. Sobre todo Marta.

Y después de haber montado su hogar se fueron a vivir a la finca «El Palomar», propiedad del recientemente desaparecido Palomo Linares.

Que en esa época vivía problemas íntimos que desembocaron en su divorcio de Marina.

Además, intervinieron terceras personas, al decir de Marta González, que no consiguieron otra cosa que influir en ese triste final de la joven pareja.

Ciertas personas, de ambientes muy distintos al modo de ser de la hija de Dámaso, fueron distanciándola más de Miguel Palomo. E iniciaron los trámites para divorciarse.

Marta volvió en seguida al redil familiar, fue consolada por sus padres y Dámaso González se convirtió en su mayor valedor, ayudándola a superar aquel trauma, al confiarle la dirección de la finca junto, como hemos dicho, a su hermana Elena.

Dámaso González matador de toros honrado, al que después de demostrar su valor y un conocimiento técnico del toreo, como pocos, se le ha reconocido su dominio del temple.

Y así aparece en todos los obituarios que se han sucedido en las últimas horas. Comenzó anunciándose como Curro de Alba.

A final de los años 60 como novillero, fue apoderado por los Camará.

Sabido es que el padre, don José, fue quien apoderó a «Manolete» hasta la tarde trágica de Linares.

Es la víspera de ese funesto septuagésimo aniversario, que coincide con la muerte de este gran matador de toros.

En memoria se oficiará este domingo un funeral a la una de la tarde en Alba.

Cantinflas en el recuerdo

Cantinflas en el recuerdo. Nació en México, Distrito Federal, el 12 de agosto de 1911. El 30 de agosto de 1936 actuó en la Plaza de toros «Vista Alegre» junto a otros extraordinarios cómicos, Armando Soto La Marina «Chicote» y Jesús Martínez «Palillo».

Debutó en la Plaza de toros «El Toreo de la Condesa» el 16 de septiembre de 1937, al lado de Manuel Medel y «Don Catarino», lidiando reses de Dos Peñas.

El 26 de noviembre de 1958 adquirió la ganadería «La Purísima»  y debutó como ganadero con el nombre de «Moreno Reyes Hermanos» en Jiquilpan, Michoacán, el 20 de noviembre de 1963.

Despacharon el encierro los diestros Juan Silveti (hijo), Joaquín Bernadó y Rafael Rodríguez. Lidió su primera novillada en la Plaza de toros México el 11 de octubre de 1970, con un mano a mano de Adrián Romero y Richard Corey. Falleció en México.

Muchos creen que Cantinflas fue el mejor actor de comedia de la historia de México. Pero Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, su nombre verdadero, era una persona radicalmente distinta.

Su personaje, un simpático joven con un trozo de tela al hombro a la que llamaba gabardina, con el pantalón ceñido por un cordón diez centímetros debajo de la cintura, sombrero gastado y con una forma peculiar de hablar sin decir nada, hacía reír a todos quienes lo veían en la pantalla.

Pero en la calle, con sus compañeros artistas o los sitios que frecuentaba el actor era otro, según han contado quienes le conocieron.

Contraste

Era un hombre que mundanamente no era simpático, era desagradable», le dice a BBC Mundo una de sus tantas biografas. «Mario Moreno era un personaje muy siniestro, con una ambigüedad muy evidente. Sus colegas no lo querían».

fotograma de la película Cantinflas
En la película de Sebastián del Amo, el papel de Cantinflas lo interpreta Öscar Jaenada.

Sin embargo otros tienen una visión muy distinta del personaje. Quienes trabajaron con él en el inicio de su carrera dicen, por ejemplo, que repartió entre lustrabotas y vendedores de periódicos su primer sueldo ganado en un teatro formal, el Garibaldi.

Y algunos más recuerdan que durante décadas, en las elecciones presidenciales, miles de personas votaron por Cantinflas como su candidato, aunque el actor nunca participó abiertamente en política.

Sus simpatizantes escribían su nombre en la papeleta electoral. Esos votos fueron anulados pero son una muestra de la confianza y simpatía popular que existe en México por el artista.

El detalle

Mario Moreno fue boxeador, bailarín, mesero y hasta se enroló en el Ejército durante un tiempo, hasta que descubrieron que había mentido sobre su edad para enlistarse.

Entonces nació el personaje. Cantinflas inició su carrera en la década de los años 30 como actor cómico en teatros ambulantes conocidos como carpas, en Ciudad de México.

Escena de la película Ahí está el Detalle de Cantinflas
Ahí está el Detalle es una de las mejores películas de Cantinflas (foto AFP)

Fue un éxito casi desde el principio, y en 1936 filmó su primer película, No te Engañes Corazón que pasó casi desapercibida por el público.

Pero la historia cambió cuatro años después. Su tercer filme, Ahí está el Detalle, se convirtió en un éxito de taquilla y al mismo tiempo marcó la carrera de Cantinflas.

La frase que dio nombre a la película le acompañó en el resto de su filmografía, e incluso en 1956 ganó el premio Globo de Oro con la cinta La Vuelta al Mundo en 80 Días.

En su carrera grabó unas 50 piezas en México y Estados Unidos, la mayoría de ellas, 39, fueron realizadas por su empresa productora Posa Films.

Desde 1993, cuando murió el actor, su hijo adoptivo Mario Moreno Ivanova y su primo, Eduardo Moreno Laparade, sostienen un juicio por los derechos y regalías de estos 39 filmes.

Poder y fortuna

En algunas de sus conversaciones con periodistas Mario Moreno se refería a Cantinflas como otra persona. Y así fue en la vida real, coinciden sus críticos.

En la revista Eme Equis el periodista Luis Guillermo Hernández recordó, por ejemplo, que el actor fue consejero del presidente Gustavo Díaz Ordaz, uno de los mandatarios más polémicos del país pues en su gobierno ocurrió la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968.

También fue promotor del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), según documentos desclasificados de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS), que durante décadas fue la policía política del país.

«Su fama pública, su prestigio, pero sobre todo el amor que le tiene la mayoría de la población a su personaje, le permiten tener derecho de picaporte con presidentes, diplomáticos, funcionarios, dignatarios de otros países», escribe Hernández.

«Esa influencia, ese poder político y social, entonces, ha de ser usado por Mario Moreno para su beneficio particular, como han de documentar los espías del propio gobierno», subraya el periodista.

Algo que se tradujo en grandes fortunas, añade la escritora Loaeza, y que agudizó la contradicción de su vida:

Por un lado, en el cine representaba a una persona pobre con poca educación y dinero, pero fuera de las filmaciones vivía con gran lujo.

«Su Cantinflas»

En el cine también hubo dos Cantinflas, asegura Guadalupe Loaeza:

Una mujer llora junto al féretro de Cantinflas en 1993. Foto: AFP/Getty
Tras su muerte en 1993 miles despidieron a Cantinflas

Las películas que filmó en blanco y negro mostraron a un personaje de barrio pícaro y simpático, que con la llegada de los filmes en color se transformó en otro que solía dar lecciones de moral.

A veces sus diálogos coincidían con las políticas del gobierno en turno. «Se volvió muy institucional, en sus películas mandaba mensajes políticos. Ya no era el cómico del pueblo», insiste la escritora.

Pero esto no se notó el 20 de abril de 1993 cuando se rindió un homenaje al actor en el Palacio de Bellas Artes, el principal recinto cultural del país.

Durante 14 horas continuas más de 250.000 personas desfilaron ante su ataúd para despedirlo. Y cuando se recordó el centenario de su nacimiento, en 2011, miles acudieron a los homenajes.

¿Realmente importa la parte desagradable del personaje? «Los mexicanos no la quieren conocer, hay una cierta negación», responde Guadalupe Loaeza.

«Quieren conservar a su Cantinflas, parecía muy cercano al pueblo y no se quieren desilusionar».

Santiago Martin "El Viti"

Santiago Martin «El Viti» cumple 82 años

Santiago Martin «El Viti» es uno de los faros de la tauromaquia del siglo XX, su figura ha copado hitos en la tauromaquia y en Colombia es francamente venerado por quienes disfrutaron su bien hacer dentro y fuera de los ruedos de su arte, de su señorío que pasea magistralmente en su Salamanca natal.

Hoy llega a sus venerables 82 años. La colocación fue su mayor virtud.

El Viti nació el 18 de julio de 1938 en VitigudinoSalamanca (España).

En la segunda novillada seria que toreó en su vida, uno de sus toros se hizo con él y en la caída se fracturó el codo. No se llevó a cabo una buena curación, por lo que le quedó como secuela la imposibilidad de doblar por completo el brazo; sus maneras al cerrar el pase de pecho, siempre al hombro contrario, se debió a ese defecto.

El 13 de mayo de 1961, tomó la alternativa en Las Ventas de Madrid, siendo su padrino Gregorio Sánchez y el testigo Diego Puerta, con toros de Alipio Pérez-Tabernero. Cortó una oreja a cada uno de su lote y junto con sus compañeros, salió de la plaza por la Puerta Grande.

Tuvo fama de excelente estoqueador, llegando a comparársele con Manolete, pero fue bastante desigual con la espada, hasta el punto de ser de los grandes maestros que más avisos han escuchado.

Se retiró por una temporada en el año 1971, aunque lo hizo definitivamente el 16 de septiembre de 1979, en la feria de Valladolid.

“¡Qué gran torero en la plaza.

Qué gran serrano en la sierra.

Qué blando con las espigas.

Qué duro con las espuelas.

Qué tierno con el rocío.

Qué deslumbrante en la feria.

Qué tremendo con las últimas

banderillas de tiniebla 

El centenario de Manuel H, el Kappa colombiano

!!Quien lo creyera!!, el maestro Manuel H. se nos fue hace 11 años pero es tan viva su presencia que no me di cuenta que estamos celebrando el centenario de su nacimiento.

Lo tengo tan presente, en la plaza De La Santamaría o tomándonos un humeante chocolate en «La Florida» (que ojalá no vaya a desaparecer por esta pandemia), o recorriendo la carrera séptima, o en su estudio de la calle 22.

Cachaco en sus formas y fondo, me hablaba de esos tiempos aciagos del 9 de abril en el conocido como «el bogotazo», y como dejó el almuerzo servido tras oír la noticia del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán.

Por que fue uno de los primeros fotógrafos en captar las imágenes de ese hecho que enlutó a Colombia.

De cómo en una fracción de segundo tomó la que se considera la foto icónica de Manolete, tras una faena en en el 46 en La Santamaría de Bogotá, donde no cabía un alfiler y el pequeño fotógrafo captó ese momento de tragedia maravilloso del monstruo de Córdoba.

Si me demoro un segundo o me adelanto, la foto no existe, esa es la paradoja de nuestro oficio, me relató.

El mejor homenaje será recuperar ese archivo por instituciones como el Banco de la República o el Archivo Nacional pues la obra del maestro bogotano es imprescindible para mirar con sentido crítico más de medio siglo de un país maravilloso, a veces cruel pero dulce como la mandarina.

Richard Emblin dice :

Manuel H. era el colombiano Capa: un hombre que durante más de medio siglo capturó la historia y los «momentos» de su país con su emblemático Rollei. Y al igual que Capa, su carrera en el fotoperiodismo nació del caos y la violencia.

Llámalo circunstancia o destino, pero la vida tiene una forma extraña de arrastrar a ciertas personas al «momento». 

Para Robert Capa, sin duda el mejor fotógrafo de guerra de nuestro tiempo, llegó el momento en que fotografió al miliciano republicano español cayendo después de recibir un disparo en sus colinas de Andalucía el 5 de septiembre de 1936.

Y lo cierto es que Manuel H con Leo Matiz, Sady, Nereo, entre otros; fue capaz de reflejar la vida agitada de una Colombia donde parece que la violencia es nuestra compañera de viaje. Nos hemos acostumbrado tanto que asumimos que es nuestro fatal destino y va del brazo con nosotros.

Ricardo Arcos-Palma anota :

Manuel H. también fue testigo de hechos históricos transcendentales de nuestro país: el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y la revuelta popular que siguió a este hecho conocida como el Bogotazo (1948) donde buena parte de la ciudad fue destruída; este hecho hizo que Manuel H, se convirtiera en reportero para la prensa.

La caída de Rojas Pinillas en 1957 también fotografiada.

Su lente captó la acelerada transformación urbana de Bogotá: en estas fotos podemos ver las famosas salas de cine de los años cincuenta como el Teatro Colombia (hoy Jorge Eliécer Gaitán) y el Teatro México, o el Olympia de los años ochenta.

La construcción de la torre de Colseguros que reemplazó el tímido edificio de dos plantas de Icollantas (1964) y la construcción de las Torres del Parque (1970).

Las fotos de hechos cotidianos como el desbordamiento del río San Francisco.

También capturó en su lente momentos memorables como la venida del Papa Pablo VI (1969) y la visita de los Reyes de España (1976) .

O una corrida en la antiguo Chapinero en una improvisada plaza de toros frente a la Iglesia de Lourdes (1962).

La historia de Bogotá y del país político y cultural fue congelada por Manuel H.

Con Luis Galindo fuimos a verle al hospital un día antes del deceso y seguía contando anécdotas, y las fotos que tomaría en la próxima temporada taurina, y de su archivo, y de su familia , y «de esta vaina de los achaques».

Celebramos el natalicio del maestro «Antoñete»

Nació en Madrid y el patio de juegos fue un rincón de la plaza de Las Ventas que tantas tardes, años después, le aupó en hombros varias veces tras gozar con su espléndido toreo, luminoso, veraz y contundente. Por eso hoy celebramos el natalicio del maestro «Antoñete»

Antonio Chenel Albadalejo

es cosecha 1932, la misma de su amigo Jerónimo Pimentel que nació unos kilómetros más allá, en Cenicientos y por eso son hijos de la mal llamada guerra civil española que por contra tuvo para América la bendición de la presencia de adoloridos intelectuales y amigos de la tauromaquia que se afincaron al campo de la libertad que vivíamos los antiguos colonizados por la llamada «madre patria». Manes de la historia.

Paco Parejo

Su cuñado Paco Parejo era el mayoral de la plaza de Las Ventas y allí solía ver a los matadores punteros de la década de los años 40 durante sus entrenamientos y en las tardes de triunfos. Admiraba especialmente a Manuel Rodríguez, ‘Manolete’.

Además en las tardes en el coso, aprendió a conocer el comportamiento del toro bravo, para él, el indiscutible protagonista de la fiesta.

Y es que la relación con Colombia de unos de los más brillantes toreros del siglo XX fue un capítulo maravilloso.

El natalicio del maestro «Antoñete»

En 1966 con la faena más estructurada que se recuerde en Las Ventas, y muchas hay para la memoria del aficionado, esa lidia al toro «blanco» de Osborne que es perfecta, si cabe, se la brindó a quien hacía pocos días había sido ungido presidente electo de Colombia, don Carlos Lleras Restrepo (Cómo nos hacen falta esos personajes a quienes jamás se les pasó por la mente prohijar proyectos prohibicionistas de la tauromaquia, pues la respetaban).

César Rincón

Luego, en el 82 del siglo pasado, el jovencito César Rincón recibió los honores de que el viejo maestro madrileño fuera el padrino de su alternativa con toros de VistaHermosa y otro grande, Manzanares, padre, el testigo de la ceremonia.

Y justamente tras ese soleado 1991 con las 4 salidas en hombros de Las Ventas, del maestro Rincón, en la casa del maestro Antoñete, vino a Colombia de la mano de un maestro de periodistas, Manolo Molés y con el auspicio de Oscar Rentería e hizo parte varios años del llamado «combo» taurino de radio Caracol con dos maestros de la narración taurina, Hernando Espinosa y Ramón Ospina, y un joven, entonces, de voz clara y sabio, Iván Parra.

Qué maravilla de enseñanzas nos dejó el maestro del mechón blanco. Era senequista, seco pero alegre y sin perder el humor.

Cómo veía al toro, cómo trataba al torero, a la afición, al entorno de la fiesta, Toda una lección de magisterio.

Todo esto me viene a la memoria al recordar que un 24 de junio nació en la capital del reino uno de los toreros emblemáticos de esta fiesta multiforme y aleccionadora por los tantos valores que dimana. Se llama, pues mientras se le recuerde seguirá vivo entre nosotros, Antonio Chenel.

Autoretrato de Juan Bautista

Está en modo distanciado «Covid-19» que se presentó en Arles en el Mas de la Chassagne, el libro «Juan Bautista por sí mismo» publicado por las ediciones «Au diable vauvert», disponible en librerías de 4 de junio.

Marion Mazauric y Jean-Baptiste Jalabert habían hecho bien las cosas, ya que en este período posterior al parto, la vigilancia sigue en relación con esta epidemia que ha derribado muchos proyectos taurinos este año. Y lamentablemente no ha terminado … ¿Cómo podemos olvidar que en esta primera noche del fin de semana de Pentecostés, deberíamos estar en Nîmes para la primera corrida de la Feria …


Por primera vez, este hombre simple, sonriente pero bastante callado como lo son muchos toreros, tome la pluma para contar sus historias. Anécdotas, aventuras personales, episodios que nunca había tenido la oportunidad de abordar en un libro de testimonios que le permite decir su verdad, por primera vez.


Como siempre sincero, como nos gustó en las arenas a lo largo de su carrera, Juan Bautista logró sorprender a su editor, quien sin embargo vio a otros, por su capacidad de trabajo y su preocupación por la perfección en un ejercicio que descubrió.

“No se trata únicamente de recorrer mi trayectoria profesional sino de compartir con el lector y con el público un sinfín de recuerdos, de sensaciones, de pequeños detalles, que han conformado lo que soy como persona, como torero y ahora como empresario”, explico Juan Bautista.


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