Aranguito es una biblia en materia taurina. Su padre fue conserje de la plaza de toros La Macarena y Juan Gabriel ha visto pasar más de medio siglo de una rica historia de la tauromaquia en Colombia que ha sabido guardar en su prodigiosa memoria, libros, carteles, recuerdos de afiches, monteras, trastos, espuertas. Y un tesoro : la filmografía que preserva documentos que son un verdadero tesoro.
Algún día le dije que escribiera sus memorias y dejara testimonio de esa riqueza que atesora. Pues acaba de alumbrar un bello libro con historias sorprendentes que muestran ese tránsito entre las plazas de madera, los toreros de la época, la inauguración de La Macarena en 1945, el paso de Manolete, los Bienvenida, Luis Miguel Dominguín , Ordóñez, Camino, El Viti ,El Cordobés, Pepe Cáceres, las ganaderías, los picadores, banderilleros, mozos de espada que le han dado vida a una de las mas bellas plazas de Colombia y América con sus trazos mozárabes y que lamentablemente su bella fachada perdió mucho con el embudo que se levantó para darle mayor capacidad de albergar aficionados pero que terminó siendo un fiasco.
Aranguito sabe qué pasó el día que toreó Manolete en La Macarena , la presencia del entonces jovencito Fernando Botero que se quería formar como torero y que escogió, en buena hora, el pincel para dejarnos constancia de una de las obras pictóricas más impactantes y universales donde su tauromaquia ha jugado un papel preponderante en su lucida creación.
En fin, estas y otras historias conforman un libro indispensable para cualquier taurino o lector que quiera conocer parte de la historia de una de nuestras ciudades más entrañables, Medellín.
Y no olvida Aranguito la despedida en La Macarena del maestro Rincón cuando salió en hombros con una corrida con toros de su ganadería de Las Ventas.
Obviamente toreros de época como Antioqueñito, la saga de la familia » Dinastía» , José Fernando Arango, Juan de CASTILLA, los Kalio,
Mi compañero en " la media verónica ",Néstor Giraldo ,programa que realizamos los martes, me cuenta del éxito de la conferencia del colega Víctor Diusabá que disertó sobre el libro del que es coautor sobre los 90 años de la plaza de toros De Santamaría.
Una noche llena de taurinismo con ocasión de la presentación del libro de los 90 años de LA PLAZA DE TOROS DE SANTAMARIA a cargo del periodista Víctor Diusabá, se llevó a cabo en las instalaciones de LA PLAZA DE TOROS DE CALI con nutrida asistencia entre los que se contaban los ganaderos de “Salento” Antonio y Mauricio González Rincón, el matador de toros Enrique Calvo “El Cali”, periodistas Jorge Manrique, Oscar Torres, el presidente de la Sociedad Plaza de Toros de Cali Dr. Miguel Yusti,,Néstor Giraldo, Humberto Botero y aficionados de ASTAUROS en cabeza de su presidente Jorge Zúñiga.
Un viaje de 90 años resumidos como lo quiso llamar Víctor Diusabá en el que se comenzó desde la inauguración de LA PLAZA DE TOROS DE SANTAMARIA pasando por la presentación de Manolete, Luis Miguel Dominguín, César Girón, Lorenzo Garza, Pepe Cáceres hasta llegar a corridas en tardes de gloria como la de los tres indultos de “Vistahermosa” con protagonistas como Santiago Martín “El Viti”, Palomo Linares y Enrique Calvo “El Cali” o faenas imborrables de César Rincón, Enrique Ponce, José Miguel Arroyo “Joselito”, Vicente Barrera o José Tomás.
Una charla recorriendo la historia francamente enriquecedora con apuntes y aportes de los invitados.
No pudo faltar la preocupante situación por la que atraviesa nuestra fiesta denostada por políticos y anti taurinos y finalmente palabras del Dr. Miguel Yusti quien hizo un recuento de cómo se llegó a un acuerdo con la empresa TAUROEMOCION que será la encargada de la realización de los festejos taurinos en diciembre tal como lo informamos en primicia en tendido7.
El toreo es una ceremonia, con sus ritos y tiempos, un baile y un debate constante entre el arte y la muerte, entre la sangre y el color y, sobre todo, entre la inteligencia del torero, el artista, el oficiante, y el toro, la nobleza irracional, que se somete a ese ritual no como un ser entregado, sino como un fajador dispuesto a todo. Esta es la idea central del último libro del catedrático, escritor y cronista taurino Andrés Amorós «La inteligencia del toreo.
De Marcial Lalanda a Mario Vargas Llosa», editado por El Paseíllo. «Es evidente que para todo hace falta ser inteligente, pero lo es mucho más para un torero, alguien que se juega la vida delante de un animal peligrosísimo y cambiante a lo largo de la lidia», señala Amorós en una entrevista con EFE.
En su obra, Amorós nos presenta 18 diálogos con otros tantos toreros a los que trató de cerca, desde Marcial Lalanda hasta Andrés Roca Rey, y la remata con otras dos conversaciones con personajes que no han sido toreros pero han estado desde muy jóvenes muy cercanos al toreo y los toros, como el fotógrafo Cano o el escritor Mario Vargas Llosa.
Y la constante de esos 18 toreros, muy dispares tanto en su concepto del toreo como incluso de la vida, es que todos ellos han sido, por encima de su condición de artistas, hombres de una extraordinaria inteligencia, elemento imprescindible para crear arte y muy significativamente un arte como el toreo, efímero por definición.
«Los toros son un arte -afirma Amorós- y para hacer arte se necesita inteligencia. No te puedes imaginar a genios como Mozart o Picasso (consumado aficionado, a la sazón, a la par que «taurófilo») sin inteligencia, que en el toreo consiste en la capacidad para ver al toro en pocos segundos» y para entenderlo.
Además, y a diferencia de otras artes, como la pintura, la música o la literatura, donde el artista puede repetir la obra si no le convence el resultado, o de las ciencias, donde una y otra vez se experimenta y se recurre al método de «prueba y error», en el toreo no cabe esa posibilidad: o sale a la primera o no sale; y si se rectifica tiene que ser rapidísimamente y sobre la marcha, señala el autor.
En este sentido, cuenta una anécdota del torero sevillano Manolo Vázquez y el premio Nobel de Medicina español Severo Ochoa. Éste, relata Amorós en la entrevista, fue a Sevilla a dar una conferencia y conoció al diestro, quien tras saludarle le dijo: «Don Severo, mi trabajo es más difícil que el suyo, porque usted puede repetir si fracasa, pero yo no puedo permitirme un fracaso».
«El toro es un arte en vivo y con un animal muy peligroso»; por lo tanto, se ha de obrar con inteligencia, cualidad que siempre hay que anteponer al valor, porque es la que le da a éste sustancia, pues sin ella sería solamente temeridad.
«Hay virtudes que deberíamos imitar de los toreros; el coraje vital; saber estar en el sitio, ‘crecerse en el castigo’», como dice Miguel Hernández en un célebre soneto, destaca Amorós, quien en este sentido se refiere al público que actualmente acude a los toros y que, en su opinión, «ha perdido calidad».
No obstante, son igualmente necesarios públicos tan dispares como el de Sevilla, considerado como un ejemplo de respeto por lo que sucede en el ruedo y por cada uno de los elementos que componen el ritual, como el de Madrid, «aunque se pase, que se pasa» en severidad en bastantes ocasiones, afirma.
Amorós se refiere igualmente a la polvareda causada por la designación del torero retirado Vicente Barrera como previsible vicepresidente y consejero del Cultura del próximo gobierno de la Comunidad Valenciana, en virtud del acuerdo alcanzado tras las últimas elecciones autonómicas y municipales entre el PP y Vox, el partido en cuya lista concurría el diestro.
«Que Barrera sea o no torero es una anécdota. Lo hará bien o lo hará mal, pero lo de ser torero es lo de menos», comenta Amorós. En este sentido, Amorós recuerda que, cuando estaba en activo, Barrera «era el torero favorito de la izquierda», frente a su paisano Enrique Ponce, «a quien se identificaba con la derecha».
“Era un hombre muy recto, difícil de tratar por su intransigencia y su voluntad de mando”: Antonio Ordóñez vuelve a la palestra en un libro que analiza su personalidad (humana y taurina).
Por Álex Ander.
Aquel mes de febrero de 1932 en que vino al mundo Antonio Ordóñez, su familia vivía en la finca Recreo de San Cayetano. Este lugar con aspecto exterior de fortaleza era propiedad de su padre, Cayetano Ordóñez Aguilera, el famoso Niño de la Palma, quien ya era un respetado matador cuando se casó con la actriz Consuelo Reyes. Por lo visto, Ordóñez no tardó en decidirse a seguir los pasos taurinos de su progenitor y de sus dos hermanos mayores, Cayetano y Juan. “Mientras me iba haciendo mayor cuidaba pavos”, contó a Pueblo. “Era el pavero de la casa. Con seis años tenía a mi cargo cuarenta y cinco. No se me ha perdido ni uno”.
Apenas tenía 16 años cuando vistió por primera vez un traje de luces (que alquiló por 50 duros a un sastre de Zaragoza) en la riojana plaza de Haro, anunciándose como Niño de la Palma IV. Solo en su primer año de novillero toreó 65 novilladas. “Cuando Antonio Ordóñez tomó la alternativa [en junio de 1951] ya le apoderaba Domingo Dominguín, que con el tiempo iba a ser su suegro. Era amigo de su padre y le conocía desde niño”, señaló el desaparecido escritor Marino Gómez- Santos en Antonio Ordóñez, torero, un libro sobre la personalidad humana y taurina del maestro rondeño que ahora ve la luz de la mano de la editorial Renacimiento.
Desde el comienzo del ensayo, escrito en 1963, su autor muestra interés en aclarar que no aspira a escribir un libro sobre toros. “Mariano se acerca al mundo de los toros ‘desde fuera’, con una mirada observadora y desprejuiciada sobre el mismo”, comenta a Vanity Fair su editor, José Miguel González Soriano. “Esa perspectiva a la vez cercana y distanciada con la que describe la figura del toreo y su entorno es especialmente atractiva. Los que conozcan el toreo por dentro podrán fijarse en detalles en los que normalmente no reparan, tal vez por estar acostumbrados a los mismos. Los que no, leerán el libro desde el mismo punto de vista que el autor y no solo aprenderán mucho de tauromaquia, sino también de sociología, de psicología popular y de la historia reciente de nuestro país”.
Según apunta en la introducción del libro el también escritor Carlos Abella Martín, Dominguín padre apadrinó a Ordóñez “buscando el amparo de su hijo Luis Miguel que manda en el toreo, hasta el punto de que desde su alternativa a final de temporada le firma 40 corridas de toros, 20 de las cuales encuadrado en los carteles de su hijo Luis Miguel y alternando con el otro torero de la ‘casa’, Rafael Ortega”. Los mano a mano entre Antonio Ordóñez y su cuñado Luis Miguel Dominguín fascinaban a Ernest Hemingway, que se dispuso a relatar aquella rivalidad en sus artículos en la revista Life y en El verano peligroso, publicado por primera vez como libro en 1985.
La amistad de Ordóñez con tipos como Hemingway, el cineasta Orson Welles o el actor Anthony Quinn le concedieron una proyección universal. El diestro toreó más de medio centenar de corridas de toros en la temporada de 1959 y gracias al escritor de Illinois, que fue amigo del Niño de la Palma desde la época en que vino a España por primera vez con Dos Passos, Donald Ogden Stewart y Bob McAlmon, logró convertirse en un héroe moderno. “Yo no era amigo suyo porque se llamara Hemingway, Premio Nobel y hombre famoso en el mundo”, confesó luego Ordóñez. “Creo que no me he caracterizado nunca por oportunista. Hubiera sido igualmente amigo suyo si no fuera famoso. Pero aquella no era una amistad de las que pueden buscarse, sino de las que se encuentran. Decía que yo le recordaba a él mismo cuando era joven. Era una amistad muy sencilla. Algunas veces me decía: la única condición es que tú no escribas nunca un libro ni yo toree una corrida”.
Entre muchas otras cosas, Antonio Ordóñez, torero recuerda al público que el maestro de Ronda estuvo en activo 19 temporadas como matador de toros y tres de novillero. Durante ese tiempo, salió a hombros cinco tardes, resultó herido en varias ocasiones y en 1966 sufrió un aparatoso accidente en la gaditana localidad de Puerto Real, en el que falleció uno de los ocupantes (al ser la persona que conducía el vehículo, el torero fue juzgado y absuelto de un delito de homicidio por imprudencia). Superó el mal trago con el apoyo de su esposa Carmen González Lucas, la hija menor de su apoderado Dominguín, con la que fue padre de dos hijas, Carmina y Belén, a las que educó siguiendo un estilo autoritario.
“Suele suceder que ese carácter tan fuerte llega a producir un efecto contraproducente en los hijos, de rebeldía o de debilidad ante la figura dominante”, apunta González Soriano. “Algo de las dos cosas debió suceder con sus hijas. Ambas se casaron muy jóvenes (17 años tenía Carmina y 18 Belén) con dos toreros. Ambas se separaron en 1979, con tres meses de diferencia, para ser independientes y disfrutar de todo lo que se le podía ofrecer a dos mujeres famosas y adineradas en la década de los ochenta, tanto en Madrid como entre la jet-set marbellí. Pero cayeron en la debilidad de las adicciones. Me consta que nunca dejaron de mantener contacto con su padre, pero la relación era fría y distante entre ellos”.
Debido a sus maltrechas articulaciones, el torero decidió cortarse la coleta en San Sebastián en agosto de 1971. Desde ese momento, se dedicó al desarrollo de su ganadería y a organizar e intervenir en la tradicional corrida goyesca que se celebra en Ronda. “Indudablemente, Ordóñez vivió un retiro feliz, disfrutando del prestigio que como torero había alcanzado entre profesionales y aficionados”, añade González Soriano sobre un hombre que en 1995 sería condecorado con la Legión de Honor francesa, y un año después recibiría la Medalla de Oro de las Bellas Artes concedida por el Gobierno de España.
Para el filólogo, el carácter que Ordóñez mostraba en la plaza funcionaba como “una proyección” de cómo era fuera de ella: “Era un hombre muy recto, difícil de tratar por su intransigencia y su voluntad de mando. Tenía un orgullo y un amor propio que en la faceta profesional eran sus mejores aliados. Esa fama de que las numerosas cornadas que recibió a lo largo de su trayectoria, lejos de mellarle el ánimo o el valor, lo enardecían: volvía a la cara del toro con más ganas aún de triunfo. Esa soberbia profesional y ese coraje ante la adversidad lo caracterizaban también en el terreno personal. Eran una virtud pero lo hacían muy inflexible, de mal genio, muy poco predispuesto a seguir las recomendaciones de los demás”.
Su faceta de empresario de la plaza de Ronda, cuya corrida goyesca toreó anualmente durante varios años, copó titulares en los años de la transición a la democracia. Debió hacerle poca ilusión aquel que rezaba “Ronda contra Antonio Ordóñez. ¡No a la corrida fascista!”, empleado por Interviú en un reportaje donde se criticaba al maestro torero por querer celebrar el evento en una fecha tan conflictiva como el aniversario de la toma de la ciudad por los moros de Franco. Mucha gente se pilló un buen rebote cuando Ordóñez anunció que la goyesca estaría presidida por su hija Carmina y no por la duquesa de Franco. La desaparecida revista aprovechó la ocasión para recordar que la hija mayor del torero era una “destacada” militante de Fuerza Nueva (Carmina llegó a acudir a los mítines con el uniforme de falangista) y estaba “casada con el torero Paquirri, cuyas inclinaciones semejantes no son desconocidas, y que ha brindado uno de sus últimos toros ‘por la unidad de España”.
La muerte de Carmen Dominguín a causa de un cáncer en 1982 supuso un varapalo emocional para Ordóñez y dejó tocadas a sus dos hijas, quienes se mostraron reticentes a que, apenas 14 meses después de aquello, su padre contrajera matrimonio con la funcionaria madrileña Pilar Lezcano. Para colmo de males, en octubre de 1985 el rondeño tuvo que hacer frente al fallecimiento de otro de sus amigos, Orson Welles. Dos años después, una de las hijas del cineasta se puso en contacto con él para comunicarle que Orson había manifestado en su testamento el deseo de que sus cenizas descansaran en la finca malagueña del torero.
“Antonio encajó la noticia con una emoción inesperada y buscó por toda la finca cuál podía ser el mejor lugar para el descanso del director de Ciudadano Kane. Tras darle muchas vueltas, el torero decidió que no esparciría sus cenizas sin más por la finca y que depositarlas en un pozo seco que contenía las palabras ‘Maestro de maestros’ sería la mejor opción”, señala Mario Temiño en su libro Como yo te amo. Las del maestro, que murió de cáncer hepático el 19 de diciembre de 1998 en su casa en Sevilla, a los 66 años, descansan en el albero de la Real Maestranza de Ronda.
Rafael Gómez Ortega (Madrid, 18 de julio de 1882 – Sevilla, 25 de mayo de 1960), apodado Gallito, el Gallo y después el Divino Calvo, fue un célebre torero español de etnia gitana, por parte de su madre, Gabriela «La Seña Grabiela», y hermano mayor de Joselito y miembro, de la familia Gallo.»El Gallo» fue un torero peculiar. De él se conocen multitud de anécdotas con personajes como Valle Inclán.
Pues según el autor del libro , Manuel Hernandez ,» El Gallo en Madrid » , Rafael Gómez Ortega (Madrid, 18 de julio de 1882 – Sevilla, 25 de mayo de 1960), apodado Gallito, el Gallo y después el Divino Calvo, fue un célebre torero español de etnia gitana, por parte de su madre, Gabriela «La Seña Grabiela», y hermano mayor de Joselito y miembro, de la familia Gallo.»El Gallo» fue un torero peculiar. De él se conocen multitud de anécdotas con personajes como Valle Inclán.
Según el autor su época “se inició y desapareció con él”, aunque también añadió: “Fue el primer torero de arte tal y como lo conocemos hoy. Con tardes para el recuerdo y tardes para olvidar. Hizo parte de su repertorio las famosas espantás, soltando los trastos para tirarse de cabeza al callejón. Fue capaz de cortar dos orejas un día y al día siguiente llevarse la bronca más fuerte”, comentó el autor.
Además intervinieron el escritor Javier García Gibert, que firma el prólogo, el escritor Juan Salazar, aficionado e investigador taurino, y nuestro compañero Gonzalo I. Bienvenida, que escribe el epílogo del libro y fue el moderador del acto.
En del toro al infinito encuentro una grata noticia: En la sala Bienvenida en Las Ventas se lanzará un libro sobre don Manolo Lozano, ganadero, empresarios, apoderado, torero y miembro de una saga familiar que le sigue aportan al toreo con sus hermanos y sobrinos.
Muy vinculado a Colombia, apoderó cerca de 8 toreros. En España su último sueño fue Morante.
En el Salón de los Carteles de la Real Plaza de Toros, tuvo lugar la presentación del libro “Cúchares, el torero que dio nombre a su arte”. El acto fue presidido por el Ilmo. Sr. D. Marcelo Maestre y de León, Fiscal de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, y contó con la presencia del Ilmo. Sr. Presidente de Caja Rural del Sur, D. José Luis García-Palacios y de D. Santiago Sánchez Traver, autor de la obra, entre otras personalidades.
Cinco años después y con una pandemia en medio, Sánchez Traver volvió al mismo escenario para presentar su nuevo libro, la primera biografía completa de un torero de nacimiento madrileño –siempre se le consideró sevillano- que acabaría prestando su propio apodo para dar nombre al arte de torear: el arte de Cúchares. El autor estuvo acompañado de Marcelo Maestre, fiscal de la corporación maestrante que presidió el acto; y de José Luis García-Palacios, presidente de la Fundación Caja Rural del Sur, os cuenta Alvaro Rodriguez del Moral.
“El torero que dio nombre a su arte”, es el subtítulo de esta biografía imprescindible, puesta negro sobre blanco por el periodista Santiago Sánchez Traver en un extenso, intenso y ambicioso trabajo de investigación que ha visto la luz gracias al patrocinio –y la vocación desenfadadamente taurina- de la Fundación Caja Rural del Sur. El libro responde a un reto personal del propio autor, promotor al frente de Portal Taurino del acto conmemorativo del segundo centenario del nacimiento del propio Cúchares, celebrado en junio de 2018 en el mismo Salón de los Carteles que ha servido para presentar esta valiosa publicación el pasado miércoles. Entonces, advirtió el autor, se constató el inmenso vacío que rodeaba una figura tan crucial. Ahora ha quedado resuelto, cuenta Alvaro Rodríguez del Moral
Cinco años después y con una pandemia en medio, Sánchez Traver volvió al mismo escenario para presentar su nuevo libro, la primera biografía completa de un torero de nacimiento madrileño –siempre se le consideró sevillano- que acabaría prestando su propio apodo para dar nombre al arte de torear: el arte de Cúchares. El autor estuvo acompañado de Marcelo Maestre, fiscal de la corporación maestrante que presidió el acto; y de José Luis García-Palacios, presidente de la Fundación Caja Rural del Sur.
Si se decía que un lance del Faraón compensaba por sí solo el precio de la entrada, una frase del mito, un susurro, puede convertir un proyecto en un sueño para la eternidad. Y es que con Curro (Romero) empezó todo: «La verdad es muy difícil, y tiene tanta fuerza… Pero ya nadie dice la verdad». Esta confesión del camero, ante Zabala de la Serna en 2020, otorga ahora sentido -y da título- a una colección de 23 entrevistas que el jefe de la sección de Toros de EL MUNDO ha recopilado para dar forma a una obra bordada por colleras con José Aymá, que da vida a las palabras con sus imponentes retratos en blanco y negro.
Ambos presentaron ayer en Madrid Ya nadie dice la verdad. Diálogos íntimos del toreo (El Paseíllo) arropados por una multitud que abarrotó el Café Varela en un acto dirigido por Melquíades, alma, cuerpo y propietario del emblemático templo madrileño. Tras él tomó la palabra, Joaquín Manso, director de EL MUNDO, que consolidó el compromiso del medio con el toreo situando a la Tauromaquia entre sus prioridades editoriales. «Queremos ser el periódico de los toros como manifestación cultural más expresiva de la idiosincrasia de España y más singularmente elocuente de la belleza de la libertad», dijo, antes de entrar en materia sobre el propio libro, «que demuestra que Zabala de la Serna escucha igual que escribe, con la misma limpieza reposada, con la misma sabiduría precisa y con la misma desnudez poética con la que es capaz de relatar la liturgia». Manso destacó las entrevistas del volumen «que recogen una inclinación sensible hacia planteamientos abstractos de sus protagonistas como la preocupación apasionada de Rafael de Paula por el compás o la de Morante por la muerte».
Define Antonio Lucas la obra, en su prólogo, como «el mapa de una autenticidad: toreros hablando de lo suyo más allá de las palabras, de los zumbidos de la voz». Ayer, el periodista y escritor de EL MUNDO fue más allá situando al libro como «un acontecimiento del periodismo», y destacando la condición de la escritura del autor «sólo hecha para salir gloriosa, por la Puerta del Príncipe por la que ha salido en las 23 entrevistas de este libro, que es la pura felicidad: la del lector, la de un amigo y la de alguien que cuando abre estas páginas entra en el espejo de un viaje infinito, el mismo espejo que son los toros».
José Aymá expresó lo que le ha cambiado la vida la experiencia de tener frente a frente a estos protagonistas: «Me ha cambiado bastante, ha habido personajes que nos han traspasado con la mirada, que se han mostrado tal y como son, sin ningún tipo de ambages y ha sido hasta cierto punto abrupto enfrentarte a personas que irradian esa verdad tan íntegra y esa autenticidad tan pura».
Zabala de la Serna reconoció que el libro «fue una casualidad»: «De repente, Pepe y yo nos dimos cuenta de que teníamos un trabajo con una unidad estética y una unidad ética, que era la defensa de los toros. El libro, sin pretender reivindicar nada, pone al toreo en el sitio justo de su categoría y aporta luz a su historia detrás de esos focos deslumbrantes que son los grandes mitos y a la sombra que proyectan y en la que se encuentran las grandes figuras del toreo», explicó nombrando a Curro, a Paula, a El Viti o a El Cordobés.
En ese listado de figuras surgió el nombre de César Rincón. Decir mayo en Madrid es decir San Isidro en Las Ventas. Y al nombrar la Cátedra, la figura de Rincón aflora de manera inapelable con el recuerdo de aquel póker de Puertas Grandes consecutivas en 1991. El colombiano cerró el acto agradeciendo a los autores «la magia» que escritores y fotógrafos hacen a través de la conectividad con el toreo. «Qué maravilla es la Tauromaquia, que inspira tantas cosas tan lindas como este libro», dijo.
Zabala y Aymá venían de presentar su libro en Sevilla arropados por tres maestros como Emilio Muñoz, Paco Ojeda y Espartaco. La convocatoria de ayer en Madrid vino a consolidar la grandeza de lo que es una obra imprescindible: entre los presentes, propios protagonistas del libro como el citado César Rincón, los empresarios y ganaderos José Luis y Eduardo Lozano, acompañado por su sobrino Pablo y el mayoral de Las Ventas Florencio Fernández, Florito; el cineasta Agustín Díaz Yanes, los doctores José María Fernández-Rañada y Luis Madero; el sumiller de Coque Rafael Sandoval; el director general de la Fundación Toro de Lidia (FTL), Borja Cardelús; Lucía Martín, de la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL); los ganaderos Javier Moreno y Silvia Camacho, así como Alfredo Lafita hijo, Juan Antonio Gómez Angulo,Carlos Abella, Miguel Ángel Martín (Eurotoro) o Enrique Cornejo.
Además, tres grandes dinastía del toreo estuvieron presentes: la de los Bienvenida, representada por Paloma (hija de Antonio) y su nieto Gonzalo Izquierdo; la de La Serna, con la asistencia del hijo de Victoriano, Álvaro y los nietos José Ignacio, Víctor Zabala (gerente de Las Ventas y Valencia), Verónica y el propio autor del libro; y la de Pepe Luis Vázquez, en la figura de su nieto.
Del mundo de la comunicación estuvieron el columnista de ELMUNDO, el maestro Raúl del Pozo, Alfredo Relaño, Lara Siscar, Alfonso J. Ussía, Jesús Fernández Úbeda, el director general de contenidos de Mediaset, Manolo Villanueva, Ignacio Frauca, de Movistar Plus y el ex director de RTVE Leopoldo González-Echenique. De la órbita del Derecho asistieron el presidente de honor de la Academia de Jurisprudencia, José Antonio Escudero, la vicesecretaria general de CUNEF y profesora de penal, Beatriz Escudero y el socio de Deloitte, Marcelino Alonso.
‘Morante, media vida’, libro de la la fotógrafa colombiana Olga Holguín será presentado en Sevilla el martes.
Edición en gran formato que cuenta con una amplia selección de fotografías de la autora caleña con Morante de la Puebla como protagonista y se completa con textos de reconocidos escritores y periodistas.
La cita será a las 11 horas de Colombia en la Fundación Caja Rural del Sur, en la calle Murrillo 2, de la capital andaluza.
Una vez pasado lo peor de la pandemia, el escritor colombiano afincado en Barcelona, España, Nicolás Sampedro, presentó en el restaurante El Pórtico de Bogotá, el que ha sido su tercer libro El Aventorero, entre Agujetas y Badila.
El acto -con un marco incomparable-, fue presentado y moderado por el buen aficionado Ricardo Arbouin. Asistieron poco menos de cien personas, casi todas provenientes de la capital.
Antes y después los asistentes disfrutaron de toreo de salón bajo la dirección del matador de toros de Manizales José Arcila.
PERFIL DEL AUTOR Nicolás Sampedro Arrubla Nació en Bogotá en 1970. Inicia sus estudios en su ciudad natal y los termina en Barcelona, donde reside desde 2003. Ya en su niñez comenzó a interesarse por la tauromaquia, llegando a vestir el traje de luces en la década de los noventa y toreando como aficionado práctico hasta la fecha. Entre 2008 y 2011 formó parte, en España, de la junta directiva de la Plataforma para la Promoción y Defensa de la Fiesta, y a lo largo de ese mismo periodo codirigió la tertulia taurina del hotel Diplomatic (Barcelona), en la que participaron las principales figuras del toreo, ganaderos y empresarios. Ha dictado numerosas conferencias y participado en diversos coloquios taurinos, tanto en España como en América. Es autor de los libros El Aventorero, entre «Agujetas» y «Badila» (Círculo Rojo, 2020), Y después de Fuentes, ¿nadie? Apreciaciones para una correcta ejecución de las suertes del toreo (Biblioteca Nueva, 2017), y Cargar la suerte, Interpretación de un misterio taurómaco, (Biblioteca Nueva, 2014). Ha colaborado en diversos medios y publicaciones, destacando su participación en el libro José Tomás, de Nimes al cielo,
(2013), en la revista de la Fundación de Estudios Taurinos de Sevilla (2016
2019), en el estudio Impacto económico de la Feria Taurina de Olivenza, de la Diputación de Badajoz (2019) y en la Revista Quites, de la Diputación de Valencia (2022).
SINOPSIS DE LA TRAMA
Sinopsis trama El Aventorero Luego de profundizar en la técnica e historia de la tauromaquia, el autor se lanza al ruedo de la narrativa con El Aventorero. Entre Agujetas y Badila. Una novela corta en la que combina ficción e historia de una manera dinámica y divertida.
En la Cataluña de la década de los sesenta del siglo pasado, nuestro personaje, un matador de toros aspirante a figura del toreo, llega a Barcelona para hacer una sustitución –en Figueras– al maestro Antonio Ordoñez. En el lapso entre su llegada y su partida se ve envuelto en aventuras y vivencias muy propias de la España taurina de los siglos XIX y XX.
Apoyan y conforman este trabajo el inestimable prólogo del aficionado y periodista Joaquín Luna y la magnífica portada de Xavier Noguera, conocedor de las esencias taurinas y reconocido diestro con los pinceles.
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