La terna en hombros cerró la feria de Algeciras , el victorino «colombiano» ovacionado y «Veronés», indultado

La terna en hombros cerró la feria de Algeciras , el victorino «colombiano» ovacionado y «Veronés», indultado

Miguel Ángel Pacheco cerró la feria de Algeciras con un toro de Victorino Martin que lleva el nombre de Colombiano pues el ganadero ha querido tributar un homenaje a nuestro país cuyos taurinos batallan en defensa de la fiesta y nación donde ya lidió con notable suceso una corrida en Cali que es la única presentación que ha tenido la señera divisa.

En Algeciras el encierro la V coronada lo lidiaron Antonio Ferrera y Miguel Angel Pacheco.

Y un detallazo de Ferrera. Se subió al tendido y le brindó la lidia de un toro al maestro Ruiz Miguel que hace parte del equipo de comentaristas de radio de Canal Sur.

Según el relato de ABC

En una tarde que queda ya para la historia de Algeciras, Antonio Ferrera, Manuel Escribano y Miguel Ángel Pacheco salieron a hombros por la Puerta de Feria. Ferrera lo hizo tras insultar al cuarto toro de la tarde, Verones; Escribano, por su parte, hizo una faena rotunda con el quinto, y Pacheco cortó una oreja muy importante en el tercer toro, el más complicado, y después cortó otra al sexto con otra faena de gran dimensión.

«Portezolano» abrió plaza y nada más salir provocó una ovación a su excelente presentación. Un toro muy de la casa con las puntas mirando a las Gaviotas. El primero echó la cara abajo metiendo el hocico entre las manos apretando mucho en el saludo capotero. El maestro Ferrera lo recibió sobre los pies con eficacia y solvencia para sacarlo para afuera con torería. Este fue bravo y tuvo una lidia transmisora. Un puyazo de bravo -de lejos- desde el centro del anillo. Ángel Otero y Alberto Carrero bordaron el tercio de banderillas. Brindis público. Exigente en el último tercio en los primeros compases donde hubo una búsqueda de acoplamiento que fue un toma y daca entre toro y torero. La veterana es la madre de la madurez y Antonio Ferrera reboso sazón delante de un tranvía que no permitía ninguna concesión. Poco a poco fue desplegando una faena a más -muy seria- de peso donde dejó muerta la muleta para presentarla en el hocico y tirar de una embestida dormida y humilladora. No fue de viaje largo y había que tirar de él con suma suavidad a sabiendas que aquello tardaría un mundo en pasar y mirar de reojo. Un quehacer de naturales cosidos y de un toreo fundamental -al natural son espada- con extraordinaria belleza. Estocada y oreja importante sin música ante un bravo de Victorino.

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«Verones» fue el segundo del lote de Ferrera. Un toro bajo, cortito, acucharado de pitones que dejó componer el saludo al maestro. Tras la vara que apretó, el extremeño interpretó un quite por verónicas de ensueño. Capote dormido y la ‘pata’ cargado la suerte. Magistral quite por verónicas. Ferrera brindó a Ruiz Miguel -escaló por el tendido hasta la tribuna de radio desde el ruedo- de maestro a maestro. A la postre, lo vivido con el cuarto ha sido histórico. Antilógica de la bravura y del temple. Una embestida pastueña, gateadora, incansable, brava, enclasada, enrazada, entregada y sin fin de virtudes de un toro de bandera. Ante «Verones» el maestro Antonio Ferrera desplegó todo di extenso baúl de tauromaquia pata ahormar una faena para los anales del toreo. Aquí y en Pekín…el toreo ha sido de una belleza sin igual -digna de cualquier museo de bellas artes- por profundidad, lentitud -pases inverosímiles por su extrema tardanza- cosiendo una embestida mexicana sin fin por entrega y humillación. A estas alturas la plaza era un manicomio ante tan descomunal concierto de toreo y bravura. Lágrimas en los ojos de todos -incluido el torero- por firmar una obra de arte -que pareció torear de salón- y que entra con letras oro en la tauromaquia ante uno de super clase de Victorino Martín. Indulto y máximos trofeo simbólicos.

«Bocacho» otro típico de la casa. A este lo recibió Escribano que se presentaba en Las Palomas con una larga cambiada en el tercio y varias verónicas ganando terrero hasta abrochar más allá del tercio con una media sensacional. Una vara donde se le apretó y a banderillas. Un tercio donde el sevillano cuajó tres palos de máxima categoría y levantó pasiones en los tendidos. Apuntó virtudes el toro durante la lidia y Escribano brindó al respetable. El de Gerena con mucha suavidad empezó sin abusar y abriendo caminos a su oponente -un punto sosito- que apretaba para adentro pero que no quería brusquedades algo que Manuel hizo a la perfección presentado una pañosa sin afecciones. Tiró de la embestida con temple y compostura sintiendo el muletazo hasta llevarlo atrás pero sin poder ligar por la falta de ritmo del toro que la tomaba con entrega. Escribano pasajeó por ambos con delicadeza y dulzura ante una noblona embestida -en Victorino- a la que le faltó un poquito de chispa. Espadazo, descabello y fuerte petición que no atiende el usía. Gran ovación con saludos.

No era fácil volver a conectarse a la tarde tras el suceso vivido con el indulto de ‘Veronés’, pero Escribano fue capaz de meter en su labor a unos tendidos que se habían roto con el toreo de Ferrera y la embestida de un toro excelso. Se fue a la puerta de chiqueros para recibir a un toro bravo de verdad. Lo toreó con templanza a la verónica, cuajando posteriormente un gran tercio de banderillas a un toro que empujó con bravura en el jaco. Manuel sabía que tenía delante un animal con virtudes, de esos que se entregan cuando les aprieta, de ahí que no se diera coba y ya en la primera tanda lo apretara por abajo. Manuel lo toreó con el alma, siempre ofreciéndole la panza de la muleta y vaciando el muletazo por debajo de la pala del pitón. El animal se creció siempre ante el castigo, empujando siempre con los riñones y con el morro por el suelo. Por el lado izquierdo también se la dejó siempre muerta y tiró del animal jugando con las muñecas. El toro no se cansaba de embestir, siempre a más y ganando en profundidad. Pero le dolió la última tanda por abajo y amagó con rajarse. Manuel inteligentemente se lo sacó del tercio, ahí acusaba menos la querencia. La faena iba para máximos trofeos, Escribano se había vaciado toreando muy de verdad a un toro que siempre le exigió en colocación, altura y velocidad del muletazo. La gente empezó a pedir el indulto, pero el animal ya había tirado la toalla. El sevillano no se dio coba y entró a matar a un animal que el propio torero recordará por mucho tiempo. Pero pinchó en dos ocasiones y se le esfumó la posibilidad de pasear los máximos trofeos paseando finalmente las dos orejas de un toro de vuelta al ruedo.

«Esquílero» primero del lote de Pacheco. Un tercero abierto de pitones que se frenaba de manos antes de pasar por el capote. Más largo el viaje por el derecho por de hubo expresión en el lance. Una vara en buen sitio y cambio de tercio. Brindis público. Comenzó Miguel Ángel en línea recta para alargar la embestida -y ayudar a romper- sin toques. Dos tantas iguales que presagiaron cosas positivas pero tras esas dos el toro cambió y empezó a plantear dificultades. En un par de ocasiones «estuvo cogido» pero su oficio y raza solventó el trance. A partir de ahí fue una pelea constante para imponer leyes y criterios entre ambos. El torero gallardo, fajado y poderoso -sin ser especialista y además torear poco- pero conocedor de us embestida que buscaba y alargaba el cuello. Un toro complicado que mantuvo la tensión y que vendió cara su muerte por su bravura. Más allá de una faena artística fue una labor de exigencias y superación ante uno realmente difícil. Estocada con atributos y oreja arrancada.

«Colombiano» cerró la Feria Real. Otro que levantó una ovación al salir al ruedo. Toro humillador en el brillante capote del linense. Pacheco lanceó con prestancia al sexto en el recibo con varias verónicas con fuste y una de epílogo más allá del tercio con empaque. Una vara fuerte y cambio. Brindó al empresario. El gaditano empezó su labor con suavidad y sintiendo el muletazo ante uno que embistió por abajo. Varias tandas a derechas donde ofreció la tela roja cogiendo el palillo por la mitad -ofreció la barriga de la muleta- embarcar con transparencia y finura. Después cogió la izquierda donde se descaró y desafió a su antagonista. Por ahí, pedía tiempos y técnica además de poder y lo cumplió Miguel Ángel a la perfección para interpretar el natural con hondura. Faena de paso al frente por su fondo y de prestancia por su interpretación ante uno otro bueno de Victorio. Oreja tras aviso.

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