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Cristóbal Pardo toreará en Macusani ,entre las nubes a mas 4 mil metros en el Perú profundo

Macusani está en el Departamento de Puno. Ha sido un fortín taurino pese a estar 4,315 metros de altura lo que supone un gigantesco esfuerzo para toros y toreros.-

El 11 de diciembre, el colombiano Cristóbal Pardo hará el paseillo con Rafaelillo y el peruano Juan Carlos Cubas.

Los toros de Checayani y Colorado

CHECYANI

En 1960 si no nos equivocamos, Don Carlos Gallese importa una vacada y unos sementales de la ganadería Urquijo puro murube, La vacada y los sementales pastaban en el sur chico de lima, tras la lidia en la feria del señor de los milagros, y por cierto pegar un petardo ganadero, con devolución de varios toros al corral y la mayoría saltaron al callejón decide deshacerse de la ganaderíam,cuenta Tradiciones Taurinas del Perú

Entonces en 1965 vende la ganadería a dos personas de provincia desconocidas en eso entonces a los señores Soto y Macedo, Don Umfredo Macedo llegando a quedarse con la mayor parte de la ganadería y el Sr. Soto vendió su parte,por eso entonces los patriarca de los Taguada llego a adquirir algunas cavezas de ganado. Entonces empieza el recorrido de que seria la legendaria Checayani instalándose en las alturas de la provincia de Azangaro departamento de Puno, Tenemos que reconocer que el ganadero Macedo fue un estudioso y un gran ganadero manteniendo esto con profesionalismo y altura por décadas,Uno de los ex trabajadores nos informa que el talón de Aquiles de la ganadería fue la alicuya, una enfermedad que afecta al hígado de los animales, sin envargo esta ganadería piso casi todas las plazas del Perú.

Los tentadores de esta casa ganadera fueron el matador de toros José Antonio Rodriguez,Armando Chavez «carnicerito de Mexico» Joselito Valdez, el matador de toros Andres Alfaro » El Pini» tambien trabajo como mayoral por algunos años el matador Joselito Requelme.

Sin embargo que esta casa ganadera haya triunfado nunca fue reconocido como grande e allí que nunca lidio en la feria mas importante del Perú, la del Señor de los milagros salvo el 13 de noviembre del 2005 lidio 5 toros para rejones en Acho. Ironías de la vida o celos nunca dieron la oportunidad lidiar en acho por toreros de a pie, cera que tenían miedo un rotundo triunfo?.

Esta casa ganadera refrescó la sangre con sementales de la ganadería de Campo Nuevo.

COLORADO

La ganadería Colorado es una de las nuevas ganaderías de toros de lidia en el Perú, fundada por Jorge Vargas González en el año 2000 No pude encontrar información específica sobre el origen e historia de esta ganadería, pero hay un libro llamado “Orígenes e Historial de las Ganaderías de Lidia en el Perú” que puede proporcionar información detallada sobre la historia de las ganaderías de lidia en el Perú .

A partir del Siglo XVI, el número y la composición de la población ganadera cambiaron de camélidos sudamericanos a una ganadería alóctona (bovino, ovino, caprino). El bovino Criollo actual proviene de las razas autóctonas de España y llegaron al Perú con la Conquista, pero en los tres siglos del Virreynato, no se le dio ninguna importancia. El propósito del presente aporte es orientar a la comunidad de científicos, profesionales, políticos y criadores sobre las potencialidades productivas del bovino Criollo asentado en el Altiplano peruano. Para el efecto se describe y analiza los índices reproductivos, las aptitudes para la producción de carne y leche, los pesos corporales a la comercialización en pie o beneficiados y el comportamiento de los bovinos Criollo en cruzamientos con razas especializadas logradas en condiciones del Altiplano peruano. Aquello se describe considerando los factores extrínsecos e intrínsecos que rodean a la crianza. Asimismo, se refiere a los programas de desarrollo emprendidos y se enfatiza la importancia de los Bancos de Germoplasma para la conservación. Finalmente se propone la visión, misión y objetivos estratégicos a considerar en un esquema de desarrollo económico local. En conclusión, en el Altiplano peruano el bovino Criollo expresa bajos niveles de producción de carne o leche, lo cual no implica que carezca del potencial de producir sino que está limitada por el inapropiado sistema de crianza familiar y tradicional. Asimismo, no aparece en los planes estratégicos como recurso zoogenético que contribuiría al desarrollo económico regional y local.

MACUSANI

Macusani (fundada como San Juan de Macusani) es una ciudad peruana, capital del distrito homónimo y de la provincia de Carabaya, ubicada en el departamento de Puno. Se halla en el área nororiental del departamento.

Contrastes en la última corrida en Acho. Devolvieron el sexto y el segundo sobrero se estrelló contra las tablas en medio de protestas de la afición limeña. Puerta grande de Castella (Escapulario de Oro ),y Emilio de Justo

( Imagen de la salida en hombros de Castella y De Justo cedida por el X del torero extremeño)

Hasta el quinto toro, la corrida de cierre en Acho iba normal .Dos puertas grandes aseguradas para Emilio de Justo y Castella y a la espera de Roca Rey que abrochaba la feria . Pero la sorpresa saltó como una liebre. El toro jabonero se cambió por problemas en su vista, salió el segundo sobrero ( reglamentario contar con dos ) y se estrelló contra las tablas. Evidentemente su descoordinación era evidente y comenzaron las protestas en los tendidos que no tienen por qué entender el curso de una corrida. Picaron al toro, lo banderillearon, el toro se derrumbaba y Roca cogió la muleta y cumplió con la suerte suprema mientras caían , como en tiempos del maestro Curro Romero, las almohadillas al ruedo en Sevilla como expresión de desaprobación y las gentes vociferaban porque querían ver a su torero Roca Rey cerrar la feria del señor morao como en sus grandes tardes pero no fue posible.

Roca apenas cortó la oreja del primero

Castella construyó una bella faena en su segundo toro, con matices de arte y diálogo esplendido con el toro. Mató eficazmente y dos orejas.

Eso sí más allá del enfado legítimo de los aficionados no pasó a mayores y Acho volvió a demostrar su ponderada educación.

Emilio de Justo cortó una y una con una toreria de viejos tiempos donde no faltaron tandas por ambos pitones, toreo por bajo, todo con eficacia y sentido de la lidia. Se fue al final en hombros en una noche cerrada sobre el viejo y grandioso escenario de una plaza que vivió tiempos de esplendor con Joselito, Belmonte, Manolete.

Esas cosas del toreo, siempre imprevisible, se posaron de mala manera en una tarde que se esperaba grandiosa pues cerraba la feria el torero mas importante de América, el peruano Roca Rey que se fue entre lagrimas ante las circunstancias adversas.

Eso sí os quedan dos faenas de lujo de un extremeño y un francés. Gracias Emilio de Justo, mil gracias Sebastián Castella.

Roca en su primero dejó destellos de su tauromaquia pero no fue el mejor día para el limeño que no pudo abrochar con esa brillantez de su tauromaquia pues el sexto y sexto bis no lo permitió. Imponderables….

El Consorcio América lo intentó todo. A veces los mejores procesos se estrellan con los imponderables. Quién apostaba porque un toro saliera con la vista con problemas y su sustituto se estrellara contra las tablas.

Se lidiaron toros de La Viña, San Pedro y El Olivar.

Se cierra hoy la feria taurina en Acho organizada por el Consorcio América Taurina.

CASTELLA SE LLEVA EL ESCAPULARIO DE ORO

Sebastián Castella se ha alzado con el ‘Escapulario de Oro del Señor de los Milagros’ de Lima, que le reconoce como triunfador de la temporada 2023 en Acho. El diestro galo cortó dos orejas en la última corrida de la feria, tras una faena rotunda y templada.

Por otra parte, el ‘Escapulario de plata’ al mejor toro ha recaído en ‘Lucumo’, lidiado en segundo lugar por Joaquín Galdós en la corrida inaugural. El astado de El Olivar, con el nº 271, jabonero y con 503 kilos, fue premiado con la vuelta al ruedo. 

EL SORTEO

Sebastián Castella, número 263, Tocayo de nombre y 470 kilos.

El francés cierra con el cuarto de La Viña , número 2

El matador Emilio de Justo lidia segundo y quinto.

El segundo, Perorito, numero 228 de El Olivar con 484 kilos.

El quinto de San Pedro,381, Pequeño de nombre y con 468 kilos

Cierra el peruano Roca.

El tercero, Forjador de nombre con 460 kilos de El Olivar

Y la feria culmina con la lidia del sexto, el número 417, Sabanero 492 kilos

El primero sobrero es de Paiján un castaño con 491 kilos, Aturdido de nombre

Y el segundo sobrero con 462 kilos, Tinajero de San Pedro.

Tres valores de la tauromaquia, un francés, Castella , un extremeño, Emilio de Justo y un suramericano de tronío, la figura Roca Rey hará el paseillo a partir de las 3 y 30 de la tarde.

Los toros de las ganaderías peruanas de Paiján y San Pedro.

PAIJAN con vertiente, entre otros hierros, el de don Jerónimo Pimentel

Nos cuenta Pablo Gómez de Barbieri

En Paiján, al norte de Trujillo, Aníbal Vásquez Nacarino, su esposa Lucy de las Casas y su hijo Aníbal llevan tres hierros: Paiján, La Viña y El Olivar. Crían por separado toros de encaste Santa Coloma –lo original de Paiján, de procedencia Paco Camino− y reses de Parladé Domecq, en las que se entrecruzan la líneas de La Viña –provenientes de lo original de Víctor Montero (Conde la C orte y Parladé); aquello que se indultaba por sí mismo, los torease quien los torease, en los noventa−, sangre de Huagrahuasi de Cobo, de Ecuador y un aporte genético de El Paraíso de Jerónimo Pimentel, de Colombia. Los Vásquez adquirieron el antiguo hierro de La Viña (el círculo cruzado por la diagonal) y luego, los descendientes de Celso Vásquez (emparentados con Aníbal hijo, por los De las Casas) le cedieron a este el hierro de El Olivar, ganadería peruana de comienzos del siglo XX.

FOTO: PABLO JAVIER GÓMEZ DEBARBIERI ENTRE LA VEGETACIÓN. En Paiján, los novillos pastan en un potrero.

FOTO: PABLO JAVIER GÓMEZ DEBARBIERI

GANADERIA DE SAN PEDRO

El matador colombiano Cristóbal Pardo es uno de los toreros que ha indultado un toro de esta divisa peruana que cuenta con este palmarés

Premios

Indultos
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AÑO 2016 (27-03-2016)

N° Toro: 309-SP (San Pedro)
Nombre: NORTEÑO
Lugar: TOROKUNA -LIMA
Festividad: Apostol Santiago de Incuyo-Residentes Lima
Matador: Alfonso de Lima (Perú)

AÑO 2013

N° Toro: 325-SA (Salamanca)
Nombre: JUNCO
Lugar: CHOTA
Festividad: San Juan Baustista
Matador: Matias Tejela ( España)

N° Toro: 134-SP (San Pedro)
Nombre: LAVADERO
Lugar: SICAYA
Festividad: Santo Domingo de Guzman
Matador: Juan Carlos Cubas (Perú)

N° Toro: 271-SP (San Pedro)
Nombre: RATONCILLO
Lugar: CANTA
Festividad: Señor de los Auxilios
Matador: David Esteve (España)

AÑO 2012

N° Toro: 61-SP
Nombre: MENSAJERO
Lugar: SICAYA
Festividad: Santo Domingo de Guzman
Matador: Juan Carlos Cubas (Perú)

N° Toro: 76-SP
Nombre: RECOVERO
Lugar: RECUHAY
Festividad: Señor de Burgos
Matador: Fernando Villavicencio (Perú)

N° Toro: 39-SP
Nombre: PESETERO
Lugar: CANTA
Festividad: Feria Mariscal Chaperito
Matador: Carlos Ramírez (Perú)

AÑO 2010

N° Toro: 428-SP
Nombre: MANANTIAL
Lugar: MATARA
Festividad: Feria San Lorenzo de Matara
Matador: Juan Carlos Cubas (Perú)

AÑO 2009

N° Toro: 369-SP
Nombre: VERANERO
Lugar: BAMBAMARCA
Festividad: Feria Virgen del Carmen
Matador: Thomas López (España)

N° Toro: 368-SP
Nombre: RECOVERO
Lugar: CAJABAMBA
Festividad: Santísima Virgen del Rosario
Matador: David Gil (España)

AÑO 2008

N° Toro: 249-SA
Nombre: ALGARROBO
Lugar: TACABAMBA
Festividad: Feria del Señor de la Misercordia
Matador: Fernando Roca Rey (Perú)

N° Toro: 304-SP
Nombre: GITANO
Lugar: MATARA
Festividad: Feria San Lorenzo de Matara
Matador: Juan Carlos Cubas (Perú)

N° Toro: 284-SP
Nombre: CHINO
Lugar: MATARA
Festividad: Feria San Lorenzo de Matara
Matador: Fernando Roca Rey (Perú)

AÑO 2004

N° Toro: 123-SP
Nombre: PRODIGIOSO
Lugar: HUAMACHUCO
Festividad: Feria Virgen de Alta Gracia
Matador: Cristóbal Pardo (Colombia)

Seseña y Pedro Luis en hombros en la novillada en Acho. Felipe Miguel con desigual lote

El español Alvaro Seseña y el peruano Pedro Luis se fueron en hombros . El colombiano Felipe Miguel salió con el respeto de la afición pues pechó con un lote desigual ( el primero, noblón pero sin fuerza y el segundo con genio y mucho peligro )-.

Seseña tiene los deberes aprendidos pero uno tiene la sensación de que falta ese condimento que explote en el corazón del aficionado si bien uno no puede sostener so pena de caer en injusticias que estuvo mal. Aprobó pero es preciso que esos dones que atesora los muestre en la plaza para hacernos vibrar. Cortó una y una.

Pedro Luis es peruano, vive en España bajo cobijo de su mentor el burgalés Morenito de Aranda que siempre ha exhibido cante jondo en su toreo. El chico tiene verguenza torera, sufrió un palizón en el sexto se repuso, se levantó y se fue conquistar las dos orejas . Eso es de agradecer.

El colombiano Felipe Miguel exhibe progresos , lleva poco tiempo como novillero con caballos pero ha progresado. Primero , su confianza en la suerte suprema, esos detalles en su primero el noblón pero falto de fuerza que no le permitió ligar. Y muestra evidente gracia al torear con la capa. Ser torero es profesión de paciencia y en Colombia estamos urgidos de que salga ese novillero o novilleros que nos hagan guardar ilusiones en ese recambio generacional con los Kalios, los Anderson Sánchez, un Juan Dinastía, un Diego Alejandro, un José Gallo, un «Locuras». Es tiempo de cosecha.

Felipe Miguel le brindó su primero a Roca Rey, Pedro Luis a su apoderado Morenito de Aranda

Abandonamos Acho con ese cielo azul pintado de nubes perladas en una tarde de buena entrada para una novillada con ejemplares ( excepción de uno que bajó el tono ) bien presentados, un público afable y respetuoso y una impecable organización.

FELIPE ABANDONÓ ACHO CON EL RESPETO DE LA AFICION

Un español, un colombiano y un peruano en la novillada de esta tarde en Lima.

Dos hierros. Apisawa con sangre Juan Bernardo y San Pedro

Sorteo en los corrales de la bicentenaria plaza limeña

Abre la corrida el español Seseña

Serranito, 375 kilos, de Apisawa

El cuarto, el 363 Tintorero, con 370 kilos

FELIPE MIGUEL NEGRET

Abre con el castaño 47, Forastero, 380 kilos de Apisawa

El quinto con 420 kilos, Brasero, un colorado de San Pedro

Pedro Luis

El tercero, un negro de capa con 374 kilos, Mistiano de nombre y cierra el festejo

con Presumido 386 kilos, dde San Pedro, un negro chorreado.

Alcalino se centra en el público de Madrid en los años 60

Si la columna del pasado lunes estuvo dedicada a analizar al público de la Plaza México de
los años 50 y 60 del siglo anterior, qué mejor complemento que echar un vistazo a lo que
ocurría en Madrid al mismo tiempo. El sistema que seguiremos será más o menos el
mismo, aunque en este caso apoyados en los puntos de vista de un competente
aficionado capitalino, asiduo de la México, y, ni modo, de un tal Horacio Reiba, todavía no
“Alcalino”.


Marchena y Sala Gurría (1966). Aficionado capitalino de reconocida solera, Fernando Sala
Gurría viajó a España para presenciar la feria de San Isidro de ese año en compañía de
Armillita, Lorenzo Garza, Silverio Pérez y Cagancho, que en México vivía. Carlos Arruza
figuraba en el plan original pero no pudo sumarse a ellos debido a sus compromisos como
rejoneador y por atender a varios ejemplares de su cuadra, seriamente enfermos. La
muerte le aguardaba a la vuelta de su rancho, en la carretera México-Toluca, la lluviosa
tarde del viernes 20 de mayo de aquel 1966.


Sala Gurría visitaba a España por vez primera y se comprometió con el crítico y escritor
Juan de Marchena a enviarle sus impresiones de los festejos isidriles, y Marchena –es
decir, Juan Pellicer—las fue publicando en su columna del ESTO Con la Puntilla… del
lapicero, hasta que la tragedia de Arruza precipitó la vuelta a casa de Fernando y los
referidos ases de la época de oro. A Sala Gurría la plaza de Las Ventas le causó gran
impresión, en cambio, el público madrileño queda muy mal parado en comparación con el
de la Plaza México.


Veamos cómo vio este aficionado de toda la vida las escasas corridas que alcanzó a
presenciar antes de que la trágica muerte de Arruza los obligara, a él y a los ilustres
viajeros a quienes acompañaba, a retornar precipitadamente a México a fin de asistir al
sepelio del Ciclón, en un caso demostrativo del sentido de unidad taurina que entonces
privaba.


San Isidro 66: corridas del 16 y 17 de mayo. Esto es lo que Sala escribió y Pellicer
reprodujo en su columna. Día 16: “Litri, valiente pero atropellado, fue cogido sin
consecuencias por su segundo toro y la gente, sensiblera, le aplaudió y hasta pidió la oreja.
Dio una vuelta al ruedo por nada de nada. Diego Puerta es el mismo, un león de valiente
pero sin mayor calidad. Le dieron una oreja de su primero y las dos de su segundo. Allá, en
la México, una oreja y puede que se la hubieran protestado. El Pireo tan mal como allá,
pero aquí fue pitado a más y mejor. El público de azúcar, demasiado bueno. Lo que me
impresionó de verdad en esta primera corrida que veo en España fue la plaza, de una
belleza extraordinaria. Madrid, maravilloso.” Día 17: “Litri en sustitución de Ordóñez,
Andrés Vázquez y El inclusero, que confirmó la alternativa. Toros del marqués de Domecq.
Muy pocas veces en mi vida he visto una corrida de toros más buena. Dije toros. Los cinco
primeros fueron de bandera: kilos, trapío, tipo y qué nobleza. SI pudiéramos en México

tener esos cinco animales no en una corrida sino en toda la temporada te juro que nos
volveríamos locos. Tomaron entre los cinco ¡veintisiete puyazos! Litri ahora estuvo
imponente, cuajado, con sitio y todo lo que hay que tener. A su primero le hizo lo que
quiso, con un aguante y un temple extraordinarios. Dos orejas muy merecidas. En su
segundo se superó. Se lo había brindado a Cagancho, que recibió una gran ovación. Andrés
Vázquez es buen torero pero sin figura ni sello propio. Hizo todo y lo hizo bien, pero nada
más. Brindó a Garza, a quien también se le ovacionó muy fuerte, y cortó una oreja.
Lorenzo, negando la cruz de su parroquia, se quitó su reloj de oro y se lo regaló a Vázquez.
El Inclusero, del color de su terno: verde. Un torero chaparrito y malo. Brindó a Silverio,
muy ovacionado también, pero que no pareció de Texcoco sino de Monterrey, porque sólo
le dio las gracias más expresivas.” (ESTO, 26 de mayo de 1966).


Más allá de los excesos de benevolencia del público, los relatos de Sala Gurría rezuman
sinceridad; así como denuncia los improcedentes desorejaderos no deja de ensalzar la
belleza de Madrid y su plaza de Las Ventas, la superación de Litri de una tarde a otra y,
sobre todo, la extraordinaria calidad del encierro del marqués de Domecq.


Corridas del 18, 19 y 20 de mayo. Y vamos a las impresiones del improvisado corresponsal
sobre los siguientes tres festejos isidriles, empezando por el del 18 de mayo: “Julio
Aparicio, Palmeño y El Cordobés, con toros de Atanasio Fernández. ¡Cuánta ignorancia del
público madrileño en esta feria! Es de dar vergüenza la concesión de orejas. El Cordobés,
dos en su primero, Aparicio, dos en su segundo, que fue de azúcar, y Palmeño, dos vueltas
al ruedo después de hacer nada y de cuatro pinchazos y tres intentos de descabellos. Es
algo inaudito. Yo no me podía hacer cargo de lo fácil que es triunfar en esta plaza, cuna del
toreo. Aparicio en su primero, peligroso y con fuerza, no quiso saber nada y lo despachó
como Dios le dio a entender y a otra cosa. Pues no, a dar una vuelta al ruedo ¡Increíble! En
su segundo, que como te dije fue de azúcar, tampoco llegó a mayores hasta media faena.
Cuando se dio cuenta del extraordinario lado izquierdo del toro se confió algo y dio media
docena de naturales muy buenos, pero muy buenos y ya. Y por una estocada caída ¡le
otorgaron las dos orejas! El Cordobés hizo una de sus faenas a base de mantazos
efectistas. En uno de sus giros en la cara, el toro le echó mano y le perdonó la vida, pues lo
tuvo a su merced, lo olió y se fue. Estocada perpendicular yéndose del mundo y la locura. El
juez le dio una oreja y el público le exigió la otra, que tuvo que conceder. En su segundo, de
embestida corta pero muy aplomado y sin peligro, hizo el más espantoso de los ridículos
entre desarmes, carreras y un sinnúmero de pinchazos; no me explico cómo no le tocaron
un aviso. Los toros, muy bien presentados menos el primero de El Cordobés, que pesó 460
kilos. Los demás, todos pasaban de los 520. Se me olvidaba Palmeño, un poco gordo y
valentón pero sin sello, sin personalidad (…) también le hicieron dar la vuelta al ruedo.
¡Cómo extraño a mi público!”.


Y vamos con la corrida del 19: “Siete toros de Pablo Romero para Ángel Peralta, que suplió
a Domecq, Bernadó, Andrés Vázquez y El inclusero. Muy flojo el cartel, pero había

expectación por los pablorromeros. El chico de la corrida pesó 540 kilos y el mayor ¡687!
Vimos diez toros, pues tres de ellos salieron con los cuartos traseros lesionados. Y todos,
absolutamente todos, rodaron por la arena cada dos por tres. No tuvieron lidia y, desde
luego, la corrida resultó fatal. Salimos a las 9:30 de la noche, pues con rejoneador y tres
toros al corral ya te imaginarás. La gente, de bandera. La plaza, llena. Esto es jauja para
empresa y toreros.”


Y ésta la última crónica de nuestro amigo: “Querido Juan: Jaime Ostos, El Viti y El Pireo,
con toros de Baltasar Ibán. Otra corrida que ni fu ni fa. Ostos, peor que en México, pero
aquí lo sacaron a dar la vuelta al ruedo en su primero. En el otro, nada de nada. A este
torero ya le queda muy poco en la profesión. La tónica de su toreo ha sido solamente el
valor, y con lo fuerte que le han pegado los toros pues el valor se pierde. El Viti no tuvo tela
de dónde cortar y estuvo gris y la gente se metió fuerte con él. El que cortó una oreja, y
muy merecida por cierto, fue El Pireo, que a su primero le dio diez o quince muletazos
excelentes. En México no vimos a El Pireo en ese plan. El ganado, bien presentado pero
mansurrón. Después de ver tantas cosas me congratulo de que tengamos un público como
el nuestro. Un abrazo y hasta mañana, con la presentación de Paco Camino y de Tinín, que
dicen tiene madera de fenómeno”. Pero ya nuestro corresponsal no pudo asistir a esa
corrida. La inmensa pena de la desgracia de Arruza lo hizo regresar a México y quedamos
atenidos a las informaciones cablegráficas, que parecen hechas por turistas villamelones.”
(ESTO, 27 de mayo de 1966).


Horacio Reiba (1970). Tal vez pudiera parecerle al lector que el Fernando Sala Gurría le
cargó demasiado las tintas al público madrileño, tan duro actualmente y de manga tan
ancha en aquella época. Por lo tanto, agregaré a las impresiones registradas la mía propia,
basada en la primera corrida que se transmitió de continente a continente, con motivo de
la confirmación de alternativa de Manolo Martínez en Las Ventas (22.05.70, por Televisión
Independiente de México). Obviaré la crónica completa –rigurosamente inédita por lo
demás—para centrarme en mis impresiones sobre el público madrileño: “La alternativa de
Martínez le fue confirmada por El Viti, y el de Monterrey hizo una faena torera pero poco
brillante. Ni el de Ibán, cara alta, probón, valía gran cosa, ni fue Manolo el torero que
conocemos (…) Media estocada que parte la herradura, y cuando esperábamos algunos
aplausos y, eventualmente, la salida al tercio ¡Una oreja! Empezábamos a explicarnos los
alegres desorejaderos que diariamente se reportan desde Madrid. (…) De El Viti dicen allá
que dio una tarde memorable. Yo apenas justificaría una oreja para su primera faena, a un
bicho terciado y cómodo –de salida lo protestaron–. Toro muy noble y faena desligada y
hasta con ciertos titubeos por parte del diestro. La estocada fue preciosa, sin duda lo más
torero de la tarde, pero de ninguna manera justificaba el otorgamiento de dos orejas (…) El
quinto, grande y noble, llegó muy aplomado al último tercio. Faena solamente
voluntariosa, de mucha insistencia y pocos muletazos, para ocho o nueve pinchazos y un
descabello. Confieso mi incapacidad para entender la vuelta al ruedo
–ovacionadísima—que le hicieron dar a Santiago Martín (…) Pero más asombroso aún fue

lo de Palomo Linares (…) De salida ligó atropellados parones y la gente, feliz. Una felicidad
que fue en aumento durante su indescriptible faena de muleta, toda ella a base de
mantazos. Hasta fuera de equilibrio físico se observaba al torero y apenas sacó algún
muletazo limpio. He discrepado a veces con el público de la Plaza México, pero esa faena
no la habría dejado pasar sin una buena bronca. Atronaban los olés y pensé que eran de
chunga… Sólo que la oreja otorgada a Palomo fuese también de ironía…” (Reiba, Horacio.
Bitácora personal).


A los escépticos debo advertirles que estos puntos de vista sólo confirmaban algo que los
aficionados de México no ignorábamos, pues en esa época era habitual que la televisión
presentara filmaciones bastante completas de corridas españolas, así como faenas
notables, narradas por José Alameda, que no dejaba de referirse, discretamente, al
despilfarro de orejas. La Transmisión vía satélite del malhadado festejo en que Manolo
Martínez confirmó su alternativa en Madrid fue simple comprobación de lo que Fernando
Sala Gurría, con gran perplejidad, había dejado escrito cuatro años atrás.

Lima hierve de entusiasmo por su feria del «Señor Morao» en el antiquísimo Coso de Acho

El domingo se abre una nueva ilusión en América. Es la antiquísima plaza de Acho que existe desde el siglo XVIII y en la que actuaron entre otros Joselito, Belmonte y Manolete.

“Sin duda, este es el mayor reto de mi vida”, dice a Caretas Juan Antonio Roca Rey, que hace parte del nuevo equipo gestor de la Feria del Señor de los Milagros (29/10 y 05-11-12/11). “Es una responsabilidad muy fuerte, ya sea desde la organización como también del lado familiar, pues mi abuelo y padre han sido organizadores de la Feria años atrás y ahora estoy tomando la batuta, que asumo con responsabilidad e ilusión”.

Juan Antonio sabe muy bien que alrededor de la fiesta brava hay muchos prejuicios. Al respecto, señala que “la fiesta brava es parte de nuestra tradición cultural. Gracias al momento de Andrés Roca Rey, muchos jóvenes se vienen interesando en el toreo. En la corrida hay una muerte, cierto, pero defendemos nuestro punto de vista porque sabemos que no hay ningún maltrato animal, que es un punto que alegan los antitaurinos. Pero lo que no se dice es que sin la corrida de toros, los toros de lidia dejarían de existir. Estamos poniendo estos argumentos a la mano para empezar a borrar estas leyendas y mitos urbanos que hay alrededor de la tauromaquia”.

Número uno en el mundo. Andrés Roca Rey se encuentra de paso por Perú para constatar la calidad de los toros de lidia y encontrarse con la afición taurina de las provincias. Andrés, haciendo un alto a su recargada agenda, realizó una sesión fotográfica exclusiva para CARETAS. Andrés tendrá dos presentaciones en la Feria del Señor de los Milagros. (FOTO: VÍCTOR CH. VARGAS).

Desde niño, el contacto de Juan Antonio con los toros le ha permitido forjar una convicción: “No vamos a ver la muerte del toro, sino a contemplar el arte del torero y la bravura del toro”, además, “es una experiencia, llegas al mediodía y uno se encuentra con amigos, hay buena música y buena comida antes de la corrida, y luego de la faena cada persona tiene conceptos distintos y en esa discusión sale a flote la gran cultura de la tauromaquia”.

Pese a la prohibición de SENASA de importar toros de lidia de España debido a una enfermedad hemorrágica epizoótica, Juan Antonio precisa que “hemos comprado las mejores ganaderías actuales en Perú. La ganadería peruana tiene prestigio, sus toros sí embisten, pues bien, armar una feria tiene un costo elevado, pero este año hemos bajado el precio de las entradas y hay facilidades para pagarlas en cuotas. Ir a los toros no es como ir al cine o al circo”.

Juan Antonio vuelve a la carga: “Hay gente que está en contra sin saber el porqué está en contra. En las ganaderías se trata al toro de lidia de la mejor manera, viven mejor que los toros de engorde. Hace falta información. Hay que probar antes de criticar, solo así puedes tomar una posición”.

Palabra de Roca Rey.

Y ESTAS SON LAS GANADERIAS QUE SE LIDIARÁN A PARTIR DEL DOMINGO

La México, cerrada, en una mirada de Alcalino al antes brillante emporio del coso más grande del mundo

¿Puedes creer, lector amable, que lo escrito aquí siete días atrás acerca de los públicos de Las Ventas, Sevilla y la Plaza México despertó controversias, discrepancias y adhesiones? Pues comienza a creerlo porque sucedió. Lo que para el escribiente era una simple mención, al paso, de ciertas observaciones personales registradas en su ya larga y gastada memoria, trajo a mi correo bastantes más respuestas y opiniones de las habituales, que suelen ser pocas. Agradezco, desde luego, que señores como don Nicanor Cataño, Carlitos Pavón o Toño Casanueva se mostraran acordes con mis puntos de vista, pero las expresiones de incredulidad que asimismo recibí me tientan a volver sobre el tema de aquella afición que por décadas llenó la Plaza México, y a la cual sigo considerando como lo más cercano a lo que desde mi particular perspectiva debe ser un público de toros bien informado, atento y ecuánime, pero no por ello menos apasionado, receptivo y alerta.


Sin más trámite paso a transcribir los testimonios de reconocidas personalidades de la crítica y la literatura taurinas, tanto mexicanos como europeos. Y de dos importantes figuras del toreo español, expresándose libremente no en México sino en su propio país.


Luis Bollaín (1951). Su sólido prestigio y vastos conocimientos, acreditados desde los tiempos de Juan Belmonte, están fuera de toda duda. Don Luis Bollaín, escritor y cronista sevillano, comentó así el fracaso de Miguel Báez “Litri” cuando se presentó en la Plaza México en la temporada 1951-52: “… Lo aleccionador es que “El Litri” ha fracasado en México haciendo lo que le ha dado el triunfo en España (…) Yo, después de leer y releer las noticias en detalle, me golpeo la cabeza a ver si estoy despierto. De manera que, en México, “El Litri” muleteó dentro de sus características, citó de lejos, toreó largamente al natural, dio manoletinas mirando al tendido, se hincó de rodillas, volvió la espalda al toro, abandonó muleta y estoque… ¡y tuvo dos fracasos rotundos! ¿Qué es esto, Dios santo? No, no hay lugar a engaños: el ejercicio torero por el que los tribunales españoles otorgan a diario a Miguelito matrícula de honor, arranca del tribunal mexicano –¡anda, y decían que allá no sabían de toros!—unas voluminosas y espectaculares calabazas (…) En México, haciendo “Litri” el “litrismo” integral, todo han sido protestas. Es curioso tener a la vista una foto del “Litri” en la capital azteca, obtenida en el momento justo de ponerse el torero de espaldas al toro sin estoque ni muleta, y sería aleccionador comparar las reacciones del público de aquí con el de allí ante idéntico trance: aquí, el histerismo; allí, la repulsa airada, viril y enérgica contra lo que ni es toreo, ni es arte, ni encierra belleza, ni es exponente de valor.” (Esto, 18 de abril de 1965; columna “Con la Puntilla… del lapicero”, de Juan de Marchena).


Juan de Marchena (1965). El mejor juez de Plaza que ha tenido la México fue además cronista de fuste, tan sólidos sus conocimientos taurinos como su buen estilo literario, no en balde hermano del celebrado poeta tabasqueño Carlos Pellicer. Al juzgar a Manuel Benítez “El Cordobés” –que tras dos sonados fracasos en la México supo rehacerse y triunfar–, encomia sobre todo la calidad del público capitalino: “La afición mexicana tiene indiscutible fuerza, demostrada en muchas ocasiones. Y lo ha ratificado, de modo rotundo, en el caso de “El Cordobés”, cuyas actuaciones, juzgadas con energía y con excepcional conocimiento, deplorables en sus dos primeras corridas, culminaron en la tercera, pues Manuel Benítez se dio cabal cuenta de que la afición mexicana merecía el máximo esfuerzo de su parte y así tuvo que hacerlo el torero de Córdoba, entregándose constantemente y más a la hora de matar. Y conste que, “El Cordobés”, cuando de matar se trata, ni se entrega ni acierta ni nada. Fue el público capitalino, uno de los mejores del mundo, el que logró que Manuel Benítez se pusiera a la altura de ese público (…) A “El Cordobés”, la afición mexicana lo obligó a torear toros, a torearlos de verdad y a matarlos magníficamente. No hubo andares cavernarios, ni desplantes de rodillas ni cabezazos en el testuz ni otros números de pantomima. En la tarde de su triunfo, “El Cordobés” mereció las ovaciones y los trofeos, y en las de sus fracasos, las broncas justicieras.” (Esto, 7 de marzo de 1965).


Claude Popelin (1966). Escritor francés de probado prestigio, Popelín viajó dos o tres veces a México para que no le contaran cuentos taurinos y diestros interesados. Así vio y juzgó al público de nuestra plaza Monumental: “Aunque el Toreo (de Cuatro Caminos) se aparenta a las clásicas plazas hispánicas, mi preferencia –lo confieso—está con la México. La razón es muy sencilla: perteneciendo al Distrito Federal está sometida al control de su regente, el muy respetado señor Ernesto P. Uruchurtu. Desde que hace diez años ejerce sus altas funciones, impone con una escrupulosidad admirable el estricto respeto del reglamento, rechaza el ganado demasiado joven y proscribe a rajatabla el afeitado. Gracias a su vigilancia se pueden presenciar corridas auténticas y a un costo muy razonable, pues teniendo en cuenta el aforo considerable de la plaza se ha opuesto terminantemente a toda elevación al precio de las entradas. Por ver una novillada de postín he pagado el equivalente a 125 pesetas (unos 30 pesos) por una barrera de tercera fila, confortablemente arrellanado en uno de esos sillones que K-Hito deplora que no hayan llegado aún a las plazas españolas. Con precios tan modestos, la asistencia conserva su inspiración popular y no se aburguesa.


¿Quién se atrevería a decir que a los mejicanos les falta entusiasmo? No dejan nunca de jalear los primeros compases del pasodoble que abre ritualmente el paseo y ha adquirido la jerarquía de un himno a la Fiesta Brava. Los toros que se lidian en La México –especialmente los oriundos de la ganadería de San Mateo, sangre saltillera—salen con mucho gas y acometen con bravura a los picadores. Se les tacha de acabar bastante quedados… pero comparado con el aflojamiento del poder de los toros que sufrimos hoy en España, no hay diferencia notable. Y aun así, los bichos mejicanos conservan su nervio, se defienden, cabecean y resultan peligrosos, como lo atestiguan frecuentes cornadas.


Sin duda el predominio de los aficionados de solera en las plazas responde por esta buena orientación de la lidia. Los subalternos –me consta—son conocidos en los tendidos y no salen a clavar de cualquier manera sino como Dios manda, recogiendo muestras de agrado que alientan su talento. Gusta sobremanera el torero artista y valiente, y si se le pierde el respeto al toro o se vulgariza el toreo el público se desentiende de la faena. No estalla la música para acreditar la idea de que se está presenciando una supuesta epopeya, sus únicas intervenciones son las “dianas”, alegres y cortos ritornelos que subrayan la actuación excepcional de un torero, y sólo bajo autorización del “juez”. Tampoco ha llegado aún a Méjico capital la propensión a cortar orejas abusivas, y basta que el matador no se haya tirado bien a matar para que lo paren cuando inicia una vuelta al ruedo, la cual –detalle curioso– se emprende por la derecha y no por la izquierda, como en España.


El torero goza en Méjico de un respeto y un afecto muy especiales. Da igual que sea nacional o forastero. A los “artistas” el público es capaz de perdonarles muchas tardes grises con tal de volver a presenciar alguna de sus apoteosis (…) ejemplo de ello es Cagancho, que ha elegido seguir viviendo allí. El mejicano tiene, sin duda, un justificado orgullo de su patria; pero como todo buen aficionado sabe, en materia de toros, rendirse con el más noble entusiasmo ante el valor y el arte (…) Me sumaría sin vacilar al decir de “Pedrés”: “¡Sevilla y Méjico son, hoy día, las mejores aficiones del mundo!” (El Ruedo, semanario. Madrid, 4 de enero de 1966)
Hay que aclarar que Pedro Martínez “Pedrés”, figura en España, en México toreó poco y con escaso éxito. Lo que confiere doble valor al referido punto de vista suyo.
Pepe Luis Vázquez y El Viti (1987). Ese año, Espasa-Calpe publicó un libro de entrevistas en el que Francois Zumbiehl dialoga con algunos de los más connotados maestros del pasado. Recojo las impresiones de dos de ellos, Pepe Luis Vázquez, el insigne artista sevillano, y Santiago Martín “El Viti”, una de las figuras más importantes de los años 60-70, ambos con gran cartel en el México de su tiempo.


Pregunta Zumbiehl a Pepe Luis: “¿No se ha sentido más a gusto en ciertas plazas, como Sevilla o Madrid?” Ojo con la respuesta del torero de San Bernardo: “Sí, porque en esas plazas, cuando menos lo esperas, o cuando has puesto algún sentido , has visto que la gente ha reaccionado en la medida en que tú deseabas. Eso me ha pasado también en México. Allí, en algunos momentos, el público ha reaccionado con más precocidad que en España. En la época en que yo iba, cuando se hacía una cosa con verdadera categoría, la gente allí bramaba, se encendía de momento, y eso es bonito para el artista porque ve que le responden a la par que él va reaccionando con el toro”. (Zumbiehl, Francois. El torero y su sombra. Edit. Espasa-Calpe. Madrid, 1987. p. 69).


Y aquí el diálogo entre el autor y El Viti: “Santiago, ¿qué han significado para ti, a lo largo de tu carrera, las diferentes plazas o los diferentes públicos? La respuesta del maestro salmantino es larga, pero entresacamos su opinión sobre lo que significaba para él torear ante el público de la México: “En México eran mi preocupación y mi responsabilidad tan grandes, que no las superé tal vez hasta el segundo año, como me ocurrió también en Sevilla.” (íbid, p. 192)… “¿Los toros con los cuáles no he podido? Uno en Bilbao, otro en México, otro en Salamanca, otro en Madrid y otro en Valencia.” (íbid, p. 203). El que nos compete debe haber sido “Coralito” de Reyes Huerta, quinto de la tarde en la inauguración de la temporada 1969-70 en la Plaza México, un castaño endemoniado que hirió a un subalterno y trajo a El Viti por la calle de la amargura (07.12.69).


Corolario. Considero que, con estos testimonios, el lector se habrá dado una idea de lo que era, valía y pesaba el público capitalino en la época señalada. Y conste que no añado ni quito nada a los elocuentes testimonios de personajes cuya competencia e imparcialidad no se puede poner en duda.

Definidas las ganaderías de Lima. La novillada de Apu Saywa tiene origen Juan Bernardo

Dos tardes de Roca Rey. Mano a mano con su paisano Galdós y las ganaderías peruanas de Paiján, Santa Rosa de Lima, y San Pedro.

La feria del «Señor Morao» está compuesta por tres corridas y una novillada comienza este 29 de octubre y concluye con Cayetano, Roca y Castella el 12 de noviembre con los novilleros Alvaro Seseña. Felipe Miguel Negret y Pedro Luis.

LOS CARTELES

D 29/10: Andrés Roca Rey y Joaquín Galdós (Paiján, Santa Rosa de Lima y San Pedro)

D 05/11: Antonio Ferrera, David Fandila ‘El Fandi’ y Ginés Marín (San Pedro y Paiján)

S 11/11: Novillada picada. Álvaro Seseña, Felipe Miguel Negret y Pedro Luis (Apu Saywa)

D 12/11: Sebastián Castella, Cayetano y Andrés Roca Rey (San Pedro y Paiján)

POR QUÉ NO HAY TOROS ESPAÑOLES EN ESTA TEMPORADA ?

Por la enfermedad del mosquito.

En principio estaba previsto llevar a Lima ganado de Sancho Dávila y de Daniel Ruiz.

Si lo analizas, el virus no es que esté generando muchas muertes comparado con el número de cabezas afectadas, y tampoco hay riesgo de zoonosis, pero el problema es otro. Lo que más preocupa en el sector es la velocidad con la que ha crecido la enfermedad y lo poco que se puede hacer para pararla por ahora. Un claro ejemplo de cómo las condiciones en el campo están cambiando, todo se mueve más rápido y cada vez se pone más difícil la situación para ciertas explotaciones muy cercanas al medio natural», explica el veterinario Ignacio Miranda Peña, del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España. Su organización lanzó un comunicado el 1 de septiembre alertando de la situación de la EHE y asegurando que la expansión de este tipo de males es uno de los mayores riesgos para la ganadería extensiva. «Las condiciones del entorno hacen que no paren de aparecer enfermedades y los ganaderos vayan al límite», añade Miranda.

El aviso de los veterinarios muestra claramente la situación de un sector, el de la ganadería, que ve cómo uno de estos mosquitos puede ser su puntilla ante un entorno cambiante cada vez más hostil. El cambio climático y el crecimiento descontrolado de la fauna silvestre potencian la aparición de males a los que los dueños de las explotaciones deben hacer frente sin muchas opciones de control real y con un coste económico muy importante. Los virus se propagan en muy poco tiempo, por lo que las vacunas no están listas, llegan a través de animales difíciles de seguir y en ganado al aire libre las desinfecciones y otras medidas de control aunque se deben hacer no sirven de mucho.

Alcalino nos recuerda la bruma otoñal en Las Ventas y esa última corrida, alucinante y extraña

A El Cid le pareció una tarde rara, y apostilló: “Tal vez en otra época del año, los tres hubiéramos tocado pelo…”. Es cierto. El jueves, en Las Ventas, hubo más vivas y palmadas de impaciencia que ovaciones cerradas y peticiones de oreja. Las ¡vivas! se lanzaban en los momentos menos oportunos con cualquier pretexto –el más socorrido, la fecha misma, 12 de octubre–, las palmas de tango generalmente llegaban cuando ya el espada en turno faenaba extrañado por la indiferencia del público, que prefirió seguir las ocurrencias del tendido a lo que sucedía en el ruedo aunque esto tuviera un mérito y un torerismo reconocibles por el buen aficionado.

Ahí es donde parece estar el quid de la cuestión. En que los buenos aficionados son cada vez menos, y la masa amorfa se concreta a seguirle la corriente al primer gritón o alborotador que se manifieste. Normalmente, las expresiones de inconformidad y los señalamientos más exigentes parten del tendido siete, donde solía estar el origen de esa tensión tan particular que tienen las corridas madrileñas y que distingue a Las Ventas de cualquier otra plaza del mundo. Alguna vez podían pasarse de tueste, pero nadie negaría que en ese pedazo de tendido se acomodaban aficionados de buena cepa y rigor insobornable. El jueves 12, sin embargo, los ahí reunidos prefirieron adoptar el triste papel de reventadores, presas de un malhumor otoñal y de una disposición a rechazarlo todo que subvierte el sentido de la fiesta y contagiaba al resto como reguero de pólvora. Su misión parecía consistir en pasar de la frialdad a la censura gratuita por pura diversión.

No sé si tendría razón El Cid en su observación final. Lo cierto es que las faenas del quinto y sexto toros –mejor, torazos— difícilmente se habría quedado sin premio de haberse desarrollado en presencia de un colectivo integrado por aficionados de verdad.

Isaac entre el oleaje. Al moreliano le correspondió un gran toro de Victoriano del Río –“Bolero”, zaino con 540 kilos y con una percha paliabierta de mucho cuidado. Era toro de triunfo, pero el triunfo no llegó. Ya el arrimón que Isaac se pegó en el primer tercio –larga de rodillas, mecidas verónicas, abelmontada media, temerario quite por saltilleras, citando desde largo y cambiando varias veces el viaje del toro en el trayecto—había sido recibido con sospechosa tibieza. La rompió iniciando su faena en los medios y de rodillas, con dos péndulos escalofriantes, a los que siguió una buena tanda con la derecha, de muleta baja y palpable temple. Insistió en lucir al toro dándole siempre distancia para aprovechar su alegre, noble y repetidora embestida. Y es verdad que debió ceñirse más y que en la tercera serie derechista perdió el compás y la faena empezó a venírsele abajo, sin que arreglara el cuadro lo cerca que se pasó los agudas astas en las bernadinas finales, ya con el público en contra. Pero la verdad es que a favor no lo tuvo ni siquiera en sus momentos más inspirados. Naturalmente, la ovación final fue para los restos de “Bolero”.

Y ante el sexto, que no era igual de bueno y con el que se estaba jugando la piel a águila o sol, para obtener alguna respuesta del indiferente tendido hizo falta que el castaño “Verbenero” lo trincara feamente con el pitón zurdo al pegarle un arreón en corto, y que Fonseca se levantara de la seria paliza sin verse la ropa para cobrarse el mal rato que le había hecho pasar el mansurrón aquel con una disposición y una entrega conmovedoras: péndulo y derechazos de hinojos al reanudar faena, final con manoletinas escalofriantes y estoconazo a toro tapado y vencido en el que libró la tarascada de milagro, refrendado con certero descabello. Y asomaron bastantes pañuelos, aunque en cantidad insuficiente para alcanzar premio. No obstante, había conseguido remontar la adversidad del toro anterior a fuerza de casta y torerismo. Y es de desear que el año entrante no tenga que pasar por otra Copa Chenel –especie de segunda o tercera división del toreo– para encontrar algún hueco en los carteles. Cosa que, por desgracia, dudamos.

Autocrítica. Isaac Fonseca demostró que además de valor por toneladas es un torero con la cabeza clara. Lo prueba, por ejemplo, su fácil conocimiento y dominio de los terrenos. Pero además posee autocrítica, prenda rarísima entre la gente del toro. Por eso, interrogado sobre su tropezón con el excelente “Bolero” de Victoriano del Río, admitió el hecho y prometió analizar muy cuidadosamente lo sucedido. Porque, dijo, un torero joven debe estar dispuesto a convertir en buenas las malas experiencias. Que así sea.

Magistral Talavante y muy torero El Cid. La faena de la tarde, asimismo ninguneada por la mala fe de los reventadores y el papanatismo del resto de la plaza, se la cuajó Alejandro al quinto toro –alto, cornivuelto, astifinísimo y con un peligro sordo–. Serio, templado, magistral en suma, el extremeño ofreció su mejor versión en plazas de primera de los últimos dos años, tan complicados para él como decepcionantes para sus seguidores. Con la derecha y con la izquierda, obligando y toreando mucho, con aire y aplomo de figura en sazón, y además certero con la espada. Poco caso le hicieron. Y hasta hubo pitos entreverados con los aplausos que lo llamaron a saludar al tercio a la muerte del marrajo.

El Cid contendió con un par de sosos –uno de Garcigrande y otro de Del Río– que iban y venían sin trasmitir poco ni mucho. Pero se le vio muy seguro y templado toda la tarde, y con un sitio, incluso al estoquear, que ya hubiera querido ostentar en sus años buenos. Si 2023 no fue uno de ellos será porque a las empresas no les dio la gana contratarlo.

Feria de Otoño: semana final. Después del cálido adiós a El Juli –reconocimiento y desagravio felizmente asociados–, lo más interesante llegó con dos toracos de Toros de Cortés tan declaradamente mansos que, en su desaforada fuga, no se dejaron ni picar. Y resulta que Sebastián Castella, más serio y mandón que nunca, sin atender a un peligroso amago de cogida, no tardó en convertir al buey en borrego, labró una gran faena y sólo por pincharlo se quedó sin trofeos. La vuelta al ruedo que lo obligaron a dar fue clamorosa, como clamorosa sería la que dio Paco Ureña por otra hazaña muleteril totalmente inesperada, pues el astifino burraco, un buey huidizo, hasta había obligado a desempolvar las banderillas negras y desarrolló un genio endemoniado –con el navajazo final le partió en dos el chaleco– sin conseguir amedrentar la estoica entrega del lorquino.

Fue, la de ese viernes 6, una muestra inesperada de la tauromaquia de otros tiempos, dramáticamente ajustada a las exigencias técnicas y estéticas del toreo contemporáneo.

Borja, la sensación.  El suceso del final de temporada en Las Ventas lo marcó la puerta grande abierta por Borja Jiménez el 8 de octubre luego de exprimir gota a gota las posibilidades de tres encastados victorinos, tan distintos entre sí como pareja y sin fisuras fue la entrega del sevillano, que les cortó la oreja a los tres, incluido el segundo de Román. Fue el suyo un alarde de toreo quieto y mandón, basado en una colocación perfecta y aderezado con carisma y sello propios. Lo más asombroso es que semejante torero partiera plaza en Madrid con solamente otra corrida toreada en el año, confirmando hasta dónde pueden llegar los cerrados intereses, omisiones y mezquindades del empresariado.

Esa tarde, nuestro Leo Valadez estuvo muy valiente, torero y cumplidor con el lote malo de Victorino, cuyo geniudo primero le había pegado seca cornada en el muslo derecho a Román, ese joven valenciano tan esforzado y pundonoroso al que toro que le levanta los pies del suelo, toro que irremediablemente lo manda al hospital.

Una lanza quebrada por la México. Viendo las reacciones del público de Madrid –que no son novedad, se ha manejado a capricho desde siempre–, y también del de Sevilla, hoy por hoy las plazas más importantes del microuniverso taurino –más micro que nunca–, me afirmo en la convicción de que la mejor afición que he podido conocer es la de la Plaza México. Me refiero, claro está, a la que me enseñó lo poco que sé de toros en los felices años 60 y el 70 del siglo XX. Esa que terminó siendo ahuyentada y finalmente aniquilada por las empresas autorreguladas, las autoridades omisas y el post toro de lidia mexicano.  

Puntualicemos. Sin dárselas de exigente, tan metido en fiesta que patentó el gigantesco ooole con que se saludan aquí las primeras notas de Cielo Andaluz, nuestro pasodoble de partir plaza, aquel público sabía ser imparcial e imponer su buen gusto combinando una sensibilidad natural para el arte con el criterio y los conocimientos derivados de ver toros cada domingo, y leer y conversar mucho del tema entre semana. Como no se dejaba llevar por la ley de las compensaciones ni por simpatías o antipatías a priori, sus juicios estaban relacionados siempre con el aquí y el ahora, no con deudas pasadas, afectos personales o alucinaciones compartidas. Sus broncas castigaban la incapacidad, la mandanga o la impostura, y si el juez de plaza equivocaba una decisión se lo hacía ver y pagar de inmediato.

Fue aquí donde floreció con mayor fuerza el coro consagratorio de ¡To-re-ro!¡To-re-ro!, nacido en el viejo Toreo, no en España ni en ningún otro lugar; y no faltaba en su repertorio ese otro de ¡to-ro!¡to-ro!, tan temido lo mismo por la figura infatuada que por el novillero incipiente porque decretaba inapelablemente la superioridad del astado sobre el diestro incapaz de aprovechar su bravura. Como todo ente vivo, mi Plaza México podía tener días buenos y malos, pero aún en los peores supo mantener firmes su personalidad inconfundible y la solidez de su sensibilidad y sus conceptos taurinos.

Como decía, esa afición no existe más. La fueron expulsando las trastadas y desafueros de una empresa cuya labor de zapa se extendió a casi un cuarto de siglo. A los grupos de aficionados bien organizados los sucedieron alcoholizados porristas a sueldo. Y quienes fueron llegando después, sobre todo a las barreras y tendidos de sombra, se creyeron que para pasar por conocedores tenían que rendir incondicional tributo a los ases foráneos –mientras más famosos más impunes–, contribuyendo por activa y por pasiva al juego de intereses y desmemorias que han ido acabando irremisiblemente con nuestra fiesta.

El toreo gitano en la pluma de Alcalino

En el siglo de oro del toreo, el toreo gitano merece capítulo aparte. No será un capítulo
extenso sino intenso, de aroma y sabor tan especiales como el arte leve y singular de una
corta lista de toreros de esa etnia romaní, asentada sobre todo en Andalucía, que
peregrina por España desde tiempo inmemorial y que, cuando se vistió de luces, fue para
entregarle a la Fiesta ejemplares tan extraordinarios como Joaquín Rodríguez “Cagancho”,
Francisco Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana” o Rafael Gómez “El Gallo”, el primero de
ellos, nacido Madrid porque su padre, torero finísimo también él, hacía temporada en la
Villa y Corte; Fernando Gómez, el fundador de la dinastía de los Gallos, no era gitano,
pero sí lo fue la madre de sus hijos, la señá Gabriela Ortega, bailaora de fama.

Unos cuantos nombres, de menor prosapia, se irían agregando a la corta lista de los toreros
típicamente gitanos, caracterizados todos por su inconfundible vena artística, capaz de
alumbrar obras imperecederas, entreveradas con escenas de pánico impropias de
cualquier profesional responsable. Nótese que no agregamos a tan peculiar galería el
nombre de Joselito “El Gallo” porque la genialidad de José –paradigma por antonomasia
de una maestría sin fisuras– nada tuvo que ver con tan extravagantes comportamientos.
Cuando parecía que los artistas gitanos a lo Cagancho, a lo Curro Puya, estaban en vías de
extinción, llega al toreo un gitanito de Jerez de arte tanto o más quintaesenciado, pero
también más escondido. Escondido físicamente –Paula, doctorado en Ronda por Julio
Aparicio con Antonio Ordóñez como testigo (09.09.60), casi no salía del rincón del sur, es
decir, las plazas más meridionales de Andalucía la Baja, con Jerez, El Puerto de Santa
María y Sanlúcar de Barrameda como eje–, y escondido, oculto también artísticamente,
ya que más usual era verlo huir de los toros que hacerles sus cosas, un toreo, se decía, de
resonancias celestiales. Catorce años tardó en confirmar la alternativa en Madrid
(28.05.74, de manos del portuense José Luis Galloso), donde maravilló con el capote y
defraudó con la muleta. Y en esa situación estaba cuando la empresa de Vista Alegre, la
placita del barrio de Carabanchel, anunció una insólita feria de otoño cuyo cartel principal
integraban Antonio Bienvenida –sería, sin anunciarse así, la última corrida de su vida–,
Curro Romero y el propio Rafael de Paula. Toros asimismo jerezanos, hierro y divisa de
Fermín Bohórquez. Tres toreros de culto –aunque Paula lo era más bien de oídas—y la
moneda al aire que son esta clase de carteles.


El adiós de Antonio Bienvenida. Que Antonio se despedía esa tarde fue rumor de última
hora, había comunicado a las empresas de Valencia y Jaén, que lo tenían anunciado en sus

plazas para ese mes de octubre, que no contaran con él, que le había prometido a su
familia que no toreaba más. Y fue el suyo un adiós sin historia, más allá de la que a lo largo
de sus 34 años de matador tenía ya escrita Antonio, sevillano nacido en Caracas por
razones parecidas a las del eventual madrileño Rafael Gómez Ortega. Un toro sin fuerza y
otro de indócil y corta embestida le deparó el sorteo al gran torero que se iba y a ambos
los despachó dignamente pero sin contemplaciones. Y se marchó en silencio, llevando al
brazo el capote de seda con el que había partido plaza por última vez, hermosa prenda de
un negro cerrado que había pertenecido a Joselito “El Gallo”.


Diremos de paso que Curro Romero, elegantísimo en su traje azabache y oro, tuvo
destellos de arte con su primero –un sobrero de Juan Mari Pérez Tabernero que parchó la
corrida de Bohórquez—y a su muerte fue llamado a dar la vuelta al ruedo. Después nada.
Excepto la ascensión a los cielos de Rafael de Paula, el gitano escondido que al fin se
reveló en toda su esencia y sustancia toreras.


Hora de ceder la pluma a quienes tuvieron la dicha de presenciarlo.


Versión de El Ruedo. “¡Cómo sería la faena de Rafael de Paula que la naturaleza, como
cuando Josué detuvo al sol, se paró! Era ya de noche y la luna –la luna de los poetas y los
gitanos, no la de los astronautas—se detuvo a meditar, enamorada de tanta belleza. Y
Quien todo lo puede paró los relojes de España para que no perdiesen el ritmo del tiempo.
¡Por eso, la noche de la faena de Paula tuvo una hora más! (…) Comprenderán mis lectores
que escribo lleno de pasión (…) hay ocasiones en que la razón cede el mando al sentir, la
belleza desborda el alma y hay que darle salida para que no nos ahogue.


La faena mágica, intuida, presentida, tomó carne y se hizo realidad. Rafael sentía y hacía
sentir el toreo. Uno se sentía dentro del círculo encendido, ardiente y negro de las
embestidas del toro al que Paula iba engañando con la cadencia de sus movimientos
pausados, armónicos, perezosos. ¡Aquella revolera engendrada como media verónica en
que el capote giró tan lento que no parecía real! Aquella faena tan prieta, tan
concentrada, tan esencial, sin movimiento inútil, sin gesto que no fuera hermoso, sin pase
que no fuera canon de estética, de dominio, de arte… Cada lance, un asombro. El conjunto,
un prodigio (…) Porque en Rafael técnica y estética son una sola cosa: belleza (…)


Cómo me habría gustado que la plaza de Vista Alegre estuviera llena de jóvenes de
dieciocho, de veinte años, porque allí, por el milagro paulista, hubiera nacido una nueva
generación de aficionados que diera al traste con tantos entredichos y desencantos como
sufre la Fiesta. Quien tiene la ocasión de encontrarse con maravillas como ésta, cimera,
impar, comprende por qué el Toreo pervive y sobrevive y se eterniza y no podrá ser
arrojado nunca a las catacumbas (…)


Cuando acaba la corrida respetables señores, viejos aficionados, rodean el coche de Rafael
de Paula. –¡Una faena para la historia! ¡Enhorabuena, Rafael!–… –¡Ha resucitado El Niño

de la Palma!–… –¡No… No! ¡Gitanillo de Triana… el mejor, Francisco!–… –¡Has borrado
veinte años de toreo!…


Yo creo que no. Era sólo Rafael de Paula. El depositario actual de ese soplo divino que es el
toreo grande. Ya no es solo torero de Jerez. Es universal. Ni parecido a nadie de otra época,
porque él es él y ya es eterno…” (El Ruedo, 8 de octubre de 1974. Sin firma)
La epifanía de Paula con “Barbudo”. Ahora, algo más parecido a una descripción de lo
que Rafael de Paula realizó con el tercer toro de Fermín Bohórquez aquel 5 de octubre en
Vista Alegre. Lo publicó el diario madrileño ABC sin más firma que las iniciales P. M.
“Hizo su aparición “Barbudo”, un bonito ejemplar de Bohórquez. El bicho no cesa de
barbear tablas, incluso se dedica a escarbar (…) Ahí está Rafael de Paula. Silencio. Paula
lleva el capote muy recogido y se lo ofrece, como una dádiva, a su enemigo, que se
embelesa y sigue el alado engaño en cuatro verónicas. Un clamor. Un recorte. Otro clamor.
“Barbudo” toma una vara. Paula se dispone a hacer el quite. Un silencio claustral. Dos
verónicas y una media. Nuevo clamor. Verónicas éstas de Paula que levantan a la gente
del asiento. El viento, este viento artístico, se nos antoja refrescante ante tanto y tanto
capotazo que actualmente se prodiga. El capote, en las manos de Paula, es sutil, ligero.
Inspirador de formas.


Paula va a iniciar la faena de muleta. Unos ayudados por alto en los que “Barbudo” pasa
obediente delante del muletero. La plaza continúa siendo un clamor. Redondos, naturales
“¡Que no toque la música!” La música deja de oírse para dar paso a las únicas notas que
deben acompañar una faena. Olés, olés y olés subrayan cada pase del torero, que embruja
con su arte, que hechiza. Paula emerge, se transfigura. Sus pases se nos antojan algo
nuevo, distinto, nunca visto, y ahí está su fuerza. Paula mata de media tras pinchar en dos
ocasiones y aun así corta dos orejas. En la vuelta al ruedo, Sebastián Miranda, desde una
barrera del cinco, le arroja su sombrero. En el último, que atendía por “Nazareno”, entre el
viento y la embestida cortita y deslucida, Paula se deshizo de él tras trastearlo y matarlo
mal. Aplausos, más que nada de respeto al recuerdo de su faena cumbre (…)
Tarde de pasión, de controversias. De ráfagas de viento artístico que aún me llegan,
calientes en el recuerdo de la faena de Paula. De hechizo, de brujería, de magia. (ABC, 8 de
octubre de 1974).


No hubo más. Madrid no volvería a saber de Paula sino como un fenomenal capotero. Y
por el estilo el resto del mundo, salvo su rincón del sur. Pero así son los gitanos. Muy
dados a vivir del cuento. Y, a veces, a cuajar faenas que suscitan adhesiones y fervores
interminables.

La familia dispone que el cuerpo del maestro Botero venga a Medellín y Bogotá para su despedida y tras ese viaje las cenizas reposarán en el cementerio de Pietrasanta

Un día el maestro Gabriel García Márquez me dijo : Jamás ha pasado un día encuentre donde me halle que Colombia no esté en mis preocupaciones. Y así pensaba el maestro Fernando Botero que en sus residencias en cualquiera de las capitales europeas nunca faltó la arepa , otras delicias de nuestra gastronomía ,y de cuando en vez un aguardientico. Por cierto, el maestro jamás perdió ese acento tan peculiar de los antioqueños y leía y escuchaba todo lo eferente a nuestro país por lo que se enteraba de los aconteceres de esta nación que lo vio nacer en 1932.

Bueno, pues las cenizas del maestro reposarán al lado de las de su esposa Sophia Vari en el pequeño y bello cementerio de Pietrasanta donde tenía su estudio y taller, de allí salieron impresionantes obras escultóricas muchas de las cuales están en varias capitales del mundo. Pero antes de esa ceremonia que será íntima, su familia quiere que el «corpore insepulto» esté en Bogotá y Medellín para su despedida. En nuestras dos capitales reposan obras maravillosas del maestro antioqueño en dos museos que honran su memoria.

Juan Carlos Botero, uno de los hijos contó en W radio que se ultiman los detalles para ese proceso de ida y vuelta de los restos del maestro que ha sido honrado por el palacio del Eliseo, sede de la presidencia francesa y por los reyes de España, Felipe VI y doña Leticia.


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