Autor: tendido7

Por internet las conferencias de la histórica peña «los de José y Juan»

La peña de los de José y Juan donde el expresidente Guillermo Valencia pronunció la mas bella conferencia sobre política y toros ha querido compartir desde Madrid (gratis) un ciclo de conferencias.

Los de José y Juan hemos querido mantener la continuidad de nuestro Ciclo de Conferencias que este año alcanza su número 64. 

Dedicaremos el de este año al papel de los aficionados en la fiesta. 

La información de este LXIV Ciclo de Conferencias está en el blog de Los de José y Juan que os adjunto https://losdejoseyjuan.com/blog/lxiv-ciclo-de-conferencias/ 

Debido a la situación actual, las conferencias se realizarán de manera telemática a través de Zoom.

Todos los lunes de febrero a las 7 de la tarde, (1 de la tarde hora colombiana), para lo que se enviará un enlace por mail a final de cada semana. 

En las conferencias que tendrán el formato de mesas redondas participarán aficionados de Francia, Portugal, México, Perú, Venezuela y Puerto Rico, además de España. 

Os agradezco que deis la mayor difusión a este correo.

Pues debatir el papel de los aficionados es muy importante para encarar el próximo futuro de la fiesta; que no será como el pasado anterior a la pandemia. 

El paso de Manolete por Lima: «Ningún toro que lidié reunía las condiciones que se necesitan para la ejecución del toreo de hoy”, sentenció

El paso de Manolete por Lima. Acho se había reinaugurado en 1945. La temporada de 1946 empezó con tres corridas.

El 3 de febrero El Estudiante (dos orejas), Arruza (una oreja) y Montani, con toros de Yéncala, cuenta en su crónica de El Comercio el colega Pblo Gómez de Barbieri al recorar el año en que pasó por nuestras

Acho se había reinaugurado en 1945. La tem-
porada de 1946 empezó con tres corridas.

El 3 de febrero El Estudiante (dos orejas),
Arruza (una oreja) y Montani, con toros de Yéncala.

El 17 de febrero, cuatro de Yéncala y dos de La Punta, mano a mano entre El Estudiante (una oreja) y Arruza (rabo del segundo).

El 3 de marzo, mano a mano: Belmonte Campoy y El Estudiante, con toros de Yéncala.

El colega Pablo Gómez de Barbieri en su nota en EL Comercio cuenta algunos detalles significativos del gran torero cordobés en ese año del 46 en que pasa por México, Lima , Bogotá y Medellín

Arruza retornó a México para regresar con Manolete. Partieron hacia Lima el 4 de marzo, tras una temporada en la que el cordobés deslumbró a los mexicanos. Prometió regresar tras torear en Lima y Colombia.

Los vuelos en aquel tiempo eran una interminable sucesión de escalas agotadoras.

Nada parecido a los de hoy.

El antiguo aeropuerto de Limatambo hoy Ministerio del Interior– estaba lleno a rebosar. Una multitud se había congregado, sin importarles el húmedo calor veraniego, esperando la llegada del monstruo.

Manolete constituyó el acontecimiento social de aquel año en Lima. El avión de Panagra fue rodeado rápidamente por la prensa: todos querían fotografiarlo y hacerle preguntas.


Manolete, demacrado y cansado tras el largo vuelo , muy bien vestido de traje y corbata, se replegó detrás de sus anteojos ahumados y escuchó a Arruza justificarse vehementemente ante la prensa por lo sucedido en las primeras tardes de la temporada.

Manolete, algo más descansado, en el hotel, declaró que a pesar de lo voluminosos que fueran los toros cumpliría su contrato,

sin importar que, como Arruza, él no pensaba que toros tan voluminosos se prestaran para el toreo moderno. Discusión asombrosamente actual.

Se presentó en Acho el 10 de marzo, de rosa palo y oro, ante toros de La Viña, con Belmonte Campoy, de negro y oro, y Arruza, de tabaco y oro.

No cabía ni un alfiler; nadie quería perderse a la leyenda viva del toreo. Manolete deslumbró y cortó un rabo, pero un sector de exigentes aficionados se lo reprochó y él dejó el rabo; dio la vuelta con solo una oreja.

El 17 de marzo, el primero lo cogió. Alternó con Belmonte y Rafael Albaicín.

El 19 de marzo lidió toros de La Viña y LaPunta, con Belmonte y Montani. Obtuvo una oreja de cada toro.
El 24 de marzo, ante toros de Xajay, La Punta y La Viña. Manolete, Gitanillo de Triana y Albaicín.

El 31 de marzo, Jesús Solórzano, Manolete y Gitanillo. Resultó cogido; solo mató uno de Yéncala.

Así se despidió: “Me marcho muy agradecido por la acogida que he recibido en Lima, pero no contento. Ningún toro que lidié reunía las condiciones que se necesitan para la ejecución del toreo de hoy”.

En silencio , como vivió, nos dejó el poeta y caricaturista Elkin Obregón

El artista antioqueño, Elkin Obregón Sanín, murió a sus 80 años. Familiares y amigos allegados confirmaron la noticia con la que un grande de la pintura, la poesía y las caricaturas se despide del mundo., nos cuenta el diario Colombiano.

Obregón gozaba de un reconocimiento internacional gracias a su talento con varios artes y a su trabajo publicado en diarios colombianos como EL COLOMBIANO y El Mundo, en las décadas de los setenta y los ochenta.

Múltiples personalidades del departamento y el país lamentaron su muerte y rememoraron sus obras.

“Él tenía ya sus achaques de vejez. Al parecer fue un paro cardio-respiratorio, todo fue muy rápido, ocurrió esta mañana”, le dijo a EL COLOMBIANO Viviana Restrepo, una de las mujeres más cercanas al maestro.

Otro de sus amigos también confirmó que el artista falleció en su casa, ubicada en la ciudad de Medellín, en compañía de su familia.

Un homenaje en vida

Para el 26 de noviembre del año pasado, fecha en que cumplió sus 80 años, este diario preparó un informe especial honrando su vida.

“Dibujé desde que tengo memoria. Cuando aún no me levantaba del suelo. Toda la vida”, dijo Sanín en ese entonces en un texto titulado “El caricaturista Elkin Obregón cumple 80 años”.

Dentro de los detalles revelados en el texto, se cuenta que a Sanín le gustaba dibujar más en el día, pues la luz eléctrica le dificultaba un poco las cosas.

No tenía horarios ni metología y se la pasaba dibujando y escribiendo la mayor parte de su vida. De marzo a noviembre, durante la pandemia, el maestro había hecho 24 pinturas y caricaturas, según narró el texto.

No cabe duda de que Elkin Obregón también era bueno con las letras.

Gran parte su talento lo dedicó a la crónica.

Hasta el final de sus días escribió su columna Caído del Zarzo para el periódico mensual Universo Centro.

“Le gusta tomar café, y aún disfruta su aguardiente en la noche, con mesura. Está contento por la producción de este año, por retomar los rayones y seguir haciendo lo que siempre hizo: “Nací con un lápiz en la mano y parece que voy a morir así”, concluyó el maestro Elkin Obregón en aquella entrevista.

CAIDO DEL ZARZO EN UNIVERSO CENTRO.

Recojo una de sus columnas en Universo Centro justamente dedicada a la libertad…

… y Dantés ascendió a la superficie del mar, completamente libre…
Alejandro Dumas, El conde de Montecristo.

Siguiendo con los géneros o subgéneros fílmicos, llega al tapete el de las fugas.

Cautivos que quieren fugarse, porque eso es, claro, lo que les pide la naturaleza.

Gracias a los oficios de una amiga, tengo en mi escritorio una lista casi abrumadora; comprueba esta la persistencia del género, y, por decirlo de algún modo, la urgencia vital de esas historias. Van aquí unas pocas.

(Tres o cuatro versiones en el cine dan cabida a Edmundo Dantés, cuya insólita evasión de la inexpugnable fortaleza de If le permite convertirse —Dumas dixit— en el poderoso conde de Montecristo. Su increíble peripecia nos invita, ahora sí, a alzar el telón).

El agujero (Jacques Becker, 1959), cuyo escenario es una cárcel francesa, cuenta un minucioso plan de fuga.

Varios reclusos excavan durante meses un túnel que será su vía de escape. La víspera del día señalado, uno de los presos ensaya la eficacia del plan; llega al final del túnel, desliza una tapa de alcantarilla, asoma la cabeza, respira (y nosotros con él) el aire de la noche parisina.

Regresa a la celda, da el parte de triunfo. Pero hay un traidor entre ellos, y todo termina.

No obstante, hubo y habrá mejores aires: Stalag 17 (Wilder, 1953) sucede en un campo alemán de prisioneros.

Un grupo de soldados norteamericanos planea y lleva a cabo con brillantez una fuga; también hay un espía en sus filas, pero, descubierto a tiempo, se le aplica la Ley del Talión (por cierto, Billy Wilder renueva aquí uno de sus temas claves, las falsas identidades. Pero eso hoy no es asunto nuestro).

Un mal cálculo de espacio me ordena pasar a vuelo de pájaro sobre varios favoritos:

El gran escape (John Sturges, 1963). Cincuenta oficiales aliados logran escaparse de una prisión nazi.

Una vez afuera, en plena campiña alemana, están tan expuestos como bichos a la luz. Sin embargo, tres afortunados logran cruzar la frontera y darnos la ilusión del triunfo. 

Escape de Alcatraz (Don Siegel, 1979). El episodio fue real, no los pormenores: Clint Eastwood y dos compinches logran burlar los muros de Alcatraz, hasta entonces tenidos por inexpugnables.

Un año después la prisión fue destinada a mejores usos. Sueños de fuga (Frank Darabont, 1994). Morgan Freeman y Tim Robbins se alían para fugarse, y lo logran, cada uno a su modo, con lujo de recursos.

Pero antes Robbins se las ingenia para dejar en flagrante delación al alcaide, un corrupto de mucho cuidado. Además, los evadidos, al mejor estilo Edmundo Dantés, desentierran un tesoro.

Cierra esta crónica un broche de oro: Un condenado a muerte se escapa (Robert Bresson, 1956).

En una cárcel del París ocupado, un joven miembro de la Resistencia espera su ejecución. Mientras tanto, con talento y paciencia de relojero, va elaborando un plan de escape (horarios, rutinas, instrumentos, cuerdas) que Bresson relata con minucia rigurosa.

Por fin, una noche ya cercana al alba, el joven elude los reflectores nazis, se descuelga por un muro y se aleja en silencio por una solitaria calle de París.
Escena memorable, gran final.

Nuestra Teresita Gómez en la mirada del poeta Elkin Restrepo

Aquella faena a «Jarocho» de Manolo Martínez. Crónica del maestro Alcalino.

Desde el momento de producirse, aquel 16 de enero de 1972, la faena de Manuel Martínez Ancira a “Jarocho” de San Mateo ganó el derecho a figurar en ese cuadro de honor al que sólo acceden gestas cuya grandeza las sitúa por encima de toda ponderación.

Algunas más habrá de similar jerarquía. No muchas.

Y a la altura de las mejores que haya presenciado la Plaza México, ésta de Martínez con “Jarocho”.

Por las condiciones del burel –enrazado pero manso, fuerte pero áspero y probón, huidizo, sin fijeza y con mucho sentido–.

Y con semejante galafate, el torero de Monterrey terminó bordando el toreo, aunque sin abandonar, por supuesto, ese estado de alerta al que obligaba la condición del bovino.

Acentuando un mando basado en la largura y el temple para obligarlo a entregarse al poderío de su muleta.

Con media estocada en la cruz tuvo “Jarocho” una prolongada agonía. La plaza, puesta en pie, estaba reventada.

Y es que lo visto, sufrido y saboreado en los minutos interminables que duró la faena no parecía cosa de este mundo.

¿Excesivos los elogios? Veamos cómo lo describió la prensa de la época. Desde el antimartinista número uno –Carlos León, el agudo crítico de Novedades, que llamaba al diestro Manolo Telones— hasta su panegirista confeso, apasionado pero inteligente –Renato Leduc–, pasando por un seguidor puntual del torero –Jarameño, un crítico relativamente imparcial –José Alameda—y uno reticente con el regiomontano –Manuel García Santos–.

Buen abanico como para ir situando las cosas en los términos debidos.

García Santos: “De novillero a matador de toros”

Una cabeza de crónica con jiribilla ésta de don Manuel.

Luego de lamentar la decadencia de la prócer divisa rosa y blanco, juzgó así el comportamiento de “Jarocho”:

No pudo ser toreado con el capote. Se creció en el hierro en la primera vara, y tomó otra cuando venía suelto a la querencia y se encontró con el caballo. Tardo en la muleta, atropellaba al huir de ella”.

Sobre la actuación de Martínez fue lo más parco posible pero tuvo que reconocerle méritos:

Abandonó el torero su abulia. Se entregó al placer de torear, y realizó el milagro de convertir a un manso en toro de faena.

Toda ella fue un dechado de valor, de afición, de dominio y de arte.

En uno de los muletazos, “Jarocho” le tiró un gañafón capaz de amilanar al torero más valiente. Martínez continuó dibujando los muletazos ante una plaza absorta.

Con la izquierda, con la derecha… ya el toro iba por donde Martínez lo llevaba.

Una estocada caída (fue el único que la vio así) –causa de la no concesión del rabo–, y una agonía larga del toro dieron fin a la actuación de Martínez, que derrochó entrega, amor propio y arte.

Cortó dos orejas y dio dos vueltas al ruedo”.  (El Sol de México, 17 de enero de 1972)

Carlos León: “Manolo, a toda orquesta

A este “Jarocho”, que ni para La Bamba servía (la crónica epistolar de León estaba dirigida a la compositora Consuelo Velázquez), el reinero acabó por acorralarlo entre el farallón del burladero de matadores y el velamen de carabela colombina de su muleta.

Y ya no hubo escapatoria posible.

Puesto a elegir el toro entre estrellarse contra los tableros o aceptar tragarse tal cantidad de trapo, en su derrota optó por lo segundo, y reconoció –como no tengo empacho en reconocerlo yo—que la machacona tenacidad del reinero pudo más que la huidiza cobardía del toro.

Y esa maestría y ese dominio, ese poderío de lidiador tienen más importancia que las chirimías y los teponaxtles del congestionado toreo “a la xochimilca” (alusión a la campaña de Francisco Lazo, cronista áulico de Manolo, en pro de reconocerlo como la expresión máxima de una supuesta “escuela mexicana” del toreo).

Mató de magnífico estoconazo y le concedieron dos orejas, ganándose una bronca el juez que negó la concesión del rabo.

Pero un par de vueltas al ruedo entre unánimes aclamaciones valen más que los apéndices que con tanta frecuencia se regalan.”  (Novedades, ídem).

Alameda: “Casta contra casta, venció la del torero”

Desde principios de temporada veníamos advirtiendo que Manolo Martínez, quien había pasado por un bache indudable durante las dos últimas temporadas, se estaba “yendo para arriba”…

Ahí queda su faena a “Jarocho” de San Mateo, número 31, con 442 kilos y de pelaje cárdeno (datos para la historia).

Pero no sólo hubo ayer esa faena. Hubo también la de su primero, “Chaparrón”, número 41… (pero) el quinto tuvo tanta casta como el anterior y, desde luego, más sentido.

Manolo advirtió desde el principio que estaba ante uno de esos toros con los que uno no puede descuidarse.

Lo probó con el capote. No quiso saber nada de él. Y pidió que salieran los picadores… eso sí, cuidó la lidia, como quien toma sus medidas ante un peligro notorio… Al iniciar la faena, Manolo siguió tomando medidas, como un sastre que prepara el traje adecuado… faltaba, claro, que le toro se dejara. Y no se dejaba.

Con mucho sentido, “Jarocho” adelantaba un paso, y sólo se arrancaba cuando creía segura la presa… Pero lo burló el torero una y otra vez… Y cuando se dio cuenta de que el encastado sanmateíno empezaba a destantearse, entonces dio un paso más… Enganchó al enemigo en la muleta y le corrió la mano en los derechazos, para rematar con el de pecho.

Luego lo hizo con la izquierda. Y poco a poco, después de haberle cortado el traje a la medida, mientras el toro, áspero por su casta al principio, se iba sometiendo al imperio del torero… Al final, cerca de tablas (donde se refugió el bicho), ya no había dos poderes sino uno solo, el de Manolo, que se recreó al torear con verticalidad absoluta y a cada pase con más temple, mientras el grito de ¡torero! ¡torero! rebotaba por el graderío… Entró a matar por derecho y dejó la estocada. Se amorcilló el toro.

Pero el torero y el público esperaron… y la plaza se puso blanca de pañuelos en demanda de los trofeos. Concedió la autoridad dos orejas. Surgió el clamor –¡Rabo, rabo!–, cada vez más fuerte. Pero el juez no quiso oírlo…  Habrá que defender al pueblo de sus defensores.” (El Heraldo de México, ídem)

Jarameño: “La Faena sin Rabo

“También el mundo de los toros ha tenido sus profetas mayores y menores… Ayer, la gran faena de Manolo Martínez al segundo –encastado, desarrollando genio y con mucho sentido–, fue superada con creces por su trasteo de época al quinto, “Jarocho”, cárdeno oscuro de pinta, cornalón y cornivuelto…

Faena que se rememorará para explicar cómo se le ha de poder a un toro que prueba; cómo desengañar al que tiene sentido; el mando, fundado en el valor sereno, va domeñando aquella embestida… cómo el torerismo va midiendo, sin una duda, el instante en que la fiera levanta el hocico para iniciar el derrote, y éste se pierde, mágicamente, en la tersa suavidad del engaño. Suavidad imperial.

Guante de raso, que cubre con elegancia el guantelete de acero: acerada reciedumbre y sedeña suavidad…

Y cómo cuando la fiera dominada intenta rehuir la pelea, el hombre sigue siendo el señor del ruedo, metido con el astado en el terreno en el que tiene que embestir, en que ha de embestir, y en que ayer, asombrosamente, embistió… y vimos entonces la adiamantada luminosidad del natural, el cabrilleo del derechazo, la pincelada eufórica del martinete, la severidad solemne del de pecho…

Ejemplar faena. Realización de viejas profecías… Una estocada que tarda en hacer efecto y la entrega absoluta y total de la gente, volcada de entusiasmo ante el arte de excepción de Manolo Martínez… (pero) había en el palco de la autoridad, un hombre impasible, que presidía la corrida fumando displicente.

¡El hombre que ha permitido que bauticemos esta croniquilla como “La Faena sin Rabo.” (Ovaciones, ídem).          

Renato Leduc: “Los mariachis callaron…”

En esta memorable corrida el extraordinario lidiador y artífice regiomontano se ha consagrado TORERO NON por unanimidad… menos uno.

Ese uno ha sido el juez de plaza, quien hizo cuanto estuvo en su mano para menoscabar la victoria absoluta del triunfador.

A su primer enemigo, “Chaparrón”, revoltoso y probón, sobre todo por el lado izquierdo, lo pasó apresuradamente por sus pistolas con una sola vara (Nota del autor: MM entrevistado después de la corrida dio más importancia a esta  actitud del juez Juan Pellicer López que a la negativa a concederle el rabo “porque tuvo mucho malaje al haber cambiado el tercio en mi primer toro a sabiendas de que le faltaba castigo”).

Esta rigidez antirreglamentaria con el toro de Manolo –prosigue Leduc–, contrastó feamente con el trato a “Estrellito”, lidiado en sexto lugar por el joven Palomo, que no lo quería ni ver… El segundo enemigo de Manolo, “Jarocho”, fue manso y probón, no solamente huidizo sino descaradamente cobarde y fugitivo.

Una de esas bestias que –como dice muy bien el colega Jarameño—“no pasarán a la historia por sus cualidades sino por sus defectos”.

Pero ahí estaba la muleta prodigiosa del regiomontano para transformar en cualidades los defectos y realizar esa obra de poderío, sabiduría y elegancia que fue su faena del domingo dieciséis de enero.

Pues bien, a semejante galafate, el juez de plaza le otorgó el honor del “arrastre lento”, en tanto que a su matador, el artista que había hecho de esa chiva un toro, le negó el rabo que por aclamación pedía la enloquecida multitud. Manolo, después de dar dos vueltas al ruedo en medio de ensordecedora ovación, depositó las orejas a medio ruedo y con cortés ademán se las ofreció al juez… había salido de la plaza por la puerta grande mientras el juez se escabullía subrepticiamente entre gendarmes…” (Esto, 20 de enero de 1972).

La corrida

Se resume en dos líneas: Manolo Martínez toreó muy bien a su primero, “Chaparrón”, al que había que poderle, pero lo mató mal, de espadazo caído y entera, y lo llamaron a dar la vuelta al ruedo.

Sus alternantes, Manolo “Armilla” y Sebastián Palomo Linares, tuvieron un desempeño deplorable con la mansada de San Mateo, que incluyó un impresentable becerrote, el primero de Palomo, ruidosamente protestado pero mantenido en el ruedo por el juez Juan Pellicer López.

El subalterno de a pie Javier Cerrillo, al cubrir el segundo tercio, fue empitonado por el cierraplaza “Estrellito” y herido en la mejilla derecha, cornada de unos 12 centímetros complicada por la diabetes del obeso banderillero.

La plaza registró un lleno absoluto, y la faena de MM a “Jarocho” está conceptuada desde ese memorable 16 de enero del año 72 como una de las de mayor trascendencia artística en los anales de la gran cazuela de la colonia Nochebuena.

Gesta y gesto de Morante. Como Joselito, pide la de Miura en Sevilla

Morante de la Puebla le está preparando, un siglo después de su muerte en Talavera de la Reina, el mayor homenaje de cuantos le ha venido realizando a Joselito el Gallo durante toda su trayectoria.

Pretende lidiar en la Real Maestranza de Sevilla los toros de Miura, ganadería inherente a la carrera del Rey de los Toreros.

Una firme decisión que ya le ha trasladado al empresario Ramón Valencia, aunque ambas partes han preferido no confirmarlo por el momento, puesto que la oficialidad del asunto dependerá del transcurso epidemiológico.

Lo que sí ha podido contrastar ABC de Sevilla es que el diestro Morante de La Puebla del Río visitó la finca Zahariche hace dos semanas.

Tomó buena nota de la posible corrida que saldrá entre la docena de toros apartados por la familia Miura en uno de sus cerrados.

Un festejo que reanudará la histórica e inigualable cifra que sólo consiguió interrumpir la pandemia: los ochenta años consecutivos en los que venía lidiando la lengendaria ganadería en Sevilla.

Como lo cuenta Cultoro, no es la primera vez que el diestro cigarrero decide anunciarse con el hierro de Zahariche en este escenario.

El otro intento fallido de Morante de matar Miura en La Maestranza se produjo en el festival benéfico del 12 de octubre en el coso del Baratillo en el año 2019.

Galleo morantiano a la manera de Joselito en Latacunga

En aquella fecha, el sevillano iba a estoquear un toro de Zahariche a beneficio de las Obras Asistenciales de la Hermandad de la Macarena…

Pero todo salió al revés, puesto que el animal debió ser devuelto en el segundo tercio debido a que se lesionó.

Por lo que saltó a la arena hispalense un toro de Torrestrella como sobrero. 

Aquel cartel lo completaron Pepe Luis Vázquez, Dávila Miura, Francisco Rivera Ordóñez, Morante de la Puebla, José María Manzanares, Roca Rey y el novillero con picadores Manolo Vázquez.

Si la situación sanitaria posibilita su celebración en la fecha prevista, el 25 de abril de 2021

Quedará señalado en los anales del toreo: el día en que Morante de la Puebla conmemoró sus veinticinco temporadas como matador de toros rindiendo tributo a José Miguel Isidro del Sagrado Corazón de Jesús Gómez Ortega «Gallito», Rey de los Toreros.

Hasta donde ha podido conocer ABC de Sevilla, por parte de Morante no ha existido la más mínima exigencia para dicha contratación.

De hecho, ha dejado en manos del empresario la confección de la terna, que bien podría cerrarse con los inicialmente previstos Manuel Escribano y Pepe Moral.

Aunque también cabe la posibilidad de que se acabe escogiendo, por ejemplo, a Rafael Rubio «Rafaelillo», más antiguo de alternativa que el cigarrero, que abriría la terna en este día tan significativo.

El ganadero Antonio Miura ha señalado a este medio que el encierro previsto para este año será totalmente cinqueño: «Aunque aún no está escogida, la corrida saldrá de entre los diez o doce toros que el año pasado ya podríamos haber lidiado como cuatreños en la Maestranza.

Será un encierro muy similar a los que hemos llevado en cursos anteriores».

Esta corrida supondría el debut de Morante de la Puebla con los toros miureños.

Pues jamás ha lidiado una corrida de tan emblemática casa y sólo pudo lancear al novillo que había escogido para el festival organizado por la hermandad de la Macarena en 2018, utrero que fue devuelto a los corrales durante el primer tercio.

De José para José: el más sentido homenaje al Rey de los Toreros

«Joselito era el eje del toreo».

Con esta sentencia resume Morante de la Puebla la magnitud de Gallito en su prólogo de la reedición del Arte de Birlibirloque.

Obra con la que el cigarrero pretendía proyectar «un nuevo período de renacimiento en el toreo».

El genio de La Puebla pretende ahora, con este gesto en la Maestranza, homenajear a su ídolo.

Conocedor de la estrecha vinculación entre el menor de los Gómez Ortega y la tan temida ganadería.

Una simbiosis que se inició cuando Joselito tenía 11 años en la otrora finca «El Cigarrillo».

Jornada que le bastó para ganarse el beneplácito de Eduardo Miura, quien le acabaría regalando la famosa jaca «Pandereta».

Las 91 reses que le estoqueó durante su carrera tuvieron su albor en una novillada barcelonesa en 1912.

Morante, Roca, Aguado el domingo de resurrección en Sevilla… Sí, pero el aforo debe ser mínimo del 50 %

La empresa Pagés prepara un «encontronazo» para el Domingo de Resurrección, reedición del famoso viernes de farolillos de 2019: Morante de la Puebla, Andrés Roca Rey y Pablo Aguado, cambiando los otroras jandillas por toros de Victoriano del Río.

El cartel, según ha podido conocer ABC de Sevilla, ya está cerrado.

Se celebrará siempre y cuando la situación sanitaria permita que ese 4 de abril acceda un cincuenta por ciento del aforo en la Real Maestranza.

La ruptura hace escasas fechas entre Roca Rey y Ramón Valencia no ha sido óbice para que el peruano forme parte del día más señalado en el calendario taurino sevillano; aceptando nuevamente este «cara a cara» con Pablo Aguado, circunstancia que no se produce desde el día de la eclosión aguadista.

Cabe recordar que el sevillano se quedó fuera del desdichado cartel.

Para el domingo de resurrección de 2020, cuando Ramón Valencia lanzó el famoso «¿Y por qué no Garcigrande?».

Esgrimiendo que Aguado rechazaba dicha ganadería y reconociendo indeliberadamente que no se le había ofrecido otra opción al máximo triunfador del ciclo anterior.

Este reencuentro entre el limeño y el sevillano podría suponer también la reaparición europea del primero, quien cortó la temporada 2019 por lesión durante los Sanfermines y se le canceló su vuelta en 2020 hasta en dos ocasiones por la situación sanitaria (Valencia en julio y Ronda en agosto).

Aunque su intención es hacerlo en las primeras ferias del año de España (Valencia) y Francia (Arles).

La evolución de la pandemia podría retrasar su regreso hasta el citado el domingo de resurrección en Sevilla.

Contando con una hipotética flexibilización de las restricciones entrada la primavera, el planteamiento en las oficinas de la calle Adriano gira en torno a las diez, o incluso doce, corridas de toros.

Además de la reapertura de la Plaza de Toros de Sevilla por el domingo de resurrección, se han escogido los fines de semana correspondientes a las fechas previstas para la preferia y Feria de Abril, cuando se celebrará este segmentado ciclo: días 16, 17 y 18; 23, 24 y 25 de abril.

Y no se descarta que incluso pudiera estirarse un poco más, comenzando los jueves 15 y 22 de abril. Fechas que Pagés no dudaría en retrasar en el calendario de no alcanzarse una evolución positiva en materia sanitaria.

Lo que sí parece seguro es que la Feria de San Miguel contará con tres festejos en su fecha habitual.

Bases de los carteles serán los citados Morante, Roca Rey y Aguado; además de José María Manzanares.

La intención de Pagés es anunciar a estos diestros tanto en abril como en septiembre, alcanzando así tres corridas cada uno.

Julián López «El Juli» es otro de los toreros con los que ya se ha alcanzado un principio de acuerdo.

Barajándose aún si sus dos comparecencias serán con los hierros de Garcigrande y García Jiménez (Matilla).

La reiterada acumulación de festejos entre éste reducido grupo de toreros —faltando aún el cierre de matadores indispensables como Alejandro Talavante y Juan Ortega, así como los más que probables Enrique Ponce y Miguel Ángel Perera— pondrá en jaque la participación del grueso de incipientes matadores sevillanos.

Como posible solución, se ha valorado la opción de celebrar una corrida de seis espadas que daría sitio y oportunidad a la torería sevillana. Una quimérica alternativa que podría encajarse fuera del ciclo y con un carácter benéfico.

Parece casi segura la inclusión de Manuel Escribano y Pepe Moral en la tradicional corrida de Miura, así como que se le dispensará un trato especial a Daniel Luque, al que lo avalan los éxitos de su pletórica temporada 2020.

Y nombres que deberían aparecer en estas combinaciones como los de Ángel Jiménez y Rafa Serna, que cortaron sendas orejas en 2019.

Uno de los temas más preocupantes es el de las novilladas.

El entorno de Pagés continúa aireando su inviabilidad económica, sumándole ahora las complicaciones derivadas de la pandemia.

Según han asegurado a este medio fuentes cercanas a la empresa, se le ha solicitado a la Real Maestranza una mayor flexibilización de las condiciones de arrendamiento para estos festejos, llegando incluso a valorarse la posibilidad de trasladar estas novilladas a alguna plaza de la provincia, citando estas fuentes como ejemplo el coso de Espartinas, si la corporación nobiliaria no atendiera su demanda.

Sevilla no podría permitirse otro año sin novilladas ni consentir que se celebren de manera episódica.

Hay jóvenes relevantes de la provincia que necesitan proyectar sus carreras, como Jaime González-Écija, Juan Pedro García «Calerito» y Manolo Vázquez; así como otros de fuera de nuestro territorio: Tomás Rufo, Rafael González, Arturo Gilio y Diego San Román, novilleros más destacados del escalafón menor.

A diferencia de años anteriores en los que la empresa Pagés informaba a sus abonados por Navidad de las corridas que tenía reseñadas en el campo, en este mes de enero aún no hay oficialidad en este aspecto, especulándose que los hierros que formarán parte de este elenco serán los de Victoriano del Río, Garcigrande, García Jiménez, Juan Pedro Domecq, Núñez del Cuvillo, Santiago Domecq, Victorino Martín y Miura.

Ha muerto Carlos Arruza, hijo, notable rejoneador

La mañana de este jueves 7 de Enero, murió el rejoneador Carlos Arruza Vázquez, hijo del inolvidable Carlos Arruza.

Conocido también como el Ciclón Mexicano, por causas naturales a los 67 años en su Rancho de Ocoyoacac, Estado de México.

Según «Toros en el Mundo», Carlos Arruza Vázquez -así los registró legalmente el Maestro Carlos Arruza padre con el apellido de Arruza.

Debutó en la Plaza de Celaya el 7 de noviembre de 1971.

Mi estimado colega Juan Antonio de Labra da mas detalles del hijo del ciclón mexicano:

Carlos Arruza Vázquez nació en la capital del país el 7 de noviembre de 1953.

Debutó en público en la plaza de Celaya, Guanajuato, la tarde del 7 de noviembre de 1971, cuando rejoneó un novillo de Cerralvo, compartiendo cartel con los matadores Manolo Martínez y César Franco.

Un serie de triunfos en varias plazas de México, le permitieron concretar una importante temporada en Portugal durante la década de los años 70 del siglo pasado, donde logró recibir el doctorado de manos de del rejoneador luso David Ribeiro Téllez, el 1 de junio de 1975, precisamente en la localidad de Santarem.

Precisamente en una de sus presentaciones  en Villa Franca de Xira sufrió un accidente que le ocasionó fractura de cráneo y tuvo que retirarse por un tiempo.

Regresó a los ruedos nuevamente pero el 17 de septiembre de 1977 perdió gran parte de su cuadra de caballos por un accidente de carretera.

En 1989, el rejoneador Ramón Serrano le proporcionó una cuadra de caballos para volver a la actividad, pero desafortunadamente la lesión en la cabeza se recrudeció, provocándole fuertes migrañas, por lo que decidió dejar la carrera en 1991.

Se presentó en la Plaza México la tarde el 15 de febrero de 1976, con el toro «Bonito», de la ganadería de Cerro Viejo, ocasión en la que compartió créditos con los matadores Adrián Romero, Manolo Arruza Mario Coelho, quienes a su vez lidiaron astados de Las Huertas, de la familia Barroso.

Temporada taurina de Manizales virtual

En Tendido 7 queremos compartirles las instrucciones para disfrutar de la temporada taurina virtual #66 de Manizales en este video:

14 años del encuentro de la resurrección de «El Pana» con «Rey Mago «

Se cumplieron 14 años de la faena de Rodolfo Rodríguez a “Rey Mago”, de Garfias. La referencia despierta instantáneamente esa zona del cerebro que registra y procesa las emociones.

Pero también aquellas donde permanece archivada la memoria y se activa el análisis racional.

Y todo para que, extrañamente, El Pana y el noble garfieño se nos presenten.

No ya protagonistas de una obra taurina digna de recuerdo perdurable, sino más bien como surgidos de un relato épico y legendario.

Un Gilgamesh o una Ilíada táuricos, reseña La Jornada de Oriente.

O tal vez, más íntima, más modestamente, como uno de esos ensueños de infancia.

En que realidad e ilusión resultan ya indistinguibles cuando vuelven, a un llamado nuestro o por cuenta propia.

La memoria de aquel suceso sin duda está influida por acontecimientos posteriores.

Desde el estrépito que en esos días desató la recreación en medios nacionales, de tan singular faena.

La locuacidad prodigiosa del Brujo de Apizaco hasta la desaparición todavía reciente del mismo.

Influirá también, cómo no, la oleada antitaurina que durante el decenio transcurrido se ha intensificado tanto.

Sumándose a las penurias que atraviesa la Fiesta en todas partes, pero muy acusadamente en nuestro país.

Este país que un ayer no tan lejano se estremeció de emoción con la faena de El Pana a “Rey Mago” y sus secuelas más inmediatas.

Difuminadas irremediablemente al paso del tiempo.

Su lugar en la historia

Si uno tuviera que mencionar espontáneamente y sin pensarlo mucho las grandes faenas que han marcado las décadas que lleva viendo toros en México, los primeros nombres en acudir probablemente serían, de los años 60, Paco Camino y “Traguito”, el berrendo de Santo Domingo, de los 70 Manolo Martínez y “Jarocho” de San Mateo, de los 80 Mariano y “Timbalero” de Piedras Negras, de los 90 Guillermo Capetillo y “Gallero” de Cerro Viejo.

Y de la primera década del siglo XXI, El Pana y “Rey Mago” de Garfias.

Si la nota de las tres primeras fue la capacidad del torero para superar el cúmulo de dificultades y riesgos representado por auténticas fieras.

En el recuerdo de las dos últimas, no destaca ya la oposición del animal inmortalizado, sino la revelación de artistas con cuyos alcances casi nadie contaba.

No, al menos, en la colosal dimensión expuesta por Guillermo y Rodolfo en la cumbre de sus claroscuras trayectorias.

Primer milagro

El Pana partió plaza esa tarde pobremente ataviado de rosa y plata con cabos negros.

El puro en la boca, el capote sin ceñir, el paso sincopado y todo lo que usted quiera.

Con tal de marcar diferencias y centrar miradas desde el principio.

Pero la realidad es que Rodolfo Rodríguez, a sus 55 años, estaba prácticamente inactivo y su nombre completamente empolvado.

Esa corrida de “despedida” –así se anunció– le cayó como llovida del cielo.

Mas aunque la empresa, lo arrinconó en un cartel sin mayores atractivos, pues el mérito mayor de Rafael Rivera era ser hijo de Curro.

El debutante catalán Serafín Marín era un virtual desconocido, la entrada, sin ser gran cosa, rebasó con mucho los vacíos de la México.

En torno a los festejos del ciclo Guadalupe–Reyes, sistemáticamente saboteadas por la propia administración de la Monumental.

El Pana, hombre de paradojas, tenía en la capital su corte más numerosa de admiradores, conquistados desde aquel verano de 1978, año de su revelación novilleril.

Difícil fidelidad la suya, abocada a resistir largo rosario de frustraciones, entre escasos contratos y muchos toros vivos.

Más que nadie en la historia del coso, vetado El Pana por los mandones, ninguneado por la publicrónica y arrumbado por las empresas.

Y cuando parecía que el depuesto proyecto de ídolo podría resurgir, aupado por una faena izquierdista de gran e inesperado calado en cartel de seis espadas –a “Chocolatero” de El Saúz, 29.10.95.

Su premio no fue la repetición sino la cárcel, penalizado por haber paseado por el ruedo, en calidad de espontáneo.

Cierta pancarta en contra de unas pruebas atómicas del presidente francés Chirac en el Pacífico oriental.

La desesperante inactividad, agravada por sus propensiones etílicas, fue dibujando un cuadro dantesco del que nadie hubiera esperado ver resurgir a la incandescente Ave Fénix que Rodolfo llevaba dentro.

La misma que remontaría el vuelo hasta alturas insospechadas no sólo durante la tan recordada lidia y faena de “Rey Mago” –al que pinchó–, sino a lo largo de una tarde de éxtasis total, en que dio siete vueltas al ruedo y terminó por cortarle dos orejas de ley a “Conquistador”, otro cinqueño excelente de los herederos de Javier Garfias.

Segundo milagro

Tampoco la divisa de Garfias ondeaba ya con la fuerza de otros tiempos, cuando los ases se disputaban sus toros y éstos eran garantía de éxito seguro.

Lejos ya las tardes de “Gladiador”, “Tenorio”, “Horchatito”, “Corvas Dulces”, “Navideño”, “Boca Seca” y “Manchadito”, el punto de quiebre estuvo quizá en el encierro que don Javier había destinado a Sevilla.

Para las celebraciones del V Centenario del arribo a Cristóbal Colón a las presuntas Indias Occidentales.

Finalmente el plan se vino abajo y ese sexteto se lidió en la México.

Grandulón y pasado de edad, y les dio la gran lata a Curro Rivera, José Antonio Campuzano y César Pastor (05.01.93).

De suerte que el enorme prestigio que llegó a gozar la ganadería potosina, era asunto del pasado.

Cuando se la anunció para la corrida del 7 de enero de 2007.

El encierro, con cuajo y pitones, tuvo cuatro toros mansurrones y complicados, más o menos dentro de lo esperado.

Que los dos restantes –precisamente el lote de El Pana– resultaran extraordinarios fue otro milagro.

Sin el cual la faena de “Rey Mago” habría sido imposible de ver y saborear en su día, y de retornar de a poco en este incierto futuro con la fuerza de un sentimiento imborrable.

Milagrosa conjunción

De dos hechos tan improbables como venturosamente ciertos derivó el verdadero milagro: la conjunción astral que los hizo concurrir en un punto del cosmos llamado Plaza México el domingo 7 de enero de 2007.

ESTUDIO: Tapabocas y aire limpio eficaces contra el virus en eventos masivos

Tapabocas y aire limpio eficaces contra el virus en eventos masivos. El Mundo informa de un estudio de importancia relevancia para la reactivación del sector taurino en 2021.

No hay que olvidar que a lo largo de 2020 no se detectó ni un solo brote de contagios por covid-19.

En los más de 150 espectáculos taurinos organizados durante el año.

En este sentido, el estudio realizado por el sector promotor de conciertos solo viene a ofrecer más certidumbre, puesto que acredita que, tomando una serie de medidas básicas como el uso de mascarillas N95 o la ventilación continua.

En el caso de las plazas de toros, celebrar los festejos al aire libre es una gran ventaja), las reuniones masivas son seguras. 

El ensayo PRIMA-CoV, impulsado por el organizador de conciertos Primavera Sound y llevado a cabo por la Fundación Lucha contra el Sida y las Enfermedades Infecciosas y el Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona.

Ha estudiado de forma aleatorizada las condiciones de seguridad que pueden permitir la celebración de un concierto de música en vivo sin aumentar las infecciones por el SARS-CoV-2. Tapabocas y aire limpio.

Este es un ensayo único en el mundo.

“Queríamos saber cuál era el riesgo de infectarse durante un concierto”, ha expuesto Boris Revollo, coinvestigador del estudio, en una rueda de prensa donde se han comunicado a los medios los resultados de la investigación

El estudio aún está pendiente de publicación en una revista científica.

El trabajo se llevó a cabo con un grupo control: del total de 1.047 participantes, 463 entraron en el concierto y 496 no participaron en el evento.

A todos ellos se les hizo un cribado mediante test de antígeno, que resultó negativo, antes del concierto.

Transcurridos ocho días, se repitió el análisis virológico con una prueba de RT-PCR.

Ninguno de los 463 asistentes del grupo experimental se infectó por SARS-CoV-2 (incidencia 0%; intervalos de credibilidad 95%: 0% -0.7%) mientras que en la rama control (sin acceso al concierto) se infectaron 2 de 496 participantes (incidencia 0.4%; intervalos de credibilidad 95%: 0.1% -0.8%).

“Estos datos nos dan la fuerza estadística para concluir que no hay más riesgo de contagios entre las personas que participaron en un evento masivo si se siguen las medidas que implementamos”, ha afirmado Revollo.

Esas medidas incluyen, además del test de antígenos a la entrada, la obligatoriedad de llevar una mascarilla homologada N95.

Una optimización de la ventilación (se monitorizó la calidad del aire y la temperatura durante todo el evento) y un control de los flujos de movimiento de la gente dentro del edificio, asegurados por personal de seguridad y con medidas específicas para evitar colas en la asistencia a los aseos, en la entrada al concierto y en la salida.

No obstante, no se pidió mantener ningún distanciamiento físico durante la estancia en el concierto (con capacidad para 900 personas), donde se permitió cantar y bailar.

Como ha destacado el también coinvestigador del estudio Josep Maria Llibre, no se han incluido a adolescentes ni a personas mayores en la investigación (la participación se limitó a personas de entre 18 y 59 años de edad, sin enfermedades de base y que no convivían con personas mayores en su domicilio, y ni habían sido diagnosticados de Covid en los últimos 14 días).

“Probablemente, algunas de las medidas que hemos desplegado en este estudio se podrían ahorrar, pero no sabemos cuáles.

Las actividades culturales y de ocio se situaban entre las de riesgo, en concreto, los conciertos se consideran de alto riesgo.

Por eso es importante generar estos datos.

Todo el mundo está pendiente de este resultado y en los próximos meses es de esperar que se vean investigaciones y programas de este tipo”.


  Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia en nuestro sitio web. Al seguir navegando, aceptas el uso de cookies. Más información en nuestra política de privacidad.    Más información
Privacidad