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La conquista de América, el toreo, la lengua, el catolicismo y el prohibicionismo

«Ese problema no está en el pasado, sino aquí vivo hoy y nos golpea la conciencia a nosotros los latinos, que no hemos sido capaz de resolverlo”.

Es lo que expresa el nobel Mario Vargas Llosa sobre el debate acera de la conquista española de América.

Tengo todas las reservas como colombiano sobre ese proceso vivido hace 500 años en lo que hoy es América y que se llamó «el nuevo mundo».

Desde luego. Y la discusión académica es enriquecedora pero los anti taurinos solo ven al toreo como «el mal» a conjurar y a prohibir, a condenar y a excluir, y le endilgan al colonialismo español esa practica que para nosotros tiene raíces culturales y populares y para ellos es maltrato.

No nos vamos a poner de acuerdo. No busco convencer a quien no le gusta el toreo a que lo acepte pero lo defenderé desde el respeto y la legalidad.

Hay decenas de libros que buscan escudriñar la historia y mostrarnos lo que pudo haber pasado y por qué.

Recomiendo (no impongo ni pretendo que lo lean obligatoriamente).

El libro de José Luis Muñoz «La pérdida del paraíso» una trilogía sobre el descubrimiento de América.

Está formada por tres volúmenes y el primero es muy interesante :

Guanahaní relata la primera expedición de Colón al Nuevo Mundo. Buscando una nueva ruta hacia las Indias, Cristóbal Colón y su expedición pisan por primera vez tierras de América, en Guanahaní, y se inicia de esta forma una de las más grandes epopeyas de la civilización occidental.

Sabemos de la belleza natural que les deslumbró, de las insólitas costumbres (empezando por su desnudez) que hallaron en los pueblos indígenas y del descubrimiento de un nuevo mundo, a la vez mágico y amenazante.

Pero poco sabemos de las disputas entre los tripulantes, de sus conspiraciones, de sus temores y de sus deseos incontrolados.

No se puede banalizar el asunto de la conquista de América con el típico maniqueismo de buenos y malos. ¿Qué hubo actos censurables en ese largo período de la historia? Sin duda.

Pero es preciso verlos en su contexto y no culpar a los actuales españoles de lo que ocurrió desde 1492.

No pretendo en pocas líneas agotar un tema de tanto calado pero expongo razones.

LA LENGUA Y LA RELIGIÓN

Un lunático concejal de Cali (el mismo que se estrelló con un carro hace una par de meses sin pase de conducción).

Y dio peregrinas explicaciones sin siquiera excusarse por su temeridad pues él hace parte de una Corporación que discute Acuerdos y co-gobierna a la ciudad en la que vive.

Ademas, hace unos años penetró al ruedo de Cañaveralejo a riesgo de su vida en un acto imprudente para protestar por las corridas.

Ahora dice que el toreo es herencia colonial y hay que acabarlo y destruir las estatuas como la de Sebastián de Belalcazar que está en uno de los cerros caleños.

Y ese concejal cree que la lengua de Castilla y la religión católica se impusieron «noblemente», ¿sin el uso de la fuerza?.

Entonces, porque lamentablemente se perdieron y se siguen perdiendo lenguas que se hablaban en esas tierras y porque había una polifonía de credos y se impuso muchas veces a la fuerza el único credo, el católico.

¿Vamos a dejar de hablar castellano y a prohibir las creencias impuestas del catolicismo?.

El toreo tiene diversas manifestaciones en lo popular y no por ello, porque a alguien no le guste, entonces a prohibir.

NO. Respeto a quien expresa sus reparos y pido igual trato hacia quienes participamos de este ceremonial.

Cada vez que se pierde una lengua, un credo, una cosmogonía perdemos un mundo.

Claro que es penoso que muchas lenguas originarias hayan sido sepultadas con el último hablante.

¿Acabamos con mandarina, mamá, amor, confraternidad?.

Ya se sabe que esa lengua de CASTILLA está INFLUIDA POR EL ÁRABE (almohada, aceite, alcantarilla, baño, gabán, hazaña) y palabras quechuas penetraron en nuestra habla cotidiana:

EspañolQuechuaSignificado
carpakarpatienda de campaña o toldo​
chacochakuterritorio de caza o encierro de vicuñas​
chacrachakragranja o pequeña partición de tierra cultivable
chalachhallahojas de la mazorca de maíz; se conoce como p’anqa o panqa, en castellano panca (ver Simi taqe de Qosqo)

Vuelvo al autor limeño:

“Ese problema tenemos que resolverlo y no está allá en el pasado, no es un problema de los españoles de hoy, aquellos que se quedaron en España, sino que afecta fundamentalmente a los españoles que vinieron y se quedaron aquí.

Es decir, a los abuelos, bisabuelos y tatarabuelos de López Obrador y los míos y de millones de latinoamericanos que nos sentimos orgullosos de tener ancestros españoles y ser profundamente latinoamericanos”.

Es lo que expresa el nobel Mario Vargas Llosa sobre el debate acera de la conquista española de América.

Ha destacado al responder al presidente de México quien envió una carta al Rey de España y al Papa en la que pedía que se pidiera perdón por los abusos de los españoles en la conquista de México.

Vargas Llosa ha lamentado que López Obrador “no parezca informado de que las grandes matanzas de indios no fueron solo durante los años coloniales”.

Sino que en algunos países de América –el Premio Nobel de Literatura ha citado a Argentina, Chile o la propia Perú– “se cometieron con durante la república matanzas de indios terribles y se han seguido cometiendo, por ejemplo en la Amazonía”.

LA RICA EXPRESION DE LAS CULTURAS

Elogios, todos, para el Popol VUh. Es una recopilación de varias leyendas de los grupos étnicos de América.

Descendientes de los antiguos mayas ocupaban el territorio Guatemalteco en el siglo XVI era, la quiche y la cakchiquel, pueblos rivales que varias veces se habían echo la guerra.

«……..Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.

No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.

No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia…….»

Elogios? Todos, para «Los hombres del maíz» del gran Miguel Ángel Asturias:

«—EL GASPAR ILÓM DEJA QUE A LA TIERRA DE LLORA LE ROBEN EL SUEÑO DE LOS OJOS.

—EL GASPAR ILÓM DEJA QUE A LA TIERRA DE ILÓM LE BOTEN LOS PÁRPADOS CON HACHA…

—EL GASPAR ILÓM DEJA QUE A LA TIERRA DE ILÓM LE CHAMUSQUEN LA RAMAZÓN DE LAS PESTAÑAS CON LAS QUEMAS QUE PONEN LA LUNA COLOR DE HORMIGA VIEJA… EL GASPAR ILÓM MOVÍA LA CABEZA DE UN LADO A OTRO.

NEGAR, MOLER LA ACUSACIÓN DEL SUELO QUE ESTABA DORMIDO CON SU PETATE, SU SOMBRA Y SU MUJER Y ENTERRADO CON SUS MUERTOS Y SU OMBLIGO, SIN PODER DESHACERSE DE UNA CULEBRA DE SEISCIENTAS MIL VUELTAS DE LODO, LUNA, BOSQUES, AGUACEROS, MONTAÑAS, PÁJAROS Y RETUMBOS QUE SENTÍA ALREDEDOR DEL CUERPO.»

¿Elogios? Todos para Miguel Angel Asturias y su monumental Hombres de Maiz:

Los «hombres de maíz» son los indios, según la cosmogonía indígena mayaquiché.

En el Popol Vuh, libro al que abiertamente se remonta Asturias cual fuente inspiradora, está escrito que cuando los Progenitores, Creadores y Formadores, Tepeu y Gucumatz, estimaron que había llegado el momento de hacer aparecer al hombre sobre la tierra, en las fértiles regiones de Paxil y de Cayalá, unieron las mazorcas de maíz blanco y amarillo llevadas por los animales Yac, el gato salvaje, Utiú, el coyote, Quel, el papagayo, y Hob, el cuervo.

El maíz entró entonces, por voluntad de los dioses, en la carne de los hombres formados y creados y se convirtió en su sangre.

Después Ixumcané hizo nueve bebidas con mazorcas amarillas y mazorcas blancas molidas y de este alimento surgieron «la fuerza y la gordura y con él crearon la musculatura y el vigor del hombre».

Cuidado con estas reacciones de quienes creen que hay que acabar por colonialistas las estatuas dedicadas a Fray Junipero, a Colón, a Cervantes, a Hernán Cortés.

De ahí a llevar a la hoguera a hombres y mujeres porque piensan distinto o practican rituales y maneras de ver el mundo contrarias al del pensamiento único, no hay sino una delgada frontera.

Pepe Cáceres

Hace 33 años un toro hirió mortalmente al maestro Pepe Cáceres

Hace 33 años un toro hirió mortalmente al maestro Pepe Cáceres en la plaza «La Pradera» de Sogamoso. Murió en la clínica Santafé el 16 de agosto «pues la cornada era mortal de necesidad», según me dijo el dr Malpica uno de los médicos que lo atendió.

El toro se topó con el cuerpo del veterano matador nacido en Honda y uno de nuestros referentes en el siglo XX.

Solo citar que tuvo el privilegio de encontrarse en su época con Picasso, Hemingway, entre otras figuras cimeras del arte, el uno de la pintura y el otro de la escritura.

Ese 20 de julio de 1987 alternó con Antonio José Galán y el rejonador Dayro Chica y toros de San Esteban de Ovejas.

«Eran las 4:12 minutos de la tarde cuando se presentó el percance. Hasta ese momento el toro había tenido un muy buen comportamiento, pero cuando Pepe se preparaba para entrarlo a matar el ejemplar hizo un extraño y lo venció. Después fue toda una tragedia para que Antonio José Galán pudiera matar al toro».

Recordó el cronista taurino Fabio H. Ramírez, quien transmitía la corrida por Caracol Sogamoso.

Pepe Cáceres fue conducido a la Clínica Julio Sandoval Medina del Seguro Social de Sogamoso, en donde lo intervinieron quirúrgicamente los cirujanos Luis Guillermo González y Leonel Malpica Angarita, acompañados por los médicos Abel de J. Castro y Jaime Arango.

Tras las atenciones quirúrgicas en Sogamoso fue trasladado a Bogotá.

«El asta del toro penetró por el arco anterior del quinto espacio intercostal derecho, rompiendo la tercera, cuarta, quinta, sexta y séptima costillas al lado derecho del esternón, produciendo un orificio de entrada de más o menos ocho centímetros de diámetro»,

explicó el médico Leonel Malpica.

El cirujano manifestó que el pitón también lesionó el lóbulo superior del pulmón derecho y que la punta casi atraviesa la espalda por las costillas posteriores.

«El se operó de las cuatro de la tarde a las diez de la noche. Estuvo tres horas en la Clínica del Seguro Social y a la una de la mañana del otro día se lo llevaron en una ambulancia hacia la Fundación Santa Fe, de Bogotá», comentó el doctor Malpica.

Figura histórica de la tauromaquia americana, el torero de Honda cubrió la segunda mitad del siglo XX con mucha dignidad y sin duda el título de MAESTRO ESTÁ CORRESPONDIDO con su calidad artística.

Su recuerdo permanece y no lo olvidaremos jamas como ser humano y como creador.

81 años de la alternativa de «Manolete» y la anécdota del toro «Comunista»

En el día de hoy, 2 de julio de 2020, se cumplen 81 años de la alternativa de Manuel Rodríguez «Manolete» en la plaza de toros de Sevilla el mismo día de 1939, con Manuel Jiménez «Chicuelo» de padrino y Rafael Vega de los Reyes «Gitanillo de Triana» como testigo y con toros de Clemente Tassara (con el toro «Comunista»/»Mirador»). 

La anécdota:

Este es el famoso toro de la alternativa de «Manolete», de nombre inicial de «Comunista» y que el presidente de la corrida impidió se anunciara reglamentariamente y de tal forma a pesar de la insistencia de su ganadero Clemente Tassara.

El usía, Comisario de policía, justificó su decisión diciendo: ¿En este año de la Victoria, 1939, voy a permitir que aparezca en la Maestranza  una tablilla con un «Comunista»?…. a lo que el ganadero irónico le contestó: No se preocupe que usted no le pasaría nada, al fin al cabo es para matarlo.- Pues ni por esas; al «Comunista» se le bautizó como «Mirador» y así saltó al albero de la plaza sevillana.

Anécdotas aparte, este 2 de julio para la tauromaquia es una fecha relevante.

Alvaro del Moral señala :

El último parte de guerra se había firmado el primero de abril de aquel mismo año mientras el país devastado se abría a una paz condicionada.

Pero estaba empezando un tiempo nuevo; también en el toreo… Y aquel día de verano hubo toros en la plaza de la Maestranza. Era la cuarta corrida que se organizaba en aquel ‘Año de la Victoria’ que había vuelto a pasar sin encender los farolillos.

Los periodistas sevillanos habían organizado uno de esos clásicos festejos para su beneficio que, sin saberlo, estaba destinado a pasar a la historia.

La antigua fotografía congela la efeméride: Manuel Jiménez ‘Chicuelo’ cede la espada y la muleta a un espigado mozo cordobés y a plaza llena. Los cañones sólo llevan tres meses mudos.

Ya había comenzado la larga posguerra pero en esa imagen sepia también se amarra un nudo fundamental en el hilo del toreo moderno: moría un tiempo y nacía otro sin dejar de seguir el mismo hilo.

El festejo se resolvió de manera apoteósica. Chicuelo -a la postre el máximo triunfador de toda la tarde-, Gitanillo de Triana y el propio Manolete -que vestía un precioso terno heliotropo y oro de la sastrería sevillana de Manfredi- se repartieron seis orejas y un rabo.

Se lidió un encierro de Clemente Tassara que había viajado desde los cerrados de Barbacena, en los campos de Aznalcóllar. El testimonio de Delavega, crítico taurino de El Correo de Andalucía, nos sirve para ubicar el momento: “Una alternativa lucida. Un toro de alternativa bien toreado con un toreo sobrio, seco, valiente”.

Era el doctorado de uno de los toreros más grandes de todos los tiempos, de un matador destinado a marcar época fuera y dentro de los ruedos.

Fleming, ¿asesino?

«Asesino» escribieron desconocidos en el conjunto escultórico que sostiene el busto de Fleming, eminente científico, premio Nobel en 1945.

En un comentario en este portal escribí la preocupación que me asalta por estas manifestaciones de recalcitrantes que reclaman derribar estatuas.

La de fray Junípero en los Estados Unidos, la de Sebastián de Belalcázar en Cali por un concejal animalista, las de Colón.

Otra es la preocupación que tiene la profesora Carolina Sanín, de que les dé a los fanáticos por proponer que se derriben las estatuas como homenaje a San Pedro Claver.

San Pedro Claver

Cuyo nombre de nacimiento fue Pere Claver Corberó. Fue un misionero y sacerdote jesuita catalán, que pasó a la posteridad por su entrega en aliviar el sufrimiento de los esclavos,del puerto negrero de Cartagena de Indias, donde vivió la mayor parte de su vida.

Ahora aparece un vocablo infame en un busto dedicado al inventor de la penicilina, Alexander Fleming que ha salvado millones de vidas (claro, de centenares de toreros también).

Así que como pueden observar y sin ser catastrofista, no vamos bien con estas manifestaciones de ultras. Recordé la quema de libros por grupos de fanáticos nazis una noche nefanda en Alemania.

Y es que de la prohibición de libros, credos, color de piel, comportamientos sexuales y modas terminan por pedir la quema de seres humanos.

La historia está plagada de relatos dramáticos sobre estos juicios sumarios que llevaron a la hoguera centenares de mujeres y hombres en Europa y América.

«Asesino»

Escribieron desconocidos (de la historia, de la ciencia, de lo que ha representado Fleming para salvar vidas humanas), en el conjunto escultórico que sostiene el busto de este eminente científico, premio Nobel en 1945.

Un torero brinda un toro a un imponente doctor Fleming de piedra. La estampa tiene algo de surrealista y de bizarro, pero tiene todo el sentido del mundo.

Erigido en 1964, años después de su muerte y de que visitara España, el conjunto escultórico situado en un lateral de la plaza de toros de Las Ventas es un homenaje al doctor Fleming (Darvel, Escocia, 1881-Londres, 1955) a España.

El científico que logró que muchas infecciones dejaran de ser mortales gracias a su trascendental descubrimiento de la penicilina.

Imagen de la escultura dedicada al doctor Fleming, el inventor de la penicilina, en Madrid
Imagen de la escultura dedicada al doctor Fleming, el inventor de la penicilina, en Madrid (Juan Sardá)

Alexander Fleming

Visitó España en 1948 durante dos semanas, durante las que visitó Barcelona, Madrid y Sevilla. Recibido como una eminencia, el ganador del premio Nobel en 1945 salió de España aún más cubierto de honores: fue nombrado doctor honoris causa en la Universidad Central de Madrid, académico de honor en la Academia de Medicina, además de recibir la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio.

En su portada, La Vanguardia del 26 de mayo de 1948 destacaba un artículo del Dr, Luis trias de Bes en el que se anunciaba la visita del “brillante descubridor de la penicilina que tantas vidas humanas ha liberado y continuará liberando de una muerte cierta”.

Su paso por la capital dejó huella. En 1955 el Conde de Mayalde, alcalde de Madrid, propuso que se le erigiese una escultura.

El 26 de febrero de 1963 el Montepío de Toreros y la Asociación Benéfica de Toreros abrieron una suscripción popular.

La escultura se encargó a Emilio Laíz Campos, escultor nacido en Vicálvaro y autor de innumerables esculturas de toreros y personajes de la época.

La fantástica historia de un torero peruano con orígenes nipones

Desde Lima, mi buen amigo y colega Pablo Gómez me recuerda que un torero con ascendencia japonesa llegó a tener cierta figuración a fines de los 50’s y 60’s del siglo pasado. Es lo que se llama un Nisei.

Así como hubo toreros de los Estados Unidos, un franco alemán (Nimeño II), un palestino, un mozambicano, pues la afición de Ricardo Higa Mitsuya lo hizo torero.

Adjunto una foto en la que unas damas de orígen japonés vestida con su tradicional kimono hacen el paseíllo.

Czar Gutiérrez realizó un perfil de este desconocido torero para la afición colombiana pero bien vale la pena por el entorno, por el recorrido, por el amor a la tauromaquia de este torero que nos acaba de dejar.

Agonizaba 1906 cuando el vapor Itsukushima Maru ancló en el puerto del Callao. De los 774 japoneses que llegaban en ese tercer contingente, 36 eran oriundos de Okinawa, archipiélago del suroeste en el mar de China Oriental que formaba el reino soberano de las Ryukyu, independiente tanto del Shōgun como del emperador japonés. Cuna del karate, el taco rice y un sake isleño de altísmo octanaje, Okinawa también había inventado el Tougyuu, una corrida de toros sin toreros. Es idéntica a la arequipeña pelea de astados, pero con árbitros que parecen haber salido directamente de un combate de sumo. Dos moles bovinas estrellan sus cráneos, pierde el que escapa.

Esa sería la única explicación para que, muchos años después de aquel histórico desembarco, uno de aquellos inmigrantes okinawenses engendrase al primer torero nikkei del planeta: Ricardo Higa Uyehara Mitsuya o sencillamente Mitsuya (Puerto Supe, 1938), nombre japonés que significa ‘éxtasis pleno’. Con la familia casi inmediatamente afincada en la capital, el futuro espada pasaría su infancia apretando ubres en los establos de vacas de Maranga. Pero ni el Tougyuu ni la venta de leche recién ordeñada influyeron más que esa serie de folletines taurinos que el niño nikkei coleccionaba con devoción. Descubierta por sus padres, la pila de papeles terminó en la carretilla del chatarrero. Mitsuya lo buscó, lo encontró y se las volvió a comprar. Redescubierta por los padres, le prendieron fuego. De esas cenizas se levantó el ave fénix de su pasión torera.

ESPADA SAMURAI

Lo que sigue son una serie de viajes teniendo al menudo nisei como protagonista. Mitsuya subido en el lomo del caballo de su tío Ransuke haciendo el viaje desde su barrio Chacaritas del Callao hasta la plaza de toros del no menos populoso distrito del Rímac. Mitsuya haciendo el viaje de regreso antes de recibir veinte correazos de su señor padre por cultivar una afición incompatible con el ryukyu-shinto –‘el camino de los dioses’—, compleja mezcla okinawense de confucionismo, budismo, sintoísmo, chamanismo, animismo y taoísmo chino. Entonces Mitsuya se pone a estudiar periodismo para que su papá no le siga pegando. En sus horas libres colecciona monedas, sueña con conocer Las Ventas.

Será el novillero Fermín Borja, ‘El Espontáneo’, quien guíe sus pasos hasta una escuela taurina, donde obtiene el grado de maletilla. Paso previo a su debut en Acho, acontecimiento de grandes dimensiones que sensibiliza especialmente a la colonia japonesa: organiza una especie de pandero colectivo llamado ‘tanomoshi’ y promociona el espectáculo colgando carteles a todo color en las más grandes bodegas. Es así como el 2 de abril de 1961 aparece el primer japonés en traje de luces para un histórico paseíllo con geishas espectacularmente maquilladas desde la nuca con aceites de cera, polvo de arroz y brochazos de bambú. Nunca más se vio tanto kimono en los tendidos.

Ricardo Higa, también conocido como ‘Mitsuya’, durante su debut en las arenas de la Plaza de Acho, el 2 de abril de 1961. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)

En un cartel en el que también alternaban Adolfo Rojas ‘El Nene’ y José Scotto ‘Cucaracha’, ‘El Japonés’ ensayó una serie de pases y florituras con desigual fortuna. Lo cual hacía dudar de sus credenciales: según él mismo, antes de pisar el primer coso de América había paseado su talento por las plazas más reputadas de provincia, incluyendo la de Chota, cortando más de un apéndice a sus enemigos. Todos le creyeron, incluyendo el maestro Alejandro Montani, ‘El Sol del Perú’, que no daba crédito a lo que veía. Y menos a lo que ocurrió a la hora de matar: Mitsuya erró seis veces con la espada. Entonces le gritó desde el callejón: “¡Chino, estás loco!”. A lo que el diestro contestó: “¿Qué quieres? ¡Es el primer toro que mato!”.

‘Mitsuya’ reveló temple, habilidad y lentitud en los momentos precisos. Sus lances y naturales convencieron al público asistente con presencia de la colonia del país del Sol Naciente. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)

ÉCRAN Y ARENA

Treinta novilladas después, Mitsuya ya no está yendo a Acho sino al puerto. Es 1962 y lo vemos en un vapor con destino a la península ibérica. Lleva una serie de recomendaciones y contactos taurinos para la madre patria. Pero ninguna funciona. Excepto la misiva escrita por una monja amiga del poeta Roberto Dulls y del mítico Manolete, recomendándole ante Manuel Mejías Rapela, ‘el Papa Negro’ del toreo. Ya anciano, el ilustre matador lo acoge en su seno y le revela algunos secretos. Pero lo que el joven matador quiere es torear, cosa que logra muy esporádicamente. Hasta que el 12 de julio de 1964 debuta en Málaga junto a Manuel ‘El Pireo’ Cano y Andrés ‘El Monaguillo’ Jiménez. “Debuté bien, corté una oreja. Las mujeres me arrojaron claveles y los hombres puros. La gente me daba abanicos para que los firme”, declaró.

Se sabe que también toreó en Vista Alegre. Pero como la plaza estaba dura, le propusieron tentar suerte como extra de cine. Además, casi ningún humano de ojos rasgados hablaba español. Así aparece en “55 días en Pekín” (1963), cinta dirigida por Nicholas Ray y protagonizada por Ava Gardner, Charlton Heston y David Niven. Hizo de mayordomo en una cinta de Orson Wells y de esclavo malayo en “Krakatoa” (1969). Jugó beisbol con Charles Bronson y sería Claudia Cardinale en persona quien le invitara una gaseosa bajo el inclemente sol de Almería, donde rodaban. Fueron ocho años cerca de las estrellas y lejos de la arena. Hasta que el 28 de agosto de 1970 se doctora como matador de toros recibiendo la alternativa de Sebastián ‘Palomo’ Linares en la plaza alicantina de Ondara.

“Ese día corté nada menos que cuatro orejas”, declararía años después. No se pudo corroborar. Pero sí está suficientemente documentado su regreso a Lima, su paseíllo y su impactante debut como torero en Acho. “Mi primera corrida en Acho fue el deshueve. El toro me corneó. La cornada atravesó el escroto. Tuviste suerte, me dijo el médico de la plaza, el cuerno chocó en el ilíaco. Si no te partía, cruzaba las arterias y en un ratito te desangrabas. En la enfermería me desmayé. Nunca me dieron otra oportunidad”, dijo. Fue la tarde del domingo 13 de noviembre de 1970. En el cartel también felizmente estaba Francisco Rivera ‘Paquirri’, quien tuvo que hacerse cargo del lote completo de su alternante herido, desorejando a su toro. Esa fue la última vez que Mitsuya estuvo en Acho, pero las huellas que dejó a su paso son francamente imborrables.

El centenario de Manuel H, el Frank Capa colombiano

!!Quien lo creyera!!, el maestro Manuel H. se nos fue hace 11 años pero es tan viva su presencia que no me di cuenta que estamos celebrando el centenario de su nacimiento.

Lo tengo tan presente, en la plaza De La Santamaría o tomándonos un humeante chocolate en «La Florida» (que ojalá no vaya a desaparecer por esta pandemia), o recorriendo la carrera séptima, o en su estudio de la calle 22.

Cachaco en sus formas y fondo, me hablaba de esos tiempos aciagos del 9 de abril en el conocido como «el bogotazo», y como dejó el almuerzo servido tras oír la noticia del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán.

Por que fue uno de los primeros fotógrafos en captar las imágenes de ese hecho que enlutó a Colombia.

De cómo en una fracción de segundo tomó la que se considera la foto icónica de Manolete, tras una faena en en el 46 en La Santamaría de Bogotá, donde no cabía un alfiler y el pequeño fotógrafo captó ese momento de tragedia maravilloso del monstruo de Córdoba.

Si me demoro un segundo o me adelanto, la foto no existe, esa es la paradoja de nuestro oficio, me relató.

El mejor homenaje será recuperar ese archivo por instituciones como el Banco de la República o el Archivo Nacional pues la obra del maestro bogotano es imprescindible para mirar con sentido crítico más de medio siglo de un país maravilloso, a veces cruel pero dulce como la mandarina.

Richard Emblin dice :

Manuel H. era el colombiano Capa: un hombre que durante más de medio siglo capturó la historia y los «momentos» de su país con su emblemático Rollei. Y al igual que Capa, su carrera en el fotoperiodismo nació del caos y la violencia.

Llámalo circunstancia o destino, pero la vida tiene una forma extraña de arrastrar a ciertas personas al «momento». 

Para Robert Capa, sin duda el mejor fotógrafo de guerra de nuestro tiempo, llegó el momento en que fotografió al miliciano republicano español cayendo después de recibir un disparo en sus colinas de Andalucía el 5 de septiembre de 1936.

Y lo cierto es que Manuel H con Leo Matiz, Sady, Nereo, entre otros; fue capaz de reflejar la vida agitada de una Colombia donde parece que la violencia es nuestra compañera de viaje. Nos hemos acostumbrado tanto que asumimos que es nuestro fatal destino y va del brazo con nosotros.

Ricardo Arcos-Palma anota :

Manuel H. también fue testigo de hechos históricos transcendentales de nuestro país: el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y la revuelta popular que siguió a este hecho conocida como el Bogotazo (1948) donde buena parte de la ciudad fue destruída; este hecho hizo que Manuel H, se convirtiera en reportero para la prensa.

La caída de Rojas Pinillas en 1957 también fotografiada.

Su lente captó la acelerada transformación urbana de Bogotá: en estas fotos podemos ver las famosas salas de cine de los años cincuenta como el Teatro Colombia (hoy Jorge Eliécer Gaitán) y el Teatro México, o el Olympia de los años ochenta.

La construcción de la torre de Colseguros que reemplazó el tímido edificio de dos plantas de Icollantas (1964) y la construcción de las Torres del Parque (1970).

Las fotos de hechos cotidianos como el desbordamiento del río San Francisco.

También capturó en su lente momentos memorables como la venida del Papa Pablo VI (1969) y la visita de los Reyes de España (1976) .

O una corrida en la antiguo Chapinero en una improvisada plaza de toros frente a la Iglesia de Lourdes (1962).

La historia de Bogotá y del país político y cultural fue congelada por Manuel H.

Con Luis Galindo fuimos a verle al hospital un día antes del deceso y seguía contando anécdotas, y las fotos que tomaría en la próxima temporada taurina, y de su archivo, y de su familia , y «de esta vaina de los achaques».

Celebramos el natalicio del maestro «Antoñete»

Nació en Madrid y el patio de juegos fue un rincón de la plaza de Las Ventas que tantas tardes, años después, le aupó en hombros varias veces tras gozar con su espléndido toreo, luminoso, veraz y contundente. Por eso hoy celebramos el natalicio del maestro «Antoñete»

Antonio Chenel Albadalejo

es cosecha 1932, la misma de su amigo Jerónimo Pimentel que nació unos kilómetros más allá, en Cenicientos y por eso son hijos de la mal llamada guerra civil española que por contra tuvo para América la bendición de la presencia de adoloridos intelectuales y amigos de la tauromaquia que se afincaron al campo de la libertad que vivíamos los antiguos colonizados por la llamada «madre patria». Manes de la historia.

Paco Parejo

Su cuñado Paco Parejo era el mayoral de la plaza de Las Ventas y allí solía ver a los matadores punteros de la década de los años 40 durante sus entrenamientos y en las tardes de triunfos. Admiraba especialmente a Manuel Rodríguez, ‘Manolete’.

Además en las tardes en el coso, aprendió a conocer el comportamiento del toro bravo, para él, el indiscutible protagonista de la fiesta.

Y es que la relación con Colombia de unos de los más brillantes toreros del siglo XX fue un capítulo maravilloso.

El natalicio del maestro «Antoñete»

En 1966 con la faena más estructurada que se recuerde en Las Ventas, y muchas hay para la memoria del aficionado, esa lidia al toro «blanco» de Osborne que es perfecta, si cabe, se la brindó a quien hacía pocos días había sido ungido presidente electo de Colombia, don Carlos Lleras Restrepo (Cómo nos hacen falta esos personajes a quienes jamás se les pasó por la mente prohijar proyectos prohibicionistas de la tauromaquia, pues la respetaban).

César Rincón

Luego, en el 82 del siglo pasado, el jovencito César Rincón recibió los honores de que el viejo maestro madrileño fuera el padrino de su alternativa con toros de VistaHermosa y otro grande, Manzanares, padre, el testigo de la ceremonia.

Y justamente tras ese soleado 1991 con las 4 salidas en hombros de Las Ventas, del maestro Rincón, en la casa del maestro Antoñete, vino a Colombia de la mano de un maestro de periodistas, Manolo Molés y con el auspicio de Oscar Rentería e hizo parte varios años del llamado «combo» taurino de radio Caracol con dos maestros de la narración taurina, Hernando Espinosa y Ramón Ospina, y un joven, entonces, de voz clara y sabio, Iván Parra.

Qué maravilla de enseñanzas nos dejó el maestro del mechón blanco. Era senequista, seco pero alegre y sin perder el humor.

Cómo veía al toro, cómo trataba al torero, a la afición, al entorno de la fiesta, Toda una lección de magisterio.

Todo esto me viene a la memoria al recordar que un 24 de junio nació en la capital del reino uno de los toreros emblemáticos de esta fiesta multiforme y aleccionadora por los tantos valores que dimana. Se llama, pues mientras se le recuerde seguirá vivo entre nosotros, Antonio Chenel.

Derriban estatuas y terminan quemando libros y hombres

No crean que exagero con el titular. Están derribando estatuas de misioneros en varios lugares de los Estados Unidos. La quema de pilas de libros en tiempos de los nazis ocurrió en mayo de 1933 y fue una acción planeada por Goebbels, ministro de Propaganda del régimen.

Más tarde sobrevino el holocausto y millones de personas fueron sacrificadas. Cada vez que un anti taurino envía a un taurino una amenaza de muerte me sobrecoge el temor de que una nueva inquisición está en marcha.

Ahí está la historia pero no para repetirla.

Estatuas de misioneros como Colón (el navegante que nunca supo que había descubierto un nuevo mundo).

En Cali, un energúmeno concejal que estrelló el vehículo que conducía (sin carnet) propone derribar la estatua de don Sebastián de Belalcázar

Sebastián de Belalcázar 

Nacido como Sebastián Moyano y Cabrera. Belalcázar, (Corona de Castilla, 1480-Cartagena de Indias, Imperio español, 1551) fue un militar, explorador, descubridor y conquistador español, que fue nombrado adelantado y gobernador propietario vitalicio de Popayán en 1540, para recién tomar posesión.

Una cosa es polemizar por el descubrimiento y la conquista y otra ocultar su existencia.

Gabriele d’Annunzio

Yo leo con placer la poesía de Gabriele d’Annunzio pero no puedo compartir su quehacer político.

Quien fue el más grande de los poetas italianos desde Dante, D’Annunzio tras muchos avatares regresa a Italia, piloto de guerra voluntario, comandante del escuadrón número 87, conocido como La Serenísima.

La guerra refuerza sus ideas nacionalistas. La cesión de la ciudad de Fiume -hoy Rijeka en Croacia- en la conferencia de París en 1919 le irrita enormemente.

Así que d’Annunzio decide, desafiando las potencias aliadas, declarar Fiume Estado constitucional independiente.

Es decir, yo deslindo su obra poética de su detestable accionar como ser político pero por eso no voy a dejar de leerlo y procedo a quemar sus libros.

Una de sus mayores excentricidades fue crear el «Estado libre de Fiume», un modelo que acabó siendo paraíso para cocainómanos, prostitutas y aristócratas diletantes.

Fray Junípero

Sobre Fray Junípero, el Papa Francisco lo canonizó. El Pontífice señaló que “su obra de evangelización nos trae a la memoria los primeros ‘12 apóstoles franciscanos’ que fueron los pioneros de la fe cristiana en México.

Él fue protagonista de una nueva primavera evangelizadora en aquellas extensas tierras que, desde hacía doscientos años, habían sido alcanzadas por los misioneros provenientes de España, desde Florida hasta California.

Francisco afirmó que

«la vida y el ejemplo de Fray Junípero ponen de relieve tres aspectos: su impulso misionero, su devoción mariana y su testimonio de santidad».

Acusan estos nuevos inquisidores el misionero de racista y asesino. !!!Por Dios!!!!

Leni Riefenstahl

No voy a renegar de la obra fílmica de Leni Riefenstahl que ganó reconocimiento internacional por su película documental

«El triunfo de la voluntad», sobre el VI Congreso del partido nacionalsocialista, celebrado en Nüremberg en 1934.

A través de una sabia escala de tomas en ángulo, contrapicados, efectos de luz y trucos de montaje, la directora dió cuerpo a una sublimada síntesis de la comunión mística entre el Führer y el pueblo alemán.

Obviamente que tomó distancia de su cercanía con el régimen hitleriano, de los valores que recrea su trabajo y no lo puedo compartir pero por eso no voy a pedir que quemen su obra cinematográfica.

Lo que el viento se llevó

Claro que casi cien años después de que millones de espectadores han llorado por las escenas románticas y tiernas, vienen quienes quieren reescribir la historia decir que hay que archivarla porque contiene apología del racismo.

Podemos discutir su contenido, diseccionar su contexto académicamente pero no prohibirla.

Lo que el viento se llevó, la legendaria y exitosa película de Victor Fleming estrenada en 1939 y a la que la plataforma HBO Max decidió quitar de entre sus contenidos disponibles en EEUU por su representación de la raza negra.

Según un comunicado de HBO, la decisión responde a que la película protagonizada por Clark Gable y Vivien Leigh 

«reproduce prejuicios étnicos y raciales que han sido comunes en la sociedad estadounidense»

y que «ese racismo estaba mal entonces y está mal ahora, y mantener este título sin una explicación y una denuncia de esas representaciones sería irresponsable».

De esta manera, la película será «resubida» junto a una advertencia que buscará impulsar un «debate sobre su contexto histórico», aunque la producción se verá tal cual se pensó en 1939. «De lo contrario afirmaríamos que esos prejuicios nunca estuvieron», afirmó la compañía.

Lo irónico del asunto es que por esa misma película, la actriz negra Hattie McDaniel se convirtió en la primera mujer de esa raza en ganar un Oscar por su trabajo delante de cámaras.

Joselito y Belmonte en la pluma de Alcalino en su Tauromaquia

En la pluma de Alcalino empezamos a ver como en la tarde en que Joselito El Gallo murió, Juan Belmonte permaneció en su casa de Madrid.

Lluvioso y gris se presentó aquel 16 de mayo de 1920, y Juan mataba el tiempo jugando a las cartas con algunos amigos cuando, ya anochecido, el teléfono empezó a sonar con insistencia.

Tal como puede leerse en “Juan Belmonte (Matador de toros)”, una de las biografías de mayor hondura literaria y humana que se han escrito en castellano, obra de su paisano Manuel Chaves Nogales y producto de meses de conversaciones entre ambos.


Rememora […] Belmonte: “Se puso al aparato no sé quién y nos dijo: “–Me han dado la noticia de que a Joselito lo ha matado un toro en Talavera—“. “—Anda, anda, cuelga el teléfono—“, le dije […] sin soltar las cartas ni levantar la cabeza. Seguimos jugando.

Al rato llegó jadeante Antoñito, mi mozo de estoques, y repitió: “—En Teléfonos corre el rumor de que a Joselito le ha matado un toro en la corrida de Talavera.“

“–¡No traes más que infundios!”—le repliqué malhumorado.

Era frecuente entonces que los domingos por la tarde circularan noticiones que luego no se confirmaban. Estaba reciente la implantación del descanso dominical para los periódicos, y la falta de noticias ciertas sobre las corridas poblaba el mundillo taurino de falsos rumores.

Al rato volvió a sonar el teléfono. Esta vez era ya una persona de crédito, un conocido ganadero, quien daba la terrible noticia.

“–¡Es verdad! ¡Es verdad!—“, decía con acento estremecido….Aquella espantosa certeza nos hizo mirarnos unos a otros con espanto. Dejamos caer los naipes sobre el tapete… nadie dijo nada… Mis amigos fueron levantándose uno a uno y, sin pronunciar una sílaba, se marcharon… En soledad, estuve repitiéndome mil veces aquellas palabras que me golpeaban el cráneo como martillazos:

“¡A Joselito le ha matado un toro!¡A Joselito le ha matado un toro!” Poco a poco fue invadiéndome una espantosa congoja.

Miré a mi alrededor y tuve miedo. ¿De qué? No lo sé… hasta que no pude contenerme por más tiempo y estallé en sollozos. Lloré como no he llorado nunca en mi vida… la extraña onmoción del llanto me libraba de aquel martilleo seco que repetía en mi cerebro:

“¡A Joselito le ha matado un toro!”.

(Chaves Nogales, M. Juan Belmonte (Matador de toros). Alianza Editorial-6 Toros 6, tomo 2. pp 265-266.

Interregno para el estupor. Pocas veces, la sociedad española habrá experimentado un pasmo emocional como el que provocó la muerte del gran José Gómez Ortega. La vida mantuvo su pulso, seguían celebrándose corridas, pero el país tardaba en reaccionar.

Naturalmente, para el medio taurino el golpe fue devastador, todo se pobló de augurios sombríos y manifestaciones espasmódicas.

Don Pío (Alejandro Pérez Lugín)

El paladín más radical del gallismo entre quienes escribían de toros, creyó ver en esa tragedia inaudita una conspiración en toda forma y, más por desesperación que por otra cosa, embistió ciegamente contra todo lo que oliera a Belmonte.

La tauromaquia de Juan no valía nada, comparada con la de su ídolo. Y su violentísima campaña golpeó cuanta cosa representara el trianero. Por supuesto, el gallismo más recalcitrante lo secundó sin miramientos.


Historia de un cartel

La corrida del 15 de mayo en Madrid –última en la que alternaron
Joselito y Belmonte, y que constituyó un fracaso total—empezó a torcerse cuando los veterinarios rechazaron el anunciado encierro de Albaserrada –ganadería famosa por la casta y poderío de sus astados–, y el terciado sexteto de reemplazo, de doña Carmen de Federico, irritó por su invalidez.

De modo que cuando la empresa anunció la reaparición del trianero precisamente con albaserradas, el solo anuncio alborotó al cotarro. Aquel
domingo 20 de junio de 1920 Juan iba a alternar con Curro Martín Vázquez y Fortuna, dos segundones; sería que, rota la pareja más célebre del toreo, no había más de quién echar mano.

Como Belmonte era Belmonte, el papel se agotó rápidamente. Con tal de ver si era capaz de sobreponerse al vacío que se abría ante él y la Fiesta toda. Y de comprobar si les podría a los temibles albaserradas. O si se confirmaban las punzantes diatribas de Don Pío.

Apoteosis.

De tabaco y oro, contrito y adusto, partió plaza el trianero. El primero de Albaserrada mandó a la enfermería a Curro Martín Vázquez –gran estoqueador a la antigua, ya muy desgastado a esas alturas—y Juan, como segundo espada, tendría que despachar cuatro bureles.

Al heridor lo pasaportó de un espadazo fácil. Con los otros tres iba a protagonizar la tarde más redonda de su vida. La vieja plaza de la carretera de Aragón vivió una de sus jornadas más gloriosas, y la leyenda de Belmonte creció hasta al infinito.

Como es natural, la crítica se volcó en loas al trianero. En medio de la apoteosis, la plaza en pleno se había alzado contra Don Pío, reprochándole su injusta y ruin campaña.

Versión de Barbadillo:

“Cuando soltó Belmonte el trapo milagroso que fue ayer en sus manos una bandera de gloria y de triunfo… era la gente quien cogía imaginariamente un capote fantástico, una ilusoria muleta de grana y se ponía a torear… por la calle de Alcalá, un mozo del tropel alegre y bullicioso marcaba una lenta verónica, el cuello doblado, el gesto gentil y despacioso del torero genial… un poco más allá se veía al señor don Paco… tendiendo al aire el brazo izquierdo en el pausado semicírculo de un pase natural… y en todas partes gestos, voces, corrillos, algarabía, contagios del entusiasmo popular… Siempre que se quiera poner una corrida de toros como ejemplo será necesario mentar ésta de Albaserrada».

¡Qué reses, que finura, qué tipos, qué temple, que codicia, que poder, qué estilo en los tres tercios, sin discrepancias, con leves variantes en la bravura y la nobleza!.

Cuanto hizo (Belmonte) fue cosa de pasmo y maravilla. Cada lance un milagro, cada quite un prodigio, cada pase de la muleta mágica un deslumbramiento de asombro, cada momento una ovación frenética… Verónicas, faroles, medias verónicas.

¡Ah, las medias verónicas de Juan Belmonte!

(Don Pío había escrito el día antes: “Estamos de medias verónicas hasta más arriba del cimborrio de San Francisco”).

Faenas ligadas, magnas, inverosímiles… tenía el toro que pararse ante el hombre triunfante, como si le dijera –Hombre, apártese un poco, que no tengo sitio para moverme. Y entonces, el hombre se acercaba más y más. Y no a un toro sino a tres, porque a los tres los toreó así: soberbios naturales, molinetes de farol… gracia, arte enorme, y un dominio y un temple de tal índole que, así que se iba agotando el empuje de las reses, iba el torero tirando de ellas, obligándolas y toreándolas más.

Y todo con la izquierda (Don Pío había escrito el día antes):

“Señor Belmonte, ¿quiere usted hacerme el favor de no dejarse olvidada en casa la mano izquierda? Porque es ya excesivo su abuso de la derecha”)…

De una estocada en los rubios el segundo albaserrada murió sin puntilla. Un pinchazo y una entera caída, atacando con idéntico brío, al cuarto de la tarde, que murió sin puntilla; y media en las agujas al quinto, que quedó muerto sin puntilla también. Por cada hazaña dio la vuelta al ruedo. Cortó la oreja del segundo bicho. Cortó las dos y el rabo, que se cortaba por primera vez en Madrid, de su último cornúpeto.

Cayeron a sus pies sombreros, ropa, flores; fue y vino tantas veces del estribo al centro del ruedo que, al final, ya no podía ni andar; y entonces fue cuando entró en el burladero y, como un hombre valiente, modesto y generoso, rompió a llorar de emoción y gratitud.”

(El Imparcial, 22 de junio de 1920) Versión de Corrochano:

“Precisamente cuando se hablaba de la decadencia de Belmonte, ha dado Belmonte su tarde más completa… y cuánto no se ensañaría el público aplaudiendo, que le hicieron llorar de emoción. Váyase por las veces en que su toreo hizo llorar al público.

No desaprovechó Belmonte ni un toro, ni un momento, ni una ocasión para torear maravillosamente.

Sus lances de capa, sus quites, su media verónica, fueron impecables; esa media verónica que es hija legítima de Belmonte y uno de los momentos más sublimes del toreo, y que acaba de ser censurada por una pluma chabacana con gustos de feriante….

Belmonte estuvo superior como torero y superior como matador… es un torero tan completo que toro que torea bien lo mata bien. Y estuvo tan sobrado que mató cuatro toros sin fatiga, y hubiera matado seis».

Versión de Clarito:

“Rodó el quinto toro de Albaserrada. Continuaba de pie el público y los pañuelos salieron a flote. El puntillero, por mandato del presidente, cortó a la res una oreja, luego otra, después el rabo… Terminó Juan su vuelta ritual, y cuando iba a retirarse al estribo, de súbito, la multitud rompió a aplaudir más y más fuerte.

Ovación larga, rotunda como no recuerdo otra, y que tenía un significado tan especial que, comprendiéndolo, este diestro, todo arte y todo corazón, la agradeció con firmeza desde los medios y en seguida fue a refugiarse en el burladero… para llorar, escondido en los hospitalarios tableros…

De nuevo estaba en pie la muchedumbre, pero ahora en actitud airada; por sobre las cabezas no albeaban los pañuelos, sino que enarbolábanse los bastones.

Y sonaba el nombre de un revistero que, según unos por ignorancia, y según otros por mala intención, y a mi juicio por las dos cosas, ha sostenido contra Belmonte una de las campañas más vocingleras e inicuas que se recuerden.”

“Don Pío” se retracta. Aludido en las tres crónicas de referencia, Pérez Lugín no tuvo más remedio que reconocer la grandeza de Belmonte y el carácter histórico de su gesta:

“¡Ha resucitado Juan Belmonte! ¡Aleluya!… Ahora que ya no vive el pobre y admirado Gallito, el torero de las grandes series de grandes naturales, –¡Con la izquierda!, había que gritarle a Juan. Y anteayer, toreando con la izquierda, tuvo Juan la tarde más grande de su vida torera… ¡Viva Belmonte… la izquierda… La Libertad!«.

La pugna sin cuartel entre cronistas es reflejo fiel de lo que se vivía en la calle, por algo España identificaría ese tiempo como la época de oro del toreo. Puede afirmarse que esta histórica corrida del 20 de junio de 1920 clausura una era de esplendor sin precedentes.

Muerto José y repatriado Gaona, que ofrecerá en México los mejores frutos de su madurez torera, Belmonte se quedó dramáticamente solo.

Aún resistió, sin llegar a emular ya su memorable triunfo con los albaserradas, las campañas completas del año 20 y del 21, antes de dar por clausurada la etapa más apasionante de su carrera, fundamental para la construcción del mito belmontino.

Porque en sus idas y vueltas posteriores circularía por las plazas en calidad de pieza única y aparte, objeto más de veneración que de escrutinio, y sin la pretensión de dirimir con nadie la supremacía que su puro nombre le otorgaba.

El brindis, compendio del bien hacer taurino

En tauromaquia el brindis es el “dicho” de un torero en el que le dedica la muerte del toro a alguien. Normalmente acompañado de buenos deseos. Se brinda el toro al que se espera hacer buena faena. ¡Un buen hacer taurino!.

Ignacio Sánchez Mejías

En cierta ocasión, toreando en Zaragoza, Ignacio Sánchez Mejías le brindó un toro a su buen amigo José Pérez de Guzmán, un onubense muy entusiasta del toreo entero y emocionante de Sánchez Mejías.

– Te brindo –le dijo– la muerte de este toro… y espero que la Virgen, la nuestra, la del Rocío –recalcó–, no ésta, la del Pilar, me ayude.

En la plaza se armó la de San Quintín. «Ha menospreciado a la Pilarica», gritaban los maños, justamente enojados.

Antonio Conde, que acostumbraba a contar a don Gregorio Corrochano las incidencias de las corridas, le puso al ilustre cronista este telegrama:

«Ya sabrá usted lo ocurrido en Zaragoza. Es que ya exponemos hasta en los brindis.»

Un novillero que debutó en Murcia brindo por Murcia y los Murciélagos….

Alejandro Alvarado (Alvaradito).

Ceramista trianero en su adolescencia, obedeció pronto los deseos de su vocación taurina, y a los dieciséis años comenzó a ser banderillero en la cuadrilla de Quinito. Más tarde, con Cara-ancha, se marchó a Italia, donde actuó en varias corridas.

Con su personal idiosincrasia, contaba, ya, mayor, los recuerdos de aquella campaña, durante la cual tuvo que torear búfalos a falta de toros de lidia. Hizo su presentación en Sevilla el 14 de octubre de 1894, y en septiembre de la siguiente temporada debutó en Madrid.

En 1901, en Méjico, a Alvaradito le dio la alternativa, que ratificó en Fregenal, Antonio Montes. Años más tarde volvió a la categoría de novillero, y por último se dedicó a banderillear, suerte en que lucía su gran conocimiento. De los toros y una habilidad extremada.

Se cuenta que “Alvaradito”, tenía una cabeza bastante voluminosa, por lo que usaba una montera apropiada para cubrírsela. Una tarde que toreaba en la Maestranza, le salió a «Alvaradito» un novillo que había sido bueno en los dos primeros tercios, por lo que le preguntó a su peón de confianza Arandita: 

“¿Tú crees que el novillo está para brindárselo al público? Y Arandita le contestó guasón: “Sí, debes brindarlo al público, pero no dejes la montera en el albero, que no vas a dejar sitio “pa” torear”.

Cúchares

Histórico e inmortal es el discurso de Cúchares cuando toreó en París una corrida organizada por la emperatriz Eugenia.

Como el espada vio que en tierra francesa a todo el mundo se le llamaba «vous» -que él oía «Bu»-, hizo este brindis al emperador, la emperatriz y el heredero: «A Bu, a la señora de Bu y al Busito chico».

Rodolfo Rodríguez «El Pana»

Si hay un brindis famoso es el de Rodolfo Rodríguez «El Pana», que dedicó su última faena en la Monumental de México a las prostitutas.

Así se expresó El Brujo: «Quiero brindar este toro, el último toro de mi vida de torero en esta plaza, a todas las daifas, meselinas, meretrices, prostitutas, suripantas, buñis, putas, a todas aquellas que saciaron mi hambre y mitigaron mi sed cuando El Pana no era nadie, que me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, base de mis soledades. Que Dios las bendiga por haber amado tanto. ¡Va por ustedes!»

Rafaé

Que alternaba con su hermano «Joselito»— había toreado a su toro con una gracia, una elegancia y un arte, que había dejado roncos de dar gritos de alegría a los espectadores.

Cuando llegó la hora de matar, que hacía los brindis extremadamente largos, R. El «Gallo», muy ceremonioso, se quitó la montera, hizo una flexión frente al palco presidencial, y brindó.

Luego, brindó a un amigo; después brindó «por las mujeres de bandera»…. Con paso firme y sereno, «Rafaé» se fue al centro de la Plaza, giró con la montera en la mano y blindó por «el sol», por «la sombra» y por los «buenos aficionaos de Seviya».

En la Plaza no se oía una mosca. El público contenía la respiración con expectación. Todos los ojos estaban clavados en el gitano. Se esperaba la faena cumbre. En un rincón de la Plaza protestaba el toro, entretenido por la cuadrilla del «Gallo». Todavía le faltaba un brindis. Un torero amigo suyo estaba en el tendido. El «Gallo» le tiró la montera, diciéndole:

—Brindo por el torero «honrao», porque se coma lo que ha ganao…

Y el «Gallo», acabados los brindis, en vez de irse al toro, se acercó a su hermano «Joselito» diciéndole:

—Ya he «brindao», José; ahora, mátalo tú.

En otra ocasión brindó al Capitán General…. que después se negó a matar.

Mi Brindis:

Por Real Maestranza de Caballería de Sevilla que con tanto mimo y cariño, mantienen la colección privada permanente del Museo Taurino, que el año pasado recibió nada más y nada menos que 373.000 visitas. Prácticamente como la ciudad de Bilbao completa.

Y ahora que digan que el tema cultural taurino, y su turismo, no es atrayente, y no hay que cuidarlo para nuestra economía…

Mi segundo Brindis

de agradecimiento y por el que pido salud y protección para todos es la Virgen del Rosario que preside la Capilla de los Toreros (Rafael lo llamaba la sala de espera), que goza de gran devoción entre los diestros y a la que han donado numerosos exvotos. Virgen del Rosario, Patrona de los Maestrantes y titular de la Hermandad de Monte-Sión.

La Plaza de Toros está rodeada por tres benditas imágenes de la Virgen del Rosario.

A mi padre, que me aficionó a los toros y que con su palabra me hizo carne la fiesta, y a todos los aficionados taurinos de una tierra en que nunca se pone el sol.


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