Roca roza la perfecciòn en tarde soñada en Logroño con un gran toro de Núñez del Cuvillo

Roca roza la perfecciòn en tarde soñada en Logroño con un gran toro de Núñez del Cuvillo

Logroño ha vivido una autèntica tarde de toreo de finas esencias, de perturbadora quietud, de temple, variado, exquisito, deslumbrante, ingenioso, el lujo de ver torear cargando la suerte de rodillas, de crear belleza en cada armónico movimiento y hacer gozar por la improvisaciòn como en una pieza de jazz interpretada por John Coltrane, espiritual , si cabe, protagonizado por el joven Roca Rey que a los 6 años de su alternativa en Nimes ha conquistado con su enorme personalidad a una entregada aficiòn de la capital riojana que se puso en pie varias veces para ovacionarlo.

Y uno se pregunta perplejo què es preciso hacer para merecer el rabo y para que le den la vuelta al ruedo a ese inmenso toro de Nuñez de Cuvillo de nombre «Tabacalero», negro, meano, chorreado que aguantò esa bella y larga faena del peruano en que nada faltò : ni el toreo fundamental ni el asombro de la quietud, ni esos naturales de frente incluso el espíritu de un maestro colombiano con las límpidas cacerinas para llevar el toro al caballo tras un lance y echarse el capote a la espalda . Y esos abrochados de pecho y los forzados, y los cambios de mano y ese dejarle la muleta en el hocico para que embebido Tabacalero se vaya en la busqueda de esos vuelos de los engaños.

El mago Merlin, que digo Merlin, Roca Rey, nacido en Lima se vino a estas tierras ricas en vinos tintos para desparramar su gracia torera en la inspirada tarde en la que se encontrò con el bravo y noble ejemplar de 566 kilos, bien hecho y armado que echò ese morro abajo, que no rehuyò pelea adosada de nobleza y enjundia con sus majestuosas embestidas.

El palco errò en materia grave taurina al no valorar con justicia el juego del toro y la grandeza del torero. Al nùmero 138 le negò esa legitima vuelta al ruedo y al limeño el rabo que toreò por lisuras , esas de su paisana Chabuca para darle categoría al toreo como discurso de un arte mediterráneo que el mestizaje americano ha sabido cincelar con el aporte de Gaona, de Armillita, de Giròn y de Rincòn…y ahora del descendiente de los Incas, Roca Rey.

Torearon a placer Diego Urdiales y el gran Emilio de Justo a quien le negaron una oreja por ese toreo de la verdad pero la tarde fue del tercero de la terna, el niño de Lima.

RESUMEN

Diego Urdiales, ovacionado en los dos

Emilio de Justo, oreja y vuelta al ruedo y

Roca, dos y dos orejas y salida en hombros.

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