Corría el año 1982, la democracia española daba sus primeros pasos tras un largo gobierno unipersonal, César Rincón toma la alternativa en Bogotá con Antoñete y Manzanares, padre y toros de Vista Hermosa; en Madrid salen a hombros Victorino Martín Andrés , Ruiz Miguel, Palomar y Esplá.
«Pobretón», «Playero», «Mosquetero», «Director», «Gastoso» y «Carcelero» eran los nombres de los seis ejemplares que el ganadero de Galapagar lidió en la Monumental. Un manantial de casta y poderío, envuelto en una preciosa lámina, brotó y anegó la arena. ¡Qué máquinas de embestir!
Ruiz Miguel resumió : «Fue un día muy especial para el público, el ganadero y los toreros. Es como esos días que uno está en la habitación y se emociona con esos sueños que tenemos los toreros: un día mágico, que sea la corrida buena, que salgamos todos a hombros. Y se cumplió. Con lo difícil que es que tres toreros, junto al ganadero, atraviesen la Puerta Grande de Madrid… No es extraño que en la historia sea conocida como la Corrida del Siglo. Sin duda, ha sido uno de los días más bonitos que he vivido».
CAÑAVERALEJO, 30 DE DICIEMBRE DEL AÑO DE GRACIA DE 2021
Sobre las 4 y 20 se dio comienzo al festejo. Fueron saliendo los cárdenos y Luis Bolívar y Emilio de Justo sacaban de la chistera muletazos embrujados a toros que embestían prodigiosamente en una plaza que nació como «La copa champañera » a fines del 57 del siglo pasado, y las emociones subían de tono y gozábamos con la dulzura de la casta, con la soberbia acometida con el morro por el suelo de estos toros y se cortaban al final 9 orejas, un rabo y tres vueltas al ruedo a toros magníficos traídos por la tenaz persistencia del ganadero y de Alberto García el joven empresario que se lo jugó todo por lidiar a los victorinos. No hubo innecesarios toques, la sinfonía estaba en el aire de Cali, el ritmo acompasado del corazón latía frenéticamente
Un terremoto de emociones por la bravura, la casta, la nobleza, los trazos de los muletazos de los dos toreros que sin guión ni parámetros ni propuestas previas se jugaban la vida y nos daban, que digo nos daban, nos ofrecían de beber de esas aguas diamantinas del toreo más hondo, más pulcro, más profundo, mas sentido, mas espiritual , sin dobleces de dos jóvenes toreros nacidos a uno y otro lado del ATLÁNTICO QUE NO DUDARON en entregar lo mejor de sí para este banquete de Epulón. Me froté los ojos, pensé que soñaba , que deliraba pero el ruedo de Cañaveralejo se vestía de gala bajo ese cielo velazqueño de Cali , la de la salsa, la de Delirio, la de los negros del Cauca, la de la caña de azúcar-
Romanticismo y pasión se mezclaban en estos sueños y delirios. Sin exageraciones de ningún tipo ha sido la corrida del siglo en la América india, de la de Cuatemoc, la de Huagrahuasi, la de Chia y Sugamutsi, la de Gaona, Armillita, Girón , Pepe Cáceres y Rincón, con los toros nacidos en la España de Quevedo y Cervantes, en la tierra de Belmonte y Joselito. Esa es la grandeza de una fiesta que como decía el socialista Enrique Tierno Galván » los toros son un acto colectivo de fe».
Gracias querido Victorino, gracias Alberto García, gracias picadores y banderilleros y cómo no, gracias a Emilio de Justo y a Bolívar protagonistas de una inolvidable gesta.
El poeta Carlos Marzal bien dijo : El toro es esa repetida sorpresa siempre única que es verlo salir por chiqueros
Feria para la historia con un cierre de maravilla!!
El poeta Francisco Brines , premio Cervantes, sostiene en Reflexiones taurinas que el toreo es en el fondo el viejo deseo del hombre de igualarse a los dioses. Y mucho de eso ocurrió la tarde-noche bajo un cielo azul, sereno y apacible de la embrujadora Cali con el histórico debut de los victorinos que nos trajo un encierro entipado, correoso, a veces de una suavidad solo comparable con las tardes serenas del trópico, en otras con encastadas embestidas, copadas de chispa, de emoción, de transmisión, de verdadera elación por esos estos cuatro toros embistiendo sin abrir la boca, fijos como las estrellas nocturnas que iluminan a nuestra vieja Providencia y Santa Catalina en el CARIBE colombiano.
Nosotros en ese palco de callejón, sentíamos ese rugido de la casta, alcancé a percibir el aroma de los vuelos del capote y ese morro de los toros que solo veían y embestían a los engaños con pasmosa tranquilidad adosada de grandeza. Cómo enraban y salían en cada instante de la lidia, cómo se veían esos cuerpos de los victorinos, de finas hechuras.
Era la primera vez en esta tierra de mondoñedos, rochas, guachiconos, salentos, de Miguel y Jorge Gutierrez, de Santa Colomas, Alhamas, juan bernardos, venteños del maestro Rincón que teníamos tan cerca ese lúdico juego de los toros cárdenos con esas arboladuras temibles y respetables como guardianes del imperio británico que nos llegaron del otro lado del mar, desde » Las Tiesas » en Extremadura, tierra de conquistadores.
Se me escaparon unas lagrimas al admirar alelado este prodigio de bovinos que venia del otro lado del mar a estas tierras que hace apenas 100 años comenzó a conocer el toro de casta.
Victorino García que nos conoce y quiere me dijo que era el regalo que ofrecía a la Colombia taurina por tanto amor y cariño que le han tributado a él y a su padre, el viejo de Galapagar que se inventó un encaste propio, telúrico como mar proceloso que pocos toreros pueden vadear.
A la salida de la plaza,todos conmovidos me dice don Luis Fernando Castro : Es la mejor corrida que he visto y he visto muchas en mis años de taurino y ganadero.
LOS TOREROS
Luis Bolívar que nació en Panamá , que fue jugador y campeón mundial de béisbol infantil, que vive en España pero tan colombiano y vallecaucano como el manjar blanco, desplegó un toreo firme, templado, a veces dulce, otras arrebatado, las mas de las veces acorde a las embestidas de los toros de esa casa ganadera que él conoce como las palmas de sus manos. Qué sitio, qué hondura en el trasteo, adelantando la pierna contraria, o perdiéndole pasos al toro para ganar ( aunque resulte contradictorio ) ,meterlo en la muleta y crear esa belleza de tres faenas rotundas. Se nota esa madurez propia de los buenos vinos, se advierte su capacidad y eso lo honra.
Emilio de Justo hasta cortó un rabo del cuarto, se llevó 5 orejas y toreó a la manera de sus colegas ya históricos como Ruiz Miguel o Manuel Jesús El Cid, o Esplá
Hubo instantes en que como pedía Belmonte, De Justo abandonó el cuerpo, instaló su alma y toreó como los ángeles creando una sucesión de imágenes elaboradas finamente en esas esculturas pasajeras pero eternas que son los trazos de la muleta entre naturales con la derecha, esos remates a esa hombrera contraria, delicadas trincherillas que hacían honor a la profundidad de las embestidas de estos victorinos que asombraron a los fieles aficionados que abandonaron la plaza entre alabanzas a la corrida y a los dos gladiadores que supieron navegar en la casta, la bondad y la bravura de estos preciosos ejemplares. Y hubo un momento mágico: un solo de trompeta que salía de lo alto donde estaba la banda para acompañar la faena de Emilio ( no había necesidad pues la música callada del toreo, según Bergamin se estaba labrando en el ruedo ) que era sencillamente un so,nido celestial.
Emilio de Justo que vivió entre nosotros y conoció la provincia es hoy por hoy uno de los tres grandes toreros del escalafón y tuvimos el privilegio de justipreciar su toreo en dos tardes, una con los Guachiconos y otra con los victorinos. Se acuerdan de ese toro de Guachicono de nombre Comediante?
LOS TOROS PARTIERON PLAZA
Este toro emprende la marcha galopando y con casta hacia el burladero opuesto al toril. Y no fue el único. Más verdad, mas casta, mas grandeza, imposible.
LA SUERTE DE VARAS
Una de las riquezas de la corrida, siempre desde el campo taurino, fue la recuperación de la suerte de varas, tan fundamental, tan necesaria. Los picadores, todos, se esforzaron como puede verse en la siguiente foto de Farley Betancourt con esa vara de Cayetano Romero. Y es que los banderilleros y los toreros colocaron en varias ocasiones al toro a distancia para lucir su casta y hasta en dos oportunidades fue hermoso ver partir galopando y entregarse con ímpetu en el caballo, romaneando y peleando. Ver llegar al toro a´si, de lejos, con majeza al picador, fue un regalo y un tributo a la suerte de varas.
EL EMPRESARIO
El joven empresario de Tauroemoción, Alberto GARCÍA SE EMPEÑÓ EN TRAER ESTA CORRIDA DE VICTORINO, SORTEÓ TODA CLASE DE DIFICULTADES pero al final consiguió ese sueño que se cristalizó de manera tan significativa este 30 de diciembre en Cañaveralejo y por eso merece todos los elogios. Y una feria de lujo que el año entrante espera contar con el apoyo masivo de los aficionados. En la foto, David Jaramillo de Movistar entrevista a quien debemos tantas emociones en esta feria
GALERÍA DE LUJO DE FARLEY BETANCOURT DE ESTA HISTÓRICA CORRIDA
En un festival en un homenaje a Rafael de Paula surgió el apoderamiento a Morante que se fascinó por la forma de entender la vida y el toreo del jerezano, de quien dijo aprendí mucho y aplico bastante de lo que me transmitió y puedo realizar en el ruedo. Si él mi toreo no sería el que es, no en su totalidad pero Rafael de Paula es inspiración y manantial de enseñanzas y experiencias. Tiene Rafael mucho duende y una manera muy seria del toreo.
Ya sabemos el genio y carácter especial de Rafael y a veces no nos hemos entendido pero le quiero, admiro y agradezco todo lo que me ha enseñado. Me sirvió para que hoy yo tenga esa perspectiva artística y técnica para domeñar a los toros que no son los típicos , los clásicos que me solían salir.
El me animó a torear aquella Beneficencia en Madrid de forma gratuita aunque el trabajo duro me lo llevé yo….» Sin números ( no había paga por torear ese día entonces no existía el problema de las cuentas )…Aquello tuvo su importancia y Rafael acertó.
Mi relación con Rafael de Paula sigue siendo muy especial ,anota el torero.
Con Rafael todos los días era una anécdota y una ventura y así es muy difícil. Rafael era y es especial. Como apoderado muy difícil…Un día se junta con otro y llegó un día …se acabó.
En una tertulia en la Asociación Taurina de Madrid que reúne a decenas de aficionados de la Villa y Corte, Morante contó esta anécdota :
De Paula , ya apoderado, le dice a su poderdante: Es que yo no sé de números, y Morante le replica : yo tampoco maestro.
Luego, De Paula se aficiona a la bebida , cuenta Morante ,y con ello aumentaba su ingenio pero perdía todavía mas lo que eran las cuentas…..Esto tenía que acabar y acabó, seguimos con la amistad y no tenemos ningún problema…
Sobre los toros dijo que el de Madrid es grande, muy grande, el de Pamplona, grande y feo y expresó que el toro de Las Ventas no se puede extrapolar a los pueblos pues cada plaza tiene su tipo de toro.
Acerca de su madurez como torero , dijo que es tal que casi se cae al suelo ….
Sobre las tauromaquias de José Tomás y Morante expresó que son distintas y respetables y que él nunca ha pretendido torear como el de Galapagar. Y dijo ser mas partidario de Joselito, Belmonte y Antonio Ordóñez.
Y el toro , cómo llevarlo¡
Adelante, la pureza no tiene que ser solo por abajo, viene por el estilo, hay pases por abajo, a la media altura o por alto. Un trincherazo es por abajo, es la interpretación del estilo no porque vaya algo por abajo es mejor que por arriba, es mi opinión , puntualiza el torero de La Puebla.
Y qué es el recuerdo ?
Aquello que no se olvida, pinceladas. Uno de los sueños que me quedan es salir por la puerta grane de Madrid y es mi ilusión y quizás el año entrante sea viable, señaló. Y una aficionada le dijo en la tertulia : Usted con el cambio de toro y no acomodarse solo al toro comercial usted está entrando en la historia.
No es un camino fácil, lo hago con esperanza y me gustaría que me acompañaran un poco más. El toro bravo tiene una forma en la totalidad de encastes, tiene una forma y riqueza artística inigualable con diferencia de cualquier otro evento o espectáculo y resumirlo a lo mismo puede llevar al aburrimiento del cual debemos de huir todos, tanto el público como los toreros. No es fácil, lo entiendo pero animar a la afición es mi ruego a que nos acompañen. Uno de los éxitos de la temporada ha sido cambiar de encastes incluso cuando no he estado bien.
ESCUELAS TAURINAS
«Yo he tenido la suerte de no estar en ninguna escuela taurina. Yo entrenaba con banderilleros, te iba ayudando tu padre, tu tío… pero hoy en día, los padres cogen al niño, lo meten en la escuela y se olvidan de él. Y eso no le crea al ser humano la idea de avanzar, porque se queda anclado. Creo más en la creación de comisiones taurinas de Madrid o Sevilla, donde haya dinero para novilladas», concluía Morante.
Sobre el tema de la liga de Novilladas, «también soy muy crítico. Creo que el dinero que depositan algunas administraciones públicas hacia las escuelas taurinas, si se dedicara a festejos, y no al montante de la escuela, sería más satisfactorio para todos. Porque ahí entrarían las novilladas, los ganaderos, los banderilleros, los novilleros… sería todo un moverse continuo. Y sin embargo, cuando hay una escuela taurina, es algo inmóvil, metido en una plaza o en un sitio», lamentaba Morante.
Morante no se guardó nada en este encuentro con los aficionados madrileños
La Fundación del Toro de Lidia también fue otro tema que puso sobre el tapete uno de los aficionados, y Morante fue claro: «Se excede cuando organiza festejos taurinos. Eso debería ser propiedad de los empresarios, porque a veces se aprovechan del dinero de la televisión. Yo con la Fundación soy muy crítico, porque creo que se ha debido de crear solamente para la defensa de la tauromaquia, pero no para jugar a ser empresarios con el dinero de otro», dijo José Antonio.
La nota es del colega Jesús Bayort en ABC y recoge el pensamiento de uno de los toreros enseña de la espiritualidad, Rafael de Paula.
Rafael de Paula, genio y figura, ha clausurado la segunda sesión del debate ‘Toros sí, toros no: ¿cultura, tradición o barbarie?‘, que se está celebrando estos días en la sede de la Fundación Cajasol. El maestro del barrio de Santiago de Jerez de la Frontera conversó con el periodista, escritor y poeta Antonio Lucas.
Rafael de Paula no defraudó en su primer envite: «El que ha puesto el título de este debate es un ignorante. Parece mentira que tengan que preguntar si el toro es cultura o barbarie. Es muy fuerte. Yo soy el primer partidario de que el toro bravo sea el gran protagonista de la corrida. Por delante del torero».
Molesto por la vinculación que algunos establecen entre lo bárbaro y el toreo, continuó: «Barbarie fue cuando Nerón incendió Roma para culpar a los cristianos.
Eso sí que fue una barbarie. O la Santa Inquisición, que no fue abolida hasta que Napoleón la prohibió. O el Holocausto». Y defendió el toreo como arte, «arte del toreo». «Y el arte –remató– es un divino misterio».
«He toreado mejor que Belmonte»
También ahondó sobre la situación actual del toreo, y más concretamente sobre su escalafón superior, reconociendo que «no voy a los toros, aunque alguna vez vaya a ver a Morante, porque él tiene condiciones y cualidades. Hoy hay mucha cantidad y muy poca calidad. Cuando Morante cuaja un toro la gente sale toreando por las calles y se acuerda». También quiso mencionar a Juan Belmonte, al que consideró su «dios profesional». «Pero yo he toreado mejor que Belmonte».
La tarde había arrancado con un debate, moderado por Pérez-Reverte, entre Antonio Lucas y Eduardo Galán, que aseguró que «etiquetar de asesinos a los que asisten a los toros es contraproducente y miserable». Lucas expresó que «ir a los toros es un ejercicio muy íntimo, como ir a misa, es una liturgia; lo único que me saca de ese contexto de estupidez y de los biempensantes, que son tan peligrosos, es sentarme en un buen sitio y ver la faena de un torero, que es donde está la pulsión atávica del hombre».
Carmelo Pérez –aquel que, desde el cielo, “se asoma a verte torear”, en la metafórica letra de “Silverio”, el célebre pasodoble de Agustín Lara– provocó en México una revolución parecida, sin exageración, a la de Juan Belmonte en la Meca del toreo, allá por 1913. Como el Pasmo de Triana, el texcocano carecía de los atributos físicos del torero prototípico –cargado de hombros y achaparrado el andaluz; alto, flaco y desgarbado el mexicano, de un moreno subido–, pero cualquier duda desaparecía en cuanto salía el toro y se topaba con aquel hombre impasible, plantadísimo, que lo obligaba a acometer un lienzo minúsculo y a repetir sobre el mismo una y otra vez. Aunque así “es imposible torear”, Carmelo toreaba en esas condiciones de inverosímil ceñimiento llevando las manos muy bajas, cargando la suerte y obligando al animal a quebrar la dirección de su embestida para poder eludir el imperturbable obstáculo humano que, conforme mayores fueran la codicia y celo de la fiera, más lances o muletazos sumaba (hasta 16 naturales consecutivos ligó cierta tarde en la plaza El Progreso de Guadalajara, incendiada de emoción).
Con Carmelo –que en realidad se llamaba Armando y empezó a torear a escondidas de su familia con nombre falso– todo ocurrió muy de prisa hasta el trágico desenlace: la campaña novilleril de Puebla que lo condujo a una alternativa sin sustento (13.01.29) –por cierto con el mismo cartel de la auténtica, diez meses después–, su seguidilla de triunfos y cogidas en la temporada chica capitalina, donde lo presentaron como “Un novillero que asusta”… pero de feo, le gritó un porrista mofándose de su fracaso ante su primer novillo, previo a la escandalera monumental que armaría con el sexto (05.05.29), su rivalidad con Esteban García –que era su contrafigura, casi un matador sin la alternativa que no llegó a tomar, pues lo mataría en Morelia el morlaco de su despedida como novillero (02.11.29)–, y, finalmente, un doctorado forzado por la empresa, que ese año comandó Rodolfo Gaona y que se le dio en contra del parecer de la crítica sensata, que no veía al texcocano preparado para convertirse, de la noche a la mañana, en matador de toros cinqueños.
La corrida. Todavía se discute si la cornada de Carmelo Pérez la tarde de nuestro cartel de referencia fue la causa de su muerte en Madrid en octubre de 1931, o ésta se debió a la cirugía del médico titular del coso madrileño, doctor Jacinto Segovia, para cerrarle la canalización que los médicos mexicanos le había dejado libre a fin de que continuara supurando la gravísima herida de pleura causada por “Michín”, de San Diego de los Padres, sexto de una corrida en la que Antonio Márquez (celeste y oro) acababa de cortarle el rabo a “Polvorilla”, cuarto bis de la tarde, y Pepe Ortiz (rosa y oro), sin ganado propicio, legó a la posteridad su quite por las afueras, andándole rítmicamente entre los pitones al abreplaza “Cornejón” mientras mecía su capote tras la espalda. Había nacido la tapatía, rebautizada por la futura ignorancia de algunos con otras denominaciones.
“Michín”. Retinto de pinta, era un saltillo del hierro toluqueño de San Diego de los Padres, al que se le asignó el nombre del gato con botas del cuento infantil. Su comportamiento en las corraletas de El Toreo fue bastante apacible, nada que presagiara el huracán astado que iba a saltar a la arena de El Toreo en sexto lugar, con Carmelo decidido a recuperar el terreno perdido ante su complicado primero, situación nada nueva para él si recordamos lo ocurrido el día de su presentación novilleril y también la tarde misma de su alternativa (03.11.29), en la que el de la ceremonia, un encastadísimo berrendo aparejado de Piedras Negras de nombre “Granado”, literalmente lo trajo de cabeza, como preparando una sonada reivindicación in extremis con el cierraplaza “Madrileño”, al que desorejó entre clamores. Si ese día le salió al último piedreño picado por el triunfo previo de Heriberto García –testigo de su alternativa, recibida de Cagancho–, más le pesaba esta vez el rabo cobrado por Antonio Márquez. No iba Carmelo, mexicano hasta las cachas, a dejarse pisotear en su propia tierra por un torero español. Y dejó el burladero dispuesto a todo.
La cogida. Rescatemos el vívido relato de Armando de María y Campos: “En sexto lugar salió “Michín”, retinto albardado, hondo, bien armado y bajo de agujas. El primer capotazo se lo da Rolleri y se revuelve rápido. Toma el olivo el peón y Carmelo (corinto y oro), en el tercio de capotes, le da un primer mantazo por bajo, por el derecho, “Michín” se revuelve violento en el preciso instante en que Carmelo se estira para pasárselo en uno de sus parones escalofriantes. Pero el toro se le viene tan vencido que lo encuentra en su viaje y lo empunta por los machos de la taleguilla. Y se produce la cogida más espantosa y larga, más horrible y dramática, más emocionante y absurda que hemos visto y que se recuerde. No menos de un minuto estuvo Carmelo en los pitones de “Michín”, que ya lo cogía por un muslo y lo soltaba, y rápidamente, brutalmente codicioso, lo enganchaba por la espalda, se lo pasaba de un pitón a otro, lo volvía a coger por los riñones, lo pisoteaba y arrastraba teniéndolo enganchado y azotándolo como trágico pelele. Márquez, colgado del rabo, no lograba que el toro soltara su presa, y cien capotes no podían distraer a “Michín”, que estaba asesinando al pobre torero. Una emoción intensísima palpitaba la plaza cuando Carmelo quedó en la arena, hecho un guiñapo humano, chorreando sangre de varios sitios, medio desnudo, porque un pedazo de taleguilla quedó en la arena, y una hombrera, y una zapatilla… ¡Está muerto!… ¡Lo ha matado!… decíamos todos, mientras compañeros y asistentes se llevaban el fardo trágico del torero ensangrentado… Nadie atendió ya lo que pasaba en el ruedo. Cumplió en varas ”Michín”… el tercio de banderillas, a cargo de Rolleri y Chencho, pasó como un relámpago. Y Márquez, sin brindar, hizo una faena breve y torera, casi toda por delante, logrando que el asesino “Michín” le obedeciera como inofensivo corderillo. Mató de dos pinchazos buenos y una corta que el público no se detiene a ovacionar porque materialmente se arroja hacia las salidas para saber qué es lo que tiene Carmelo.” (El Eco Taurino, 21 de noviembre de 1929).
Breve coda de José Alameda: “Antonio Márquez, el gran torero madrileño, a quien le tocó matar al toro que había matado a Carmelo –aunque la muerte de éste sobreviniera meses después—me lo contó un día, con emoción que no habían mitigado los años: “Pudimos al fin hacerle el quite, que buen trabajo nos costó a todos; di el primer capotazo después de la cogida y me quedé sorprendido de la fiereza con que acometió el toro. Nunca he visto un animal tan fiero ni una cogida tan impresionante. El toreo es duro muchas veces, pero pocas lo sentí y lo vi más duro que aquella tarde, en la vieja plaza El Toreo de México…” (Alameda, José. Los heterodoxos del toreo. Grijalbo, México, 1979. p. 99).
Parte facultativo. Da cuenta de seis heridas, dos de ellas muy graves: “Primera: Herida por cuerno de toro de 25 centímetros situada en el tercio medio e inferior de la cara interna del muslo izquierdo, interesando todas las partes blandas y faltando sólo la piel para salir por la cara externa; descubrió las venas femorales y desgarró el nervio crural, destruyendo grandes porciones musculares. Segunda: Herida causada por cuerno de toro en el hemitórax derecho, a la altura del noveno espacio intercostal, de nueve centímetros de extensión”. El parte menciona otras cuatro cornadas y detalla la curación practicada en la enfermería. “Pronóstico: El conjunto de dichas lesiones pone en peligro la vida del diestro.” Firmado por los doctores Xavier Ibarra y José Rojo de la Vega.
Será la segunda, la del costado, la herida que finalmente segará la joven vida de Armando Pérez Gutiérrez (Texcoco, 01.07.1908/ Madrid, 18.10.1931), Carmelo Pérez en los carteles.
Aportación y grandeza. Al contrario de los ases de la edad de oro mexicana –los Armilla, Garza, Balderas, Solórzano, El Soldado…—y no se diga los posteriores, del toreo de Carmelo no existen constancias fílmicas sino solamente fotográficas; en todas pasan los toros a una distancia inverosímil de su cuerpo, pero el toreo es un arte en movimiento, y en cuanto al temple carmelita y sus remates y su modo de ligar, nos quedamos en ascuas. Sabemos que el ganadero de San Mateo, Antonio Llaguno González, que fue un gran impulsor de la clase y el son en toros y toreros, tuvo siempre su torero de referencia, sucesivamente Gaona, Chicuelo, Garza, Luis Castro, dueños todos del secreto del temple; en esa línea solamente prescindió de Silverio Pérez debido a su cercanía con Fermín Armilla, visto por el señor Llaguno como enemigo a vencer. Pues bien, Carmelo también figuró, aunque fugazmente, en su corta lista de privilegiados.
Tres legados: técnico, estético y emocional. Al respecto, reproduzco lo que Paco Malgesto, apoyándose en una crónica de Carlos Quirós “Monosabio”, escribió sobre Carmelo: “Cinco pases naturales de tal temple, de tal suavidad y de tal longitud como no se habían visto nunca en México; y allí estaba, testigo asombrado y mudo de la escena, el torero que antes que Carmelo mejor y más bellamente había toreado al natural ante los ojos de la afición mexicana: Manuel Jiménez “Chicuelo”. Estaba viendo derribarse, al soplo de la inspiración maravillosa del torero de Texcoco, el monumento que eran en la memoria de los aficionados sus faenas a “Dentista” y “Lapicero” de San Mateo…” (Cantú, Guillermo H. Silverio o la sensualidad en el toreo. Edit. Diana. México, 1987, p. 191).
Este relato corresponde a la faena de Carmelo a “Viñero” de Zacatepec (11.01.31), un año después de la cornada de “Michín”, con el pulmón derecho colapsado, asfixiándose al torear y ya con la muerte en el cuerpo. Mientras ésta llegaba, inexorable, otra clase de legado suyo se fraguaba. Tenía nombre, apellido y un futuro esplendoroso: Silverio Pérez.
Como nuestras celebraciones de Día de Muertos, la tauromaquia es una tradición mexicanísima. Nacieron contemporáneas y fueron creciendo y evolucionando sin dejar de representar algunos de los valores más caros a la gente de este país. Más de una vez me he referido –perdón por el tufo academicista—a la dualidad mito-rito como núcleo básico de toda tradición.
De los valores colectivos que aloja el relato mítico original y del simbolismo ritual que representa tales valores cuando la tradición se actualiza con cada nueva puesta en escena.
No son buenos tiempos éstos para las tradiciones mexicanas. Tampoco para las dos de referencia. En la de Muertos ya hasta Hollywood metió la mano, creando una ilusión de renovación y fortalecimiento que evidentemente no existen, porque el sentido del espectáculo y del negocio desplazó sin remedio a los valores tradicionales de un mito fincado en torno al amor por nuestros difuntos, el convite anual para que regresen a visitarnos, el cuidado de personalizar esa invitación con tal de hacerla grata al difunto particular de que se trate, ajustándola a sus gustos, apetitos y placeres más propios y entrañables… Y de la simbología del rito, ni hablar: ¿dónde quedaron las flores de cempasúchil que formaban una cuidadosa cruz que aunaba en su sencillez al mismo fe espiritual y guía material, y que si acaso sirven ahora para adornar las solapas de catrinas y catrines en el desfile capitalino inspirado en la filmación reciente de una película de James Bond? Quizá la respuesta la tenga Coco, el largometraje de animación producido y difundido por la Casa Disney al que se reduce el significado tradicional del Día de Muertos para la generación milenial.
Y sobre nuestra tradicional fiesta de toros sería ocioso abundar. Aquí sí que ni la industria del espectáculo está para echarnos una mano. Porque, como sabemos, la globalización anglosajona eligió la tauromaquia como el saco de los golpes ideal para exhibir musculatura y, por lo tanto, como presa perfecta para su acoso y derribo. Y el impacto ha sido brutal en cada uno de los países taurinos, con los cobayas locales del imperio multiplicados por las redes sociales y sus representantes oficiales instalados en cómodas butacas legislativas. En México, además, cuentan con el refuerzo adicional de un sistema largamente postrado por las causas endógenas ya conocidas y explicitadas por esta columna hasta el cansancio.
De ahí la necesidad de propuestas como la que a continuación se describe.
Una ofrenda por al fiesta. Ahora que Tauromaquia Mexicana planea, para el jueves 11 de este mes, una manifestación en la explanada del palacio de Bellas Artes contra la propuesta asamblearia de extender al toreo la ley del “bienestar animal” — entelequia de moda–, no sería mala idea instalar, aunque sea al modo virtual, una ofrenda dedicada a la fiesta brava. Tendría que ser una ofrenda tradicional, nada que ver con algún vistoso parade de calaveras en traje de luces ni cosa parecida. Ofrenda impulsada por nuestro amor a la fiesta, invocándola para que abandone su ostracismo y se haga de nuevo presente. Para lo cual tendría que acudir revestida con los valores morales que le dan sentido: el estoicismo, la serenidad para asumir un riesgo potencialmente mortal, la disposición a superarlo creativamente, la entrega, la pasión, la fuerza del espíritu de que hablaba Juan Belmonte…–. Una ofrenda centrada en el toro como nuestro muerto amado y, por lo tanto, el gran invitado al banquete anual y al milagro de su resurrección.
El toro, siempre el toro. Toro plural que hace posible toda tauromaquia pero también ejemplares cuya individualidad permanece indeleble más allá del sacrificio de su muerte, los “Revenido”, “Revistero”, “Centello”, “Pardito”, “Amapolo”, “Jumao”, “Clarinero”, “Tanguito”, “Famoso”, “Ratón”, “Cantaclaro”, “Platino”, “Goloso”, “Clavelito”, “Holgazán”, “Montero”, “Polvorito”, “Soldado”, “Tabachín”, “Fedayín”, “Azucarero”, “Navideño”, “Amoroso”, “Cumbrerillo”… pero también el “Gallero” de Guillermo, el “Valeroso” de Joselito, el “Rey Mago” de El Pana, el “Cantapájaros” de El Juli, el “Cervato” de Talavante, el “Dalia” de Manzanares, el “Peregrino” de Morante y hasta el “Navegante” que a punto estuvo de llevarse a José Tomás. En profusión fotográfica como fondo ilustre en un altar adornado con el colorido de las banderillas y del cempasúchil morado y amarillo, monteras y puros, muletas y espadas, imágenes religiosas bordadas en los capotes de paseo y carteles de corridas célebres.
Nuestros muertos. Observaba Raúl Dorra, con sensibilidad de poeta, que se va “a los toros”, y que invariablemente se habla de “fiesta de toros” o “fiesta brava”, cediéndole el protagonismo al temible y hermoso animal cuya casta da sentido a su sacrificio ritual en la por algo llamada corrida de toros. Pero nuestra ofrenda estaría incompleta, mutilada, si no reservara un espacio para la contraparte humana de la lidia, pues así como no hay tauromaquia son toro, tampoco habría toreo si se excluye al hombre que sublima el duelo con la hermosa, mítica y admirable bestia bicorne.
Por tal razón, nuestra ofrenda, que por lo visto va requiriendo más espacio y elaboración que cualquier ofrenda normal, debería asimismo contar con un sector bien visible dedicado a las víctimas del toreo; retablo donde no podrían faltar las imágenes de Pepe-Hillo –autor del primer tratado de tauromaquia conocido y compadre de Francisco de Goya, el pintor inmortal de Fuendetodos–, Manuel García “El Espartero”, Antonio Montes, Joselito “El Gallo”, Manolo Granero, Carmelo Pérez, Rafael Vega de los Reyes, Ignacio Sánchez Mejías, Alberto Balderas, Manuel Rodríguez “Manolete”, Francisco Rivera “Paquirri”, Rodolfo Rodríguez “El Pana”, Iván Fandiño y tantos más, famosos o humildes, cuyos nombres están unidos al del toro que los privó de la vida. Nada más justo, puesto que toro y torero integran una unidad indisoluble, más allá de los fugaces instantes de su reunión dialéctica y ritual sobre los ruedos del mundo.
Altares particulares. Como la fiesta, para el aficionado chipén, es de adhesión incondicional a tal o cual torero, cada uno de nosotros puede elaborar su propia ofrenda, dedicada al diestro de sus preferencias. Respetando rigurosamente las reglas del rito al instalarlo, pero dando rienda suelta a su imaginación e inventiva para incorporar los lances, pases y actitudes más característicos del espada fallecido, el pasodoble que le fue dedicado, acaso alguna prenda personal del mismo, presente material o simbólicamente en el altarcillo.
Redondel de ofrendas. Imagino, para estas fechas tradicionales, el ruedo de cualquiera de nuestras plazas aún sobrevivientes con una gran ofrenda al centro, parecida a la que quedó descrita líneas atrás. Y en torno a la roja barrera, ofrendas particulares dedicadas a los ídolos taurinos desaparecidos, sin impedimento para que las haya dedicadas también a tal o cual ganadero, empresario, cronista o aficionado de prosapia. No será ya en este complicado 2021, pero ojalá sucediera pronto, y de llegar a ocurrir, que no fuera un caso aislado sino muchas las ciudades y cosos que se sumaran. Y es que no se me ocurre mejor homenaje ni más mexicano rescate y defensa de nuestra bienamada fiesta, tan amenazada hoy desde tantos frentes. Ni demostración más gráfica de su valor tradicional e histórico.
Reapertura y discrepancias. El sábado por la noche, la Plaza México reabrió sus puertas luego de 621 días con los candados puestos. Nunca estuvo más tiempo cerrada. Y para celebrar semjante suceso se anunció una corrida de seis espadas, con un raro preámbulo religioso inspirado en la famosa corrida de las luces de Huamantla. La gente tenía ganas de toros –mitad del numerado estaba ocupada, pese a las restricciones sanitarias—, pero lo que salió por la puerta de chiqueros fue una muestra fiel del post toro de lidia mexicano, elemento fundamental de una crisis que se remonta mucho más atrás de la pandemia. Inútil resultó el empeño de los diestros, y a la altura del quinto astado el malestar general, agudizado por la pequeñez del bicho de Reyes Huerta, estalló en protestas. O sea, nada nuevo bajo la luna, aunque las de octubre gocen fama de ser particularmente hermosas.
La plaza solitaria, el larguísimo ayuno, el despertar de la afición demandaban otra cosa. No la luz artificial, el extraño preámbulo, el toro disminuido. La corrida es una fiesta solar, ¿a qué negarle su ámbito natural, el calor y la luz de la tarde, el espectáculo de la bravura? Si de reactivar el gusto de los capitalinos por el toreo se trataba, lo adecuado habría sido innovar con una estrategia publicitaria que llegara con fuerza a todos los ámbitos de la ciudad. E incluso del país, vía la televisión, que como todo mundo sabe ha sido una exitosa palanca para el relanzamiento de las corridas en España. Total, un fiasco más.
Y nada que reprochar al público, que abandonó la plaza desencantado luego de una reapertura presidida por la misma mezquindad conocida, y a la cual debemos la crisis que arrastra nuestra empobrecida fiesta del siglo XXI.
El maestro José A Morales compuso » Yo también tuve 20 años» y con esa sabiduría el santandereano escribió :
«..Yo también tuve 20 años y un corazón vagabundo, yo también tuve alegrías y profundos desengaños. Yo también tuve 20 años que en mi vida florecieron 20 años que a mí llegaron se fueron y no volvieron..»
Bueno, pues me dije al saber la noticia que publica ABC que don Manuel Benítez «El Cordobés», como si tuviera 20 y lleva 85 tacos de vida bien vividos vuelve a los ruedos para torear a favor de la lucha contra el cáncer en su natal Córdoba que necesita recursos y él respondió, pues, ala, venga el toro. Sin que nadie se lo pida. Y eso tiene mérito. Y ha dejado atónito al toreo.
El Cordobés, definitivamente, está de 20.
En la siguiente imagen de archivo ( es relativamente reciente), los lectores podrán comprobar el estado de salud del maestro
EL CALIFATO DEL TOREO
Rafael Guerra Guerrita, discípulo aventajado de Lagartijo, que además de continuar la senda iniciada por su predecesor estaba dotado de un conocimiento del oficio total, lo que hacía que su tauromaquia fuese plena, dominando todo lo que ocurría sobre el ruedo.
Su poder sobre la arena se amplió fuera de las plazas, siendo monarca absoluto sin rival alguno del toreo de su tiempo. Su supremacía no le fue perdonada por los públicos. Su dominio era exultante y, hastiado por las exigencias de la afición, abandonó los ruedos de forma prematura.
Rafael González Machaquito, tal vez el último torero representante del toreo más primigenio, fue sucesor para muchos de Guerrita en el Califato. Un torero cabal, valiente y gran estoqueador. Convivió con grandes espadas y también con uno de los toros más grandes y rudos de la historia del toreo.
La contundencia de su espada y la gesta acaecida en Hinojosa del Duque donde, tras el desplome del tendido, dio muerte certeramente al toro evitando una desgracia mayor, hicieron que se le reconociese con el apelativo de Califa.
Años tuvieron que transcurrir hasta la llegada del siguiente Califa. Manuel Rodríguez Sánchez Manolete pronto se hace acreedor de tal honor. Su toreo, continuador del estilismo de Lagartijo y la sapiencia de Guerrita, es también la culminación de lo apuntado por Joselito y Belmonte en la Edad de Oro del toreo.
Manolete es el vértice de la pirámide. Con él y su tauromaquia se cierra el toreo tal y como hoy lo conocemos. Su personalidad, única y arrebatadora, adereza aún más su vitola de figura. Su trágica muerte en Linares le convierte en mito. En pocos años, nueve para ser más exactos, Manolete regenta el toreo de forma solitaria marcando una época única. MÁS INFORMACIÓN
La heterodoxia y un magnetismo especial hicieron de Manuel Benítez El Cordobés un fenómeno dentro y fuera de las plazas. En el ruedo, su valor y su capacidad asombraban a los públicos. Su prodigiosa mano izquierda terminó de convencer a los más puristas. Fue un fenómeno social en toda regla y dispuso cuanto quiso en la fiesta. En época de grandiosos toreros, Benítez los nublaba con ese don de los elegidos. El Ayuntamiento de Córdoba, en un acto sin precedente alguno, lo nombró Califa del toreo.
PERO ROMERO, ORIGEN DEL TOREO MODERNO, TOREÓ A LA VENERABLE EDD DE 70 UN TORO…PUES EL CORDOBES LO HACE A LOS 85 AÑOS
Es fama que el viejo Pedro Romero conservó su temperamento y sus bríos juveniles hasta bien entrado en la ancianidad, y que llegó a matar un toro cuando ya había cumplido los setenta años. Murió en Ronda, en 1839, sin haber visto mermadas sus fuerzas colosales ni haber sentido los rigores de la vejez.
Las novilladas son el escenario para la formaciòn , para pulir, para afirmar virtudes, corregir, repasar lo aprendido , ver còmo se encuentra el escalafòn, con què contaremos en ese proceso necesario de renovaciòn y dar pasos adelante en una profesiòn como el toreo donde la perfecciòn es meta con varios puertos de montaña. Una novillada es un taller de exploraciones. Por ejemplo, es grato ver que hay ya nuevos banderilleros, entre ellos el joven Brian Valencia que descollò toda la tarde y se desmonterò. !!Què entusiasmo de chico, por Dios!!!!
Y el solo hecho de reencontrarnos en la monumental con tantos amigos, con tanta amabilidad manizaleña es un gozo impagable. Nuestra liturgia es`tà viva con esa tenacidad de todo el equipo de Cormanizales.
Toros y Ciudad en Manizales con el aforo permitido y las medidas de bioseguridad viviò este domingo una variada novillada mixta ( con y sin picadores ) con dos novillos para destacar ;»Barbudo» con una inmensa calidad, y clase a pares con la falta de fuerza ; era sin duda un merengue que no se sostenìa. Creo que se dio un topetazo al salir del toril y eso le redujo fuerzas. Una làstima y el sexto, un precioso castaño de finas hechuras hijo de un semental Domecq » hecho » en Paispamba por esa mano diestra de don Kike Alvarez. Desbordò clase, bondad, metìa la cara, repetìa las embestidas y obedecìa mucho a los toques. Todo un compendio de calidad.
LOS NOVILLEROS
Noto falta de fundamento , ese imprescindible ABC que hace que crezca el àrbol sano. No se trata de imitar al Juli, a Josè Tomàs, a Manzanares sino de abrevar en esas fuentes del toreo como los Camino, los Joselito, los Belmonte y seguir los pasos de còmo lidiar, què paso seguir, còmo colocarse, los andares, el garbeo, las distancias, el temple. Luego, desarrollar lo aprendido con su personalidad que ha`ce viable la existencia de un torero. Una cosa es tener espejos y otra imitarlos burdamente.
Excepciòn nada sorprendente la de Eduardo Contreras de Villapinzòn a quien he visto en otras plazas y que exhibiò las credenciales que uno aprecia en un novillero ; Actitud, ante todo, ganas, pasiòn, desparpajo, y ese saber estar en novillero incluso atropellando la razòn, el bien hacer y reitero , fundamento. Se fue de rodillas, tanda de derechazos, el forzado, toreò magníficamente entendiendo las clasudas embestidas de «Tombie». Sonò por primera vez en la tarde la mùsica en su honor y se oyò el legendario «Manolete» mientras el chico desarrollaba la faena entre el clamor y los olès sentidos del paisanaje. El toreo es una suma de lances y pases conjuntados que merecen el reconocimiento de quien admira cuando hay estructura.
Hablo de la cara feliz pero vio la cruz, la amargura de ver tras la primera estocada como sonaban los tres avisos y las dos orejas se esfumaban. Eso sì queda esa hondura y las ganas de volver a verle.
Ese primero ( clase sì pero sin gota de fuerza, se caìa como en viacrucis ) no lo olvido y Camilo Hurtado le buscò las vueltas pero la carencia de emociòn desinflò las ganas de disfrute . Estoy seguro que un topetazo contra un burladero al salir del toril le afectò la motricidad. Y condicionò mucho el juego.
Luis Miguel Ramìrez pechò con un ejemplar que no humillaba , falto de clase, distraìdo, desclasado, la cara alta y defendiéndose. Se estrello contra un imposible. Nada que reprocharle al chico.
El manizaleño Maicol Ramìrez se queda quieto pero equivocò los terrenos y en lugar de llevarlo a la segunda raya se empeñò en los medios y ahì el toro estaba incòmodo. Al guien le habrà dicho en el hotel que es preciso corregir. Los terrenos en los que mejor embiste el toro son la piedra filosofal.
Simòn Hoyos. Solo decir que un par de un banderillero sentò literalmente al novillo. En este novillo, un bonito quite de Negret..
Por carencia de colocaciòn y sitio recibiò dos palizas del distraìdo novillo que lo afectò sensiblemente. Se despojò de la chaquetilla, era evidente el dolor en el hombro izquierdo, se quedò para matar el novillo pero ya no habìa espacio para el triunfo aunque tiene mèrito aguantar.
Negret es espigado, alto, fino. Cogiò apenas hace dos años por primera vez lo que para el era un capote hecho con sabanas de casa porque su padre, en principio, se rehusaba a que siguiera el camino tortuoso de ser torero y le impidiò tener un capote de verdad ( Roca Rey le regalò uno firmado).
No fue su tarde. Cambiaron al de Paispamba por uno de Gutierrez, manson que no se fijaba, salìa distraido y andarin por la plaza como turista en feria mirando para cualquier parte menos con la fijeza para embestir con claridad..
Lo mejor del alevin de abogado fueron unos lances a la veronica y con la muleta dos tandas en las que «engañò» al novillo y le enjarretò dos en redondo pero la faena no terminaba de cerrarse, de pulirse por la condiciòn del novillo y que el joven no hallaba los caminos , se veia a merced y luego el calvario con la espada. Tres avisos.
Ya aprenderà, hay tiempo de revisar , de corregir, de enmendar yerros pues mientras mantenga la ilusiòn de ser torero podrà avanzar en ese largo y proceloso camino. Està en formaciòn y con sus maestros, en la soledad del campo o cuando toree de salòn va a revisar, a entender que es preciso afianzar caminos y es menester olvidar los errores y en lenguaje coloquial » «echar p»alante «
Roma no se hizo en un dia ni Garcìa Màrquez fue famoso con sus primeros escritos, ni a Machado el que dijo que es preciso viajar ligero de equipaje ,se le reconociò de inmediato su valía ni a Rincòn la grandeza que vino despuès. Tiempo al tiempo. No voy a cometer la injusticia de mandarlo a casa. Tiene todo el derecho a otra oportunidad. Ser hijo de quien es no me da ninguna autorizaciòn a fustigarlo ( alabarlo tampoco si no lo merece ) pero no a acabarlo o usar vocablos destemplados por su condiciòn de hijo de don Felipe Negret. Eso serìa mezquino y no voy a cometer esa lindeza y groseria.
EL POSTRE, EL NIÑO REJONEADOR JUAN SIMON
Sacò una esplendida cuadra. Gordo, Bandido, Carmona, Malabar y Cobriza, preciosos equinos de origen portuguès y español de la cuadra de su maestro Juan Rafael Restrepo.
El ejemplar se parò como una escultura de Guisando y no hubo manera. Se rehusò a embestir y el niño lo intentò todo sin buen suceso. Pero està en formaciòn y ya le veremos con un novillo que le de ocasión de exhibir su toreo a caballo. Le vamos a seguir los pasos. Atesora virtudes y es menester potenciarlas.
Su maestro Juan Rafael se muestra optimista y convencido que tenemos una joya y es precisamente certámenes como Toros y Ciudad que nos permiten el gozo de descubrirlos.
OBSERVACION
No es bueno que en una plaza de primera , hasta 7 banderilleros en un novillo. Son tres y tres son tres ni uno mas ni uno menos. Se entorpecen, no facilitan la lidia y por llenar el burladero de matadores, un banderillero las pasò canutas. Todos tenemos la obligaciòn de respetar las reglas de esta liturgia.
El excelente grupo de monosabios verdaderos artìfices del cuidado del ruedo que lo dejan impecable para cada tarde y el tendido joven fueron homenajeados con brindis. Olè por ellos
Me recuerda el colega Alberto Lopera los 70 años de alternativa del maestro Jerònimo Pimentel que un dìa decidiò volar, saliò de su Cenicientos natal y se vino a «hacer las Amèricas » como se decìa entonces huyendo de esa tragedia que fue la posguerra civil española que como me decìa hace unos años un venerable anciano » fue mas dura que la guerra. La vivi y le puedo contar que fue un calvario para todos; pasamos hambres, y sufrimientos sin fin y màxime quienes perdimos la guerra, los republicanos que prácticamente éramos borrados en la sociedad franquista «.
Cedo la pluma a Gloria Luz Ángel Echeverri que hace un apasionado perfil de uno de los taurinos mas sabios , que vive en Bogotà rodeado de los suyos y tiene un verdadero paraìso en Choachi donde pasata su ganaderìa origen Domecq y mas allà de los achaques del cuerpo, està lucido y gozando de cabal salud.
Puede parecer curioso que una persona lleve 76 años en el mundo de los toros; ese es el caso del ganadero Jerónimo Pimentel Gómez. Un becerro de una ganadería de media casta, de Lorenzo Ceballos, fue su primer contacto con un toro de lidia al que mató cuando tenía solo 12 años de edad, durante una becerrada privada en la Escuela taurina de Las Ventas, en Madrid. “Fue un becerro que me regalaron unos amigos de mi padrino, para empezar. El animal me dio una paliza, pero yo lo maté a ‘mordiscos’. Fue mi primer contacto con un toro de lidia”.Pimentel, quien nació en Cenicientos, localidad de la comunidad de Madrid (España), es un gran aficionado a los toros desde pequeño cuando iba a las corridas en la plaza de Madrid con los boletos que le regalaban. “Yo quería ser torero, pero tenía la preocupación de si iba a ser capaz de hacerlo y cuando maté ese becerro me di cuenta de que sí podía”. Luego de esto siguió entrenando en la misma escuela, que en esa época estaba aislada de la ciudad, “todavía no estaban los edificios de apartamentos del barrio La Concepción, aquello era desolado y ahí entrenaba con novilleros como el ‘Príncipe Gitano’, quien luego fue cantante, pero también quería ser torero”.
TORERO DE Y PARA MADRID
Su debut en Madrid fue en 1950, año en el que participó en unas doce o quince novilladas. “Conmigo debutaron Antonio Ordóñez, ‘Juanito’ Posada y Rafael Ortega. Ese día salí en hombros. En el 51 tomé la alternativa en Burdeos (Francia). Me la concedió Julio Aparicio y de testigo estuvo Antonio Ordóñez. Fue una corrida de Palha, ganadería portuguesa. Ya de matador, durante cuatro años participé en las temporadas del Domingo de Resurrección y la última vez que toreé en Madrid fue en 1956”.
DE MANOS DE JULIO APARICIO LA ALTERNATIVA
Peripecias en SuraméricaPara 1957, Pimentel viajó a Ecuador en una expedición junto a Cayetano Ordoñez, Victoriano Posada, Mario Carrión, Enrique Vera y el rejoneador Bernardino Landete. “Nos presentamos en una placita que más bien parecía una gallera. Era la Plaza Arenas y lo que se recolectaba alcanzaba apenas para pagar el hotel de todos, no se hacía mayor cosa. Ese fue el inicio de la Plaza Monumental de Quito, la que promovimos a base de conferencias y otros actos”.En 1958 se inauguró la plaza de toros de Cali, Cañaveralejo, y Pimentel viajó desde Ecuador y organizó una corrida en cuyo cartel estaba Enrique Vera, quien había hecho El último cuplé con Sarita Montiel, “película boom en Colombia” en ese entonces. “La publicidad la hicimos con la imagen de Enrique Vera dando una revolera y Sarita Montiel con mantilla. Pero cometimos una tontería, decidimos pagarle un pasaje a él para que volara a España y regresara, pero la noche antes de la primera corrida nos mandó un cable que decía: ‘no puedo ir, qué hago’. Yo lo quería matar. Lo contrataron para hacer la película El niño de las monjas y el promotor no lo dejó venir y nos arruinó”. Echa raíces en ColombiaPimentel se quedó entonces en Colombia y participó del tema taurino tanto en Cali como en Bogotá. “Colaboré con los ganaderos Ernesto González, Abraham Domínguez y don Pepe Estela en tentaderos y otras actividades taurinas. Luego me quedé a administrar con Pepe Cáceres y más tarde con José Edgar Zúñiga ‘Joselillo’. En esa época empezaron las importaciones y fundamos la ganadería Hugo Domingo Molina en Venezuela. Pensamos en llevar ganado allá, pero lo prohibieron por sanidad. ¡En ese entonces había sanidad! Pero, Carlos Andrés Pérez, ministro del Interior del momento, era muy taurino y abrió la importación. Con un amigo en Caracas, Gregorio Quijano, fundamos una sociedad llamada Taurivenca y dábamos una novillada todos los domingos. Yo vi cómo los ganaderos de segunda se hicieron ricos. Hubo corridas de Domiciano Camelo, Cabrera, Ignacio Cuéllar, también salían de los toros de los Gutiérrez y de la ganadería de segunda de González”.Son varias los hierros que Jerónimo Pimentel fundó tanto en Ecuador como en Perú, además del de Colombia. “Mi primera ganadería en el país la tuve en La Calera, cerca de Bogotá. Fundé El Paraíso en 1995 en sociedad con el español Enrique Martín Arranz, quien vino a Suramérica buscando un socio para importar sementales y vacas de Europa, y así mejorar la ganadería colombiana que se había quedado estancada. Con El Paraíso hicimos patria, al ganadero que no tenía para pagar un semental le prestábamos uno; al que no tenía para pagar una pajuela, se la regalábamos, y a quien tenía con qué pagar, se la cobrábamos”.Agrega que el encaste lo conformó “con una base de la ganadería de Juan Pedro Domecq, del hierro de Jandilla y de la ganadería El Torreón. Lo más puro que tenía de Domecq era lo de Algarra y de allí me mandaron unas vacas. Teníamos un toro, el ‘120’, que fue muy bueno, que hizo historia, y que fue tentado por Joselito en la finca de Juan Pedro Domecq. Ambos lo dejaron venir a Colombia porque no tenía la suficiente talla de pitones para España, pero aquí se convirtió en un toro famoso”. ‘120’, llamado ‘Gracioso’, dejó una descendencia de toros, muchos de ellos indultados en varias plazas de Suramérica. “En este momento en Colombia hay dos o tres ganaderías que son las que embisten. Yo participé con el toro ‘120’ en casi todas excepto en la de Ernesto Gutiérrez. Cuando en una plaza sale un jabonero o un albaío, el abuelo, el bisabuelo o el tatarabuelo es el ‘120’. Y, aunque llevo unos tres años sin lidiar en plazas de primera debido a muchas circunstancias, cuando sale un jabonero lo siento como mío porque es descendiente del ‘120’”.En 1995 el Frente 53 de las Farc secuestró a Jerónimo Pimentel y por eso vendió gran parte del terreno que tiene en Choachí (Cundinamarca). “Me asusté y me fui para Venezuela donde compré unas tierras y llevé ganado, pero apareció Chávez quien dio la orden de invadir las fincas que estuvieran sin trabajar e hicieron lo contrario, por eso en este momento en Venezuela no hay comida porque las fincas están sin producir. Eso me perjudicó y prácticamente me arruinó. Además, me quedé muy corto en tierras en Choachí y tuve problemas como hace cuatro años que vendí un encierro para Cali y cuando se iba a embarcar llamaron de la empresa a decir que Manzanares no quería toda mi corrida. Yo les pregunté: ‘¿es que Manzanares es el único torero que hay allí?’ Hubo una mano negra y al año siguiente fue igual. Casi lo mismo pasó en Manizales donde me pidieron un encierro, lo tenía listo, pero no me avisaron si iba o no, y no fue. Al año siguiente llegaron los mismos y yo ya me reí. Le dije a Camacho, que era el lidiador, que para qué iba a reservarla si no la iba a lidiar”.Pimentel asegura que lo que tenía que hacer la ganadería El Paraíso, ya lo hizo y fue poner a circular en Colombia toros de lidia que embistan muy bien. Sin embargo, no le han dado el crédito que se merece. “Salió un libro de Fedegan donde aparecen ganaderías como las de Juan Pedro, Jandilla, El Tajo, La Reina, y de último El Paraíso, cuando debía de estar de primera porque esos toros y esas vacas que vendí llevan el hierro mío. Tendrían que ponerla de primera”.
Cualidades del toro de lidia
La ganadería de El Paraíso, fundada por Jerónimo ha sido distinguida con galardones y muchos de sus toros han sido indultados durante estos 24 años, desde su fundación en 1995.
Saber si un toro va a ser bueno para la lidia es muy difícil, señala Pimentel. “Por ejemplo un animal de leche tienen sus medidas, uno sabe si va a ser lechero o no, un animal de carne, también. En el animal de lidia es muy difícil porque no se sabe qué comportamiento tendrá, hay días en que puede comportarse bien y en otros, no. Se da el caso de que un día se lidia un encierro y sale manso, y al día siguiente otro de la misma ganadería sale bravo. Eso se puede reflejar al tentar las vaquillas pero no se obtiene una referencia total. La vaquilla es la que hereda la bravura y el comportamiento lo da el semental. Se pueden perder cinco años para saber cuál será el comportamiento de un toro, por eso ahora con la inseminación se está más seguro, aunque es un albur”.El toro en el campo no es agresivo, pero hay excepciones, señala Pimentel. “Solo son peligrosos cuando se han peleado entre ellos y uno se aleja. Hay que tener cuidado con ese. El toro de lidia pelea cuando está solo y cuando se ve obligado a hacerlo. Estos animales se acostumbran a los vaqueros que les dan de comer, por eso la persona que los cuida se les puede arrimar tranquilamente, pero un extraño, no. Se han dado casos de toros que se dejan acariciar, como un toro de Félix Rodríguez llamado ‘Lobito’ que le servía de almohada al mayoral cuando éste se emborrachaba, pero Rodríguez cometió la equivocación de llevarlo en un encierro a Cali pensando que lo iban a indultar. En el corral, se podían subir sobre él, pero cuando ‘Lobito’ salió al ruedo dio la pelea y corneó tanto al picador como a Paco Camino y embistió a todo el que tratara de arrimársele. Al final, Camino lo mató. Yo le dije a Rodríguez que cómo se le había ocurrido llevarlo a la plaza, que mejor lo hubiera dejado como símbolo de su ganadería”.Pimentel agrega que “un ganadero siente a sus toros como cosa propia, los alimenta, los ve nacer y criar. Espera lo mejor de cada uno de ellos a pesar de que a veces fallan”. Con respecto a los nombres que se les pone a los toros dijo que “se les da el de la madre para seguir la familia así como se hace con los caballos de carreras que son ganadores. En la ganadería de lidia igual, hay unas que son de buena reata. Por ejemplo, se dice que es hijo de la ‘Poca Ropa’ segunda o tercera, para seguir la familia. Como dije antes, la vaca da la bravura y la calidad la da el padre, por eso las que se tientan son las vaquillas, y lo que se busca en la tienta se encuentra luego en la plaza. Dicen que los toros se parecen a los ganaderos y es verdad. A mí me gusta uno que sea suave que vaya a la muleta, a otros, como a mi amigo Jorge Gutiérrez, que vaya al caballo”.Cuando Pimentel en unión con Enrique Martín Arranz importó los toros y vaquillas para conformar la ganadería, lo hicieron porque los animales que había eran hechos para ir al caballo, “los ganaderos se preocupaban de que fueran muy bravos para la pica y no de que tuvieran buen pase en la muleta. A los ganaderos españoles les pasaba lo mismo, tentaban para el caballo, eran 10 o 12 puyazos, pero ahora ya se preocupan porque vaya a la muleta y se le puedan dar de 20 a 30 pases. El toro tiene que embestir, pero humillado, que no pase a media altura, no vale que pase por la barriga. Tiene que ser humillado que es cuando lo dominas y es más bonito. Por eso, en este momento se ve que el toro cuando va a caballo, el picador le da solo un puyazo. Pero a ese hay que pegarle unos 30 muletazos, que si no los has buscado en la tienta no los vas a encontrar en la plaza. Los toreros modernos, que torean muy bien, le exigen 30 a 40 pases”.En cuanto a los toreros, Pimentel dice que debe haber tremendistas y clásicos.
“El torero tremendista es el que lleva gente a la plaza y el artista, es el que prefieren los aficionados. A mí me gusta el artista, pero las personas de los tendidos quieren ver peligro y les gusta el tremendista como antiguamente lo fue Juan Belmonte, luego ‘El Cordobés’ y ahora José Tomás. Sin embargo, para mí ver torear a Enrique Ponce es una hermosura porque los ganaderos queremos que el toro embista, que meta la cabeza y haga un toreo bonito”. ¿Se acabarán los toros de lidia?Jerónimo Pimentel Gómez dice que las corridas de toros se acabarán no tanto por los antitaurinos sino porque no hay mercado. “Nosotros tuvimos mercado en Perú hasta hace cuatro años cuando un toro dio positivo para aftosa y nos cerraron la exportación. Cuando se iba a abrir de nuevo, apareció la aftosa por Arauca y luego fue por otro lado. Aquí casi ya no hay mercado, en Cali se daban diez corridas, ahora apenas hay cinco; en Manizales se daban ocho, ahora, cuatro o cinco, e igual pasa en Medellín. Se acabó el mercado. En Manizales lidian los toros de las ganaderías cercanas y lo mismo pasa en Cali. ¿Si no hay mercado, los ganaderos qué van a hacer? Incluso va a desaparecer El Paraíso, que está con 25 vacas solo para entretenimiento de mi nieto y yo”.‘Curro’ Pimentel, nieto de Jerónimo Pimentel tiene una gran afición por los toros de lidia y es torero, aunque su abuelo prefiere que se haga ganadero. En su cuarto tiene la cabeza del toro ‘120’. Pimentel Gómez dice que un torero se lleva muchas desilusiones pero que “se pasa más miedo de ganadero que de torero. Uno de torero se tiene a sí mismo, como ganadero uno está pendiente de la reacción del animal, de cómo va a salir al ruedo. Se sufre mucho para bien y para mal. Unas veces uno está muy asustado y sale todo bien u otras no está asustado y sale todo mal”.Añadió que “daba siempre una corrida en Choachí a beneficio del ancianato, donde recogíamos a los que no tenían familia e incluso a los que tienen familia pero los echan a la calle. Cada año, entre otros, Miguel Gutiérrez me regalaba un toro y con la asistencia de unas cuatro mil personas se recaudaba para entregar mensualmente cien mercados completos para los pobres, desplazados, y junto el alcalde de Choachí Carlos Vaquero, 250 almuerzos a los niños que no podían pagarlo. Luego llegaron los antitaurinos, nos pintaron la plaza, nos llamaron asesinos y la gente no volvió. Ahora solo van unas 800 personas, lo que no da para sostener el ancianato. Eso pasó”.Pimentel Gómez no ha vuelto a importar vacas porque el ICA no lo deja. “El otro día quise traer unas 20 vacas y seis sementales que me las daban en un precio muy bajo, prácticamente regaladas, pero el ICA no me dejó. Es absurdo porque el Perú está importando toros de España, y el mercado que nosotros teníamos en el Perú lo cogieron ellos, tanto para toros como para vacas.
No nos dejan ni exportar, ni importar. Pajillas sí y embriones, pero no ganado en pie”. Los antitaurinosPimentel Gómez señala que “el toro de lidia está hecho para pelear, es un monumento al toro bovino porque sale a la plaza y fija su pelea en un objeto, en lo que le presenten primero como el capote y va a comérselo, no va por el torero. Su enemigo es el capote y luego la muleta. A mí me indultó Dámaso González un toro en Cali que fue un espectáculo, llegó un momento en que él se abrazó al toro que miraba fijamente la muleta. En Madrid se ven toros que son como niños embistiendo al objeto. Los antitaurinos dicen que se martiriza al toro en la corrida, pero lo cierto es que se martiriza si se mata en el matadero. Estos movimientos nos ha perjudicado mucho y también lo costosa que se volvió la fiesta, ya no es popular porque los toreros subieron los honorarios, aunque los ganaderos están cobrando lo mismo que hace quince años o menos”.
Son muchos los recuerdos que tiene Jerónimo Pimentel Gómez de cuando fue torero y de cada uno de los momentos de su vida como ganadero. El Paraíso tiene mucho peso dentro de las ganaderías de toros de lidia en Colombia porque se puede decir que es el origen de muchos hierros colombianos. Así, en medio de muchas fotografías que tiene en su apartamento en Bogotá, habló de una actividad que puede desaparecer por varios motivos sociales y económicos, pero que está arraigada en las costumbres de nuestro país, heredada de la ‘madre patria’.
Cristian Restrepo ( hijo ), de casta le viene al galgo pues su progenitor es torero y empresario originario del Valle que logrò hacerle un hueco en la formaciòn en la Escuela que dirige el maestro Fundi en Madrid.
Y su debut no puede ser mas auspicioso y mas significativo : Serà un festejo en Lozoya (Comunidad de MADRID ) el 5 de octubre con ejemplares de Domingo Hernandez con tres encumbrados toreros: David Luguinallo, de Valladolid, Finito de Còrdoba y el sevillano Manuel Jesùs «El Cid» que estarà en el festival en el marco de la feria de Cali organizada por Tauroemociòn para diciembre. !!Vaya, vaya » los compañeros de viaje.
Intervendràn los novilleros David Martìnez , Cristian Restrepo y Brahian Osorio.
Asì que toda la suerte del mundo para el chico
LOZOYA
La fundación real de Lozoya data del siglo XI, por orden del Rey Alfonso VI “El Bravo”.
EL BARBERO DE PICASSO Y LOZOYA
Quien esto escribe estuvo hace varios años en ese pueblo porque allì naciò Eugenio Arias Herranz que se fue a vivir a Francia y era el barbero personal de Pablo Picasso quien le fue regalando obras de arte a su amigo y antes de morir legò tan apreciables objetos al pueblo que le vio nacer.
Pablo Picasso, nos cuenta ABC, murió a los 92 años tras forjar su condición de genio universal. Abandonó este mundo dejando atrás una intensa vida artística y personal que no dejó a nadie indiferente. Como el torero Juan Belmonte en 1962, Picasso falleció un 8 de abril, pero de 1973 –paradójicamente, siempre existió una estrecha relación entre el mundo taurino y su obra–. Aquella noche de primavera, en Mougins (Francia), el cadáver del pintor fue velado por Eugenio Arias y por Jacqueline Rogue, su última mujer. Él, además de ser su barbero, vivió con una intensa amistad que les unió durante 25 años. Aunque desinteresada, Picasso materializó esa unión con toda clase de regalos a Arias en señal de «respeto, confianza y fidelidad». Parte de ellos viajaron desde el museo de la Comunidad de Madrid que los guarda y exhibe en Buitrago de Lozoya hasta China para explicar esa intimidad creativa del pintor.
El Museo Picasso–Colección Eugenio Arias participará así en la exposición «Picasso, la formación de un genio» en el Yueli Art Museum de la ciudad de Jiaxing, en el delta del Yangtze, a unos cien kilómetros de los centros neurálgicos de Shangái o Hangzhou. Hasta allí volaron junto a Susana Durán, conservadora responsable de esta institución, tres libros dedicados por el pintor al barbero, una cerámica y una carpeta con 39 estampas. «Es una responsabilidad muy grande, pero resulta muy interesante acercar esta visión de Picasso hasta China, donde existe un interés creciente por la obra y la vida del genio», explica a ABC Durán.
Las piezas seleccionadas dan buena cuenta de la historia de esta relación, especialmente los libros. Un rostro barbado es el denominador común de los autógrafos y dedicatorias realizadas por Picasso en ellos. «Puede hacer alusión a la figura paterna (su padre, José Ruiz, llevaba barba) o la iconografía del mosquetero». Los tres libros dedicados juegan con la tipografía del artista y el dibujo de la portadilla, incidiendo siempre en la amistad entre los dos españoles con dedicatorias como «A mi amigo Eugenio» o «Su amigo Picasso».
La obsesión por su pelo
Exiliado en Francia, Arias se convirtió en el confidente personal de Picaso. Además de compartir ideas políticas, el peluquero acompañó al pintor a las corridas de toros de la costa francesa. Fue la única persona a la que el malagueño permitía cortarle el pelo. «Pensaba que en su cabello y sus uñas se centraba su capacidad creadora, como si de un mito griego se tratase», explican desde el Museo madrileño.
Hélène Parmelin, en su obra «Habla Picasso» –uno de los libros dedicados que viajará a China–, definió a Arias como «el peluquero español de Vallauris, cuyos dependientes se visten de torero una vez al año, el día de las corridas y para quien Picasso guarda todo lo que hay políticamente interesante en su correo».
No es la primera vez que estas íntimas obras de la colección Eugenio Arias salen fuera. «Además de en distintos países de Europa, parte de la colección hizo un gran viaje a Argentina en 1998», comenta Susana Durán. El periplo al país asiático servirá también para poner en valor la lucha contra las falsificaciones. «China es uno de los lugares del mundo en los que las copias y las falsificaciones suponen un problema importante», añade.
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