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Medio siglo de la alternativa de German Urueña

Corría el año 1971 y aun faltaban años para esa explosiòn de Cèsar Rincòn y los viejos taurinos bogotanos añoraban a Enrique Trujillo y gozaban de la calidad del maestro Pepe Càceres , esperando al Puno, a Enrique Calvo «El Cali», Jorge Herrera cuando un joven de Bogotà, Germàn Urueña ,líder de las estadísticas de novillero toma la alternativa ( soñada para la època ) en la feria de Logroño con Diego Puerta de padrino y Paco Camino ( que se dice pronto )

Y s que en esa feria de San Mateo del 71 en la capital de la Rioja, caso insòlito, torearon dos colombianos, German y Jaime Gonzalez «El Puno» que compartiò cartel con El Cordobès y el maestro Andrès Vàzquez

El colega y director de Altormexico Juan Antonio ded Labra le rindiò un gran homenaje a German que hoy a mas de ser el embajador » in pectore» de los colombianos en Mèxico tierra donde vive » hace un jurgo de año «es apoderado de uno que va camino a figura, «El Calita «, que, por cierto, debutarà en Colombia en breve.

Dice el gran De Labra sobre nuestro compatriota :

Nacido en Bogotá, Colombia, el 16 de septiembre de 1946, Urueña es feliz de pensar que en México su cumpleaños es un día feriado en su honor.  
«¡Viva Germán!», «¡Viva Urueña!», dice con singular alegría, recordando la noche del grito mexicano. Así, en este tenor de camaradería luego de no vernos hacía tiempo, el maestro colombiano poco a poco recuerda sus momentos de infancia y cómo es que empezó a ser torero.


«De niño, mis padres y mis cuatro hermanos, de los cuales solo quedamos tres, vivíamos en una finca en Armero Tolima, pero vino la violencia muy fuerte que hasta nos tenían amenazados de muerte y nos tocó huir a Bogotá, con una mano atrás y otra al frente. Con mi mamá frecuentábamos ir a las fiestas de Venadillo, donde soltaban toros criollos y desde ahí me pareció muy interesante este mundo de los toros», señaló.  
Ya instalados en Bogotá, estudiando la Primaria le tocó como compañero de salón Julio César Cáceres, sobrino del que fue figura del toreo Pepe Cáceres y quien ya desde niño comenzaba a entrenar.


«Julio César ya entrenaba y toreaba y me pegué con él y al lado suyo me creció más la afición. Debuté en el año de 1965 en Bogotá, en una novillada de seis toreros y toreé 13 novilladas seguidas, pero ya ha pasado mucha agua bajo el puente y ya no recuerdo la fecha», aclaró.  
Toreaba novilladas con picadores y sin picadores, a todo le iba y así llegó a ser novillero puntero en su tierra.  


«Un día recibí correspondencia de España, era Antonio García Maravillas, aquel que fue figura del toreo. Me decía en su carta que había estado en Colombia, con Pedrín Benjumea, y por lo visto le gustó bastante y me escribía preguntándome si quería que él me apoderara. ¡Y para luego es tarde, al año siguiente 1966 ya estaba yo en Madrid!», agregó.  
Pisó tierra un viernes a la capital española y al siguiente día ya estaba tentando con su paisano 

Óscar Cruz y Antonio Bienvenida en la finca de Baltasar Ibán, cerca de Madrid. Tenía entonces 14 años cuando llegó y a los 15 días toreó su primera novillada en San Sebastián de los Reyes ya que “Maravillas” era el empresario y socio en varias plazas con el conocido Diódoro Canorea.  

La gesta.»Superman»Lòpez el ciclista que quiso ser torero vence al monstruo de Gamoniteiru en Asturias

Miguel Angel Lopez naciò en Pesca, Boyacà esa tierra a la que rendimos culto perenne pues allì se gestò la independencia y desde hace 200 años somos ciudadanos libres, y en el ciclismo nos ha dado una enorme satisfacciòn al ganar la mitica cima ASTURIANA del Gamonteiru rodeada de osos , vegetaciòn virgen y niebla. Mucha niebla. Puro coraje esta exquisita faena.

El formidable ciclista quiso ser torero, ama la fiesta pero lo suyo son las bielas y ahì es rey. Ganar como lo forjò en en esa dura etapa, exigente, demoledora , èl mismo lo dice muy a la manera boyacense » es un acto de berraquera «.

Carlos Arribas dice : Es la pelea de los machos alfa, y todos los ciclistas lo quieren ser, buscan deslumbrar, buscan la admiración de los demás, de sus compañeros, la primera, que la gente se quede con la boca abierta viéndolos pasar atacando, y que durante años las leyendas se escriban con sus nombres. Para ello se dejan años de vida con el absurdo corazón acelerado en la subida, como, orgulloso y agotado, canta en la meta el andaluz Juan Pedro López, uno de los jóvenes españoles que llegan. La victoria es un añadido.

Es un orgullo verle correr a este joven deportista que al llegar a la meta resopolò, levantò levemente el brazo derecho como para dar un muletazo cambiado y orgulloso y agotado pudo inscribir su nombre ilustre entre los grandes del ciclismo, en esa pléyade de los Bahamonde , Lucho Herrera, Fabio Parra, Indurain,,,

La niebla parecìa absorber su fràgil figura de humano. Y con esa humildad de sus gentes, solo atinò a decir » Nos fue bien «.

Una carrera històrica por la forma como se planteò, dejò rivales en el asfalto, llegò victorioso, manejò los hilos de un exigente pedaleò hacia la cumbre y es formidable el èxito en un deporte como el ciclismo. Nos aliviò las penas por el oscuro empate de la selecciòn colombiana de fùtbol en Bolivia y en ese caballito de acero como transmitía tan ejemplarmente el maestro Carlos Arturo Rueda C, «Superman» nos ha legado un ejemplo, una sonrisa, un canto a la virtud de los nuestros.

Llamè emocionado a España al maestro Rincòn que ama el ciclismo y me comuniquè con otro «forofo» de la bicicleta, nuestro jefe de fotografia Farley Betancourt y en las dos comunicaciones se nos soltaron un par de lagrimas…A veces llorar de alegria es sanador.

Perdimos al Miguel Angel torero / Èl dirà con orgullo que para eso està Cèsar Rincòn » / pero ganamos al Superman ciclista que como los maestros Botero y Diego Ramos, en otro contexto, dejaron los trastos de torear por la caja de colores y ahì nos alumbran como monstruos de la pintura . Miguel lo hace subido a su bicicleta màgica.

Ese hombre solitario que venciò en y a la montaña asturiana nos cubre de gloria a los colombianos….No sè què pasarà al final de esta vuelta o ronda española pero ya somos ganadores. En el tiempo de la èpica, vencimos nuestros miedos a ser grandes. Gracias a todos esos deportistas. A todos y a Miguel Angel, dos orejas , rabo y puerta grande.

Una feria de Cali sorprendente, imaginativa y con mucho contenido lanza TAUROEMOCIÒN

Una sorpresiva, ilusionante, variada, sorprendente, de màxima categoria y muy atractiva feria de Cali en diciembre anunciò Alberto Garcìa, el sumo sacerdote de Tauroemociòn con unos imperdibles carteles.

Porque ademas hay variedad de encastes, de toreros de Colombia, Mexico, Perù y España, un festival de maestros, novilleros con y sin caballos, un rejoneador del Quindìo , recortadores, UN FESTIVAL, y nuestras ganaderias.

Serà un suceso esta feria de Cali que antaño abria y cerraba el año taurino en el mundo, pues tendremos la ocasiòn de ver en territorio nuestro los mìticos victorinos.

Sè como ya lo advertí en otra nota que se quedaron por fuera varios toreros colombianos con credenciales para estar haciendo el paseillo en esa plaza que lleva el nombre del rìo Cañaveralejo pero no todos caben.

Habrà un festival de màximas figuras, el espectàculo de los recortadores, la presencia de Morante, Ferrera, Bolivar, Guerrita, Ritter, Emilio de Justo y Roca Rey, de los dos Adames, el mayor, Joselito y Alejandro, el menor ( novillero ), de toreros que dejaron huella como Conde ,El Cid, Javier Vazquez, Manuel Diaz El Crdobes…..El paseillo de un colombiano a caballo formado en la Escuela portuguesa, de novilleros con mucha proyecciòn.

CARTELES

11 de diciembre, novillada de la oportunidad. Con caballos

Novillos de Fuentelapeña

ACRTUARÀN

Viriato, Luis Miguel Ramirez, Kalio, Gitanillo de Amèrica, Anderson Sànchez ,de Lenguazaque, Joselito Castañeda Y Maicol Ramirez, de Manizales.

18 de diciembre, novillada con picadores. Novillos de Salento

Alejandro Adame

Manuel Perera y el triunfador de la novillada de la oportunidad

25 de diciembre

Novillada sin picadores,

Simón Hoyos y Miguel Felipe Negret, novillada de Santa Barbara

26 de diciembre

Las Ventas del maestro Cèsar Rincòn .Mixta. Jacobo Botero rejoneador que actuarà con caballos del maestro Pablo Hermoso , Joselito Adame y El Fandi.

27 de diciembre

Juan Bernardo Caicedo

Antonio Ferrera

Guerrita Chico en el año que se despide y

Roca Rey

Seis toros de Guachicono

28 de diciembre

Morante , Emilio de Justo y Sebastian Ritter

29 de diciembre. Una corrida de Alhama de doña Venus Zarzur que vi en el campo y es preciosa de cara y hechuras. En la ùltima temporada, hubo ejemplares de muchísima calidad.

Festival señor de los Cristales de leyendas del toreo

Eulalio Lopez «El Zotoluco», Joselito Adame, de Mèxico

Manuel Diaz El Cordobes que tras casi un cuarto de siglo vuelve a Cañaveralejo

Javier Conde que indultò un toro en Cali

Javier Vazquez

Joselillo de Colombia que como suele decirse quiere reverdecer laureles y

Manuel Jesus El Cid que ya retirado de la profesión ha querido sumarse en este festival de campanillas

Se cierra el 30 con

Toros de Victorino Martin cuya ganaderìa debuta en Colombia

Luis Bolivar y Emilio de Justo

TAUROMAQUIA. Alcalino.- Manolo Martínez , 25 años de su partida: luces y sombras

Yo no sé, dada la severa destaurinización que hoy se vive, si dentro de otro cuarto de siglo Manolo Martínez conservará el aura legendaria que aún rodea los nombres de nuestros más grandes e históricos toreros, a cuya galaxia sin duda pertenece. Pero su época y su influencia sobre ella nos
remiten sin la mínima sombra al último mandón indiscutible que ha tenido la tauromaquia de este país. Aquéllos con quienes compartió cartel –desaparecidos casi todos, excepto su paisano Eloy Cavazos–, incluso cortando más apéndices que el torero de la regiomontana colonia Obispado, lo han reconocido sin ambages. Y cuando alguno intentó medir armas con él en los despachos o a través de la prensa –recuerdo la muy transitoria negativa de Curro Rivera a “alternar nunca más con Martínez”, a causa de cierto torito regalado por éste en una plaza provinciana–, siempre
terminó por plegar su voluntad al evidente poder de Manolo sobre empresarios y ganaderos, periodistas y públicos.


Curiosamente, lo anterior ha derramado más tinta y movido más bites que el debate sobre las ualidades taurinas de Manolo, sin las cuales su mando absoluto habría sido imposible. Ni siquiera sus notorios desaciertos al estoquear pudieron estorbar la libre fluencia de su arte ni el magnetismo que éste ejercía tanto sobre los toros como sobre las masas. Al don del temple, que le asistía en grado eminente, unía el del ritmo, que dotó de una cadencia especial sus grandes faenas y era el resorte clave para levantar a la gente de sus asientos como después nadie, de ninguna nacionalidad, ha vuelto a conseguirlo en este país. Las discusiones sobre el tamaño de sus engaños y el abuso del pico, argumento utilizado por sus detractores para demeritarlo, fueron de aparición posterior a faenas suyas que habían hechizado al público, o arma para fustigar en son de mofa sus tardes aciagas, que no escasearon, sobre todo en los últimos tiempos. Pero sus fracasos en el ruedo, muchas veces provocados deliberadamente por él mismo, no estorbaron su indiscutible condición de mandón.


La raya.

Hubo en su carrera dos etapas bien indiferenciadas: antes y después de consagrarse como el número uno. En la primera, fue un infatigable luchador en pos de la cima y no se dio tregua hasta conquistarla. Estamos hablando, básicamente, de la segunda mitad de los años sesenta
(alternativa en Monterrey el 7 de noviembre de 1965), caracterizada por actuaciones de una constante entrega y triunfos clamorosos, si acaso emborronados por su deficiente espada.

La rara conjunción valor-arte-poderío estaba presente en ese primer Manolo como en muy pocos toreros de la historia. Entre 1967 y 68, su período dorado, las plazas del país se le hicieron pequeñas y se
impuso de manera natural la necesidad de extender su condición de figura al resto del planeta Tauro. Su expansión daría lugar, en Sudamérica, a una era en que toros y toreros mexicanos arrebataron a los trusts españoles el control de ese mercado, que entonces pagaba en dólares.

Pero en España, el panorama fue diferente. Cierto es que el mexicano de oro –como lo anunciabasu exclusivista del primer año Manolo Chopera– no viajó a la ventura, sino ventajosamente contratado, en un año –1969– en que El Cordobés, que era quien allá dominaba el tinglado, declaró su famosa guerrilla a las empresas iberas, que para contrarrestar a Benítez y a Palomo Linares, su comparsa de ocasión, necesitaban incorporar novedades al elenco conocido –los Ordóñez, Camino, El Viti, Puerta, Paquirri…–. Entre el debut en Toledo (5 de junio) y la cornada de Cáceres (29 de septiembre) toreó Manolo en España y Francia 48 corridas (58 orejas y 5 rabos sería su cosecha), algo que sólo las más grandes figuras extranjeras han podido permitirse. El problema estuvo en que el toro hispano no brindaba al impetuoso regiomontano las mismas condiciones de seguridad que el mexicano. Ciertamente, durante esa campaña y, sobre todo, en la frustrada del año siguiente, hubo de resentir detalles de trato vejatorio por algunos elementos del aparato taurino de allá, prensa y empresarios incluidos. A esa parte de la realidad iba a asirse Manolo para fundamentar su posterior renuncia a la conquista del cetro global del toreo, que en determinado momento, a fines de 1968, llegó a antojarse inevitable. Mas tengo para mí que las cornadas de Bilbao, Murcia y Cáceres, sufridas en un lapso de 39 días, fueron el factor decisivo.


Las cornadas.

Se ha afirmado por el martinismo oficial –y ha terminado por aceptarse como dogma– que fue la cornada de “Borrachón” (03.04.74) la que puso a cavilar a Manolo, inaugurando esa etapa en que decidió no asumir más riesgos de los indispensables: la etapa de las broncas intencionales, la supresión tajante de su antes frondoso repertorio en quites y, de manera
especial, el énfasis en moldear la ganadería brava mexicana según su conveniencia y merma de facultades físicas. Pero en realidad, estos rasgos hicieron su aparición justamente a la vuelta de su primera, y en realidad única, campaña española. A las tres cornadas sufridas allá –muy grave la
última—se uniría ese invierno la fractura en una falange sufrida por un astado de Santo Domingo en Caracas (23.09.69). Con ese sufrimiento a cuestas –sufrimiento y dolor son cosas distintas; el
primero es mental, el segundo físico—Manolo viajó por segunda vez a la península ibérica. Pero era otro hombre el que se enfundó en las mismas sedas y alamares del año anterior: menos resuelto, más prudente… y titubeante de sitio y claridad de metas. Así le fue.

Para reforzar la afirmación de que no fue “Borrachón” sino las cornadas sufridas den 1969 las que marcan un súbito cambio en la tauromaquia y la actitud de Manolo Martínez basta echar una ojeada a la estadística de sus percances: 76% de ellos –13 de 17– se concentran en los años que van de 1965 a 1969. Y algo fundamental: el 47% del total (8 de ellos) ocurren en el extranjero, mismos cosos de los que decidió alejarse paulatinamente –incluida Sudamérica—a partir de 1970, el año clave para entender la evolución (¿o involución?) martinista. Lo confirma que su promedio
de triunfos, sin perder éstos intensidad, a partir de ahí irá descendiendo inexorablemente.


Rey de la México.

Lo que nadie podrá disputarle a Manolo es su condición de torero de la PlazaMéxico. Aunque es indudable que los Armilla, Garza, Manolete, Arruza, Procuna –los ases de la edad de oro– dejaron allí huella, por razones cronológicas no alcanzaron a tener presencia continuada en la Monumental. Y ninguna figura posterior de cuantas tuvieron ocasión de
conquistar el ruedo de Insurgentes –mexicana o extranjera– lo ha hecho con la rotundidad ni ha despertado el mismo fervor que suscitó Martínez hasta convertirse, por antonomasia, en el torero de la Plaza México.


En sus 91 corridas y 4 novilladas toreadas en el monumental embudo, Manolo cobró 83 orejas y 10 rabos, cifras sin posible equiparación en la historia, a pesar de que cinco de dichos rabos hayan pertenecido a toros de obsequio, y uno más fuese simbólico tras el indulto de “Amoroso” de

Mimiahuápam (23.12.79). A cambio, sufriría tres cornadas sobre esa misma arena –incluida la gravísima de “Borrachón”— demostrativas a su vez de que ésta fue la plaza donde decidió jugar las bazas decisivas de su carrera, no por nada centro taurino del muy centralista país cuya fiesta de
toros aspiró dominar por completo. Conseguido con creces tan ambicioso objetivo, dedicaría su genio artístico y vocación tiránica a acrecentar ese poder y hacerlo sentir incluso con más fuerza al margen que al interior de los ruedos. En resumen, su mando se expresó más en el manejo de los
entretelones de la fiesta que en el de las embestidas, cada vez más uniformes e insulsas, de reses cuyas características fue moldeando a su voluntad y conveniencia, ya no a base de talento torero, como en los inicios de su carrera, sino mediante su influencia poderosa sobre los ganaderos
mexicanos dispuesto a subirse al tren del mandón.


Ganado a modo.

Esto es básico y no admite discusión: con Martínez el toro mexicano queda
reducido a su mínima expresión, al manipularse sus características tanto físicas –reducción de edad y astas– como de comportamiento –nobleza sin casta, repetitividad sin codicia, aptitud más para simplemente pasar que para realmente embestir–. Fue una labor persuasivo-imperativa, centrada en las labores de tienta y selección, cruzas y laboratorio, que, en definitiva, eliminó
encastes completos en beneficio de uno solo, derivado de los edulcorados productos de la casa Llaguno.


¿Obstruccionista?

El ejercicio dictatorial del poder implica, en el toreo, la potestad de imponer
ganaderías, aceptar o rechazar alternantes y, en suma, influir en la organización de las ferias y temporadas que marcan la marcha de la fiesta. Hay evidencias de vetos puntuales a ciertos toreros –El Pana, Cruz Flores, Jorge Gutiérrez cuando lo apoderaba Ricardo Torres, incluso algunos
españoles, involucrados en el sabotaje allá sufrido…–, aunque también las hay de apoyo franco a otros. ¿Que esas actitudes obstruyeron el desarrollo de al menos dos generaciones de toreros en México? Sólo hasta cierto punto. Porque lo fundamental sería la invasión, por Martínez y su
troupe, de plazas y ferias menores, cuya función como espacio para el cultivo y desarrollo de nuevos valores era importante. Al acaparar para sí dicho mercado, la aparición de caras y expresiones nuevas se limitó, a cambio de ofrecer a públicos sencillos la versión distorsionada de
una tauromaquia presuntamente de alto nivel. Que no lo era, dado el tipo de ganado que allí lidiaban. Y en la que al lado de Martínez participaron sin reparo las figuras que le iban a la zaga.


Balance definitivo.

Con el paso del tiempo, los perfiles del pasado martinista se han ido afinando y definiendo con más claridad como para que el debate acerca de lo bueno y lo malo que Manolo
pueda ceder paso a la realidad de su influencia y legado, como torero y como factótum de una larga etapa de nuestra tauromaquia. Todo eso que Manolo Martínez significó para la fiesta en México yo lo sintetizaría así:
1) Como torero, su sentido del temple y del ritmo, así como la capacidad para dotar de unidad argumentativa y creativa a su toreo lo sitúan entre los más grandes de la historia de la tauromaquia universal. En México, esto significa compartir la dimensión de los Rodolfo Gaona, Fermín Espinosa “Armillita”, Lorenzo Garza, Silverio Pérez y Carlos Arruza. Y nadie más.

2) Sobre su papel como obstructor de nuevas generaciones de toreros ya está dicho cómo operó.


Habría que agregar que, pese a todo, Manolo fue coetáneo de una generación rica en diversificados valores taurinos que, en todo caso, tendrían que compartir con él la responsabilidad de acaparar plazas y ferias mayores y menores en detrimento de valores emergentes, pues
lógicamente no podía prescindir de alternantes, que toreaban y aprovechaban el mismo ganado que Martínez.


3) Donde cobra un sentido realmente trágico la influencia de este enorme torero es en la reducción del toro, que se ha seguido profundizando hasta derivar en su subproducto actual, el post-toro de lidia mexicano –como lo he llamado—, un factor que pone en jaque el futuro de la fiesta en sus valores artísticos y éticos más auténticos, sin los cuales, el toreo es un muerto en pie.


Manuel Martínez Ancira murió a los 50 años de edad el 16 de agosto de 1996 en La Jolla, Estados Unidos, donde se encontraba hospitalizado en espera de un trasplante de hígado. Este día se cumple un cuarto de siglo de su sentido deceso.

En Santander, tres orejas y puerta grande de Emilio De Justo

Foto de Emilio de Justo en hombros captada por Farley Betancourt

Emilio de Justo está en racha y toreando de maravilla. Con sitio, hondura, trazo largo, colocación y la suerte suprema, una bendición.

Ha bordado el toreo con Ropa Vieja de Torrealta. Buen lote y grandeza del extremeño que ha sido capaz de resolver los problemas técnicos que planteó su lote. Entre otras cosas porque esa bravura hay que saberla dirigir y administrar.

Aquella tarde de la salida en hombros de Las Ventas no es un acaso, no es un azar,es la constatación de que Emilio está en la cumbre, que se codea con los mejores y que él es un señor torero con todas las letras. Da gusto y placer verle coger la muleta por el centro del estaquillador, esa pierna contraria , estorbando. La muleta con divisa, alante y planchadita.

Y es el mismo torero que vi hace tres años en UNE con un a corrida de don Antonio García. Solo faltaba que creyeran en él y eso ocurrido con Alberto García su apoderado, con su amigo Guerrita Chico, con su excelente cuadrilla. Y naturalmente con la concepción del toreo de este joven espada que será, sin duda, base de cartel en Cali y Manizales.

Se fue en hombros por la zona de cuadrillas con Ginés MARIN PERO NO POR LA PUERTA GRANDE POR LAS MEDIDAS ANTI COVID

Instante del brindis al maestro Ostos

Bueno, una en su primero y dos en su segundo con la corrida de Torrealta (vaya suerte que lleva con el lote el extremeño ).

Finito de Córdoba con detalles de gran toreo y gusto ( marca de la casa ) en su segundo pues el primero desarrolló sentido y peligro; por eso las palmas de reconocimiento y respeto ; y el joven Gines, dos orejas en su primero y tandas de mucho valor, , plata firme en el segundo dejándole la muleta en la cara pero , de pronto, el toro sacó geniecillo y no iba a la muleta sino al cuerpo del torero. Y en Santander suena de escándalo «»Suspiros de España»en honor del jerezano. Por el izquierdo es mas complejo pues pega unos derrotes para quitarse la muleta.

Cortó una oreja.

Así que De Justo y Gines, tres y tres.

LA GANADERIA

La ganadera en movistar plus en imagen de Farley Betancourt

 La fundaron en 1943 doña Amalia y don Alberto Márquez Martín con vacas adquiridas al Marqués de Villabrágima, procedencia Villamarta, y sementales de don Félix Moreno, procedentes de Saltillo. En 1965 fue vendida a los hermanos Lacave que ya anuncian “Torrealta” y en 1969 pasa a los hermanos Domecq Rivero. En 1979 fue vendida a doña Paloma Eulate y Aznar, se eliminó todo lo procedente de Lacave, componiéndose con reses de María Isabel Ybarra, “Torrestrella” y “Marqués de Domecq”. En 1984 adquiere sementales de “Jandilla” y en 1985 otro lote de vacas y machos de “Torrestrella”.


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TAUROMAQUIA. Alcalino.- El Siglo de Oro del toreo

Seguramente, el título de esta Tauromaquia pueden habérmelo sugerido las incertidumbres y congojas de la pandemia, pero también dos imágenes mentales ligadas a la historia de la cultura universal: El Siglo de Oro de la literatura y El Siglo de las Luces o de la Ilustración. También, qué duda cabe, la fuerza de las llamadas vanguardias artísticas del siglo XX, y, en el fondo, la invencible manía de la humanidad por dividir su devenir en centurias, quizás porque en el tramo temporal de cada una de ellas caben, mal que bien, las tres o cuatro generaciones que nuestra edad individual puede alcanzar a cubrir.

Si cruciales fueron aquellos siglos famosos para el desarrollo y consolidación de la lengua española, el uno, y el viraje de los atavismos del pensamiento mágico al predominio de la racionalidad, el otro, no sería menor el ímpetu creador que trajo el siglo en que nacimos en los diversos campos del arte: pintura, poesía, narrativa, dramaturgia, arquitectura, escultura, música, danza… Y como novedades añadidas, dos primicias alumbradas en las primeras décadas del XX que irían ganando en crédito y forma al paso de los años. Me refiero desde luego a la cinematografía, pero también, más restringida y veladamente, al toreo, cuya evolución poco tardó en invadir resueltamente el territorio de las artes mayores a su muy particular manera: oponiendo a la fuerza imaginativa, ética y estética del hombre los atributos de la materia viva a dominar, el toro de lidia con todo su poderío, casta brava y congénita fiereza, que le imponen un precio muy alto al ritual arte del toreo. 

Arte tan peculiar que, para poder ser, sus cultores se ven obligados a arrostrar el riesgo inminente de, por cualquier paso mal dado, dejar de ser. 

Protohistoria. A través de los milenios muchas tauromaquias ha habido, desde Asiria y su mítico culto al toro, o la de tinte político que expone Platón en el diálogo Critias o de la Atlántida, a los brutales duelos entre hombres y bestias del circo romano, pasando por los refinadísimos vestigios cretenses descubiertos en Cnosos. Y nadie ignora lo que ha significado para España el toro como tótem primordial de su historia y su cultura. Ni el temprano traslado a sus territorios en América –siglo XVI– de las fiestas de toros y cañas a cargo de principales de la corte y la milicia, origen del mexicanísimo, campirano y aún vigente jaripeo, previo a la adopción por nuestro país de la corrida a la usanza española, a partir de 1887.

El toreo de a pie. Cuando el protagonismo pasa de los jinetes de la élite al pueblo llano, la corrida de toros empieza a convertirse en espectáculo de masas. Coinciden sus primicias con las de la ópera italiana y los conciertos de música culta, que abandonarán para siempre la privacía palaciega para trasladarse a salas abiertas al público, de la misma manera que los toros pasaron de la plaza central de las poblaciones al coso taurino, concebido ya como una pieza arquitectónica específica. Es el tiempo de los padres fundadores –los Romeros, Costillares, Pepe-Hillo–, cuya misión concreta era dar muerte a la res luego de librar con hábil esgrima sus broncas acometidas. Pero no todo era lucha, el matador tenía que atenerse ya a unas reglas y una técnica muy precisas –la estocada recibiendo mejor que a volapié–, que con el agregado del estilo personal de cada cual empiezan a revelar un oficio cierto y un arte con todas sus consecuencias. No es de sorprender que las primeras víctimas de la fiesta murieran en trance de matar.

La corrida moderna. Ya los empeños de a pie habían cubierto más de medio siglo, entre el último tercio del XVIII y el primero del XIX, cuando el gaditano Francisco Montes “Paquiro” regula el curso del espectáculo –el orden de la lidia, la conformación de las cuadrillas, hasta el vestido de torear– para sentar las bases de la corrida como hoy la conocemos. La aspereza de los astados sigue imponiéndole el mismo carácter combativo y rudo de los principios –viene en toro: te quitas tú o te quita el toro–, pero, poco a poco, el quehacer de los diestros se irá refinando. Aunque continúa como instante culminante la suerte suprema, abundan constancias del entusiasmo despertado, hacia el último tercio del ochocientos, por los elegantes modos de Cayetano Sanz, Rafael Molina “Lagartijo” o, ya en la inminencia del XX, Antonio Fuentes, de quien Rafael Guerra “Guerrita”, mandón absoluto de la época desde su extremado poderío, afirmará al retirarse: “Después de mí, naide, y después de naide, Fuentes”. Y despunta en el horizonte quien va a integrar esos momentáneos halos de estética en un todo que abarque la lidia entera. Es mexicano, nació en León (estado de Guanajuato) y se llama Rodolfo Gaona Jiménez.

El Siglo de Oro del toreo. Gaona, bajo la dirección de Saturnino Frutos “Ojitos”, banderillero que fue de Salvador Sánchez “Fracuelo” pero admirador del rival de éste Rafael “Lagartijo”, trajo a la fiesta una cadencia que no lo abandona en ninguno de los tres tercios de la lidia, mas su escuela sigue siendo decimonónica. Hará falta que, desde la otra margen del río Guadalquivir, se descuelgue un mozo trianero sin antecedentes taurinos ni apenas conocimiento de la técnica para imponerle al toreo su carácter definitivo de arte de vanguardia. Va a ser, además, el contrapunto ideal para la suma de perfecciones representadas por José Gómez “Gallito”, y entre ambos le darán forma, con el añadido de Rodolfo Gaona, a lo que aún hoy se conoce como la época de oro; duró ésta menos de un decenio pero marca el inicio del Siglo de Oro que desde hace algunos meses vengo proponiendo en charlas y conferencias.

Simbólico inicio. Como es natural, me pareció justo ponerle lugar y fecha: tercera semana del mes de octubre de 1913, cuando Madrid asistió a la alternativa de Juan Belmonte, recibida de manos del cordobés Rafael González “Machaquito” (16.10.13), y a la despedida de Ricardo Torres “Bombita” (19.10.13) llevando como alternantes a los Gallos –Rafael y José–, en tarde triunfal para el homenajeado pero, sobre todo, para el gran Joselito, de quien vox populi afirma se la tenía jurada a Ricardo debido a sus maniobras de despacho en contra de su calvo y saladísimo hermano. Poco importa que la salida en hombros múltiple de aquel domingo 19 contrastase con las continuas broncas desatadas el 16 por la pequeñez y mansedumbre del ganado: la retirada casi simultánea del “Bomba” y “Machaco” pone fin a una época y, aunque el calendario diga otra cosa, la dupla José-Juan inaugura la época más radiante del toreo. 

El de su entronización como arte de vanguardia. Un Siglo de Oro con todas sus consecuencias.

Espléndido devenir. Aunque la pasión de los aficionados y la crónica general de la fiesta den por concluida la edad de oro con la trágica muerte de Joselito “El Gallo” (Talavera de la Reina, 16.05.20), el toreo va a entrar en una acelerada espiral ascendente que alumbró, en menos de un decenio, la moderna faena en redondo, de la mano del arte luminoso de Manuel Jiménez “Chicuelo”, la magia gitana de Joaquín Rodríguez “Cagancho” y Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”, y la no menos asombrosa de Cayetano Ordóñez “Niño de la Palma”, Félix Rodríguez o Victoriano de la Serna o, al otro lado del Atlántico, del Orfebre Tapatío Pepe Ortiz, máximo creador con el capote en las manos. No tardarán en aparecer dos colosos llamados Fermín Espinosa “Armillita” y Domingo Ortega, paradigmas de la maestría, y artistas tan personales como Alberto Balderas, Jesús Solórzano Dávalos, Luis Castro “El Soldado” y, sobre todo, Lorenzo Garza, mexicanos los cuatro y que, con “Armillita” y Ortiz, y más tarde Silverio Pérez y Carlos Arruza, darán esplendor y legitimidad a otra época de oro, esta vez en tierras del Anáhuac.  

Lo que sigue es la historia de un continuo perfeccionamiento del arte en ambos continentes. Imposible desconocer el papel central protagonizado por los criadores de bravo, ya que sin la continua afinación de la toreabilidad y la nobleza, mediante empadres perfectamente controlados, la evolución del toreo no habría sido factible. Aunque tampoco sobrevive si, en ese empeño, se rebasa la línea de la sensatez y se mata la emoción del riesgo, atributo indispensable para que el arte de torear cobre autenticidad y sentido.

La enunciación de etapas, nombres y circunstancias haría interminable esta exposición de la argumentación motivo de la presente columna, que no es otra que ofrecer a la consideración del lector las razones por las cuales se puede hablar del Siglo de Oro del Toreo  no como mera ocurrencia sino como un hecho cultural perfectamente constatable. 

Restaría desear que no sea la pandemia del Covid 19 lo que le ponga punto final. Sobre todo porque la baraja taurina actual reúne algunos de los cultores más destacados del arte de la lidia, comparables con los mejores  entre las docenas de ellos surgidos a lo largo de poco más de cien años, durante los cuales la poética del toreo ha merecido codearse con las bellas artes oficialmente consagradas como tales.   

Ha partido el general Belarmino Pinilla

«Señora muerte que se va llevando todo lo bueno que a su paso topa», dijo el poeta y el corazón está herido por la partida de un gran señor : Belarmino Pnilla a quien el expresidente Pastrana Arango hizo justicia con el ascenso a general de la Fuerza Aéra a quien le habían truncado su carrera siendo coronel.

Fue el piloto del helicoptero presidencial en el mandato del señor expresidente Pastrana Borrero.

La foto de la biblioteca presidencial del Dr. Pastrana corresponde a la ceremonia de ascenso.

A la izquierda, el general Belarmino Pinilla, al centro el ex presidente de la Academia de Historia, Antonio Cacua Prada

Hombre ilustrado, culto, historiador, y miembro de nuestra grey taurina fue un apasionado de Colombia, cantó sus glorias y fue amigo leal y sincero.

Fue un placer y honroso oirle en un viaje a España las anécdotas de reyes, príncipes, batallas, de la guerra civil del 36, de nuestros hérores nacionales, de las batallas , de Pisba y Gameza, del Pantano de Vargas y de la relación de Bolivar con Santander, y de la trascendencia para el pais, para sus instituciones de una Fuerza Aéra vigorosa, siempre tan necesaria , Fuerza Aérea a la que pertenecía el general Pinilla.

Me duele su partida enormemente. Un cáncer lo fulminó. Era hombre respetuoso y en el trato con los amigos y me siente honrado de su amistad, me decía » guillito» » tal cosa » u otra . Y acudí siempre pqra un consejo, para la recomendación de un libro o para fatigar largas conversaciones sobre toros.

A los suyos, a todos y todas, les quiero expresar que me inclino respetuoso ante su feretro.

Nunca mejor expresado en estos versos de Alberto Cortés:

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacio
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va
queda un fuego encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un rí­o.

Cuando un amigo se va
una estrella se ha perdido
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido

Historia de un cartel. Por HORACIO REIBA “ALCALINO”…Armillita y Domingo Ortega

En la década del 30, la máxima figura del toreo español se llama Domingo López Ortega (Borox, Toledo, 26.02.1906). Siendo diestro muy intuitivo fue matador algo tardío, pues contaba ya 25 años cuando se doctoró en Barcelona (08.03.1931), luego de apenas una fulgurante temporada novilleril. Y se impuso de inmediato, cotizándose como número
uno indiscutible con un estilo seco y dominador que unía al secreto del emple el saber andarles a los toros para enlazar rítmicamente sus doblones, ases de la firma y famosos trincherazos. En cambio, no sentía como propio el toreo en redondo, al que solía acudir cuando los toros, muy castigados por su picador “Parrita” y por la propia muleta del paleto de Borox, daban ya señales de franco agotamiento. Fue, sin duda, un gran torero.

Fermín Espinosa Saucedo “Armillita Chico” (Saltillo, México, 03.05.1911), fue, además de un maestro consumado de los tres tercios, uno de los primeros cultores eximios del pase natural, ligado en series ceñidas y caudalosas. Su ascenso, extraordinariamente precoz en su país –tomó la alternativa en El Toreo con 16 años 173 días de edad (23.10.1927)–, en
España tardaba en concretarse y de hecho ocurrió hasta 1932, cuando más difícil se presentaba su continuidad en la península; obraron para ello dos factores decisivos: su célebre faena a “Centello” de Aleas en Madrid (05.06.32) y el apoderamiento de un taurino tan influyente y astuto como Domingo González “Dominguín”, que había descubierto y lanzado a Ortega y los emparejó a ambos aprovechando su extraordinaria capacidad como lidiadores –claramente contrastantes entre sí, han sido dos de los más
consumados maestros de la historia— para mejor exhibir su superioridad sobre coetáneos menos dispuestos a afrontar a las temibles fieras astadas de “antes de la guerra”.

Por lo demás, el torero con quien más toreó mano a mano el Diamante de Borox fue justamente Armillita (10 veces en España, 8 en México, 2 en Portugal y una en Francia, 21 corridas en total); en el recuento de apéndices Fermín resulta indiscutible vencedor, y fue mucho más figura en España que Domingo en México, donde a la gente le decía más bien poco su recia concepción del arte –“Domingo a domingo eres el mismo Domingo”–. En
cambio, como inteligente y empeñoso autodidacta iban a permitirse, muchos años después, firmar notables ensayos como teórico del toreo en la célebre Revista de Occidente, receptáculo de las plumas de mayor peso y prestigio de las letras hispanas.

La Corrida de la Prensa madrileña de 1933. El del jueves 13 de julio de 1933 fue el primer mano a mano entre Armillita y Ortega, se celebró ya en nueva plaza de Las Ventas y sus prolegómenos desnudan la picaresca taurina en tiempos de la República española, de la que por cierto fue fugaz ministro el cronista y crítico riojano César Jalón “Clarito”, que presidía a la sazón la Asociación de Cronistas Taurinos de Madrid y de cuyas Memorias, un
libro fundamental sobre la tauromaquia de su época, entresacamos este pasaje:


“El cartel original lo habíamos formado con Manolo Mejías “Bienvenida” y Domingo Ortega, pero los toros, siempre que toreaba Manolo Bienvenida, eran el problema. El viejo Manuel Mejías, padre de Manolo, su mentor taurino, su apoderado, intervenía absolutamente para aceptar o rechazar lo que su hijo toreaba. Había la malhada circunstancia, para nosotros los organizadores, que el 27 de abril, toreando Manolo en Madrid, un toro de Escudero (Albaserrada) le infirió gravísima cornada en el pliegue inguinal que lo tuvo encamado mes y medio. Aquella corrida de la Prensa iba a ser en julio y, sin yo saberlo, el torero no estaba en las mejores condiciones físicas para dar la pelea.


Adquirí ocho toros de doña Carmen de Federico, y los traté con Tomás Murube. El viejo anuel Mejías supo de aquello y mandó a su conocedor a ver el encierro. En seguida me llamó para reconvenirme: “Lo que quieren es poner una celada a Manolito, ese ganado no es propio –me dijo–. La corrida está muy gorda, muy aparatosa y no dará juego.” En seguida me llamó Tomás Murube: “Me están descomponiendo las cosas. El viejo don
Manuel pretende que cambie tres toros por tres novillos que tengo preparados para otra plaza. O va la corrida completa, que la tengo lista para embarcarse mañana, o no va ninguno.” Jugándome el albur de desbaratar el cartel le dije: embárquela.

Al día siguiente volvió a llamarme don Manuel Mejías y le dije que precisamente ese día se desencajonaban los toros en la plaza y lo invité a verlos. Cuando llegué ya habían bajado dos toros y el viejo Bienvenida con su séquito estaban en un burladero del corral. Los toros eran preciosos. Quise detener la salida del tercero porque el mayoral me dijo que era más
grande y basto que los que ya habían salido pero todo fue inútil, el toro ya venía bajando y la rampa se movía con estruendo. Y bajó como eran los murubes, ancho de pecho, fuerte, cornalón. En seguida, el grito de don Manuel… ¡Vámonos!, y se retiró con su gente.

Lo busqué esa tarde en su gallinero y trató a toda costa de que se sustituyera aquel ganado por otro de su gusto. Se molestó porque tuve que decirle que la verdad era que su hijo no se sentía en condiciones de lidiar aquello por lo de la cornada de Madrid. Acabó por decirme que mandaría un parte facultativo y Manolito quedó fuera del cartel. Se dio la corrida, no sin que antes llevara yo a Juan Belmonte que quería verla en los corrales. Aquel jaleo había llegado a sus oídos y deseaba saber si tenía o no razón su amigo Bienvenida…“E… está gordita”, dijo en su tartamudez. Fue su único comentario.

Fermín Espinosa “Armillita” fue a aquella corrida en mano a mano con Domingo Ortega…Tanto Fermín como Ortega triunfaron clamorosamente con aquellos toros y les cortaron las orejas. Yo también corté orejas para los de la Asociación de Prensa porque hubo un llenazo en la plaza.” (Rodríguez, Mariano. Armillita El Maestro. Recuerdos y vivencias.
Edición del autor. Saltillo, 1984. pp 78-79)


Gregorio Corrochano describe la corrida. Sesgadamente, pues todavía no lo convencía mucho Armillita y el foco de su atención era Ortega, pero se trata de un texto sumamente revelador, como lo eran, para bien o para mal, casi todos los de don Gregorio: “Después de muchas dificultades, que hacen su aparición en cuanto se trata de organizar algo extraordinario… dificultades que resolvió con su pericia acreditada nuestro secretario don César Jalón “Clarito”… pudo celebrarse y se celebró la extraordinaria corrida de la Prensa…


Los toros de doña Carmen de Federico… gordos, bien criados, de presencia desigual, pues hubo dos o tres que bajaron algo, pelearon bien con los caballos, aunque con no mucha codicia… no presentaron dificultades y llegaron tardos al último tercio. Había que porfiarles y tirar mucho de ellos; esto, sin ser una dificultad para los toreros de clase, suele ser propicio al deslucimiento, porque hace las faenas lánguidas y de poco brío, resta
emoción. Así ocurrió con el toro más grande, el primero de Ortega, que por exceso de carnes se agotó… Ortega no se deslució, porque esos toros son los más a propósito para su concepción del toreo, y estuvo por encima del toro. El cuarto metía los riñones al recargar en los caballos, signo de toro bravo y duro. Bien lo picó Parrita, aunque los que no
tienen idea de lo que es la suerte de varas le chillaron… Ortega puso en este toro empeño en torear con la izquierda, y aunque no lo consiguió con perfección, su insistencia dio tono a la faena, que ya en la segunda mitad fue de gran dominio y gran éxito de público. Media estocada y el toro rueda, todo seguido de ovación, orejas y vuelta triunfal…

Armillita, que con el capote había logrado aplausos, banderilleó también con aplauso. Con la muleta intentó faena sin que el toro pasara… Al otro le hizo faena de aliño. El toro ni pasaba ni se podía sacar partido de él. A ese toro se le fogueó. Del lote bueno de toros, cuarto, quinto y sexto, a Armillita le tocó el quinto y le cortó las orejas. Estuvo bien con el capote. Con las banderillas, fácil, porque el toro se le quedaba en el viaje. Brindó a las
bellezas “Miss Europa”, “Miss Italia” y dos fuera de concurso pero bellísimas, Gloria Guzmán y Conchita Rey. Niña, ¿no ha tenido usted ningún contratiempo con ese apellido?… ¿En dónde íbamos? Ah, sí, íbamos en que el quinto era un buen toro y Armillita lo aprovechó. La primera parte fue poco acoplada y los naturales poco tranquilos, pero
luego se cruzó mucho con el toro y la segunda serie de naturales le pasó el toro muy cerca, rozándole el vestido. La gente se entusiasmó. Un pinchazo y una estocada que mata, y ya hemos dicho que la oreja y la vuelta al ruedo correspondiente. También salió en hombros.”.

Cañero y Algabeño, en vez de salir uno en cada toro, salieron juntos en los dos… Muy interesante y feliz la iniciativa. Torearon a caballo maravillosamente. Clavaron rejones, banderillearon y luego, pie a tierra, resultó más lucido lo que hizo Cañero… Este matiz de la fiesta de toros, que amenazaba con extinguirse, recobra nuevos bríos y no debe perderse por su abolengo y por ser un gran aliciente en corridas de ocho toros. Fue otro de los aciertos de organización de la corrida de la Prensa.” (ABC, 14 de julio de 1933)

Genio y figura.

Corrochano da más espacio a un brindis a las misses para distraer al lector
de su relato del triunfo de Armilla, concluido de cualquier manera, pero también aclara la preferencia de Ortega por toros excesivamente castigados por su picador Parrita; de paso, nos permite descubrir las primicias del rejoneo por colleras, tan censurado hasta su desaparición a finales del siglo XX y que en aquella crónica de 1933 fue saludado con enorme beneplácito por el afamado cronista talaverano. Además de un notorio descuido
en el número de apéndices cortados, generalizable a casi toda la prensa de entonces.

La maestra Nati recibe la Medalla de las Bellas Artes: Tengo 85 años y he entregado mi vida al toreo

( En la foto de portada ded esta nota : Nati con su hijo, a la izquierda, y a la derecha el torero colombiano Guerrita a quien ella le elaboró un precioso capote de paseo )

Isabel Natividad García, Maestra Nati, sastra de toreros, ha recogido este miércoles de manos de Sus Majestades los Reyes de España, Don Felipe y Doña Letizia, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes correspondiente al año 2019. 

 Su Majestad el Rey señaló que “los hoy premiados sois indiscutiblemente el resultado brillante de un inmenso esfuerzo personal, pero también sois, en buena medida, la consecuencia del esfuerzo de la sociedad española en su conjunto para generalizar el acceso y el disfrute de la Cultura…”.

Además, el Rey continuó diciendo: “la Cultura tiene un indudable valor económico, es también muy importante asimilar que la inversión en este ámbito y la protección de nuestros creadores y nuestras empresas culturales, es una condición imprescindible para la sostenibilidad de nuestro sector, pero no podemos olvidar lo que supone la Cultura como valor. Su aportación a nuestra sociedad es tan incalculable como la deuda que nuestra sociedad tiene con ella…”.

El ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, encargado de abrir el acto, agradeció “su decisiva contribución al arte y a la cultura” a los galardonados durante la ceremonia celebrada en el Palacio de El Pardo. “Hay deuda, hay agradecimiento en este acto emotivo y sincero, genial y auténtico” además de “verdadera admiración”, continuó el ministro de Cultura y Deporte. “Gracias por vuestro trabajo, lleno de talento, por vuestra pasión moral o hedonista, ética o estética, por vuestra aportación fundamental a la Cultura que nos llena de orgullo y que nos ayuda a conformar nuestra identidad”.

La querida galardonada recordó c´mo conoció la noticia del galardón : Mi hijo es así, me pasó el teléfono y no me dijo quién llamaba, me llamó la secretaria y me dijo que llamaban del Ministerio. Me emocioné mucho. No creía que tenía méritos suficientes para recoger esa medalla. Tengo 85 años y he entregado mi vida al toreo. Ahora estoy haciendo un capote de la Esperanza de Triana y gracias a Dios he podido vivir bien de mi trabajo.

Y la saga se perpetúa: Enrique te sigue en esa creatividad.

Sí, me dijo que quería continuar con el mundo del toro. Fue a la academia, aprendió a cortar, y yo como madre me siento orgullosísima de él, porque está trabajando muy bien y en el futuro tendrá mi nombre pero superado.

Hace muchísimos años, eras tú apenas una niña, tu madre se inmortaliza cosiendo el capote de luto que utilizaba Gallito tras la muerte de su madre.

Sí, y me emocioné hace poco viendo ese capote de paseo. Son cosas de una emoción tremenda: que yo haya podido continuar esa labor. Estoy orgullosa del mundo del toro porque jamás he tenido ningún problema con ningún torero, me han tratado muy bien y me han respetado. Me siento orgullosa de él.

Enre los galardonados estaban Martirio, María Betania, Rubén Blades, Martin Berasategui ,

  • Camilo Sesto, concedida a título póstumo
  • Chema Madoz
  • María Ángeles Querol Fernández
  • Carlos Ferrater Lambarri
  • Serranito
  • Patti Smith
  • Peña ‘El Taranto’
  • Maestra Nati
  • Arturo Carlos Ruiz Rodríguez
  • Josep Pons Viladomat
  • Juan Carrete Parrondo
  • María Vargas Fernández
  • Pilar Palazón Palazón
  • Julieta Serrano Romero
  • Pedro Salmerón Escobar
  • Peña ‘La Platería’
  • María Eugenia Aubet Semmler
  • Omara Portuondo Peláez
  • Martirio
  • María Nazareth Panadero Gómez
  • El Pele
  • Maria Bethânia
  • Rossy de Palma
  • Alberto García-Alix

Colombia necesita un sucesor de César Rincón

Carlos Palacio ha publicado en Cultoro un artículo en el que llama la atención por el sucesor del maestro Rincón.

Es preciso matizar.

Lo del maestro César Rincón fue un milagro como «Cien Años de Soledad «, Suenan Timbres, José Asunción Silva , Aurelio Arturo, Don Fernando Botero, Nayro Quintana, Cochise, Egan Bernal, Diego Ramos, o «Pambelé «.

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Es verdad que uno de los que puede volver a ilusionar a los aficionados ya no solo de Colombia sino de América y Europa es el caleño Leandro Gutierrez que tiene excepcionales condiciones , se ha formado en la Escuela de Navas del Rey bajo la tutela de su mentor y apoderado Albeto Aguilar y da campanazos importantes en sus dos novilladas con caballos.

Pero …en el país hay un nutrido ramillete de jóvenes que cuentan con grandes opciones . Los voy a mencionar en desorden y no por otra cosa. Tienen mérito : Juan Gómez » Dinastía», nieto y sobrino de toreros , Cristian Castañeda, Julián Páez, José Gallo, «El Pecas » , Cristian Gómez, Curro Pimentel , » Kalio» ( hijo de un buen banderillero y hermano de un novillero que pintó pero no siguió ) ; Mateo Gómez , Julián Mateo, Andrés Manrique, hijo de torero , Manolo Castañeda, Santiago Fresneda , Arturo Sierra un joven que acaba de mostrar mucha calidad , talento e ilusión en el certamen del CART liderado en Zapopan, Jalisco, por don Pablo Moreno portavoz de Casa Toreros.

Comprendo que los mencionados solo Dios sabe si llegarán o no POR CIRCUNSTANCIAS del proceso de formación en medio de la carencia de novilladas con y sin picadores pero con la ilusión de esfuerzos grandiosos como los de Mannizales con » Toros y Ciudad» y eventos de la categoría de ¿Quién es quién? o las Escuelas de Sogamoso, Manizales, Cali y tareas personales y significativas como las del torero David Martinez y su padre Humberto , del novillero Nico Méndez que forman chicos que atesoran esa dicha de querer ser toreros. Y vaya uno a saber si algun chico o chica se forma en solitario toreando de salón a la espera de una oportunidad.

Escribe Palacio :

En este 2021, justo cuando se celebran los 30 años de la gran gesta de César Rincón en Madrid, Colombia atraviesa una de las más graves crisis sociales de los últimos tiempos. También a nivel taurino.

Y si echamos la vista atrás, en aquel 1991, cuando el torero de Bogotá derribó a golpe de triunfos las puertas de la plaza más importante del mundo, hasta en cuatro veces consecutivas en la misma temporada, para instalarse directamente en el Olimpo del toreo, el panorama social de su país natal también era un drama. Esta vez, ocasionado por las secuelas del crimen y la inseguridad asociadas a la más oscura y devastadora guerra que el narcotráfico había declarado a toda una nación.

En aquel momento, Rincón se convirtió, no sólo en el emperador del toreo, sino en un símbolo nacional. Uno que trajo ilusión y esperanza a todo un país que se unificó en su nombre, pues identificó en él el máximo éxito que se puede obtener a base de mucho esfuerzo, sudor y lágrimas. Por eso, aquella Colombia sin complejos le idolatró como antes sólo lo había hecho con personajes como García Márquez, Lucho Herrera o el Pibe Valderrama.

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Hoy el panorama es distinto, pero no tanto. Superado aquel difícil momento, las últimas noticias que llegan del otro lado del océano son las de una Colombia resquebrajada y enfrentada por la desigualdad, la corrupción y la injusticia social, una situación límite que ha devuelto la violencia a los titulares.

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Arturo Sierra en el CART

En el plano taurino, el retrato también es preocupante. De aquella Colombia que llenaba las plazas de todo el país con el nombre de César Rincón como eje gravitacional de todas las ferias queda muy poco. Plazas como las de Medellín, Cartagena, Duitama, Bucaramanga, Palmira y muchas otras, han echado el cierre y, prácticamente, sólo resisten los bastiones de Manizales, Cali y la muy golpeada (políticamente) Bogotá.

Más allá de la aparición de Luis Bolívar o, más actualmente, la ilusión que ha despertado un torero como Juan de Castilla, triunfador a nivel nacional, pero al que todavía le cuesta entrar en la temporada europea, así como otros nombres que no tienen eco más allá de las ferias locales, no ha habido nadie que, hasta hoy, haya podido ocupar el inmenso vació que dejó la retirada de César Rincón, hace ya 13 años.

No hay duda de que la dimensión de la gloria que adquirió Rincón es, prácticamente, inalcanzable, no ya para un colombiano, sino para cualquier torero en general. Pero la vida es caprichosa y suele dejar pasar un pequeño rayito de luz justo cuando parece que la oscuridad se adueña de todo.

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Justo eso es lo que representa la aparición de Leandro Gutiérrez para el toreo colombiano. Desde que el caleño viajó a España para su formación como torero no ha dejado de dar muestras de su calidad, incluso, en tiempos en los que las oportunidades están tan escasas. Su paso por la última edición de el Camino hacia Las Ventas, en 2019, fue toda una declaración de intenciones. Y ahora, con tan sólo dos novilladas toreadas, podemos asegurar que estamos delante de una de las promesas más sólidas del toreo colombiano en los últimos tiempos.

El propio César Rincón ya ha advertido en él esas “ganas de comerse el mundo”, pero, además, también destaca que Leandro “tiene cualidades muy valiosas para un torero tan nuevo como lo es él, porque, además un valor y un concepto que se le ven sólidos, está demostrando aplomo y buena cabeza para ver las características de los animales que lidia, algo que se suele adquirir con una experiencia que él, que apenas está comenzando, evidentemente, todavía no tiene”.

Precisamente por eso, por la falta de experiencia, se puede antojar precipitado el descargar tanta responsabilidad en el joven caleño, pero lo cierto es que la expectación que ha levantado Leandro a su alrededor y la esperanza que está despertando entre los aficionados (y no sólo la de los colombianos) están fundadas en la profunda huella que su toreo va dejando aún en sus primeros pasos. A Leandro le ha bastado su debut con picadores en Añover de Tajo (su debut) y una tarde más en el recientemente celebrado ciclo de Leganés para llamar la atención de aficionados y profesionales. Por eso, su participación en el Circuito de Novilladas de Madrid aparece como el mejor escaparate para lanzar su carrera.

Para Colombia, nada sería más beneficioso en este momento que tener un nombre que uniera al país, uno que, como César Rincón, volviera a poner de moda el toreo, que lo normalizara en la sociedad y la trascendiera, para que, a través del toreo, volviera el ambiente de diálogo y concordia que tanto necesita esta nación ahora mismo. ¿Y si fuera el de Leandro Gutiérrez?


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